Mi nombre de bufón y buen paciente,
mi cabeza con la cruz de abertura
y la flor que se extrae de mi frente.
El circular espejo mi sorpresa,
la redoma, el clérigo, la mesa
y la piedra ritual de mi locura.
LAS HORMIGAS DEVORADORAS Y LA MOSCA POSADA
De gelatina son, blandos y exiguos
como lenguas colgantes los relojes
flácidos de Dalí. Que desalojes
el tiempo circular de los antiguos
quiere el pintor genial. En sus esferas
incesante Proteo solo detiene
el hilo de Heráclito que deviene
trocando eternas todas las esperas.
Y lo que tiene que llegar no llega
y esto que aparenta ser no es
más que hoy sin pasado ni después.
El pintor catalán nos pinta y lega
el enigma del tiempo y la existencia.
¿Centro del mandala o circunferencia?
Jorge Castañeda Poeta, escritor y periodista argentino. Ha publicado los siguientes libros: La ciudad y otros poemas, Poemas breves, 30 poemas, Poemas sureños, Sentir patagónico, Los atabales del tiempo, Valcheta, un pueblo con historia y Suma Patagónica, Pilquiniyeu es un chancho que vuela edición digital. Tiene inéditos: El lirio de los valles, Crónicas & Crónicas, Donde llora el ornitorrinco. Figura en varias antologías tanto argentinas como extranjeras, habiendo recibido numerosos premios por su obra literaria. Es conferencista sobre temas patagónicos.
EL ADAN DE VAN EYCK
Amasado con lodo por El que Es
despertó con el soplo de su aliento
para no conocer el sufrimiento
y vivir sin pasado ni después.
Y probó el bocado de la dicha
en la forma gentil de la mujer,
-duda y pecado- (Dios debe saber),
han tejido su urdimebre y su desdicha.
Y probará la muerte y el dolor,
la vana incertidumbre de estar bajo
la pasajera forma de la nube,
ser tan dual como el odio y el amor,
el íntimo sudor de su trabajo
¡Y la espada flameante del Querube!
SOBRE UN CUADRO DE RUBENS
Imaginad un hombre de amplia frente
entre vivaz y contento de sí mismo,
dedicado tal vez a su atomismo
o al divino ejercicio de la mente.
En sus manos la forma de una esfera,
-centro y circunferencia de lo santo-
el descuidado rojo de su manto
y el índice que todo lo asevera.
Ponedle barbas blancas y un enigma
para las frases que riente pronuncia;
pensad en los excesos que denuncia
siendo de los sofistas un estigma.
Descalzadle los pies a su manera
sencilla, moderada y no patética,
agregad los conceptos de su ética
¡Y tendréis a Demócrito de Abdera!
LA PATAGONIA ES UN CHANCHO QUE VUELA. La Patagonia es un Macondo lato y estepario, un ámbito de monstruos gigantes, de endriagos, de aves plumíferas y grandes que teniendo alas no vuelan, de mangrullos amarronados de cuatro patas que gregarios ambulan de monte en monte con su relincho arisco. Es el último confín caído de la mano del mundo donde la aventura y el asombro corren parejos. Donde el viento levanta las piedras y deforma las copas de los árboles a su arbitrio. La Patagonia es un chancho que vuela. La Patagonia es una latitud de escoriales silentes bajo las lunas blancas y redondas; una soledad crecida en la altura azul de las mesetas; es el aroma acre del cloruro de sodio que enloquecen los ollares de las bestias que habitan los bajos de todos los bajos. Gualicho errante. Misterios arcanos. La Cruz del Sur donde nunca se arrutó el tesón de los pioneros. La patagonia son los carcomidos infolios que en noches febriles entre el escorbuto y la ansiedad escribiera Pigafetta sobre gigantes que bailaban; la ciudad mítica allende los Andes que buscaban los frailes; las manzanas silvestres del imperio de Sayhueque, la Piedra Azul pitonisa de los Curá; la bandera argentina que enarboló Casimiro; la búsqueda de Popper; el faro del fin del mundo; los ventisqueros; las rastrilladas donde las lanzas trazaron sobre la tierra el mapa de todas las gestas. La Patagonia es la tierra "sobre la que pesa