El pintor y su sombra

ivette_004A Roberto Diago

Humea el tabaco. Su espíritu asciende en volutas que se expanden al encuentro del sol. Un rayo de luz rompe la monotonía del ascenso y el homogéneo tono del humo y lo disgrega en infinitos colores.
"He aquí la magnificencia de la luz" -dijo el pintor, al tiempo que otra espiral elevaba junto al humo las palabras.
Mareado aún por el colorido que envolvía sus ojos, instintivamente miró hacia la ventana en busca de protección. Se sintió tranquilo al ver que permanecía cerrada. "No podrá huir" -dijo sonriendo.
Se levantó del sillón casi a tumbos, en medio de una nube de colores sumidos en la máscara del humo y el vaho penetrante del alcohol que en su incesante rozar hacía crujir las pardas maderas del claustro. Volvió a observar con insistencia las persianas por donde penetraba casi imperceptiblemente la claridad y antes de partir un último arco iris le encendió el rostro.


Regresó a su estudio. Ante la tela se imantaba el universo. Una ancha explanada invitaba a la agudeza de las visiones, como si el blanco clamara una íntima violencia para volverse más real, espejo que agotaba la paciencia del azogue escondido para dejarse penetrar por su reflejo.
Pero entrar en el mundo inmaculado requería la destreza de la luz, el conocimiento exacto de los elementos que se fusionaban para alcanzar la pureza de la iluminación.

