FOMINAYA una novela de Gabriel Uribe Carreño

christiane_laffite_001La elección del tema y del título de esta novela se pueden justificar si conocemos a su autor: Gabriel Uribe Carreño. Es oriundo del Socorro,  donde creció en los paisajes que evoca, a veces fielmente y siempre con los recuerdos de su niñez, y la interpretación que se hereda obviamente con el correr de los años. Su experiencia de periodista, dramaturgo y escritor literario le ha permitido llevar a cabo una publicación original con arraigo histórico en la época de la independencia en Colombia y particularmente en el Socorro. Volvemos a encontrar aquí el estilo pulido del autor así como su manera de describir el ambiente a través de sus personajes y unos lugares que se parecen a una escena de teatro en la sencillez de las descripciones de los lugares y los personajes y en la voluntad de ambientar una época.

Lo que sigue es una obra literaria asombrosa tanto por su tamaño como por su estructura. Lo es también por el tema, o mejor dicho los temas aludidos. Cuenta cómo se vive y a menudo, se sobrevive en la villa de Nuestra Señora del Socorro a principios del siglo XIX. De entrada, llama la atención la construcción de la obra: no quiere ser una mera novela histórica, no quiere ser un libro de historia, tampoco es una simple novela con datos históricos. Es una reflexión sobre los seres humanos confrontados a una situación extrema.

Fominaya es un libro que se apodera del lector para que éste se deje hundir en un mar de historia con guerras, amores, amistades, odios, huídas, ejecuciones, venganzas, muertes, y con un sinfín de idas y vueltas en los episodios claves de la novela, como para dejarse enredar en aquella época tan complicada, decisiva y decepcionante ya que parece que nada puede parar el destino. Entonces el enredo de la obra es el mismo enredo que debe apoderarse del lector - y que el autor califica de "prisma narrativo". Pero es un enredo aparente y que se siente al principio. A medida que se avanza en la lectura, los hechos y los acontecimientos se imbrican los unos con los otros y las vueltas en el tiempo (pasado o futuro) están ahí para aclarar mejor al lector sobre unos temas claves de la obra y para que el lector se integre en ella como para revivir con Fominaya, su ejército, esposa, quinta, perro, mula y gente del Socorro.

Christiane Laffite, Maître de Conférences en la Universidad de París-Sorbona (París IV), es especialista de historia de la Independencia (América Latina), y autora de numerosos artículos sobre la marina colombiana y el Caribe en este mismo periodo. Ha publicado en Colombia: La costa colombiana del Caribe 1810-1830, Banco de la República (1995). En Francia apareció su Histoire des côtes colombiennes: navigation, commerce et guerres civiles à l'époque de Bolivar, l'Harmattan, 2003. Crítica literaria, publicó la compilación Cuentos colombianos del siglo XXI, Paris 2005. Es miembro correspondiente de la Academia de Historia de Cartagena de Indias y miembro del comité internacional del Centro de Estudios Hemisféricos Alexis de Tocqueville (Argentina). Últimamente ha lanzado una serie de publicaciones con cuentos y novelas cortas dedicadas a Colombia, América latina y Europa (ediciones EPAL).

