Ensayo
¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?
Ojalá nada oigan: ha de ser un alivio ese silencio interminable
Para aquellos que vivieron por la palabra y murieron por ella,
Como Rimbaud y Verlaine. Pero el silencio allá no evita
Acá la farsa elogiosa repugnante. Alguna vez deseó uno
Que la humanidad tuviese una sola cabeza, para así cortársela.
Tal vez exageraba: si fuera sólo una cucaracha, y aplastarla.
Luis Cernuda en Birds in the night
Ahora mismo los dos se burlan, junto a Oppiano Licario, de las cotorritas intelectuales que aún aplauden a los hermanos Castro, que como se sabe quedarán en los diccionarios del siglo XXII como "dictadorcitos caribeños, de la época de Virgilio Piñera y José Lezama Lima". Ahora mismo oyen la última travesura estelar de Reinaldo Arenas. Lezama se tapa la boca para reír. Virgilio se quita los espantosos espejuelos de aros negros. Ríen. Ironizan. Desprecian...
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- Por José Prats Sariol
Desde su intuición de poeta y su perspicacia de investigador, Marcelo Villena Alvarado nos ofrece en este iluminador artículo algunas claves de la obra valverdiana.
Entrevistando a Diego Valverde Villena hace algún tiempo, Gílmar Gonzáles iniciaba el diálogo con una confidencia que, bien vista, sentaba ya los auspicios para estos apuntes de lectura. "Te confieso que mi día está en el mes de tu Isis y en el día de María -decía- dos caras de la misma luna; y por ello vamos a suponer que ésta es la razón más profunda por la que me gusta tu poesía". Permítaseme entonces hacer como si también fuera ésta la razón más profunda por la que me gusta su poesía. Además de la presentación del poeta, además de una aproximación general a su obra, quisiera proceder entonces, ante la poesía de Valverde Villena, como los marineros de ese lejano Mediterráneo a los que no deja de evocar Gílmar Gonzales en la entrevista: esto es, encomendar, en un nudo de dos o tres figuras talladas en ágata, una suerte de monograma.
Para empezar por lo primero, como es debido, voy a recordar que nacido en Lima, de padre español y madre boliviana, Diego Valverde Villena no ha dejado de trazar ese sino que abraza una multiplicidad de escenarios y tradiciones. Sus estudios universitarios y su trabajo como docente en filología hispánica, inglesa y alemana, y por lo tanto el dominio de estos idiomas, además del portugués, del italiano, del francés, explican en parte el don de lenguas que anima su poesía, ciertamente; pero también una amplia labor como traductor de Arthur Conan Doyle, Rudyard Kipling, Nuno Júdice, Ezra Pound, Paul Éluard, Valery Larbaud, Paul Celan, E.T.A. Hoffmann, G.M. Hopkins y John Donne, entre los más célebres. Poeta y traductor, entonces, pero también crítico y ensayista reconocido por textos dedicados a Álvaro Mutis y Jorge Luis Borges, así como por acercamientos a otros textos hispanoamericanos como los de la "Poesía boliviana reciente" (ensayo y breve antología publicados en México, 1999) y varias intervenciones que atraviesan el terreno de la literatura hacia ámbitos del arte y la cultura, la historia, la antropología, el cine y la música.
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- Por Marcelo Villena Alvarado
Hace apenas un mes recibí la residencia en los Estados Unidos. Esa noche del pasado febrero recordé, busqué en Internet, releí varias veces y traduje un célebre poema de Baudelaire, que sirvió de referencia y alimento a Albert Camus para su novela homóloga El extranjero. Mi versión dice:
--Dime, hombre enigma, ¿a quién quieres más: a tu padre, a tu madre, a tu hermana, a tu hermano?
--No tengo padre, madre, hermana, hermano.
--¿A tus amigos?
--Empleas una palabra sin sentido, hasta hoy no la conozco.
--¿A tu patria?
--Ignoro en cuál latitud está.
--¿A la belleza?
--La querría mucho, es diosa inmortal.
--¿Al oro?
--Lo aborrezco tanto como ustedes a Dios.
--¿Entonces a quién quieres, raro extranjero?
--Quiero a las nubes. A las nubes que pasan por allá. A las maravillosas nubes.
¿Por qué esa cercana noche de febrero la pasé sin dormir, en la traducción de El extranjero 1, poema recogido póstumamente en Le Spleen de París (1869)? ¿Por qué la tarjeta de residente en una nación tan generosa, la más poderosa del planeta, me provocó spleen, que según Le Nouveau Petit Robert de 2009 es la "melancolía que se expresa sin razón alguna, caracterizada por una enorme repulsión hacia todo"?