Ivette de los Angeles Fuentes de la Paz . (La Habana, 1953. Doctora en Ciencias Filológicas (Universidad de La Habana, 1993) y Grado de Salamanca (Universidad de Salamanca, 2003). Ha desarrollado su labor profesional como editora, especialista literaria y de política cultural (Ministerio de Cultura), directora del Proyecto Casa "José Lezama Lima" (Ministerio de Cultura) y especialista en teoría y estética de la danza (Ballet Nacional de Cuba). Actualmente labora como Investigadora Titular en el Instituto de Literatura y Lingüística "José Antonio Portuondo" (Ministerio de la Ciencia). Es también directora del Centro de Estudios de la Arquidiócesis de La Habana y de su revista Vivarium e investigadora adjunta del Museo Nacional de la Danza. Ha sido miembro invitado del Tribunal Nacional Permanente de Grados Científicos (Ciencias del Arte, Ciencias Filosóficas y Ciencias Filológicas), y ha prestado servicios docentes, como Profesora invitada, en diversas universidades e instituciones académicas cubanas así como extranjeras. Ha participado, como ponente, delegada y coordinadora, en numerosos eventos culturales y científicos, nacionales e internacionales (Cuba, España, Francia, Alemania, México, Venezuela, Costa Rica y Argentina) y ha sido conferenciante en diversas universidades e instituciones de igual número de países. Integró la delegación cubana a los actos organizados por el Gobierno de México, por el 85 natalicio del poeta cubano Eliseo Diego (2004) y a los actos organizados en España por el centenario del nacimiento de Dulce María Loynaz (2002). Participó en los Congresos y eventos celebrados en Cuba, España, Francia, Argentina y México, como miembro de comités de expertos y conferenciante, por el centenario del natalicio de José Lezama Lima, e integró las comisiones nacional e internacional a propósito de tal efemérides. Ha representado, además, a la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe (ORCALC) de la UNESCO como Consultora del Programa de Diálogo Intercultural e Interreligioso. Es miembro de la Comisión de Literatura del Consejo Científico (ILL), del Ateneo de la Crítica (Instituto Cubano del Libro), de la Cátedra "Juan Bosch" de la Universidad de La Habana, así como de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) y de la Asociación de Comunicadores Católicos (UCIP). Fue Coordinadora Regional de la Sociedad Internacional de Estudios Cubanos (SIEC) de Aachen, Alemania, por varios años. Ha publicado numerosos artículos especializados en revistas nacionales y extranjeras (México, España, Alemania y Francia), además de varios libros de ensayo, y entre los últimos se cuentan: A través de su espejo (Sobre la poética de Eliseo Diego) (Letras cubanas/ Extramuros, 2006); La incesante temporalidad de la poesía. Sobre el concepto espacio-temporal en la poética de José Lezama Lima (Editorial Oriente, 2006); La cultura y la poesía como nuevos paradigmas filosóficos (Oriente, 2008) y José Lezama Lima: hacia una mística poética (Madrid, Verbum, 2010). Como integrante de colectivo de autores ha publicado, entre tros títulos: Filosofía, Teología, Literatura: aportes cubanos en los últimos cincuenta años (Aachen, Editorial Concordia, 1999) y Cuba. Poesía, arte y sociedad. Seis ensayos (Madrid, Editorial Verbum, 2006). Ha obtenido diversos Premios y reconocimientos literarios, nacionales e internacionales. Fue seleccionada Miembro honorífica del Professional Women´s Advisory Board 2000, del American Biographical Institute (North Caroline, USA).Más que manchar la tela con el óleo, era necesario la espátula para rasgar los tonos innecesarios que habitaban el silencio. Sabía que allí le aguardaban y que la genialidad era sólo desatarlos, obligarlos a la conversación, a romper el equilibrio del blanco y confundir la armonía improvisada de la secreta combinación.
Pero continuaba inmóvil junto al cuadro que le sugería infinitas gamas de colores, toda una galería de formas, geometría que calzaba un mundo por nacer, que anunciaba los contornos de lo que ya germinaba en la mente del pintor y que por empatía descubría en los detalles perdidos del lienzo.
Sus ojos perseguían el continuo vaivén de la luz que recorría con intensísima rapidez todas las tonalidades que sólo la sagacidad del oficio podría detener en el instante requerido. Así hasta llegar al rojo, buscar el azul, el puente imperceptible del violeta, la gloria efímera del amarillo, la quietud del verde, el espectro crecido del marrón. Así hasta el infinito, hasta la vasta soledad de la luz en su conciencia, envolviendo como un haz la diversidad cromática del mundo que recreaba el arte del pintor.
Mas cada vez que fijaba un punto en la carrera de la luz, en cada apresamiento de un corpúsculo, temblaba el pulso y escapaba el momento al chorrearse por entre sus dedos una mancha indecisa. En la penumbra de la habitación, las volutas de humo fueron nubes que cegaban los ojos del artista. Las brumas envolvieron la escasa claridad que agazapada en los rincones, a cada intento por alcanzarla, se agrietaba y dejaba la reminiscencia tenue de sus esplendores. Sólo la luz los podía devolver. Por alcanzarla, el pintor tomó afanoso su pincel, esgrimió el poderío de sus manos y entre zarpazos intentó arrebatar la intensidad al aire. Pero cada vez el color se perdía más en el espacio oscuro de las horas hasta que sólo estuvieron, frente a la tela blanca y poderosa, el pintor y su sombra.
El declive de su cuerpo ofreció entonces una perspectiva inusitada, una posibilidad que no dejaría escapar. La sombra -ya sabía- era la última conquista de la luz, su permanencia final. Hacia ella se volvió persiguiendo su propia dimensión contra la tenue claridad, marchando en pos del último reducto de sol. Siguió sus pasos por toda la habitación y por el eco se deslizaba, sutil, su sombra. El humo confundía sus figuras con el espectro que crecía en la pared con la desmesura de su espiral volátil. Sólo que el pintor veía perderse su propio cuerpo en las penumbras. Y ante la escapatoria inminente, demasiado confundida la razón para entender el ruido de su prolongación, buscó la luz. La percibió por entre unas persianas agotadas de contener su arrolladora fuerza. Contra el cristal adivinó la informe figura aguardando el momento de su huida. Sabía que sólo en el riesgo podría recuperar el contorno verdadero de su imagen, el reflejo que se convertiría en ser.
De un golpe se abalanzó hacia la ventana, rompió el seguro y la abrió de par en par. Por su inmensa abertura apareció la luz y en ella se sumergió la sombra. El gris que estampara su sello en la neblina se volvió brillante. El choque con los adoquines refractó un rayo de esplendor. En el charco de muerte, como un efluvio centelleante, se advertía una tonalidad vital.

 


El pintor y su sombra enviado a Aurora Boreal® por Ivette de los Angeles Fuentes de la Paz. Foto Ivette de los Angeles Fuentes de la Paz©Ivette de los Angeles Fuentes de la Paz.

 

 

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones