Mito religioso y conducta en la Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa

helena_arajo_050Cualquier abordaje textual de la temática de la sexualidad en la narrativa de Mario Vargas Llosa, merece una mención del comportamiento erótico como "lugar preferencial en las manifestaciones conflictivas del ser humano". Verdad, si obras tempranas suyas, como La Ciudad y los Perros, implican una incidencia autobiográfica en el género "de aprendizaje", obras posteriores, como Los Cuadernos de Don Rigoberto, aluden a lo que llamara Bataille la parte maudite, implicando "la intrafusión de objetivismo y fabulación que conduce de la realidad concreta a la realidad ficticia, donde lo imaginario se conmuta en objetividad, los fantasmas en certitudes y lo inhabitual en banalidad"(l). Novela histórica, testimonial, realista, La Fiesta del Chivo, elude tanto la una como la otra clasificación, aportando al rol de la protagonista principal una idiosincrasia poco frecuente en las heroínas varguianas (2). Y... ¿cómo negarlo? aludiendo a vivencias en que la mitología y la tradición religiosa crean elementos propicios a suscitar ecos intertextuaies. Así, además de tomar en cuenta la referencialidad histórico-espacial de la obra, se le puede evocar en función del patrón genérico y literario que implica.


Principiemos con el nombre de la protagonista: Urania... ¿Por qué Urania? Vargas Llosa comienza identificándola con un nombre que "da la idea de un planeta, de un mineral, de todo, salvo de la mujer espigada y de rasgos finos, tez bruñida y grandes ojos oscuros, algo tristes, que le devuelve el espejo"(3). El espejo, la imagen

reflejante, sugiere aquí una simbólica involucrada en el destino de quien se teme y se contempla, cautivada por la fatalidad. "Es la larga historia de la identificación de la primera persona singular, incluyendo las solicitudes y amenazas del solipsismo y el debilitamiento de la adhesión al monólogo, tal como se manifiestan, latentes, en la gramática del ego"(4). Se trata del mito de Narciso: un narcisismo lacerado, impide a Urania amar y amarse. En la novela, la sicopatología del proceso incide en la materia textual que distribuye la dramaticidad de la acción, imponiendo un sentido de estructura. ¿Cómo puede la historia de un déspota y sus vasallos, un tirano y sus súbditos, un dictador y sus colaboradores, involucrar una herencia mitológica y religiosa? ¿Cómo puede la trayectoria de victimas y victimarios presentirse como la condenación de quienes abominan sus desgracias día tras día en un vano esfuerzo de exorcismo? La Fiesta de! Chivo es la escabrosa rememoración de una época -la del trujillismo- en un país -República Dominicana- donde la violencia puede llegar a ser un ritual tan compulsivo como lo fuera en ciertas etapas de la antigüedad.

Helena Araújo Nació en Bogotá en 1934. En la actualidad vive en Suiza. Algunas de sus obras: La M de las moscas; Fiesta en Teusaquillo (novela, 1981); Las cuitas de Carlota (novela, 2003). El universo de Araújo está fuertemente centrado en la crítica social sutil. Helena Arújo es colaboradora habitual de Aurora Boreal®