la maldición de la esterilidad" (¡Oh, anatema de Darwin, acicate para los intrépidos!). Es el tiempo petrificado; las flechas de obsidiana; las correrías de los bandidos; los ritos caídos de las viejas razas; la Arcadia perdida de los galeses; los rifleros del coronel Fontana; la remonta de Nicolás Descalzi; los sueños proféticos de Don Bosco; el santuario cautivante de Ceferino. La Patagonia es un desafío que merece aceptarse. Es un cielo estrellado que parece tocarse con las manos; es un silencio que dice mucho; es un paisaje que se incorpora al alma como el calafate a los labios. Es la gesta del Comandante Luís Piedrabuena por patriota y por nauta; es la Proa del Mundo al decir del Ingeniero Domingo Pronsato (hijo ilustre de Bahía Blanca); la Patagonia es la "región de la aurora" como la bautizara la pluma del Padre Entraigas. Es un esfuerzo compartido; una esperanza que nunca cesa como la distancia de sus caminos; es un sentimiento tan indeleble como las manos en las cuevas del río Pinturas. Un tótem, un linaje que cubre y abriga como las matras de las tejenderas mapuches. Es un desafío permanente. Una incógnita que nunca cierra. La Patagonia es el sol ardido sobre los fortines y la soldadesca; el espejo de los lagos; la altitud desmesurada de las araucarias; los volcanes irascibles; el mar inmenso y azul sobre la costa escarpada; los fondeaderos de mala muerte; el relevamiento minucioso de Basilio Villarino y Bermúdez; las notas detalladas del Perito Moreno; la reina y el arcabuz del Padre Mascardi. La Patagonia es el párrafo final de la novela "Sobre héroes y tumbas" de Ernesto Sábato; la soñada por Ezequiel Ramos Mexía y el geólogo norteamericano Bailey Willis; "la que piensa" como escribió Juan Benigar; la que poblada de plantas enanas esconde en los petroglifos un pasado legendario; la del volcán Domuyo que guarda en sus entrañas un tronco de oro bajo los hielos. La Patagonia se hace collón en las noches de luna llena y petrifica la debilidad de los timoratos. La Patagonia es la circunstancia de los hombres cabales; el menucó que marea como un mar; las bardas; los ríos como arterias impetuosas; las salinas blancas de promesas salobres. La Patagonia es una marca en caliente, una prolongación de las soledades del alma. Por la Patagonia, el Norte está en el Sur. Y en ella se cuecen habas y legumbres, risas y llantos, llamadas desde el fondo de los tiempos. La Patagonia son los fósiles de los grandes saurios, el bosque tropical que les daba sombra y alimento; las grandes palmeras con dátiles hechos piedra; los redondos huevos de los saurios que la habitaron; la lujuria de un pasado remoto. Lámpara prendida en las edades geológicas. La Patagonia es un mandato de imperiosas urgencias, para nosotros y para nuestros hijos. Mi tierra querida, mi lugar en el mundo. Jorge Castañeda
EL CUERPO DE CRISTO MUERTO EN LA TUMBA
Solo un cadáver como tantos, yerto
y frío, tal vez patético después
de su finar. Los rígidos pies,
la marca de los clavos, el abierto
Lanzazo en el costado y el avieso
trato de los que sufren en la cruz
quiso pintar Hans Holbein. Sin la luz,
ni siquiera la aureola, sólo el tieso
dedo del corazón y la hirsuta
barba en la blancura de la losa,
el rostro sin sudario y nadie en pos.
Igual que la de todos la impoluta
vida del carpintero ya reposa.
Como verdadero hombre murió Dios.
LOS SUEÑOS DEL BOSCO
Caliginosa el alma en su vigilia
dormita y escudriña las visiones
que le embargan. Milagros de familia
le legaron pinceles y pasiones
A Jheronimus Bosch. La desmesura
de sus tablas y trípticos plurales
anuncian para el mundo una pintura
de símbolos y rostros espectrales.
El febril misticismo que le inflama
ya se troca en embudos y viscosas
plantas. El pintor grita y proclama
la perversa locura de las cosas.
