Tres fábulas de Alejandro José López

Alejo 250 cph 2017Una casa en cenizas

 

El que arrojó la tea encendida sobre la casa fue uno de sus habitantes, quien dijo estar furioso aquel otoño. Y lo estaba, según vociferó, por lo mucho que le fastidiaban las cortinas y los cuadros que adornaban la sala. Los demás habitantes fueron persuadidos por esa ira que el hombre exhalaba a través de sus ojos y sus palabras de fuego; así que pronto se sumaron, con sus furias personales, al ejercicio de la quema. Uno dijo aborrecer, desde hace mucho, la mala distribución de las habitaciones; entonces, encendió una antorcha más y la tiró sobre el piso de la cocina. Otro gritó contra las flores del jardín, cuyos colores no toleraba, y procedió a incinerarlas utilizando un cirio como herramienta. Ninguno de los antiguos moradores quiso perderse aquella fiesta de rabia y fuego; de modo que, con mucha rapidez, todo se fue transformado en cenizas. Aún humeaban los últimos escombros, cuando el invierno los saludó con sus primeros copos de nieve. La temperatura comenzó a bajar drásticamente y, sólo entonces, los viejos habitantes de la casa se acordaron de las frazadas y de los colchones y de los abrigos.

 

 Una mosca pensante

 

—Vamos arando —dijo la mosca al buey sobre el que iba; pero él, como era viejo y sabio, le respondió:
—Ni tú vas arando, ni mía es esta tierra que voy pisando.
—¡Explícate! —Exigió la mosca pensante, con altanería; y él lo hizo:
—Lo mío es este yugo; lo tuyo, un vano intento de hacer filosofía.

 

Un viejo pescador

 

Cuando ya se hallaban en altamar, el viejo pescador le pidió a su joven ayudante que pusiera el cebo a los anzuelos. Le instruyó para que esta vez usara señuelos vegetales, los lanzara al mar e iniciaran así la jornada. Entretanto, el pescador se puso a desenredar algunos sedales y a reparar plomadas viejas. Pero, como el chico había escuchado que en esa zona se pescaban grandes marlines, optó por desoír la indicación y utilizó carnadas vivas. Aquel fue un día largo y de inclemente sol, un día de interminables e infructuosas horas. Al final de la jornada, los dos regresaron a la playa con las manos vacías y la angustia de enfrentar el hambre una vez más. En las horas de la noche, mientras compartían una escasa cena de arroz blanco y agua, el viejo le preguntó al muchacho: "¿Qué carnadas pusiste?". Entonces, el joven le respondió con altanería: "¡En la zona donde estábamos se pueden pescar grandes marlines!". El viejo lo miró a los ojos y le explicó: "Sí, los marlines vienen en septiembre; pero estamos en mayo. Ésta es época de sardinatas". Al terminar la cena, el muchacho se retiró a su cuarto y esa noche soñó con tiburones.

 

 

alejo lopez 355Sobre el escritor Alejandro José López
Colombia, 1969. Ha publicado dos libros de ensayos: Entre la pluma y la pantalla (2003) y Pasión crítica (2010), dos de crónicas y entrevistas: Tierra posible (1999) y Al pie de la letra (2007) y en Aurora Boreal® como libro electrónico (2014), dos de cuentos: Dalí violeta (2005) y Catalina todos los jueves (2012), y una novela: Nadie es eterno (2012) traducida al danés en 2017 como Ingen er evig, Aurora Boreal. Entre los años 2004 y 2008 dirigió la Escuela de Estudios Literarios perteneciente a la Universidad del Valle. Cursó estudios doctorales en literatura y medios de comunicación en la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente se desempeña como Profesor Titular en la Universidad del Valle.

"Tres fábulas" enviado a Aurora Boreal® por Alejandro José López. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Alejandro José López. Foto nr. 1 Alejandro José López ©Lorenzo Hernández. Foto nr. 2  Alejandro José López © Alejandro José López.

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