Ensayo
El monólogo de Dionea se refiere al santuario de Dodoni, situado al noreste de Grecia, cerca de la frontera con Albania. Allí pueden visitarse aún las ruinas del oráculo más antiguo de Grecia, citado por Homero, Esquilo, Sófocles, Heródoto y Platón, entre otros.
En Las traquinias de Sófocles, donde se escenifica la muerte de Hércules, se hace alusión a la profecía inscrita en unas tablas de arcilla, procedentes de Dodoni, donde está inscrito el destino del gran héroe.
El monólogo comienza con la introducción de Las traquinias.
En el oráculo de Dodoni se confunden la historia y el mito, la religión y el teatro, el culto al cielo y a la tierra. Heródoto cuenta que fue fundado por una mujer-paloma que llegó desde Egipto. A fines del siglo XIX las excavaciones arqueológicas permitieron desenterrar un teatro.
Dionea, una diosa casi olvidada en la época clásica, es allí venerada como la diosa-madre, diosa de la abundancia y la fertilidad, compañera del Dios Zeus.
Como puede leerse en la Ilíada, Zeus y Dionea son los padres de Afrodita, la diosa del amor.
Dionea es también identificada con la madre de Dionisos, el dios del teatro entre los griegos.
En este monólogo Dionea es una « actriz-sacerdotisa » que intenta recordar la historia poética del lugar, donde las respuestas del oráculo a las consultas de los peregrinos eran logradas mediante la interpretación de los sueños, del vuelo de las palomas y del sonido de unos calderos de bronce colgados de los robles sagrados.
Dionea enumera las profecías más célebres del oráculo –entre ellas las concernientes a la princesa Io, amante de Zeus— así como los intentos inútiles de destruirlo y borrarlo del mapa.
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- Por Julio Olaciregui
6 de diciembre, 2014.
La NADA ES LO MEJOR DE todo.
"Todos los días son buenos", me dijo la corretera hormiguita cuando la iba a aplastar con el pie. En la playa, un perrito, con su dentona boca abierta, se avalanza hacia mí... con efusión: "Gracias, por haber sido bueno con la hormiga". Al rato, otro del mismo tamaño, se pone, y alza la vista, a la altura de mi rodilla y hociqueándolo lee en el pequeño libro de haikus que llevo, boca abajo, en el brazo tendido: "After a long nap / the cat yawns, rise, an goes out / looking for love", "Aquí estoy yo", exclama, me da una lamida, toma una carrerita y mea, gozoso, sobre una roquita. "No seas ripioso", me alerta con su eco en el mar... De noche, redonda, oronda, la luna, con su fresco fulgor diamantino, como recién sacada del refrigerador en el esplendente plato del azur. Regalo de la repostería celestial. ¡Me la comería!
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- Por Víctor Fuentes
18 de noviembre, 2014.
"Antes del paseíllo"
Desnudo en la camilla/barrera
me cubro con el amor
A cabeza y cuello
M pecho y corazón
O óvalo del vientre y vejiga tocada
R genitalia y hasta los pies
"La corrida"
Saliendo al ruedo sobre ruedas
Vestido de luces con el foco del quirófano
El anestesista da un pase de mano
Sueño la corrida pitos
Entra el cirujano a ... sanar
Arrastran al toro/cáncer ovillado
Desperté: ¡vive Dios!