Hombres, santos y diablos en profusa
mezcla, los asnos, cabras y panteras,
la zanfonía infernal, la cornamusa
y la frágil creación en sus esferas.
Escruta sus visiones el artista
con las manos inquietas y el gesto hosco.
Yo pienso que tal vez ante su vista
nuestra propia locura viera el Bosco.
BRUEGHEL EL VIEJO Y LA TORRE DE BABEL
Pinta las ocho torres así como Herodoto
las viera. Nada falta. Tan solo el alboroto
presiente y el espanto de los rostros confiados:
El Rey con su séquito, los obreros postrados,
las piedras en desorden, el trabajo febril,
la nube en el pináculo tocando el añil
del cielo. Todo es vértigo y vana desmesura
lo que nos ha legado Brueghel en su pintura.
¿Habrá sido tal vez la soberbia de Babel
articular el Nombre del unánime Aquel?
Que todo fue confuso se supo allá en la torre:
Incertidumbre y espanto se volcaron en horre.
¿Quién nos dice que Brueghel no pintó lo sin Nombre
en su lienzo mejor? Que ninguno se asombre.
POEMA SIN MÁS A QUEVEDO
¡Ay, Quevedo, Quevedo, si tan sólo
tu voz -que yo imagino ágil- sonara
en mi ámbito cerrado, ya más clara
sería la noche negra de mi dolo.
Ajeno a muladares y sin cuita
derrotado el vallado del precepto
hilaríamos la idea del concepto
donde el barroco idioma se crepita
en fuegos de artificio y de colores.
la tartamuda lengua desatada
sin gongorismos vanos recargada
singlaría a buen puerto mis labores.
Qué llegues con tu voz de buen hermano
lejos del infortunio de tu sino
a compartir la bota del buen vino
con tu Buscón, ¿por qué no?, muy ufano.
Pero tu duermes harto el buen sueño
con espadas, anaqueles y tinteros;
ya compañero de los compañeros
y ajeno a todo escrito, sin empeño.
HERACLITO DE EFESO
Todo fluye deviene eternamente:
el arduo transitar de las estrellas,
el tiempo inexorable y lentamente
nuestra finita vida con aquellas
certezas o con estas incertidumbres.
Que nada es igual se sabe o se intuye;
el mismo pensar es algo que fluye
o que deviene: hasta las costumbres.
Todo cambia. La cumbre y el abismo,
el río que es ya no será el mismo,
ni el árbol, ni la piedra ni la rosa.
El espejo que a diario nos acosa,
los átomos, el rostro, cada cosa
es mutación, decurso y espejismo.
EZEQUIEL MARTINEZ ESTRADA PIENSA
La frente poderosa casi inmensa
calca su pensamiento tramontano
y fluye por los dedos de la mano
lo que reconcentrado este hombre piensa.
El sedal invisible que dispensa
el genio de su númen soberano
cavila sobre la patria y su arcano
destino, libre de gloria y ofensa.
Ya la proa del mentón quiere singlar
a buen puerto el severo continente
de su rostro. Los ojos de mirar
cabizbajo amplían la vasta frente
del escritor. ¿Quién puede vislumbrar
si Goliat en Estrada está presente?
EN EL HOTEL ARGENTINO
La vida es un espejo de ficciones
e ilusas realidades. El desgano
de los días hoteleros es tan vano
como vanas son todas sus acciones.
El cuarto consabido con sus sillas,
la mesa de trabajo y ésta mi carta
a Zoilo Miguens que es señal y marca
de los versos que llenan mis cuartillas.
La realidad es otra y más confusa.
El Hotel es la pampa y son mis días
Cautivo con Cruz en las tolderías.
Mi vida en tras vidas inconclusa.
Adivino en la diestra el helado hierro
y no sé si soy Hernández o soy Fierro.
DMITRI IVANOVICH
Intuye, piensa y crea como un demiurgo
renovando los campos de las ciencias,
entre pesos atómicos y valencias
este profesor de San Petersburgo.
Cierra si sinfonía de concordancias
y elementos, y baja con su tabla
a la vez que predice cuando habla
que otros llenarán esas vacancias.