Desde el principio, los temas claves aparecen claramente: cómo se vive la paz en esos periodos de guerra, cómo actúan los diferentes bandos (realistas y patriotas) y por fin, las relaciones y reacciones de los seres confrontados a la vida, la muerte, amor y traiciones.
Estos temas representan la trama de un relato histórico novelesco despojado y que posee un mensaje. Forma una esfera que no parará de girar y reanudarse hasta el final. Para este fin el autor contó la misma historia tres veces, como si fueran tres novelas integradas en una misma. Cada una de las tres tiene un texto tipográfico diferente para ayudar al lector de manera visual. Además, el autor ha creado un personaje: Rosa. Ella desempeña un papel decisivo por ser la memoria de la quinta donde se vive la mayor parte del tiempo y también por el ingenio que la caracteriza.
Gabriel Uribe describe físicamente a sus personajes sin pararse en la indumentaria, tampoco se viven las batallas cuando la guerra llega a la provincia santandereana. Se conoce el número de los muertos, se describe el saqueo de las casas, su ocupación por las tropas en una provincia que era la más rica del Nuevo Reino, donde los víveres no escaseaban y donde se vivía tranquilamente.
Fominaya es el jefe militar y político y único responsable de la provincia del Socorro. Se encarga por acuerdos tácitos, de que no le falte nada al ejército de Morillo.
En 1810, es decir unos 29 años después de la rebelión de los Comuneros del Socorro contra el sistema de impuestos de la Corona y los recaudadores, y dos años después de que Camilo Torres con su Memorial de Agravios expresara su desaprobación liberal ante las injusticias cometidas por los españoles, el pueblo neogranadino apoya la formación de un gobierno provisional, y el 20 de julio se proclama en Santa Fe de Bogotá el acto de la Independencia por José Acevedo y Gómez. El virrey Amar y Borbón debe abandonar la capital.
Entonces en varias partes del país serpentea y estalla la rebelión: el 6 de agosto de 1811, Mompóx declara su Independencia absoluta de España, el 11 de noviembre de 1811 es Cartagena... Pero en cuanto a la Nueva Granada, la Revolución en el Socorro en abril de 1781, es sumamente importante: 6000 hombres se reúnen bajo la dirección de una Junta Común que representa los intereses generales y tiene como dirigente a Juan Francisco Berbeo. La revolución de los comuneros fracasa por poco, pero marca un cambio económico al pedir la abolición de ciertos impuestos, un cambio político y administrativo que terminara con los abusos en el cobro de los derechos (lo que Gabriel Uribe recalca varias veces con el personaje de Agustín Vargas), y las posibilidades de escoger americanos para el ejercicio de las tareas importantes.
El Socorro, capital de la provincia de Santander, ocupa una posición clave en la historia constitucional de Colombia con su Constitución del Estado Libre del Socorro expedida en 1810 - constitución federalista, democrática, liberal y católica a la vez.
En el Virreinato se consideraba a los socorranos como personas "de genios inquietos e inclinados a novedades y a trastornos", de manera que se quiso reprimir las ideas de cambio que se estaban fermentando. Los sucesos de rebelión que continuaron manifestándose desencadenaron una serie de reacciones y pronto el pueblo se enfureció y los jefes locales no pudieron reprimir la ira de los habitantes. Entonces, las autoridades españolas del Socorro, encabezadas por el corregidor José Valdés, el teniente coronel Antonio Fominaya y el alférez Mariano Ruiz Monroy, tuvieron que rendirse y fueron apresadas.
Como consecuencia de ello, se instaló en el Socorro una Junta de Gobierno que redactó y proclamó el acta de Independencia (11 de julio de 1810) y la Constitución de Estado libre e independiente del Socorro (15 de agosto de 1810) - primera de las provincias del virreinato de la Nueva Granada antes de la de Cundinamarca (4 de abril de 1811). Es la razón por la cual es tan importante el papel de Fominaya dentro de la historia nacional, local y novelada por Gabriel Uribe: asistimos a la exclusión momentánea de unos jefes realistas fieles al rey pero que no han podido restablecer el orden frente a una revolución tan repentina y la capital les condena. A partir de este momento de la obra vamos a navegar entre la paz, la guerra y los diferentes partidos.

Guerra y paz

En realidad, nunca se sabe en ese periodo inestable si la paz va a durar o si la guerra va a terminar incluso a veces si la guerra establecida no es un periodo más apacible que la paz con la amenaza de una guerra.

