La vida azul

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De noche la ciudad es una mujer perfumada y una vieja harapienta. Una mujer rubia escribiendo y una mujer y un hombre saliendo a bailar. Un buzo descubriendo cosas en el agua, un transeúnte. Grandes bolsas como hipopótamos invaden las veredas nocturnas. Mujeres y hombres de grandes ojos negros juntan cartones y botellas de plástico y una

risa suena por ahí lejos, mientras alguien hace sonar monedas en una lata. Calles de sueños, ciudad de pájaros y de nidos, una paloma vuela, da una vuelta entera en un negocio después de la lluvia y se va. El cielo se hace azul oscuro, negro. Ciudad de silencio absoluto.
Es entonces cuando empiezo a escribir. Al principio veo llegar a unas mujeres, parecen disfrazadas, caminan en grupo, la escena parece real, pero no, está preparado, son actrices y están actuando. No entiendo el acto, tampoco hace falta. Se van. Y ahora camino, soy yo quien va caminando, me detengo de pronto en una vidriera, tal vez en un anticuario. Veo una escultura de vidrio azul y entro.
El negocio es enorme y está casi vacío. Después de preguntar el precio, no sé para qué, me voy, salgo a la gran ciudad y empiezo a dar vueltas sin saber tampoco adónde ir.
Y enseguida aparece el hombre, pequeño, delgado, vestido de blanco, un esgrimista.
Me orientará, dice el hombre, tiene los labios pintados de azul, siempre que libre un combate con él. ¿Qué clase de enemigo será éste? Será un asalto, y yo también debo pintarme de azul los labios como condición para librar el combate. Coraje no me falta, nunca me faltó. Todo es tan extraño, pero acepto.
Recuerdo entonces mis clases de esgrima, y libro el combate. Peleo, lucho, voy hasta el fondo, hasta tocarlo. ¡Touché! Dice el hombre-

Araceli Otamendi escritora y periodista argentina. Escribe, novela, cuentos, ensayos, crónicas. Es directora de la revista digital de cultura Archivos del Sur y de la revista infantil Barco de papel, fundadas por ella en el año 2002. Su novela policial Pájaros debajo de la piel y cerveza ganó el Premio Fundación El Libro-Edenor en el marco de la XX Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Publicó la antología Imágenes de New York, presentada en el Centro Español Rey Juan Carlos I en NY en el año 2000. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés, italiano y coreano y han sido publicados en diversas antologías nacionales e internacionales, en periódicos y revistas. Fue Directora de talleres literarios de la Sociedad Argentina de escritores (2002-2003). Es miembro del Consejo editorial de la revista de cuento breve ilustrado Entropía (Barcelona). En el año 2010 representó a la Argentina en las III Jornadas Internacionales de Mujeres Escritoras en San Pablo y en San José de Rio Preto (Brasil).

He ganado el combate y me voy

Después de ése, qué otros combates me esperan ¿qué otras batallas? ¿qué otras luchas? para salir de esta noche, de esta oscuridad . Ahora debo cruzar las vías del tren, es una vieja estación de provincia y es de noche.
Alguien me dice, desde el otro lado del andén que no cruce, por ahí no, está cerrado, y está húmedo, es peligroso, dice. Cruzo por el lugar más seguro y seco, por donde hay tierra y piedras, como canto rodado. Ahí viene el tren y me subo, no sé dónde estoy, viajo a alta velocidad hasta que la locomotora se desengancha y sigue sola. Y ahí estoy, espero el nuevo tren hasta que se hace de día y me voy caminando hasta llegar a una casa. La casa está vacía y sólo
hay algunas huellas de una vida anterior, es un desierto sin alma. Luego, aparecen unos niños de no sé dónde y siento una felicidad enorme con ellos alrededor. Poco después va a haber una fiesta, no estoy preparada para ir ahí y debo irme. El camino para salir de ahí es largo, es un camino solitario, de tierra, estoy en el campo. Voy hacia la tranquera y unos perros me siguen, son animales grandes y chicos y ladran mucho. Cuando intento abrir la tranquera un perro enorme, negro, sale a ladrarme y debo pedir ayuda. Finalmente salgo del campo y vuelvo a la ciudad.
No sé cómo llegué a una tienda. Es un gran salón antiguo lleno de telas, es tarde y está por cerrar. Entré por curiosidad pienso, entonces veo un rollo de tela azul como una seda. El color azul me llama la atención. Es un azul con tornasol y violeta, es una seda gruesa.
Toco la tela y la sensación de suavidad de la seda me entra por la yema de los dedos. Me da cierto escalofrío tocarla. Le pregunto a la mujer que vende cuál es el precio y ella dice una cifra, me parece bien y le pido que corte varios metros. ¿Me haré un vestido con eso? Un vestido azul, sí, tal vez. Después de cortar la tela la mujer me dice que tiene una falla, que por eso estaba a ese precio. La llevo igual, digo. Tendrá arreglo. La tela es azul, sedosa y brillante. Me imagino envuelta con esa suavidad, como un capullo. Entonces cuando voy a pagarla empiezan los inconvenientes . Entrego un billete y no hay cambio. Despuès parece que lo hay pero me entregan billetes sin valor. Hasta que decido ver al dueño del negocio. El hombre está muy ocupado proyectando el futuro, porque además, produce cine, dice. Y es entonces cuando entran los actores en escena. Me pregunto si el hombre es el director y soy el personaje de un film inventado por él o por alguien. Porque no sé si soy yo la que sueña o interpreta el sueño de alguien que está soñando. Como en un carnaval, los actores vienen disfrazados y bailan, como en una comparsa. Después de tanto insistir, finalmente me llevo la tela azul en mis manos. Ya, en la calle la extiendo para ver el color azul violáceo, tornasolado, que se va desplegando en el viento, es un color, azul, azul. Y todo sigue siendo tan extraño como antes.

 

La vida azul enviado a Aurora Boreal® por la escritora Araceli Otamendi. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Araceli Otamendi. Foto Araceli Otamendi © Araceli Otamendi.

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