Su mundo de silicio y aluminio,
de bismuto, mercurio y actinio,
es la justa medida de su prosódica.
Como una partitura de su genio
perdurado tal vez en mendelevio
quiso legarnos su tabla periódica.
AL COMANDANTE CHE GUEVARA
Ha de tejer la urdimbre de tu barba
la epopeya de América liberta,
y arriba en la estrellita de tu boina
la utopía dejará la puerta abierta.
Ha de iluminarse Santa Clara
por el brazo valiente de tu sino
y ha de andar extendido por el mundo
holgando de coraje tu destino.
Has de formar las uvas del racimo
al compás de tu fibra militante
cuando en la partitura de la historia
el valor de tu lucha se agigante.
Prendiendo el pedernal de la contienda
has de ser de la muerte una caricia
y cuando el sol alumbre nuestros pueblos
será partido el pan de tu milicia.
Y habrás de ser bandera de victoria
en la hora de justicia militante
cuando la muerte que mata no mate
las ideas ni los sueños, Comandante.
Y libre de ignominias y tiranos
no haga falta la lucha militante
para andar a destajo con los pueblos
nimbado por la gloria y sin menguante.
EL ALQUIMISTA
Entre sus alambiques y retortas
pasa el día febril, meditabundo.
Nada importa que se termine el mundo
Para el trajín de sus manos absortas.
Apenas el frugal bocado prueba
perdido en su montón de manuscritos:
dibujos, signos, cábalas, escritos
son las fuentes en que su sed abreva.
Mira con parsimonia el anaquel.
Nada le importa a este hombre, solo
su mundo de amoníaco y vitriolo,
la matriz, la prisión, el aludel.
Hoy la Piedra de Egipto lo provoca
como el Gran Elíxir lo consumía.
Algún día será para él el día
y convertirá en oro lo que toca.
Hermes, el Kerotakis, la Tintura
de Oro, la Quintaesencia, los Leprosos,
hicieron los fracasos y los gozos
de la Razón, la alquimia y la locura.
LOS SEÑORES FEUDALES
Sin justas ni torneos, enmohecidos
dentro de sus vetustas armaduras
las tiendas armarán de su prosapia
anejos de tizonas y armaduras.
Adustos, sin derechos de pernada
en los salones fríos de sus castillos
envejecen sin pajes ni bufones
los viejos oropeles y sus brillos.
Caballeros sin peto ni acomodo
hastiados del azor, sordos y mudos
recrean los combates y la historia
de la estirpe que vive en sus escudos.
Hieráticos de tanta sangre azul
a solas con sus cuitas y sus deudos
sopesarán efigies y linajes
en la balanza vieja de sus feudos.
Perecerán como glorias que se fueron
en el viento sus mustios gallardetes
y dejará la herrumbre en sus castillos
la marca de sus finos estiletes.
Los señores feudales ensimisman
sus sueños de mazmorras y grilletes.
CAUSA Y EFECTO
Todos los actos tienen sus reflejos
y toda causa tiene su respuesta.
Será que el hombre en lo alto de la cuesta
Es un Aleph de múltiples espejos.
Lo de arriba es igual a lo de abajo
y si hay un pensamiento más profundo
habrá similar al nuestro otro mundo
con su tiempo, su dicha, su trabajo.
Y si el hombre levanta la cabeza
al cielo, que es la copa invertida,
al saber la verdad quizás se aterra.
Porque allí estará la cabal certeza
que la vida repite en otra vida
y la tierra perdura en otra tierra.
EL INMORTAL DE SUMERIA
Ha conocido el Tiempo y la Vida,
-surtidor que no cesa ni se apaga-
y sobrelleva la certeza vaga
de una aflicción sin tasa ni medida.
No hallar la muerte presentida
señala su existencia como aciaga.
Estará condenado haga lo que haga
a vivir sin finar, -atroz herida-.
Ya conoció la Historia y los Lugares
la lejana Sumer y las vulgares
inquietudes de las generaciones.
El estar en algún lugar del mundo
ahíto de no morir, meditabundo,
derrotado tal vez, sin pretenciones.