Gabriel Uribe Carreño nació en Socorro, Colombia, en 1947. Se inició al periodismo en su ciudad natal. Hizo estudios a nivel universitario en la Escuela Nacional de Arte Dramático (Teatro Colón de Bogotá). Profesor en un instituto de comercio en Venezuela durante siete años, pero sin dejar a un lado sus colaboraciones para la prensa: Vanguardia Liberal, Revista Consigna, y otras. En 1980 viajó a Francia, donde vive desde entonces y donde trabaja para los planes de formación continúa profesional. Y escribe. Es decir, corrige lo que ha escrito durante años. Y de nuevo escribe. Corrige... Publica de vez en cuando. Le tomó veinte años escribir su novela FOMINAYA.


gabriel_uribe_010La familia Vargas se va a aprovechar de la detención de Fominaya para mostrar su fidelidad al Rey y la Junta, de la cual forma parte Joaquín de Vargas, y este va a tomar medidas que van a resultar más drásticas que las que se tomaban anteriormente: es decir que el presunto cambio perjudica a los habitantes por querer llevar a cabo normas que habían caído en el olvido o que la costumbre había dejado en la sombra para seguir favoreciendo a unas familias, o tal vez para dejar con que vivir a unos habitantes no tan ricos como se les consideraba sin ningún motivo. Con estos ejemplos, Gabriel Uribe hace hincapié en unos de los problemas claves de la época colonial: el recaudamiento de los impuestos. Y desde el primer capítulo insiste en la relación hostil que se va estableciendo entre los hermanos Vargas: María de los Ángeles, esposa de Fominaya, y Agustín, respectivamente hermano de la primera y cuñado del segundo.
Cuando se estableció un gobierno independiente en el Socorro, una de las primeras medidas tomadas por Miguel de Angulo, presidente de la Junta Provincial del Socorro, fue la de recabar fondos. Propuso entonces a Agustín Vargas el cargo de recaudador de fondos. Ahora bien, una de las más reacias a pagar impuestos había sido su hermana, María de los Ángeles. Ella siempre se las había arreglado para que los sucesivos cobradores de impuestos de contribuciones extraordinarias se marcharan de su quinta sin que ella hubiera pagado un centavo. Aceptaba pagar los impuestos corrientes (guías, transportes) pero no aquellos impuestos adicionales que sirven para la guerra y para arruinarla a ella, empobreciéndola.
fominaya_001Pero su hermano fue el único en insistir para que su hermana cediera y frente a su obstinación desempeñó el papel de ujier, quitándole todos sus muebles.
Esta enemistad perdura a lo largo de la novela pero María de los Ángeles seguirá queriendo y protegiendo a su hermano a pesar de los acontecimientos.
Entonces incluso en este segundo periodo de seudopaz en el que gobierna la nueva junta, los cambios repentinos trastornan la vida diaria y apacible que reinaba en esta región de Nueva Granada. La idea esencial y sobresaliente es el mantenimiento de las tropas y las ideas contrarias que van y vienen dentro del país por ser compuestas las juntas, según las regiones, sea de federalistas (como era el caso con la Junta del Socorro) sea de centralistas pero aquella división entre ambos partidos irreconciliables ocasionan disturbios graves que pondrán trabas al porvenir de la nación.
Esa idea la ilustra el médico - el doctor Castelblanco - en la novela: "Más vale la paz bajo mano dura, que la libertad en medio del desorden y las guerras intestinas" (El retorno a la vida).
Y es cierto que ese periodo de la historia del Socorro entre 1809 y 1819, fecha de la creación de la república de Colombia es un periodo agitado, turbio y violento con varios cambios y que van a revelar la actitud de los personajes claves de la obra frente a las elecciones que les tocara hacer: es decir pertenecer a tal o tal bando.