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- Por José Prats Sariol
Jorge Luis Borges, corto de vista y con lentes desde la infancia, no se sintió en la madurez atormentado en extremo por la ceguera; primero porque le llegó de forma gradual, como antes le había llegado al padre; y después porque la estuvo esperando durante más de cuarenta años, seguro de no poder escapar de esa mala estrella y convencido de que, según él mismo decía, "El destino no hace acuerdos".
Encerrado en la biblioteca de la familia durante la infancia y en la de Almagro, Buenos Aires, desde muy joven, encuentra en los libros que lee y en los que escribirá más tarde una manera de escapar de la realidad, que parecía aterrorizarlo.
Era un hombre corpulento y soberbio. Tan soberbio era que, temeroso de inspirar compasión, declaraba que la invidencia era en él una ventaja porque le permitía memorizar mejor sus versos y, además, recordar siempre bellas, sin arrugas, las caras de las mujeres que había amado. De este modo, él mismo se convierte en un personaje que va por el mundo interpretando el papel de un ciego que se siente privilegiado por la ceguera.No hay destino mejor que otro, el que a uno le toca debe asumirlo sin lamentaciones, decía esta caballero que imaginó el paraíso como una biblioteca y para quien ¡qué ironía! la más elevada forma de la felicidad eran los libros, que después de ciego nunca dejó de hacerse leer.
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- Por Ramón Molinares Sarmiento
La historia que estoy por contar sucedió hace muchos años, cuando yo había terminado de escribir mi primer libro de ficción. Una amiga, personaje de reconocida importancia en las letras argentinas, me presentó a un funcionario (importante también él) de una editorial (a su vez entre las más importantes de Buenos Aires). Este señor me recibió muy amablemente y, tranquilizada, diría hasta envalentonada por la acogida favorable, desenfundé el manuscrito (obviamente manuscrito es un modo de decir, era un ejemplar mecanografiado, única tecnología a mi disposición a fines de los setenta) de Formas de la memoria.
El lo abrió, lo hojeó, vio páginas con sólo diez líneas, o veinte, a veces cinco. Levantó la vista, perplejo: -¿Y esto qué es?
Empecé a explicar que se trataba de cuentos, de relatos brevísimos (él me miraba cada vez más desconcertado) ¿De apólogos? ¿fábulas? ¿parábolas? iba yo enumerando titubeante. -Bueno, textos que juntos forman una ficción única, aseguré al fin, esperando convencerlo.
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- Por Rosalba Campra
15 de febrero, 2012. Leyendo el conmovedor Diario de Katherine Mansfield, magnífica cuentista (a ver si se me pega algo de su arte cuentista, ella que aprendió tanto del genial Chekhov), pero que vivió sus últimos años, tan minada de salud y con tanto sufrimientos aunque redimido en esos extraordinarios cuentos finales que, a pesar de todos sus agobios, pudo escribir.
En las últimas frases del Diario, escritas en el otoño parisino, mirándose en los jardines de Luxemburgo y unos tres meses antes de morir, vemos que vive un momento de epifánica de trascendencia. Quiere fundirse con la tierra y el mar y, sobre todo, con el sol, quiere ser "a child of the sun", una niña o hija del sol (ese sol que yo aprecio tanto en estos días, sentándome a recibirle en la puerta ajardinada de mi condominio, como veíamos de niños a aquellos viejecitos acogiéndose a él), y quiere trabajar, y "un jardín, una casa pequeña, hierba, animales, libros, cuadros y música". Y escribir (como me aferro a ello), aunque sea de un taxista, como casi lo seré o mañana al hacer mi declaración de "taxas", já, já.
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- Por Víctor Fuentes
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- Por Víctor Fuentes
La búsqueda de "lo cubano" ha alcanzado en nuestra historia proporciones de inquietud en ejercicios de pasión e intelecto, advertidos en las expresiones más diversas del arte y la literatura. La tan llevada y traída búsqueda de la identidad, no ha logrado, sin embargo, su justo equilibrio, pues de un excesivo "canto a la cubanidad" se ha desgajado fácilmente en la "fatal circunstancia" insular del "agua por todas partes". La idiosincrasia y la cultura cubanas se tejen y destejen según será el visor que intenta penetrar el paisaje como añorado "triunfo sobre la resistencia", que es encontrar, bajo la complacencia inocente de alguna ensoñación, su más alto espíritu.