ESTE SEÑOR DEL SIGLO XX
¿Habrá sido un azteca consagrado
o un guerrero entre amores y suspiros?
Tal vez un mercenario que a los tiros
de la muerte se hubiera enamorado.
¿Acaso un amanuense reclinado
en su mesa de tintas y papiros
o pleno de amatistas y zafiros
un monarca en el trono ensimismado?
¿Habrá sido un romano en si triclinio
y su mano la mano de Plinio
o un santo, un cruzado, un hitita?
Seguro habrá bebido otros brebajes
porque las vidas son sólo ropajes
de Aquella que por siempre es infinita.
EL ÚLTIMO MUTANTE
Lo deforme por mis extremidades
estalla rosetones en menguante
y no puedo con mis ventosidades
como un volcán de lava calcinante.
Un hueserío que clama tempestades
expande su fisura vergonzante
y la entropía de mis cavidades
sufre su celular multiplicante.
Estridulan mis órganos sus jugos
abriendo dentaduras y pacientes
al ritmo de su pésimo talante.
Yo mismo me devoro mis mendrugos
y no quiero estímulos ni alicientes
a mi metamorfosis de mutante.
EL POETA DEPUESTO
¿Dónde está la calle Marechal
y la plaza que lo recuerde?
¿Dónde está la biblioteca
que lleve su nombre?
¿Y dónde está el país
que soñó Marechal,
aquel que despuntó apenas
con el alba
de un diecisiete de octubre?
Para él pensaron
los cipayos de la cultura
una idea depuesta,
un poeta silenciado,
una torre trunca.
Hoy está en su Adán Buenosayres,
en su poesía que embebe
las raíces nacionales,
en el banquete que prepara
el viejo fundidor de Avellaneda.
Nada importa entonces
la plaza, la calle
o la biblioteca con su nombre.
HAN DE LLEGAR
Para abrir los cendales de las nubes
y terminar con tanta pesadumbre;
para no perderse en la muchedumbre
y ascender al cenit de los querubes.
Para apartar el dolor de la guerra
y de tanta violencia cotidiana,
para tejer la urdimbre nunca vana
del amor que perfuma cielo y tierra.
Para encender las lámparas del pacto
y gritar la moral por las azoteas,
para corregir y encender las teas
que preparan la magia del contacto.
Como antaño en las ruedas de Ezequiel
han de llegar con su nuevo mandato
desechando las pompas del boato
para que fluya la leche y la miel.
Han de llegar con sus viejas señales
para partir el pan de los hermanos
con la dignidad de ser más humanos
al pisar del milenio los umbrales.
CUANDO LA PATRIA ERA CABILDO
A paso vigoroso de sotana
cruza raudo la calle penumbrosa.
Desafía con su cara poderosa
el aire colonial de la mañana.
Aún sus rasgos parecen movimiento
no estando desprovisto de hermosura,
bullen ideas bajo la tonsura
de este fraile que es todo pensamiento.
Lo que hoy piensa mañana será tinta
en hojas de papel, diarios, impresos;
luchará contra todos los excesos
este clérigo que hoy mi pluma pinta.
Desechando la púrpura y la seda
luchó -porque valiente yo lo tildo-
cuando recién la patria era Cabildo
Fray Francisco de Paula Castañeda.
LA TUCUMANESA
Las invasiones inglesas
despertaron las patriadas
y fue mujer de coraje
Manuela la Tucumana.
Si mataron al marido
con una certera bala
rescató aquel fusil
Manuela la Tucumana.
Con un gesto valeroso
al inglés allí lo mata
defendiendo Buenos Aires
Manuela la Tucumana.
Con arrojo sin igual
va vestida de paisana
luchando como un patricio
Manuela la Tucumana.
Alférez la nombra Liniers
por realizar esa hazaña.
Heroína de nuestra historia
¡Viva Manuela Pedraza!
CABEZA DE TIGRE
La boca de los fusiles
negros ojos de la muerte
cortarán mi aciaga suerte
en perdidos pajonales.
Morir lejos de la patria
sin un amigo a la vista
yo que hice la Reconquista
de estas provincias del Plata.