Con respecto a la condición femenina, basta observar el caso de la protagonista para evocar la ley patriarcal. ¿Y no obedece la ley patriarcal a modelos arquetípicos? Según Heidegger, "lo que perdura en nuestra cultura del idioma lírico y existencial de los griegos, son nuestras frágiles amarras del Ser". Según Jung, en la sicologia humana la búsqueda del ser primordial incita a una configuración de personajes míticos. Según Freud, este proceso introspectivo es importante "por la adecuación lírica y plástica con que el espíritu griego penetra en lo espantoso y en lo demoníaco" (5). ¿Cómo dudarlo? La incursión en lo espantoso y en lo demoníaco logra atraer a un Vargas Llosa ya aficionado a ciertos aspectos de las sagas medioevales e indígenas (6), allegándole -consciente o inconscientemente- a textos de la Grecia clásica. ¿Será posible? Si, si. Su bien documentada versión de la dictadura dominicana tiene en ciertas etapas el rigor de la tragedia ática y el pathos de sus personajes. Así, el paralelismo entre la doncella sacrificada y el pueblo sometido, alude a una simbólica que involucra a Urania, la mujer con nombre de musa o de semidiosa -más que de planeta o de metal.
Recordemos, de las siempre notables heroínas griegas, Antígona es tal vez la más famosa. En su libro sobre la tragedia de Sófocles, George Steiner analiza los textos de quienes han elogiado su vocación heroica. ¿Quién no la admira? Por desafiar una ley bárbara y desobedecer a quien la impone, Antígona habré de morir. ¿Cómo imitarla? Tan magnífica es su rebeldía, tan ejemplar su celo y su fervor, que ante ella, sus congéneres se opacan. Ifigenia, quien inspirara -entre otros poetas- a Eurípides, a Racine y a Goethe, merece apenas un segundo lugar. De estirpe real como la tebana, Ifigenia elige, sin embargo, una conducta de sumisión filial que descarta fama y gloria. No esté por demás recordar su historia: nacida en Grecia, debe ser conducida por su padre a Aulide y allí inmolada en un ritual propiciatorio. Antes del sacrificio, empero, la diosa Artemisa se apiada y la rescata, transportándola a un templo donde ha de consagrarse como sacerdotisa.
¿Podrá Urania llamarse Ifigenia? Proporción guardada entre la Grecia mitológica y la República Dominicana de Trujillo, la biografía de una y otra guardan cierta similitud... Recordemos que Urania es hija de un notable y que pese a sus recién cumplidos catorce años ha de ser raptada con autorización y entregada al Dictador. Se trata, evidentemente, de un acto de devoción filial. ¿Cómo dudarlo? "el núcleo del acto de sacrificio, el centro de su fuerza, no es sino el don de si"(7). Así, mientras Ifigenia debe consentir para que su padre halle gracia ante el ejército aqueo, Urania debe consentir para que el suyo halle gracia ante el Estado dominicano. ¿Qué suerte ha de esperarle? Un ritual semejante al que entre pueblos salvajes y primitivos equivalía a la ruptura hymenis (8), la dejará aún con vida, pero muy herida. Presa de pánico, luego de ser ultrajada y repudiada por el Dictador, Urania buscará refugio en el colegio de religiosas donde ha estudiado desde niña. Con la complicidad de una de ellas, logrará huir a E.E.U.U. y becarse en una universidad: pocos años después se graduará en Derecho, convirtiéndose en asesora de una gran firma neoyorquina. ...Y un buen día regresará a su patria a contar su historia. ¿Cómo ocultarlo? para su familia, su exilio ha sido siempre un misterio. Nadie entiende por qué se marchó de repente, por qué no escribió nunca a su padre, por qué se ha pasado la vida año tras año trabajando en el mismo bufete de abogados, encerrándose en el mismo apartamento de Manhattan a leer y releer los mismos libros.
Verdad, Urania no se cansa de repasar, analizar, interrogar la historia reciente de su país. Entonces, como surgidos de esos libros que absorben sus ocios de soltera, van brotando los personajes del drama, o sea los funcionarios y colaboradores de Trujillo. Luego, cual un reyezuelo tropical, él mismo, con sus delirios de grandeza, sus manías de militar y sus complejos de advenedizo. Indudablemente, en esta narración, la elaboración de la crónica política debe mucha a la documentación. Se diría un ejemplo de lo que Bajtín denomina crontopos, o sea "procesos de asimilación del verdadero tiempo y espacio históricos en el relato" (9). En este caso, además, la homología de las dos épocas (el pasado evocado y el presente vivido), crea una interrelación dialógica entre el acontecimiento y la experiencia. Definitivamente, los itinerarios del Generalísimo y los conciliábulos con sus favoritos, son motivo constante en la estructura ficcional, así coma el papel que juega la Iglesia en la última etapa de su régimen. A nivel narrativo, esta densa materia textual abarca una pluralidad de niveles discursivos: no sólo del presente al pasado, sino de quienes, como conjurados, se rebelan contra la Dictadura y quienes, coma cortesanos, se someten y colaboran.
Definitivamente, se trata de una obra en que "lo real es el pasado, y es real porque está siempre allí, y si se puede decir así, el pasado es el presente" (10). Urania regresa a Santo Domingo treinta y cinco años después de las acontecimientos que precipitan la quiebra del régimen; sin embargo es la Era de Trujillo el verdadero asunto de la novela, con sus masacres oficiales y su demagogia populista, con su propaganda y sus festivales esperpénticos. Cabe agregar, empero, que entre politicastros, tránsfugos y polizontes, las mujeres se eximen de lo excesivo y de lo superfluo. Personajes ancilares, juegan su rol sin incurrir en el comportamiento hiperbólico de quienes las amonestan, las cohiben o las engañan a la largo de quinientas dieciocho páginas. ¿Cómo negarlo? El suyo es un ámbito
muy definido, repartido entre la casa y la iglesia: la esposa dominicana, que en el hogar es callada, sufrida y servicial, "busca en la misa de cada domingo, las novenas, las confesiones y los rezos, el consuelo para las contrariedades de que está amasada su vida"(p.121).

