En el pozo de mis ojos
Duermo al cobijo de Melville
¿será el trance la búsqueda del Leviatán
o eras tú el capitán Ahab?
Lo cierto es que en el techo de la habitación
se leía Call me Ishmael
y detrás de su reverberación afloraba el ámbar
de la fotografía familiar intocada por la guerra
de rostros aún no arañados por la inmisericordia
y ahora sólo queda en el pozo de mis ojos
la sal de su nombre
y un golpe seco
en el diafragma
a mitad de la noche
que me alerta del azar y sus maniobras
santo y seña de un ángel encumbrado
en el contrafuerte de un hotel de Praga
figura que habrá de desgranarse en destello
en un museo de Buda
en el pretil de un edificio de Pest
en el sol incandescente de Mérida y Cádiz
en el olor a jazmín del barrio de la Santa Cruz
y ante la anchura de Cacela Velha
vestigios de una nostalgia incapaz de hilar
salvo la isla del escorzo insaciable
en la audacia feroz del sobreviviente
—Huimos en los vagones de carbón
—Papá era médico del barco Príncipe de Asturias
que naufragó cerca de las costas de Brasil
su título estaba firmado por Alfonso XIII
Tengo miedo de que se me quiebre la memoria
de que por la rajadura se escape su río
y se deslave lo vivido y se vaya en canturreo
por los adoquines de las calles de la Medina
Te conté que en la Plaza de las Cruces
cantaba una mujer por bulerías
¿Eras tú quien deambulaba entre las ruinas de Al-zahra?
Se me deshilan los pronombres en el nocturno de la letra
en la nitidez de la Selva Lacandona y los Montes Azules
Sólo el silencio lava la luz del olvido
Y las cuentas del komboloi corren como chinillas
acicateadas por los cascos de caballos en galope de viento.
Del libro En el pozo de mis ojos
Padre tiene la cabeza llena de estrellas
Padre tiene la cabeza llena de estrellas
poco dice en enigmas de su visión oracular
pero mide el pálpito del día
al seguir los caprichos de la luz
trazando el contorno de la niebla
Despacio bebe a sorbos el elixir del olvido
como si en sus aguas bautismales encontrara al fin la clave para desvelar el misterio
como si importara certeza alguna
cuando sus labios faltan a la promesa de ser
Y ya siendo silencio
lejana debe parecerle
esta otra orilla
desde la cual
lo miro alejarse
en resplandor.
Del libro Nervadura del relámpago
Escríbeme en los ojos
Escríbeme en los ojos
el tiro certero de lo inquebrantable
todo ausencia en el revés de lo ido
para saber que sólo en la penumbra
se comprende el juego del resplandor
diafragma que descompone en su gravitar
un prisma que rebasa la desmesura
gravidez en reclamo
de un vientre para alumbrarse
pero apenas es un leve balbuceo
de quien derrotado apura el cáliz del Leteo
en bálsamo para lo maltrecho
denuncia del tatuaje en cuerpo luminoso
Del libro Escríbeme en los ojos
A veces quisiera que el mar se ahogara dentro de mí
A veces quisiera que el mar se ahogara dentro de mí
porque cansada tengo la entraña de inllorar
y las aguas se agolpan en las noches de domingo
sin atisbar siquiera ante las luces de la ciudad
si hay o no un sentido en las palabras
que se me enarbolan en cielo sin nubes
De querer tanto luego no sé cuál querer quisiera
si el que siempre fuera sábado
o mirar desde la ventana el pasar de la gente
y trato de que los pies no se me hagan jirones
y que cada movimiento atestigüe mi adentro
pero sé que no hay certeza en mi cuerpo
Míos han sido los días de antes
los recuerdos de una fuerza ingenua
que creyó beberse la inmensidad
cuando la desnudez fue otra
¿cómo saber la fragilidad
habitándome desde tan profundo?
y ahora pareciera que sólo mío puedo llamar
el cristal que se ha ido rompiendo
para ser lo que ha sido
sal
y con un poco de suerte algo de espuma
Mío entonces el mar
Mía la tarde sin lluvia
y el bosque y los jardines
y el sol rozando los techos
Mía la palabra
aunque sea un momento
y este domingo
donde las manos
se me llenan de arena.
Del libro Trazos de esgrima
Me devuelves el mar
Me devuelves el mar
uno distinto al que acompañó la infancia
¿vivir será sólo ese alcance?
Queda en mí tu risa
la marisma en la piel
lo inmemorial de ese golpe de agua que mece
y la luminosidad de su transparencia
el pájaro picoteando en la arena
o la bruma sin levante
Reconocerse en la desposesión de ser
para ser otra siendo la misma
y me arrodillo ante lo inmenso
en una plegaria que inicia ajena a mi labio
como si pudiera
de tan perdida
hallarme aquí
en un rostro cifrado por la sal.
Del libro Don del recuento
Materiral enviado a Aurora Boreal® por Mariana Bernárdez. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Mariana Bernárdez. Foto Mariana Bernárdez © Gabriela Bautista. Carátula En el pozo de mis ojos cortesía © Mariana Bernárdez. Para leer más de la obra de Mariana Bernárdez ir a su sitio web: www.marianabernardez.com