Que ante mí se rindió el sable
del inglés más insolente
espero el tiro en la frente
de mis propios camaradas.
Yo que luché con el pueblo
para echar al extranjero
hoy también soy prisionero
y blanco de los fusiles.
Yo que la designé alférez
a Manuela Tucumana
hoy la muerte ya me gana
aquí en cabeza de Tigre.
Yo Santiago de Liniers
que luché por este suelo
hoy no encuentro consuelo
y me miran los fusiles.
Daré m i sangre francesa
en esta tierra argentina
víctima sí de la inquina
de los revolucionarios.
Yo Santiago de Liniers
héroe de la Reconquista
no soporto ya la vista
de la muerte que me busca.
No le vendaron los ojos
los húsares del piquete
y cargaron los mosquetes
su estampida fusilera.
Cae Santiago de Liniers
por la descarga vencido
y el pecho de muerte herido
como un soldado valiente.
LA MADRE DE SU PATRIA
No pudo ser capitana
pero le sobró coraje
a la madre de la patria
María Remedios Valle.
Allá en Tucumán y Salta
no hubo Dios que la acobarde
con su marido y con sus hijos
María Remedios Valle.
Por Vilcapugio y Ayohuma
dicen que vieron su talle
porque era brava peleando
María Remedios Valle.
Siempre contra los realistas
se lució en los combates
ganando sus seis heridas
María remedios Valle.
Fue tomada prisionera
y soportó mil percances
como una brava porteña
María Remedios Valle.
Heroína de nuestra historia
murió pobre y miserable
casi olvidada de todos
María remedios Valle.
No pudo ser capitana
pero le sobró coraje
a la madre de la patria
María Remedios Valle.
LA FELONIA DE NAVARRO
Los caballos, la noche, la derrota,
el destino buscándome implacable;
la carta, mi chaqueta, el vano sable
y esta angustia que desde el pecho brota.
El latir de mi sangre ya me azota
en las sienes. Y quiero un gesto amable
en la hora de morir. Que alguno me hable
y me alcance papel para una nota.
Apenas Castañer habla y conforta
mis instantes postreros y le narro
mi desdicha ante su mirada absorta.
Ya el pelotón me busca. Aquí en Navarro
me reclama la Patria. Nada importa.
Es que ya mi sangre presiente el barro.
EL GENERAL UNITARIO
La voz de Pedernera es casi un eco
que reverbera por los arenales
últimos de la Patria. Sepulcrales
y fatigados van por el reseco
camino los soldados de Lavalle.
del apuesto guerrero el pestilente
cuerpo solo perdura yerto y ardiente
hasta que el tiempo su memoria acalle.
Y los cañones, Rosas, las metrallas,
el coraje de los bravos lanceros
que mas que sus custodios cancerberos.
Pero perdura más que las batallas
en ese ocaso del sendero ciego
el pecho ensangrentado de Dorrego.
BARRANCA YACO
Por el camino ignoto corre mustia la muerte,
negro potro salvaje, postillón de la muerte.
Santos Pérez aguarda con la quieta partida.
El sol es una mueca, la tarde una estampida.
Sobrarán sus desvelos, su gesto libertario:
la diligencia triste marcará su calvario.
Perderán las provincias su caudillo más fiero,
diestro en la montonera, bravo en el entrevero.
No alcanzará la tierra para su sangre dura
ni la lumbre del sol para la patria oscura.
No bastarán las balas para hombre tan valiente
ni los avisos dados que le decían "detente".
No alcanzará la muerte polvorienta y emboscada,
ni la inquina porteña, ni la traición, ni nada.
Cuando la diligencia llegue al exacto punto
habrá de terminarse todo su coraje junto.
La patria será un grito desgarrado y profundo
cuando en Barranca Yaco lo maten a Facundo.
DON JUAN MANUEL DE ROSAS
Sueña con la grandeza de la pampa
y con la plenitud de la llanura.
Es el exilio herida que supura.
una tristeza que jamás escampa.
¿Dónde estarán los fieles mazorqueros
y los tiempos en que era casi niño;
la amistad compartida con Cuitiño
y el arrojo de sus gauchos guerreros?