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- Por Víctor Fuentes
5 de septiembre, 2014. Leyendo El adolescente, de Dostoevsky, donde acude a la sala de juego de Zershikov, y entre la jeunesse doré, que la frecuenta, se siente completamente fuera de lugar, me viene de sopetón, el recuerdo-escena de que así me sentía yo una tarde-noche del invierno de 1955, en Londres, prófugo del franquismo, en una fiesta de parecida jeunesse, a la que me llevó una chica. Nada mas llegar, desapareció, y en el bullicio me sentí solo hasta casi la madrugada, calado hasta los huesos en mi condición de foreigner. De oca en oca..., este recuerdo me trajo otro todavía mas alienante, en una boite londinense, a la que me llevó Ramón Tamames, y a la que frecuentaban privilegiados jóvenes de la London School of Economics, de países, como la entonces Persia, y de Suramérica. En el W.C, me di, de repente, con Chistu, el hijo de Julia Agulló, y con quien, de niños, cruzamos los Pirineos en huida a Francia, en 1937, él cogido de la mano de su madre y mi hermano y yo de la nuestra. De adolescentes le vi muy pocas veces, ya que, a pesar de la amistad de las madres, y con su padre alto funcionario de Aduanas, rehabilitado, pertenecíamos a "castas" sociales distintas. La efusiva sonrisa del encuentro sorpresivo se me congeló, cuando él me soltó, "¿Y tú que haces aquí", y tras mirarse en el espejo me dejó plantado.
Ahora, mi memoria voluntaria, 59 años después, quiere borrar tales recuerdos con esta frase de Emmanuel Levinas: "La esencia del lenguaje es amistad y hospitalidad". Y vuelvo al Adolescente, fundido con A la busca del tiempo perdido.
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- Por Víctor Fuentes
La Virgen de los sicarios es la novela más exitosa de Fernando Vallejo. En el vigésimo aniversario de su publicación, cuando abundan las traducciones, los ensayos, las investigaciones y las tesis doctorales sobre la obra de este autor y muy especialmente sobre esta novela, me propongo ofrecer unas claves de lectura nuevas, a través de las cuales mostraré cómo esta novela está modelizada por un pensamiento criminal, esto es, que todos los funcionamientos textuales se orientan por dicho pensamiento.
Los acontecimientos ocurridos en torno a la relación de Fernando y Alexis, en la primera parte, y de Fernando Wílmar, en la segunda, constituyen el eje diegético de la novela. Pero la segunda historia es una repetición de la primera. Esta historia duplicada de las dos relaciones se construye en dos bloques de tres secuencias: viaje a Sabaneta con Alexis y rememoración de la infancia feliz (7-19), periplo con Alexis (19-80), viaje a las comunas y constatación de la miseria y la infelicidad (80-90); visita a Sabaneta con Wílmar y rememoración de la infancia feliz (90-98), periplo con Wílmar (98- 116), visita al anfiteatro y constatación de la inutilidad de la vida (116-121).
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- Por Óscar Osorio
La Virgen de los sicarios y la novela del sicario en Colombia
Óscar Osorio
Secretaría de Cultura / Gobernación del Valle del Cauca / Premio Jorge Isaacs
2013
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Hagamos de cuenta que no pasa nada. A muchos colombianos les seduce este juego. Juguemos, entonces: "Erase una vez Colombia sin pobreza, sin políticos corruptos, sin barrios marginales, sin guerrilleros ni paramilitares ni ejército; erase, de hecho, una Colombia sin guerra. Y éste era un país sin niños des-escolarizados ni hambrientos, sin desplazados, sin gentes muriéndose en los pasillos de los hospitales suplicando ser atendidos, sin E-Pe-eSes negando medicamentos esenciales ni condenando a muerte a sus propios afiliados con tal de incrementar las ganancias, sin millares de personas viviendo en la indigencia, sin desempleados ni trabajadores mal-pagos ni subcontratados por agencias de empleo expertas en burlarles sus derechos —en este país, desde luego, el Estado no autorizaría agencias de semejante laya—. Erase una vez Colombia sin atracadores propinando tiros de gracia a quienes se nieguen a entregar sus pertenencias, ni canallas que se creen muy machos porque ultrajan a las mujeres que dicen amar, y las insultan y golpean y asesinan o mutilan con ácido. Y éste era, cómo no, un país donde la palabra extorsión ni siquiera aparecía en el diccionario, un país sin narcotráfico —o sea, sin aquella fauna tenebrosa repleta de 'traquetos', 'patrones', lava-perros y sicarios—." Pues bien, a quienes gustan tanto de este juego, voy a hacerles una confesión: a mí también me encantaría vivir en ese país. Sin embargo, lo sabemos muy bien, esta colombiana cotidianidad que nos ha tocado en suerte arroja sobre nuestras vidas infinidad de pruebas que refutan la existencia real de aquella nación. Hasta ahora una Colombia sin todas estas lacras sólo prevalece oníricamente en nuestros mejores deseos: es el país de nuestros sueños. Pero la nobleza de esta aspiración no debería llevarnos a la insensatez de instalarnos allí de modo ingenuo; es decir, volviendo la espalda a la realidad que necesitamos estudiar, diagnosticar, intervenir y transformar. Pretender que la negación de los horrores circundantes nos librará de ellos equivale a enfermarnos de un mal psicológico y cultural, de una dolencia que la sabiduría popular ha denominado siempre el síndrome del avestruz.
