El protectorado germano-japonés

antonio moreno 258Para mi padre, Jacobo Moreno (q.e.p.d.)

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Un grupo de eminentes abogados juarenses, simpatizantes de Hitler, redactó en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, la primera carta separatista que se tenga memoria. El objetivo nunca pareció́ descabellado para las mentes de estos abogados de buenas familias, padres intachables, incorruptibles como profesionistas y ciudadanos.

La carta es un exhorto, una súplica lastimera. Ningún lector sensato podría pasar del exordio. Cuando menos, le daría un poco de vergüenza ajena. El grupo sesionó en el Casino de Ciudad Juárez el 20 de abril, a las 11:00 de la noche, fecha del cumpleaños 51 del Führer. La redactaron en dos idiomas, con igual contenido: en alemán y en japonés. Una compañía de mensajería que prestaba servicios a los países del eje desde la capital de México, se encargó de la entrega de las valiosas cartas.

Los abogados prometían al Führer y al emperador que si recibían el apoyo debido para echar andar el plan que estaban fraguando, Ciudad Juárez podría convertirse en el primer protectorado germano-japonés en América.

La carta dirigida al Führer se extravió́ antes de llegar a su destinatario y cayó en las manos del coleccionista Ehud Cohen. La Universidad de Kansas se interesó por la valiosa reliquia. Cohen aceptó venderla después de años de negociaciones con una condición: la carta tenía que ser exhibida en un recinto que se llamase ex profeso El museo de la infamia. Para disuadir a Cohen, tuvo que entrar al quite el senador Bob Dole, ex alumno de dicha universidad. Finalmente, la transacción se cerró el 24 de enero de 1995, por una cifra desconocida pero exorbitante.

De la carta dirigida al emperador nada se sabe, aunque se especula que cayó en las manos de la persona equivocada un par de años después.

Cuando el ejército estadounidense ya había tomado el control de la isla, un elemento de la Policía Militar revisando documentos de la oficina de inteligencia militar en la provincia de Mimasaka, afirma esta teoría, encontró́ la azarosa carta entre cientos de documentos. Como el sobre expelía un extraño aroma, el agente decidió́ metérsela al bolsillo como un souvenir de guerra, sin tomar en cuenta que por ese acto podía ser enjuiciado en una corte marcial.

Por la tarde, sentado en el retrete, después de una larga jornada de trabajo, se acordó́ de la carta y la extrajo de su bolsillo, un poco estrujada, como si fuera un vulgar papel periódico, absorbió́ su aroma, que no era más que esencia de gobernadora, y tras considerar que realmente no valdría la pena conservarla, decidió́ usarla como papel higiénico.

Ha pasado más de una década y la carta sigue exhibiéndose en la Kenneth Spencer Library, de la Universidad de Kansas. Los visitantes pueden verla dentro de una extensa vitrina situada en la sección de las colecciones especiales. Al costado izquierdo de la vitrina, puede leerse la autenticidad de la misma. Del otro, un anuncio prohíbe el uso de cámaras fotográficas, teléfonos celulares y video-cámaras.

La carta, traducida al inglés para facilitar a los usuarios y visitantes la comprensión de su contenido, yace a un costado de un ejemplar del Hortus Cliffortianus, escrito por el taxonomista sueco Carlos Linneo y publicado en 1737.

El judío alemán Mark Rosenblum sostiene la tesis que si sendas cartas hubieran llegado a las manos de Hitler o de Hirohito, ellos no habrían dudado en darles su apoyo y eso habría sido devastador para los países aliados, especialmente para los Estados Unidos, que todavía se mantenía al margen de la confrontación bélica.

Las familias de esos abogados eminentes viven ahora en El Paso, Texas. Las vajillas con el sello de la esvástica, además de la fotografía de cuerpo entero del Führer y toda la parafernalia alusiva al Partido Nacional Socialista, como banderines, hojas membretadas, estandartes, pisa papeles y broches, está resguarda en una de las bóvedas del Chase Bank de la misma ciudad.

El hijo de uno de esos abogados eminentes fue jefe del comité́ municipal del Partido Acción Nacional en Ciudad Juárez, hace menos de dos décadas; además, formó parte del gabinete del primer presidente mexicano de derechas, de extracción panista obviamente, donde buscó animar y convencer a sus más cercanos colaboradores para integrarse a la Orden Secreta de los Fieles Abogados de Hitler. Lo que nadie imaginó es que la propuesta de los abogados se cumplió́ a cabalidad 50 años después, con la llegada de las inversiones japonesas y alemanas en la industria maquiladora de la frontera, para aprovechar la mano de obra barata en el ensamblaje de artículos eléctricos y electrónicos, gozar así de los privilegios y facilidades concedidos por el gobierno en turno.

 

antonio moreno 375Antonio Moreno
México. Ensayista, narrador, cronista y colaborador en suplementos culturales en periódicos de la ciudad de México y con Aurora Boreal® en Dinamarca. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo, por la Universidad Autónoma de Chihuahua con una Maestría en Creación Literaria, en la University of Texas at El Paso; concluyó sus estudios doctorales en la University of Kansas. Ha impartido clases en UTEP, Barton College (North Carolina) y actualmente es profesor-investigador en The University of Texas of the Permian Basin (UTPB). En 2014 compiló Road to Ciudad Juárez: crónicas y relatos de frontera y en 2015 publicó su primer libro de ensayos titulado Deseos de comunidad: el personaje intersticial en la novela y el cine de los noventa en México.

 

"El protectorado germano-japonés" enviado a Aurora Boreal® por Antonio Moreno. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Antonio Moreno. Foto Antonio Moreno © Lorenzo Hernández.

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