El único superviviente de la catástrofe

maryse 250Luis Pulido Ritter entrevista a Maryse Renaud

 

Conversamos con Maryse Renaud quien nació en Martinica (Antillas francesas) en 1947. Vive en Francia desde niña (París y Poitiers). Ha sido catedrática de literatura hispanoamericana en la Universidad de Poitiers y responsable del Seminario de Literatura Latinoamericana del C.R.L.A. (Centre de Recherches Latino-Américaines). Es corresponsal de el Montevideano-Laboratorio de Artes. Ha publicado numerosos artículos sobre literatura hispanoamericana (Arlt, Borges, Felisberto Hernández, Onetti, Adoum, García Márquez, Pablo Urbany, Mempo Giardinelli, María Rosa Lojo, Giovanetti Viola, Clara Obligado...). Es autora de varios textos ficcionales. Ha publicado en Ediciones Corregidor, Buenos Aires, un libro de cuentos titulado En abril, infancias mil (2007); así como dos novelas: El cuaderno granate (2009) y La mano en el canal (2012). En la editorial Verbum, Madrid, han salido a la luz su novela Junglas (2014) y últimamente Relato de ceniza (2016).

 

1. Hablanos un poco del nacimiento de Relato de Ceniza, ¿cómo fue su origen?

Siempre es delicado hablar de cómo se le ocurre a uno ponerse a escribir, pero intentemos desentrañar la maraña de motivaciones que nos inducen a no demorar más el momento de tomar la pluma. En el 2002 se conmemoró en Martinica, mi tierra natal, el centenario de la erupción del Monte Pelado, que arrasó el 8 mayo de 1902 a Saint-Pierre, el «Pequeño París de las Antillas», como se complacía en autodenominarse la ciudad orgullosa, principal emporio económico y cultural de la isla. Toda la intelectualidad y los artistas de mi tierra se empeñaron en recordar esa trágica página de la historia martiniquesa, cosa que no pude hacer yo por vivir fuera de la isla y haber elegido, además, desde hace varios años acudir a la lengua española para escribir mis ficciones. Pero algo quería compartir con mis compatriotas. Tanto más cuanto que tengo mucho apego a aquel Norte bravo de Carbet, Saint-Pierre, Prêcheur, y del Monte Pelado, que despliega con elegancia y fingida tranquilidad su cresta de dinosaurio hasta el mar, a ese Norte donde vivieron además mis padres.

 

relato ceniza 3752. Cyparis, el único superviente de la erupción del Monte Pelado en Martinica en 1902, murió en Panamá en 1929 ¿Se sabe algo de él en Martinica?

Quién mejor que Cyparis, único superviviente de la mayor catástrofe natural del siglo XX (cosa que muchos ignoran) podía simbolizar la desgracia del Norte ? Me puse pues a escribir en torno a esta figura de marginal de extraordinario y contrastado destino, que pasa de su «isla-migaja» (en palabras de Aimé Césaire) a los Estados Unidos, donde se exhibe triunfalmente en el Circo Barnum, y de éstos a Panamá, donde habrá de morir tras trabajar largos años en la fatigosa construcción del Canal, bajo la tutela norteamericana. Lo singular de esta vida, pero también su dimensión común y corriente, ordinaria, hasta banal en el Caribe de aquel entonces, literalmente aspirado por el Canal de los norteamericanos y sus locas promesas, fue lo que me interesó evocar. A través de una vida, mil vidas sencillas y entrañables… de jamaicanos, trinitarios, guadalupeños, martiniqueses, panameños, colombianos, etc. La unidad del Caribe, más allá de la diversidad de los idiomas, es lo que quise resaltar. Y resulta, capricho del destino, que mientras voy escribiendo Relato de ceniza se echa en Francia una película, «Chocolate», de Roschdy Zen: sobre un exesclavo de origen cubano, Rafael Padilla, alias Chocolate, que también se exhibe en un circo, en París (a finales del siglo XIX). Pero a diferencia de Cyparis, este ídolo del público francés es objeto de una muy ambigua fascinación que no excluye los sopapos de su socio blanco, las risas condescendientesa, la mofa, y un manifiesto racismo. En Martinica nadie ignora la fecha de la devastadora erupción del Monte Pelado, que se enseña desde la escuela primaria. De Cyparis también han oído hablar vagamente. Para los del Norte, en cambio, principalmente los de Saint-Pierre, es un nombre familiar, ya que la vida de Cyparis está ligada a dos poblaciones del Norte: Prêcheur, su lugar de nacimiento, y Saint-Pierre, a pocos kilómetros, donde sentó sus reales y cuya prisión frecuentó en reiteradas ocasiones. El muchacho de 27 años se ha vuelto toda una leyenda local, que los guías actualmente se complacen en evocar ante los turistas que visitan el pequeño museo de la ciudad dedicado al volcán. Pero, de hecho, los martiniqueses no conocen, por no decir que casi todos ignoran totalmente el episodio del Circo Barnum, así como el último tramo de la vida de Cyparis en Panamá. Sólo queda la leyenda enfática, trágico-épica, del único superviviente de la castátrofe, que como lo di a entender en Relato de ceniza no corresponde exactamente a la realidad, ya que se salvaron dos personas más. Pereció el resto de la población de Saint-Pierre, o sea, 26 000 vecinos.