Así yo lo presiento al Brigadier
añorando los gauchos, las batallas,
la espada ya gloriosa, las metrallas.
Así yo lo presiento al Brigadier
en Southampton soñando, en Inglaterra,
los viejos tiempos, la lejana tierra.
LA MUERTE DEL CHACHO
Corre sangre de gauchos en Pintillas del Sauce.
La Patria es un lamento doloroso y sin cauce.
La tarde se derrota con tristes campanadas;
la tierra se estremece con tacuaras y espadas.
La muerte presentida el costado le roza:
busca sangre de gauchos y quiere a Peñaloza.
Olta será la tumba del caudillo riojano
porque para matar nunca les tembló la mano.
El brazo de Sarmiento se adivina en Paunero
y el Mayor Irrazábal matará al prisionero.
El silencio de Mitre confabulado y riente
no sentirá la sangre que derrama "esa gente".
La espada fratricida no vacila en el tajo
el odio a flor de piel va libre y sin atajo.
La cabeza del Chacho ya clavan en la lanza
y clavan las provincias y nada les alcanza.
Todo suena a degüello. La noche sin empacho
desvela ya la Patria con la muerte del Chacho.
LOS HERMANOS ALDAO
En continuos entreveros
se batieron como bravos
y dicen que fue parejo
el coraje de los Aldao.
Guerreros de San Martín
fueron estos tres hermanos
el pecho como coraza
y la patria a flor de labios.
Dejaron en mil caminos
y en infinitos atajos
un revuelo de tacuaras
por los montes provincianos.
Errantes de guerra en guerra
al trote de sus caballos
en la grupa del arrojo
los tres vivieron matando.
El Fraile o el General
-el mayor de los hermanos-
sobrevivió a los menores
que peleando se marcharon.
Estimado y bien querido
fue por todos sus soldados;
menos por el sanjuanino
que con odio quiso honrarlo.
En miles de montoneras
y patriadas a destajo
fue por todos conocido
el coraje de los Aldao.
LA POSTA DE AREQUITO
Sé de unos generales y también de una posta
donde se jugó entera la unión a toda costa.
El ejército unido, fuera los muladares
de luchas fratricidas y torpes avatares.
Que San Martín espera más hombres y pertrechos
y Güemes necesita más que palabras, hechos.
La sublevación tiene, y debemos ser justos
un nombre: Arequito es Juan bautista Bustos.
Es su pronunciamiento, sus ideas libertarias.
Víctima luego de las intrigas unitarias.
En la vida un instante vale por el conjunto
y dicen que en aquella posta alcanzó su punto,
el momento exacto. Nada agrego ni quito
a Juan Bautista Bustos lo dejo en Arequito.
AL GENERAL JUSTO JOSE DE URQUIZA
Aquí me encuentro en la soledad
final de las provincias federales,
cegado a las intrigas y los males
de esta tierra sin rumbo ni verdad.
La Patria es un dolor que se reparte
por los cuatro costados argentinos
y yo que me jugué por sus destinos
no sé si lo hice con buen o mal arte.
Las metrallas recuerdo y los aceros
y un instante que fue toda mi vida:
aquella imagen siempre repetida
de Juan Manuel de Rosas y Caseros.
Recuerdo la batalla y su fragor
también mi certeza en la victoria.
a veces hasta sueño con la historia
Y con el rostro del Restaurador.
La verdad de mi vida en el futuro
se medirá con la de Juan Manuel;
pues yo quedé en Caseros con aquel
unidos a desgano, estoy seguro.
RICARDO LOPEZ JORDAN
Pensará el sanjuanino que trabajo me dan
los hermanos Tabeada y éste López Jordán.
Bastión de rebeldía lejos de la capital
en el aire entrerriano la rabia federal.
Estalla la impotencia derrotada en Ñaembé
Cañones y rémington nada dejan en pié.
El país del interior con ignominia se acaba,
en la última patriada de culo está la taba.
Se huele en el ambiente como un presagio malo
que escribirá su epílogo final en Don Gonzalo.
Las tristes campanadas con la tarde se van,
con la heroica derrota viaja López Jordán.