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- Por Ivette de los Angeles Fuentes de la Paz
(Recientemente (El País, 30-10-2011), se ha publicado la noticia de un guión de Gabriel García Márquez ofrecido, a través de Alcoriza, a Buñuel y que éste no consideró para llevarlo a la pantalla. La noticia ha tenido amplia difusión en otros periódicos de España y de Hispanoamérica y por el Internet. ¿Cómo pudo dejar Buñuel escapar esta ocasión de fundir su gran imaginación creadora con la otra igualmente sin par del gran escritor colombiano? Parece ser el interrogante que subyace en la gran repercusión que ha tenido la noticia. No obstante, hay que recordar que quien ofrecía la colaboración no era el grandísimo novelista posterior, sino el García Márquez con una trayectoria frustrada de guionista, proponiendo a Buñuel uno más de los guiones que escribiera en aquellas fechas y que no encontraron salida. En este caso se trata de una comedia, Es tan fácil que hasta los hombre pueden hacerlo -- quizá más apropiada para el primer Almodóvar, aunque éste en aquellas fechas era un adolescente--, ofrecida a Buñuel en el momento de su plena madurez creadora, 1962, cuando estaba haciendo El ángel exterminador y se aprestaba a filmar la gran novela gótica El Monje, inmerso en grandes inquietudes ontológicas y teológicas. De ahí se puede suponer que descartara o archivara la comedia de un García Márquez quien empezaba a darse a conocer como narrador e iniciaba por aquellas fechas una duradera relación de amistad con él. Y sí hubiera sido una gran aportación si en algún momento, a lo largo de los años de su amistad, se hubieran fundido en una película el maravilloso imaginario de ambos autores, grandes maestros universales del siglo XX en el arte de contar.
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- Por Víctor Fuentes
La literatura resulta unas rendidas disculpas para revelarse contra el tedio o la muerte. En medio del escenario que vivimos en el país literario, en el que algunos aficionados a la escritura han llegado a hacerse notables hablando disparates, injuriando a todo el mundo que ha nacido, o haciendo el payaso para medios mal conocedores del arte literario, o en el panorama internacional, resulta con un Premio Nobel alguien que no lo merecía (pues muchos otros lo merecían más); de pronto aparece alguien, que alejado de esa necedad y desde el ejercicio de paciente búsqueda y terca laboración logra un objeto literario, que puede ser reconocido como tal.
Tomás González lo ha hecho. Su última novela, La luz difícil, nace de donde nace la literatura: de su propia carne y nada de historias "maxfactorizadas" y revejidas. Tiene una historia. Es una historia intensa. Hace parte del drama de los seres humanos: la muerte. Es como irse librando, poco a poco, del horno crematorio, de una muerte inevitable a una edad inaceptable. El centro de la novela es un drama que se va exorcizando a través de la vida cotidiana. Es una inmersión en el infierno de una espera que debe ser porque es el final de una vida (la del hijo de David el protagonista de la novela) pero es a la vez la liberación. La única liberación del dolor físico, al cual lo ha condenado un accidente ocasionado por un borracho. David logra conducir al lector a través de la narración de ese hecho vivido 18 años antes, como a un estado meditativo, por el que se trasciende hacia la sobrevivencia y la esperanza. La luz que se va encontrando no es cegadora, sino que se va descubriendo, paso a paso. El protagonista no se permite la resignación, pero tampoco hay espacio para la injuria, la imprecación o el reclamo. Dan ganas de preguntarle a Tomás, de dónde ha sacado esas influencias (que no se le notan). Y él tan fresco, como ha aparecido siempre en sus obras anteriores, contestaría: "De la vida, man. De la vida. Seguro".
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- Por Laureano Alba
Esa parte de Nueva York que es una isla está destinada a viajar por la geografía y el tiempo, esa parte que es un río se detiene para darle a Heráclito la otra cara, y esa parte que es tierra de continente corre por la imaginación de los puentes y los subterráneos. Composición inestable, Nueva York aparece frente a nuestros ojos en los más diversos sitios y parajes. La podemos encontrar en una escultura de árbol plástico en medio del desierto de Utah, en una calle de Cincinnati que se llama precisamente "esto no es Nueva York", en los poetas harapientos y enmochilados de Boulder, en el jazz y los blues de Chicago, en los rascacielos de tanta ciudad entrometida en los valles y planicies de este país inmenso, enfebrecido. Nueva York va con nosotros a donde quiera que vayamos, basta sólo verla una vez y ya nos la llevamos a cuestas como un delfín o un papagayo, da lo mismo, aleteando.
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- Por Armando Romero
¿La Ceiba de la Memoria?, extraño título me dije cuando tuve en mis manos la última novela del escritor cartagenero Roberto Burgos Cantor. ¿Qué pueden tener en común los sustantivos ceiba y memoria? ¿Qué relación puede existir entre un árbol y una función mental como la memoria? ¿Se trata en este caso de un truco lingüístico forjado por el autor para atraer la atención del lector interesado?. Concluida su lectura, sea lo primero decir que estamos frente a un título polisémico o, para ser más precisos, ante un bello título polisémico.
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- Por Marino Canizales
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- Por Alejandro José López Cáceres