 

3. En la novela Cyparis llega a Panamá por seguir a Victorine. ¿Es ella resultado de la ficción o realmente un personaje en la vida del héroe?

Victorine es un puro producto imaginario, destinado a servir de puente entre los diversos momentos de la ficción y a prestarle al protagonista más espesor psicológico. Pero quise que fuera plausible su difícil romance con Cyparis, y por ello lo situé fuera de Martinica, donde jamás hubiera podido desarrollarse, teniendo en cuenta el contexto social de la época.

 

4. El sistema de clases o de razas que se describe en la novela, de mulatos, negros y mulatos, ¿tiene todavía vigencia en Martinica?

El sistema de clases y de razas aludido en Relato de ceniza ya no tiene vigencia en la actual Martinica, aunque en algunas mentes atrasadas (de blancos criollos y mulatos claros sobre todo) algo queda a veces de esos antiguos prejuicios desfavorables a las pieles más oscuras.

 

5. Hay muchos lazos históricos que unen a Panamá con el Caribe y, especialmente, con Martinica por haber venido muchos trabajadores a construir el Canal. ¿Este hecho forma parte de la memoria histórica de la isla?

Son muchos efectivamente los lazos que unen a Panamá con Martinica, especialmente con los del Norte devastado que vieron en la posibilidad de trabajar en lo del Canal una salida a su desesperante situación, económica y moral. En Panamá fueron acogidos con generosidad, pese a las violencias engendradas por la construcción del Canal; en Panamá se quedaron en 1914 para evitar la movilización general ; en Panamá, tan parecida a Martinica, finalmente, se enamoraron y decidieron fundar hogares. Y si de entrada Panamá no parece formar parte de la memoria histórica de nuestra isla, por poco que se hurgue en el pasado de los martiniqueses de clases populares, que se les incite a las confidencias, surgen inmediatamente entrañables alusiones a Fulano, a Mengano, al bisabuelo, a conocidos que salieron para Panamá en el siglo pasado, regresaron a Martinica o permanecieron allá, felices y contentos. Y si no se menciona directamente, por pudor, lo del Canal, todos saben que para muchos desvalidos fue una solución. Hasta se organizan actualmente desde Martinica vuelos hacia esta Panamá en donde se alberga parte de nuestra identidad.

 

 

luis_pulido_037Luis Pulido Ritter
Es doctor en Sociología y Filosofía por la Universidad Libre de Berlín. Ha escrito Matamoscas (poesía 1997), Recuerdo Panamá (novela 1998; 2005), Sueño Americano (novela 1999), ¿De qué mundo vienes? (novela 2010). Actualmente vive en Berlín. Escribe para el periódico La Estrella de Panamá y colabora con Aurora Boreal®

 

Entrevista  enviada a Aurora Boreal® por cortesía del escritor Luis Pulido Ritter. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Luis Pulido Ritter. Foto de Luis Pulido Ritter © Christian Olguín.  Foto Maryse Renaud ©  cortesía Luis Pulido Ritter. Carátula de la novela Realtos de ceniza © cortesía Editorial Verbum.

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