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- Por Alejandro José López
El otro existe
No es nada nuevo. Es como uno, se parece a uno y muchos lo toman por uno. Pero es otro. Llámenlo doble, sosia, gemelo o sencillamente, otro. Llámenlo "lugar común", es lo mismo. Ese otro aparece o desaparece y hace cosas que uno no ha imaginado. A pesar de lo recurrente del tema, muchos ya han hablado de él, debo decir que estamos en presencia de otro, de mí otro. Con lo que es posible deducir que cada uno tiene el suyo.
Para no alargarme en explicaciones y perder tiempo precioso lo mejor es entrar en materia. Ese otro del que hablo es el que está, disimulado tras mi propia sombra. En los últimos meses he mirado más el piso que el cielo, sin embargo, no por culpa de algún tipo de desencanto tan frecuente en estos tiempos. Sucede que he concentrado esfuerzos en observar el pavimento, el cemento, el asfalto por donde paso porque un día, sin esperarlo, un personaje surgió de la acera y me mostró su perfil de cemento maltrecho. Era el otro. Después de aquella mañana los encuentros se han vuelto frecuentes. He aumentado mis salidas a caminar por el centro o los barrios y cada vez que algún viaje se presenta, cerca o lejos, buena parte consiste en recorrer a pie las calles de las ciudades que visitamos. Siempre llevo una cámara de bolsillo, que ocupa poco espacio y es fácil de manipular en momento en que el otro aparece.
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- Por Saúl Álvarez Lara
Inédito
Diversos estudios han ahondado en el Cántico de Jorge Guillén (1893-1984), con especial énfasis en la primera y segunda edición, dejando a un lado la tercera y la cuarta, salvo algunas excepciones. Cántico, como es común en numerosos poemarios[1], sufre diversas modificaciones y ampliaciones hasta su versión definitiva[2]. En las construcciones y ampliaciones de Cántico, hasta su versión final, hay que destacar suscolaboraciones en la revista cubana Orígenes, que albergará una gran colección de poemas que formarán parte de Cántico e incluso de Clamor (1956).
Las mismas colaboraciones de Guillén en Orígenes muestran un especial interés por la niñez. La imagen de la niñez es relacionada por el poeta con el Creacionismo. Por ello, el propósito de este ensayo es acercarnos a sus poemas sobre la niñez publicados en la revista Orígenes y observar su posterior inclusión en Cántico. Allí diluye y esconde el tema de la niñez como fase primordial del Creacionismo, según la poética de Vicente Huidobro. Cuando sea pertinente se observará la inclusión o la ausencia de poemas de Orígenes en Cántico, particularmente en la última versión de 1950.
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- Por Antonio Herrería
26 de mayo, 2014. ¡Quién me hubiera dicho cuando escribía, a fines de los años 90, Morir en Isla Vista que, y pasando de la ficción a la realidad, esto se iba dar, atroz y criminalmente, el viernes pasado en esta villa universitaria, adyacente al campus de la Universidad de California en Santa Bárbara!
Como saltó a las noticias mundiales, un joven, de 22 años, estudiante del City College, aunque no asistía a las clases, totalmente enajenado (de esos que, últimamente, van siendo legión en el país, y por la facilidad que hay de compra de armas y cargarse de municiones), en menos de diez minutos dejó un reguero de cuerpos ensangrentados y muertos en su piso y por las calles: seis muertos y 13 heridos.