fiesta_chivo_001Esto no implica, sin embargo, que no se vea atrapada en la red de violencia, terror, intriga y cálculo, del todopoderoso machismo tropical. De este machismo -sobra decirlo- Trujillo es emblema y símbolo. Madre, esposa, hija, amante, están ahí para obedecerle. Como están para obedecer a sus padres, hermanos, cónyuges o rufianes todas las mujeres de la isla. Quienes osan rebelarse no vivirán para contarlo (11). Si, si, de 1931 a 1961, esa isla rodeada por el más azul de los mares y poseedora de un clima idílico, vive bajo los efectos de una maldición.
La fiesta del Chivo... No olvidemos que a Trujillo lo apodaban el chivo, que el chivo es la cría de la cabra y que la iconografía medieval lo emparenta con el maligno. Verdad que hay algo diabólico, demoníaco en el poder de Trujillo. Y que su encarnación de Espíritu del Mal, se sugiere y se afirma con frecuencia. Además, en la última etapa de su gobierno -la que concierne a la novela- Trujillo entra en conflicto con la Iglesia. Así, a nivel textual, las secuencias retrospectivas en que el discurso indirecto libre adensa la voz de un narrador heterodiegético, van a recrear toda una etapa de la vida política dominicana, describiendo significativamente a quienes participan en una conspiración para librar al país de lo que Santo Tomás de Aquino denominara la bestia, o sea la personificación de la brutalidad. Sin duda alguna, a oídos de prelados y estadistas católicos, han llegado ecos de la inmoralidad de Trujillo, tanto en sus manejos del erario como de su vida privada. ¿Y acaso la misma aberrante, escandalosa conducta, no distingue a su parentela y a sus favoritos? Cabe agregar que en estas rememoraciones va surgiendo en la narración un esquema contrapuntístico: la solitaria evocación de esa hablante que es Urania, progresará paralelamente al recuento pluralizado de quienes comparten la responsabilidad de suprimir un Jefe otrora aclamado y reconocido. ¿Cómo negarlo? Para los conjurados, la muerte de Trujillo tendrá un significado justiciero y hasta legitimo. En cambio, al final de la historia, el sacrificio de la niña pasará desapercibido. ¿Quién lo oculta? El responsable ha sido su padre. Sin vacilar, la ha entregado a ese Jefe que inspira a sus subalternos una devoción rayana en la idolatría. En cuanto a Urania misma, una vez consciente de lo que le espera, una vez delante de ese hombre que procede a violentarla, ha de plegarse con miedo y asco, confesando años más tarde: "Pensé que tenia que dejarme hacer lo que él quisiera apretando los dientes, para poder vivir, y un día vengarme de papá" (p.501).

