Milagros Salvador

salvador_001Ante el sepulcro de una mujer sin nombre

 

 

Anónima serás, aunque un gran duelo
te acompañase el día de la muerte,
y con una oración quisieran verte
atravesando el pórtico del cielo.

Laureles de este mundo hechos de hielo,
sueños que se colmaron de tal suerte
que yacen hoy bajo la losa inerte,
aliviando ese viejo desconsuelo.

Milagros Salvador Madrileña. Licenciada en Filosofía y Letras y en Psicología. Ha publicado los poemarios: ACROSTOLIO, BALAJE. DEL BARRO A LA CENIZA, ESPEJO DE LA TIERRA, FRONTERA DE HUMO, GIRA NOCTURNA, HABITANDO LA SOMBRA. El DRAGÓN Y LA LUNA (coautora). Ha sido seleccionada para varias antologías, y traducida al ruso (en "Guitarra de 26 cuerdas") y al chino (en Antología de poetisas en castellano del siglo XX). Sus poemas han aparecido en diversas revistas y ha ofrecido numerosos recitales. Ha participado en la I,II y III Bienal Internacional de Poesía, y presentado ponencias sobre literatura y estudios sobre poesía en los congresos de California en la UCLA en el año 1993, y en Washington en 1996 en la George Town University. Ha colaborado con el Instituto Cervantes Digital en el centenario de Cernuda, y participado en el Coloquio Hispano - francés de poetas. Ha participado en los " Encuentros de Verines" en 2006 y el I Acta de la Lengua Española en 2006. Directora del Capítulo de Madrid de la Academia iberoamericana de Poesía, (1997, 1998). Ha pertenecido al grupo de poesía en el Círculo de Bellas Artes los años 2000 y 2001, y ha coordinado la tertulia de poesía en Trovador durante dos años. Es miembro de distintas asociaciones literarias.

Ha rescatado el mármol la belleza
de tu perfil, más no esculpió tu nombre
como halago perenne a tu memoria,

ni hay escudo que honre tu nobleza,
pero es igual, porque aunque nos asombre,
cuna y sepulcro al fin son nuestra gloria.

 

Vivir en un color

Hoy vivo en el color que un día
me regaló el malva del ocaso,
arco iris que extiende se plumaje de seda,
inmenso pavo real contra el lejano cielo,
con el permiso del azul.
El gris, tan envidioso nos acecha
con sus ocultas uñas,
el rojo que domina con sus fervientes brasas,
el beige que es tan sumiso, casi desaparece,
el verde maternal, con su canción de hojas,
se acerca a nuestro oído,
escéptico el marrón que pasa
sin dejarnos su huella,
hasta el blanco que a veces nos reúne
con sus antiguos brazos,
o el desdichado negro porque perdió la luz,
y se encerró en la noche de viejas celosías.
Por encima de sabias tentaciones,
y a pesar de su tono de nostalgia,
rescato el violeta,
ajeno a resplandores de falso tornasol,
porque distingue las luces de la sombra,
y me protege de la vida.

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