 

La vida y la muerte

fominaya_002Las guerras que originaron cambios de regímenes pueden explicar esos mismos cambios en unos de los personajes principales: Fominaya, María de los Ángeles, Agustín Vargas o el abogado Albarracín que van a revelar personalidades de dos caras.
La presencia de la guerra deja ver los auténticos genios de estos personajes confrontados a situaciones anormales, extremas e incluso vitales:
Fominaya aparece a la vez simpático y antipático. En Un leguleyo colombiano, Gabriel Uribe insiste en esta dualidad que se está reflejando incluso en el sistema gubernamental: "Se vivía en una república pero la administración seguía siendo a la manera de los españoles". Y Fominaya, consciente de eso, denuncia esos cambios tan profundos que parecen increíbles. El, recuerda todas esas juntas que fueron surgiendo y gobernando en nombre de España, "pero que sólo sirvieron para que se ejercitaran en el uso del poder, los líderes locales" (La voz del gobernador). Así que cuando Fominaya es nombrado gobernador, promete perdonar a todos los que han participado en los movimientos de la Independencia. Pero no es posible pensar en una provincia en paz en medio de un continente en guerra. Entonces la actitud del nuevo gobernador va a cambiar y el ciclo de los castigos y asesinatos vuelve a empezar. Fominaya crea el Tribunal de Sangre, el Tribunal de Purificación para acabar con los exaltados y encima de todo una medida increíble que nos remonta a la Antigüedad: la ley contra el abigeato, ley escandalosa que no es sino una excusa para deshacerse de los inoportunos, o considerados como tal, fusilándoles con un pelotón de ejecución y públicamente: "El cadalso no daba abasto (decía el regidor). Se fusilaba sin descanso... A ese ritmo la provincia iba a quedar vacía. Los vecinos vivían llenos de temor. El comercio había decaído. La gente se estaba yendo a otras partes. Si la cosa seguía así no quedaría un alma en la villa, insistía el regidor." (Tercera parte, capítulo 16).
El gobernador, para vivir a gusto, necesita esos periodos de acción, guerra, mantenimiento de las tropas y desorden. Así le da la impresión que toda le está permitido. Y es la realidad. Y no tendrá ningún remordimiento porque obedece ciegamente las órdenes del virrey. Y el narrador insiste en esa obediencia ciega que muestra el orgullo de los realistas e incita el lector a sentir simpatía por el fervor de los partidarios. Fominaya acabará por confesar a su esposa que le pregunta: "¿no había soñado con esto precisamente, con esa paz familiar y tranquila, en otra época ? Pero ahora esa paz era mortal para él, dijo, y María de los Ángeles se dio cuenta de que lo decía sinceramente" (cuarta parte, Dos días después).
María de los Ángeles dejará de ser aquella niña mimada, traviesa y despreocupada con las medidas inhumanas tomadas por su esposo y por sus locuras y engaños. Se dará cuenta de su error en ese periodo agitado y lamentará haberse comprometida tan joven y sin experiencia.
El personaje de Agustín Vargas es complejo: desde los primeros renglones del libro nos enteramos de que lo quieren fusilar. Y Gabriel Uribe revela aquí las calidades de un gran escritor dejando al lector confuso y sorprendido porque éste va a tomar cariño a un personaje y poco a poco con los sucesos revolucionarios, cambiará de opinión. Este proceso literario de tener en vilo forma parte de unos de los logros de la novela.
El abogado Albarracín, el peor enemigo de Fominaya, que había sido encarcelado, había pedido y obtenido de la Junta su condena a muerte: "El abogado José del Carmen Albarracín, después de los motines de julio, había pedido la pena de muerte para el teniente Fominaya, comandante del puesto del Socorro acusado de haber ordenado a sus soldados hacer fuego contra varios civiles". (Capítulo 38)
En este caso van a interferir otros sentimientos como los celos con el deseo de adquirir el poder o la hacienda de los vecinos. Es una de las características que perjudicó también a Agustín Vargas. Y al abogado no le benefició tampoco, porque al final su esposa se irá otra vez con Fominaya.

