Libros
Cada uno de nosotros vive sus miedos, sus temores, sus sueños, que se convierten, en algunos casos, en el hilo conductor de nuestras creencias, pues queriendo escapar o hincarnos en ellos, creamos mitos, leyendas, tradiciones que no son nada más que las manifestaciones de ese lado escondido, o tal vez oscuro, que tenemos los seres humanos o, a hechos que a la luz de la razón resultan inexplicables, les encontramos explicación en nuestra fantasía, en nuestro mundo imaginario, que casi siempre son de inspiración colectiva, por eso nuestros pueblos son ricas vetas de lo real maravilloso, mezcla de ficción y realidad, que de tanto ser repetidas parece que cobraran sello de realidad y se convirtieran en el patrimonio del imaginario popular.
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- Por Práxides Hidalgo Martínez
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- Por Alejandro José López Cáceres
Si me lo preguntás, no sabría decirte a qué horas apareció la señora. Simplemente yo estaba ahí, en pleno café, tomándome uno de esos tintos orgánicos que venden ahora, exquisito, leyéndome una novela de Pedro Juan Gutiérrez, cuando esta dama cincuentona se me fue sentando al lado.
—¿Se puede?
—Por supuesto —le dije, traicionado por mi instinto de cortesía.
—¿Qué lee?
—El Rey de La Habana.
La miré detalladamente y me di cuenta de que no la conocía. Ni sus gestos distinguidos, ni su pelo cepillado, ni su rostro embadurnado de afeites se me hicieron familiares. Debió percatarse de mi desconcierto porque procedió a explicarse:
—Lo que pasa es que alguna vez escuché una conferencia suya y... Me pareció que es usted alguien de criterio elegante.
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- Por Alejandro José López Cáceres
Aquella respuesta del viejo Zuleta me pareció memorable, lapidaria. Salíamos del auditorio, en la universidad, cuando un estudiante que iba a mi lado lo abordó. Quería obtener una conclusión precisa de la conferencia recién terminada:
-Maestro Estanislao, ¿cuál es entonces el mayor desafío de la pedagogía?
El viejo lo pensó un instante y se despachó:
-Hacer que la clase y el recreo ocurran simultáneamente.
Ahora, leyendo Proyecto piel, de Julio César Londoño, esta idea feliz ha regresado a mi memoria. Y precisamente porque me siento frente a un libro exquisito que consigue aunar, a lo largo de sus doscientas veinticuatro páginas, el saber y la diversión. Esta novela, escrita en clave de parodia, se inscribe por ello mismo en una larga y alborozada tradición. Inaugurado por Cervantes, el recorrido histórico de esta literatura nos pasea por obras como Jacques el fatalista, escrita por Diderot en el siglo XVIII, y se extiende hasta nuestros días en joyas del divertimento, como Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas.
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- Por Alejandro José López Cáceres
Un Reptil por Habitante
Theó Ananissoh
Alfha Decay
101 páginas
Leer la novela Un reptil por Habitante del autor africano, Théo Ananissoh (Togo, 1962), significa entrar en un continente marcado por las consecuencias del colonialismo, la corrupción de las élites y la descomposición de la sociedad civil y política. Son pocas las oportunidades de leer a un autor africano (por la escasez de traducciones) que, de una manera magistral, nos pinta todo un continente con una narrativa directa y ágil, con unos personajes tremendamente plásticos, dentro de un contexto aparentemente tan extraño como conocido: África.
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- Por Luis Pulido Ritter
El escritor peruano Hemil García presentó el 28 de junio su novela sobre inmigrantes en Estados Unidos. El éxodo de jóvenes peruanos como alternativa de superación, enfrentarse a un país extraño después de una guerra interna en el Perú de los años noventa, y un proceso de aculturación convulsionada en los Estados Unidos del 2001 es el leit motiv de la primera novela del escritor peruano Hemil García Linares, titulada Sesenta días para abandonar el país.