¡Mis calles de Isla Vista!, como al poblado universitario, parece que fue un profesor de español el encargado de darlas nombre, quizá entre los vahos de algún porro: Camino Pescadero, Sabado Tarde, Sueno Road, Trigo, Del Playa, Picasso y nombres de ciudades españolas, Madrid, Cordoba, Seville...Con mis hijitos pequeños, me sentaba en la acera de Madrid y les decía "Mirar, estamos en Madrid", mi ciudad natal,
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- Por Víctor Fuentes
La zona del exilio es el mismo territorio de la soledad.
Manuel Ramos Otero, "El cuento de la Mujer del Mar"
Me da grima pensar hasta qué punto llegaremos los gay[s] en busca de lugares donde tener sexo feliz.
David Caleb Acevedo, Diario de una puta humilde
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- Por José Gabriel Figueroa Carle
Con un trozo de carbón
Con mi gis roto y mi lápiz rojo
Octavio Paz, "Garabato"
Apuesto a las sorpresas y desafíos que la vida todavía me debe otorgar como lector. La escritura –ya veremos por qué garabatos—de Orlando González Esteva ha sido mi más reciente, feliz reto y disfrute.
Comparto una recepción donde invito a recrearse con sus textos. Confieso la ignorancia: apenas conocía algunos de sus poemas publicados en revistas como la mexicana Vuelta, dos o tres de sus ensayos minimalistas en un diario de Miami.
Ahora no sólo he podido leer con mesura ¿Qué edad cumple la luz esta mañana? (La antología que le publicara el Fondo de Cultura Económica en 2008), sino las prosas compiladas en Los ojos de Adán (Ed. Pre-Textos, Valencia, 2012). Puedo formarme una opinión, releerlo, anotar en márgenes, escribir estas cuartillas de saludo, de gracias.
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- Por José Prats Sariol
Las palabras no nos sirven para comunicarnos con el otro
sino para abolirlo.
Octavio Paz
Todo esto empezó con una pregunta muy simple: ¿cuál es la importancia de la palabra en un ambiente terapéutico? Pero inmediatamente se trasciende la pregunta, se la amplía, se la lleva precisamente al campo de lo humano. No se puede mirar el famoso «campo terapéutico» como, simplemente, un espacio propio de ciertos «escogidos» que han ganado algo de reconocimiento. La pregunta se trasciende —como si en el momento mismo de formularla ya estuviéramos mirando más allá— porque no se trata de la importancia de la palabra en una determinada técnica, de terapia concreta. Se trata de preguntar por aquello que nos define, por aquello que nos otorga la única condición que nos separa del resto de mamíferos: la condición de sujetos. La palabra, en su relación directa con el testimonio, nos otorga lo que de humanos tenemos, nos humaniza en el acto y, por supuesto, nos humaniza en el ámbito histórico de perdurabilidad que posee. Entonces, la palabra, el testimonio, no únicamente se relacionan con la metodología de la terapia —recordemos que «hacer explícito lo implícito» es una de las directrices de la Terapia Gestalt—, sino que se constituye como el mecanismo, jamás neutro, de la posibilidad de convertirnos en sujetos, de convertirnos en seres humanos, de volvernos lo que somos y, por tanto, de re-crearnos en la propia libertad que brinda la palabra o en la misma libertad que quita el silencio.
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- Por Juan Carlos Arteaga
4 de julio, 2013. Día de la fiesta de la independencia del país, me doy el festín de estar leyendo las maravillosas Prosas Profanas de Rubén Darío. Metido en pleno "Coloquio de los Centauros", el centauro Quirón me dice:
¡Himnos! Las cosas tienen un ser vital; las cosas tienen raros aspectos,
miradas misteriosas; toda forma es un gesto, una cifra, un enigma; en cada átomo existe un incógnito estigma; cada hoja de cada árbol canta un propio cantar y hay un alma en cada una de las gotas del mar...
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- Por Víctor Fuentes