 

Amor y traiciones

fominaya_003Este personaje del coronel Antonio Fominaya que nos presenta Gabriel Uribe es asombroso: en situación de amor, ofrece una actitud compleja. Al principio, estaba enamorado de Elena, la hermana mayor de María de los Ángeles y luego, por una artimaña de ésta, por salvar el honor, decide casarse con esa jovencita y no tiene ningún remordimiento. Luego, a lo largo de sus papel de gobernador, se va a divertir: "Fominaya ya no corría tras las muchachas en los campos sino que les hacía venir a la quinta" (Capítulo 11). Más tarde, preferirá a las cantineras, hasta quedarse con una: la esposa del abogado, Felisa, a la que la gente del servicio apodará: la barragana del gobernador.
Cuando María de los Ángeles se da cuenta de que está embarazada, va buscando a su esposo en toda la quinta y tiene que forzar su puerta. Lo encuentra acostado en la hamaca con una cantinera. A partir de este momento el genio de María de los Ángeles va a cambiar y evolucionar. El cura Vargas describe esta evolución de su sobrina: "En lugar de la mujer más bella de la familia, se encontró con una especie de alma sumida en la pena, extraviada por el rencor, sin fe, y casi sin sentimientos humanos" (tercera parte, El no tener hijos). Y luego la sigue describiendo "perdida en una resignación desesperanzada en lo que la aparente aceptación serena de lo que le aportará la vida tenía en realidad mucho de rabioso desprecio por un destino inmerecido". La traición del gobernador destruye a su esposa que al fin y al cabo, siente haberse casada demasiado joven, sin experiencia y sin conocer la personalidad del teniente.
El abogado Albarracín, esposo de la querida de Fominaya va a engañar a María de los Ángeles y a su esposo con el pretexto de ayudarlos. Fominaya, obedeciendo las órdenes del virrey, para rechazar las tropas de Bolívar que avanzan desde Los Llanos se incorporará al segundo regimiento del Batallón de Cazadores del Rey. Su esposa se refugiará en Charalá en la casa de familia donde vive su hermana Elena. Allá recibirá la visita del abogado que le pedirá que firme unos papeles para quedarse con la quinta. Del principio hasta el final podemos definir esa actitud y esa personalidad del abogado como falsa y abyecta. En cuanto a su esposa, Felisa, ella va a traicionarlo y se aprovechará de la situación para volverse la querida de Agustín Vargas, el alcalde, y luego de su cuñado, el gobernador.
fominaya_005Agustín, por su parte traicionará a la jefa de los patriotas: Antonia Santos, a cambio de su vida, y no sólo nombrándola la condena, sino que incluso él mismo va a arrestarla para entregarla presa a su cuñado pidiéndole la suma de 500 pesos para este fin: "El gobernador le dijo que tenía que ir él, Agustín, en persona, y apresarla. Agustín contestó que eso no era un problema para él sino para Fominaya, pues la misión valía quinientos pesos. "Trato hecho", le dijo Fominaya, como cuando se concluye un negocio, pero se abstuvo de darle la mano a su cuñado" (cuarta parte, Todos los males tienen remedio). Insistimos aquí en esta traición porque Antonia Santos Plata, heroína santandereana de la Independencia, existió realmente y en el momento de fusilarla, cuando le dieron el pañuelo para que se cubriera los ojos, se lo amarró a las faldas en los tobillos para seguir dignamente cubierta después de caer. El autor nos incita a contar esa anécdota que, obviamente, influyó en el relato recalcando así la felonía del delator.
Podemos decir al final que un amor que no supera ni los engaños, ni la guerra, tampoco la rebeldía, no es un amor verdadero. Es decir que ese periodo es más bien un periodo marcado por los eventos sociales, políticos, revolucionarios en el que evolucionaran personajes entre odios, denuncias y traiciones.