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- Por Hemil García
«Soy Maya Vidal, diecinueve años, sexo femenino, soltera, sin un enamorado, por falta de oportunidades y no por quisquillosa, nacida en Berkeley, California, pasaporte estadounidense, temporalmente refugiada en una isla al sur del mundo. Me pusieron Maya porque a mi Nini le atrae la India y a mis padres no se les ocurrió otro nombre, aunque tuvieron nueve meses para pensarlo. En hindi, maya significa "hechizo, ilusión, sueño".
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- Por Isabel Allende
Una noche en un patio de la calle Skelbaekgade, aparece el cadáver de una mujer. En la escena del crimen hay sangre por todas partes. Ha sido degollada. Mientras la oficial Louise Rick, junto con un grupo de detectives de la policía de Copenhague investiga el caso, recibe la llamada de su amiga Camila Lind, periodista en el diario Morgenavisen. Quiere saber si hay novedades en la investigación.
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- Por Leo Larsen
El Diario de Witold Gombrowicz no recuerda en nada a los estereotipados diarios de escritor, es decir, a las obras que desempeñan el papel de crónica de los acontecimientos de la vida de un artista, de dietario intelectual. Este diario es una obra literaria en pleno sentido del término, considerada por muchos expertos como el mayor logro de su autor.
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- Por Leo Larsen
Si París fue para el crítico y escritor Walter Benjamin la capital del siglo XIX, no creo que sea descabellado afirmar que, después de haber leído el libro La Habana: Puerta de las Américas del ensayista, novelista y periodista cubano, Amir Valle, la Habana fue la capital de América Latina y del Caribe en el siglo XX, por su literatura, por sus innovaciones técnicas y científicas, por su música, por su arquitectura y, además, por su política.
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- Por Luis Pulido Ritter
¿En cuál interregno de todo lo que es materia vive un Hada? ¿Dónde no? Complicado responder, por su carácter etéreo, su inasibilidad, pero a la vez la concreción con que viven en leyenda, en el lóbulo temporal -que sobrepasa el tiempo-, en cuentos.
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- Por León Félix Batista
Heterogénea, así es la literatura de Yolanda Arroyo Pizarro en este nuevo libro titulado Avalancha. Va desde lo soslayado en el cuento Borealis hasta lo grotesco en Estallidos de besos rojos con categoría y dominio depurado.
En el cuento Avalancha la desesperación se anida. Agrieta las filosofías religiosas al preguntar, ¿por qué? Escribe con tinta gris la lucha férrea entre el individuo endeble y el vicio devastador y sus manifestaciones sicológicas, eje vital para capturar al lector y humanizar al personaje. El idilio fatalista y agobiante la anega a la masturbación, que es su encuentro íntimo con sus pensamientos amorosos en una clínica absorbente e inescapable. El erotismo se desliza de forma concreta y directa. Muy acertada por la cruda temática establecida. Al final muestra un retrato asombrado de violencia doméstica necesario para reflexionar acerca de la salud mental del pueblo y sus inocentes víctimas.
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- Por Javier Febo Santiago
Dentro de la producción novelesca de autores exiliados españoles en los Estados Unidos, destaca con voz propia la obra del novelista y profesor Víctor Fuentes. Su Trilogía americana, de la que ya lleva dos entregas, aspira a ser uno de los proyectos más ambiciosos sobre una formulación poliédrica del transterrado. La primera de las entregas, titulada Morir en Isla Vista, en la que centro el estudio de esta página, es quizá la más representativa en lo que respecta al tratamiento problemizador de la identidad. Nuestro análisis se centra en los tres niveles de autorrepresentación de la novela: Floreal Hernández, falso autor o heterónimo; el narrador o transcriptor que actúa como filtro de toda la novela; y Vicente Fuentes- personaje, narrador a nivel secundario o hipodiegético. Cada uno de estos tres niveles puede ser visto como un espejo deformado del autor empírico. Al modo en que Max Estrella formulara las ideas de Valle Inclán, Víctor Fuentes hace a sus personajes contemplarse en el reflejo tragicómico de su novela. A su vez, tales instancias, proyecciones del autor real, se fragmentan, se funden con las historias que, como collage, van apelmazando el relato. El resultado final es una especie de laberinto borgiano donde el límite del yo parece desvanecerse.
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- Por Juan Jesús Payán