El día de la venganza ha llegado... Cuando, a su regreso a Santo Domingo años después, Urania sale de su hotel a recorrer la ciudad, no se explica cómo, de calle en calle y de esquina en esquina, va aproximándose a su propio barrio y a su propia casa, haciéndose conducir, al entrar, donde ese viejecito calvo que es su padre, inválido desde un no muy reciente derrame cerebral. Ni arrepentida ni desagraviada, se instalará a hablarle durante horas, evocando escenas de su niñez y burlándose de su culto al Dictador. ¿Seria posible que a los trujillistas de entonces les sacaran del alma una vocación masoquista, de seres que necesitaban ser escupidos, maltratados, y sintiéndose abyectos se realizaban? (p.76). Lo mismo va a repetir Urania más tarde, delante de su tía y de sus primas, antes de revelarles por fin lo sucedido años atrás, la víspera de su huida al convento y su viaje a Norteamérica. Finalmente, al terminar una confesión truculenta y penosa, podrá preparar su retorno a un exilio que parece ya voluntario. Se diría que hablando durante horas ha venido hallando las cronologías de su propio lenguaje, expresando alternativamente su niñez, su adolescencia y su madurez, en una heteroglossia que hace honor al texto. ¿Llegará a ser cierto? Al relatar lo reprimido durante tanto tiempo, Urania parece haber logrado verbalizar su angustia, pero un misterioso proceso de expiación le impide liberarse de sus traumas.
El suyo ha sido un pasado -¿cómo negarlo?- impregnado de cierta religiosidad. Si, si, nacida en tierras muy católicas (12), Urania ha sido creyente desde la infancia. Y sobre todo devota a la Virgen. ¿Acaso no confiesa haber hecho una promesa a Nuestra Señora de la Altagracia? Si, si, en aquellas épocas en que su padre era hostilizado por Trujillo, había prometido a la Virgen conservarse pura toda su vida. Pura, como lo repite riendo con sarcasmo delante de una tía ya anciana, que se angustia al oírla y le ruega que recen juntas para olvidar tanta amargura. Un Ave Maria a Nuestra Señora de la Altagracia. ¿Cómo olvidarlo? En la isla, y en el continente latinoamericano, el culto mariano, sus devociones y santuarios son tradición; imposible negar su adaptación a contextos culturales que con diversa función lo convocan. Desde épocas coloniales, "la piedad popular obtiene el reconocimiento de la iglesia institucional, al comprobarse cómo la imagen de la Virgen crece y arraiga superpuesta al culto de las Diosas madres" (13).
lndudablemente, la presencia mariana en la novela, constituye un elemento de economía factual y verbal. ¡Virgen! grita el taxista que recoge a un conjurado el día del atentado contra Trujillo. Otro conjurado, conmovedoramente místico, suele hacer peregrinajes al Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes todos los años. Y Urania misma, evoca al entrar en su casa, la estatua de Nuestra Señora que solía verse en todo hogar dominicano de aquellos tiempos. Luego, contando a sus parientas su traumática experiencia con el Dictador, afirma haber salido con vida por un milagro de "la patrona" (p. 511) ¿Cómo negarlo? A lo largo de un relato dialogado en que la dominante narrativa alterna con la dominante descriptiva y el presente con el pasado, Maria auxiliadora y mediadora está siempre presente. ¿Será a esta constante que se debe la alternada conformación de una incidencia mítico-simbólica en un contexto realista?
Y ya va siendo tiempo de volver a la tragedia griega, o mejor dicho a la tragedia de Ifigenia en Aulide. Será mucho atrevimiento preguntar: ¿podrá Urania llamarse Ifigenia? Según la mitología, Ifigenia es salvada de la muerte por la diosa Artemisa, quien la transporta en secreto a su templo. Artemisa, recordemos, es una de las diosas vírgenes del Olimpo; se caracteriza por su amor a la naturaleza, a los bosques, a los animales y a las doncellas en peligro. Bueno, arriesgando una símil un tanto burda, podríamos remitirla al modelo mariano americano y hacer de esa representante suya en la novela, que es Sister Mary, una variante más. ¿Acaso la noche trágica de su cita con el Dictador, no huye Urania para refugiarse en el convento donde se ha educado? Ha de ser Sister Mary, la Hermana María, quien la acogerá y quien preparará su viaje al exterior. Quizás la analogía no resultaría tan sacrílega si vinculáramos a esta misma Hermana Maria, tanto con la deidad virginal ática, como con quien aporta el Perpetuo Socorro a los fieles cristianos. Y si recordáramos con Julia Kristeva que "cuando Freud analiza el advenimiento y las mutaciones del monoteísmo, subraya que el cristianismo se aproxima a los mitos paganos integrando, a través y contra el rigor judaico, un reconocimiento preconsciente de un femenino materno" (14).
¿Podrá Urania llamarse Ifigenia? Una extraña similitud vincula a la heroína griega con esta muchacha dominicana que al recobrar la memoria experimenta "una certeza que la horroriza". Es la misma certeza de haber sido engañada y conducida al sacrificio. En un ensayo sobre la condición femenina, Rosa Helena Santos-lhlau agrega a las ifigenias de Euripides y de Goethe, la de Alfonso Reyes, publicada en 1923 y titulada Ifigenia Cruel ¿Por qué cruel? Porque es la sacerdotisa de una diosa rebelde, muy distinta de la dulce y forestal Artemisa. Si, si, la Ifigenia americana se impone y castiga, negándose a abandonar su santuario y sobre todo negándose al amor de cualquier hombre. Estallido, agitación, dureza, son condiciones para la función de Ifigenia. Ella va a decir "no quiero", va a rebelarse y su rebeldía va a redimir a la humanidad de la tiranía de los dioses".
¿Cómo ignorarlo?"Al negarse a volver a su patria Ifigenia se niega a seguir engendrando la raza maldita y es así como la redención se produce"(15). Ahora bien, en la conducta de Urania, la dominicana deshonrada pero virtuosa, hay también un rechazo simbólico a procrear en una casta viciada por todos los totalitarismos. ¿Podrá Urania llamarse Ifigenia? -preguntamos por última vez. La redención, en el caso de Urania, seria también una ascendente lucidez. Como la Ifigenia de Reyes, habría recobrado la memoria y se habría horrorizado de su propia evocación. Y como la Ifigenia de Reyes, se habría mostrado implacable para con quienes pretendieran recordarle su desgracia. Nada, empero, le impediría rendirle culto a la razón y culto a la verdad. ¿Cómo procedería la Ifigenia Pensante? "Quitaría a la maldición su poder, al no creer en ella. Pero se haria cargo de resistir a los dioses" (16).

