Mini Relato
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- Por Marié Rojas Tamayo
Ven el río marrón, pero lo pienso plateado. Todo el mundo sufre un viento que disfruto. Dicen que el pantanoso huele mal y no existe ese aroma dulce que yo recuerdo. Camino por solitarias calles que muchos acusan de inseguras. Veo puertas cerradas dentro de las cuales imagino miles de historias. Acusan de tristeza a la nostalgia. De mediocridad a la humildad.
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- Por Joaquín Doldán Lema
Arturo sintió llegada su hora final. Nunca sabemos cómo será, ni cuándo, ni qué se siente... sin embargo, cuando arriba el momento lo reconocemos. La única explicación plausible es que lo hemos vivido antes, muchas veces, y su huella permanece en nuestras memorias kármicas.
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- Por Marié Rojas Tamayo
Su historia retumba en los edificios montevideanos. Es un eco lejano, tan incomprensible que probablemente lo que cuente este sumamente deformado. Dicen que aún hoy se le puede ver pasar en taxi, mirando para arriba en
Como todo mito el resultado de su aventura es una historia triste y de dudosa
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- Por Joaquín Doldán Lema
Adán ha trabajado este día intensamente, como todos los días de su vida. Agotado y satisfecho al mismo tiempo, por la labor realizada, se ha sentado sobre un peñasco y medita, terriblemente abandonado a sí mismo.
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- Por Ubaldo Pérez-Paoli
Un gallo cantó. Hace algunos años. No recuerdo si fue para diciembre o si era el claro azul de enero. Desde la una de la mañana, como los gallos saben hacerlo en el campo, se destapó a cantar. El canto se subía a todos los apartamentos y yo imagino que todos los durmientes, en sus camas, oían ese canto entre el sueño, porque en la ciudad, todos,
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- Por Joaquín Peña Gutiérrez
Relatos, irrelatos, minirrelatos, cuentititos
Señores, estoy cantando,
Lo que se cifra en un nombre
Jorge Luis Borges
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- Por Norberto Gimelfarb
A Fernando Iwasaki y Andrés Neuman.
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- Por Juan Carlos Méndez Guédez
Hubo un tiempo cuando en Bararida no había agua. La isla seca como una piedra se elevaba sobre el mar y los pájaros seguían de largo sin detenerse en sus costas.
Entonces Amaliwaka, el que todo lo construye, tomó la tierra seca de Bararida y escupió sobre ella y moldeó un árbol gigante al que llamó Garoé. Y Garoé elevó y elevó sus ramas
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- Por Juan Carlos Méndez Guédez
Vivía Guarico en lo más alto de las montañas y desesperada por el frío, un amanecer emprendió el camino hacia la cueva próxima al volcán donde vivía Maleiwa, el dios con cara de perro, el único ser que conocía el fuego y lo guardaba entre sus pies gigantes y llenos de barro.
Las versiones sobre este punto suelen discrepar. Pero en general, siempre se opta por decir que Guarico logró distraer a Maleiwa mostrándole sus pechos. De ese modo algo se paralizó dentro del dios, una centella golpeó sus huesos, un temblor subió entre sus piernas como un río de sangre y lava.
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- Por Juan Carlos Méndez Guédez
Para algunos, la noche quedará como un momento de crepitación, como un olor dulce, igual al de las aguas de un río cuando se agitan.
Para otros como un salto llameante.
Ninguno de los jóvenes que esa noche conversaba alrededor de la fogata comprenderá
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- Por Juan Carlos Méndez Guédez
Fue la más extraña de las hormigas. Conocía su destino, su oficio, su misterio entregado a la belleza.
Pero se negó a cumplir su tarea y decidió quedarse para siempre en lo más profundo del hormiguero.
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- Por Juan Carlos Méndez Guédez