...La primera impresión de Fominaya, ese pimer halo magnético, pura ilusión infantil, la tuve a los 9 años, cuando la maestra de la escuela nos llevó al campo a coger hormigas culonas, tú sabes esas fabulosas hormigas de culo delicioso que se tuestan en un caldero y cuyo sabor sólo se iguala con su aroma, más insidioso y apetitoso que el del café. En aquella ocasión entonces la maestra nos enseño lo que quedaba, no de la quinta, sino de sus ruinas: unos enormes muros de bahareque, carcomidos y desportillados (a la quinta le metieron candela los enemigos del general Santander cuando éste decidió que fuera ahí la sede del colegio Universitario, recién fundado: Fominaya había abandonado ya para siempre nuestro suelo), y ese tema, el de ese tirano, ese español convertido en socorrano al cabo de los años, pues se casó en la provincia y no pensó nunca en volver a su tierra natal, que tuvo que gobernar con crueldad no por gusto sino porque se lo impuso el destino bajo el regímen de la Pacificación, ese tema me rondó, como tú dices, durante años y años. Una tarde de septiembre de 1989 (llevaba yo nueve años viviendo en Francia), en el taller parisino del pintor Saturnino Ramírez, socorrano como yo y como yo ex alumno del colegio Universitario -estuvimos en el mismo curso aunque él tenía dos años más de edad que yo, era desaplicadito por andar pintando- caímos, chapaleando en medio de nuestras nostalgias, en el tema de Fominaya, y esa tarde, fulgurante como un rayo, se me vino el "cuerpo" de la novela: la sentí y me dolio su olor a pura tierra socorrana. Esa noche, en la pieza del hotel Saint Michel -al lado de los jardines del Luxemburgo- donde nos alojábamos en esos días mi mujer y yo con nuestros dos hijos, redacté el episodio del fusilamiento de Agustín Vargas, cuñado de Fominaya. Después de todos los cambios de estructura que le hice en los años siguientes, la novela conservó ese primer episodio en su sitio... Gabriel Uribe Carreño


fominaya_004El libertinaje de Antonio Fominaya ilustra este periodo tan confuso e inestable y recuerda a otros tantos hombres políticos latinoamericanos del siglo XIX o sea del siglo de las revoluciones en el subcontinente: él traicionó a su esposa y de la misma manera Agustín traicionó a todas las mujeres que conoció e incluso les regaló niños. Al final, las dos hermanas Elena y María de los Ángeles se van a quedar con siete o nueve sobrinas - según el autor que lo averiguó en los documentos históricos de la época y el narrador que lo cuenta en la novela. Es una prueba de la existencia de un amor real dentro de la familia Vargas. Se ayudan a pesar de los problemas, de la guerra, de las traiciones y se siguen respetando y amando.
fominaya_006Esta obra es impactante porque da una idea de Colombia desde el punto de vista histórico, y enfocado de manera original por la propia estructura de la obra, la actitud, personalidad de los personajes y la vida cotidiana en aquel periodo agitado que es la Patria Boba y las guerras de la Independencia. Aquí volvemos a encontrar las características típicas del autor en su manera de escribir para darnos a conocer un panorama pasado y cumplido que nos presenta en un marco en el que podríamos echar de menos cierta ausencia de descripciones de la ciudad, los habitantes o lugares. Pero, Gabriel Uribe circunscribe lo esencial, lo que da más fuerza a su mensaje: sólo lleva a la escena a unos cuantos protagonistas, sin aburrir o cansar al lector; esta opción en el deseo de insistir y profundizar en el análisis de ciertos personajes de su elección hace resaltar aún más los contrastes de la época y las dificultades de convivencia durante las guerras revolucionarias. Despierta también la curiosidad del lector que quiere conocer más de la historia del Socorro y sus habitantes.
Con tres existencias que evolucionan y acaban de modo distinto, nos gustaría seguir compartiendo la vida de esos personajes claves de una obra que les inmortalizó. Pero nada puede quedarse inmutable fuera del carácter y la voluntad de ciertos seres. Gabriel Uribe nos da aquí materia para reflexionar sobre la legitimidad o no de la constancia en las ideas y la fidelidad en periodos revolucionarios a través de sus tres héroes: Agustín Vargas, María de los Ángeles y Antonio Fominaya.

 

La foto de Gabriel Uribe Carreño es de ⓒ Nelson Galvis. La novela FOMINAYA está en proceso de publicación.

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