NOTAS
(1) Cara Olga, "Canceptas Varguianos y Sexualidad" en Escritura y Sexualidad en la Literatura Hispanoamericana. Fundamentos, Madrid,
1990, pp.167 y 169.
(2) A pesar de su culto a la Madame Bovary de Flaubert, y de su predilección por heroínas teatrales como La Señorita de Tacna o La Chunga, Vargas Llosa prefiere el protagonismo masculino en su narrativa. Descontando personajes paródicos, como la Madrastra a la Tía Julia, su atención ha sido acaparada par la que denominara e! critica Donald E. Shaw, "EI Tema del Burdel", considerando "la conducta sexual degradada coma una metáfora de los valores adulterados en la sociedad" (Shaw Donald L, "More Notes on the Presentation af Sexuality", en Carnal Knowledge, Essays on the Flesh, Sex and Sexuality, Ediciones Tres Rios, Pittsburgh, Pa. 1990, (p.120).
(3) Vargas Llosa Mario, La Fiesta del Chivo, Alfaguara, Madrid, 2000, p. 11. Nos referiremos a esta edición, limitándonos a citar la página.
(4)Steiner George, Antigones, Clarendon Press, Oxford, 1984 p.137.
(5) Steiner George, Ibid.124, 132-3. (Versión castellana HA)
(6)Cf. Fernández Ariza Guadalupe, "La Guerra del Fin de! Mundo de M. Vargas Llosa: Modelos Literarios y Estructura Arquetípica", y Gnutzman Rita: "Dos Mundos en Colisión: El Hablador de Vargas Llosa" en Actas XXIX Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, Universidad de Barcelona, 1994, pp.193 y 255.
(7) Van der Leeuw G. La Religion dans son Essence et ses Manifestations, Payot, Paris, 1955, p.346 (traducción de HA).
(8) Ibid. -p225
(9) Purvis-Smith Virginia, en "Ideological Becoming: Mikhaii Bakhtin", en A Dialogue of Voices, Feminist Literary Theory and Bakhtin, Karen Hohne and Helen Wussow, editors, University of Minnesota Press, 194, p.49.
(10) Pouillon Jean, Tiempo y Novela, Versión castellana, Irene Cousien, Paidos, Buenos Aires, 1970, p.190
(11) Al respecto, se puede citar el ejemplo de las hermanas Mirabal, quienes participaron, con un grupo de políticos y universitarios en el Movimiento 14 de Junio de1959, de oposición a Trujillo. Fueron todas tres asesinadas, tal como se menciona en la novela.
(1 2) "La República Dominicana cuenta con el más alto porcentaje de fieles que profesan la religión católica" - Sánchez Yvette, Religiosidad cotidiana en la narrativa reciente hispanocaribeña, Hispánica Helvética, Lausanne, 1992, p.90.
(13) Maturo Graciela, en "La Virgen, anunciadora del tiempo nuevo", en La Mujer, Símbolo del Mundo Nuevo, F.G. Cambeiro, Buenos Aires, 1976, p. 41. Sobre este tema, ver también Araújo Helena, "El Modelo Mariano, tema y variaciones", en La Scherezada Criolla, Universidad Nacional, Bogotà,1989, pp.61-64.
(14) Kristeva Julia, Histoires d'Amour, Denoel, Paris, 1983, p148.
(15) Santos-Ihlau Rosa Helena, Ifigenia Pensante, Revista Escritos, Universidad Pontificia Bolivariana, No19, Vol. 8, MedeIlín, Colombia, septiembre de 1988. Separata, pp. 4,5,7.
(16) Ibid. p.8

El artículo "Mito religioso y conducta en la Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa" fue enviado a Aurora Boreal® por cortesía de la escritora Helena Araújo.
Foto Helena Araújo © Mario Camelo.

 

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones