El espejo del mar

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El espejo del mar
Józef Teodor Konrad Korzeniowski
Traducción Javier Marías
Prólogo Juan Benet
Hiperión Ediciones S.L.
ISBN/ISSN: 978-84-7517-047-3
216 páginas

 

La semana pasada estuve de visita unos días en la hermosa Sevilla. Mis amigos me pasearon por su Giralda, su Alcázar, su Archivo de Indias y su Torre del Oro, que le han justamente merecido entre otras joyas de la ciudad, el pase para convertirla en patrimonio de la humanidad. Una ola de calor inesperada nos obligó a refugiarnos en un bar del casco histórico a la hora del almuerzo. Todo transcurría dentro la normalidad del guión entre finos, jamones y un lomo, considerado por los entendidos de único. En algún momento que no registré, llegó al local un guitarrista. Luego empezó el cante espontáneo, el acompañamiento acompasado de las palmas de la mano, las bailaoras salieron a un ruedo improvisado mientras la atmósfera se transformaba en alegría. Uno de mis amigos me confesó que me habían llevado a una hermandad de una Virgen a la que le rinden culto desde el siglo XVI y la pregonan en una romería de Pentecostés.

Manuel Cabrales periodista colombiano. Reside entre Roma y Nueva Delhi y es colaborador de Aurora Boreal© desde el 2007.

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Un hombre desconocido, de edad madura y contextura delgada me aproximó cuando el alcohol empezaba a hacer efectos en mí. Por el acento supe que debía ser del norte de España, tal vez de San Sebastián o de Santander. Me dijo que aunque aquel baile y aquella música se veían aparentemente sencillas, eran de una complejidad profunda. Aseveró que el flamenco es interior y los andaluces lo llevan en su código genético. No cualquiera puede ejecutar unas palmas flamencas simples que se dividen entre sordas y secas u otras redoblás o encontrás que van a contratiempo con las palmas que llevan el son.  -Yo sería incapaz de poner un pie en ese baile ̶  me dijo con mirada honesta. Supe que estaba nervioso. Para cambiar el tema le pregunté qué estaba leyendo. No me sorprendió cuando dijo que releía a los clásicos, pero sí me dejó con la boca abierta cuando se puso a hablar con una pasión infinita de El espejo del mar y del talento de Józef Teodor Konrad Korzeniowski, el hombre que luego sería conocido como Joseph Conrad. No me quedó más remedio que huir de aquel lugar y buscar una librería en Sevilla para volver a leer sobre los mitos que abundan sobre Conrad. Busqué desesperadamente a Conrad para disfrutar una vez más de la gala de su talento para la ficción y para describir el mar.

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El espejo del mar de Józef Teodor Konrad Korzeniowski enviado a Aurora Boreal® por el periodista Manuel Cabrales. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Manuel Cabrales. Foto Manuel Cabrales © Archvio Aurora Boreal®. Foto Józef Teodor Konrad Korzeniowski de internet.

 

 

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