Gloria Bernal Acevedo - Redes de vida

Sobre una roca, con cada uno de los dedos de sus pies descalzos fijados en ella, el Mamo observa el paisaje que le brinda la naturaleza con su verde olivo, los árboles, las montañas, praderas y ríos. Con su traje típico ancestral, radiante en su sencillez, cruza en cada uno de sus hombros la mochila donde guarda las hojas de coca, y en la otra, las pertenencias necesarias para el día. Los cabellos sueltos, caen sobre la espalda, brillan con la luz nutriente del sol en conexión con las redes de la vida. La altivez de la mirada contempla el éxtasis del paisaje al sentir el aire de la cordillera sobre su rostro, con la musicalidad de las aves, el sonido del agua, el movimiento de los animales y las plantas que se nutren de las sales sagradas de la tierra.

La hoja de coca, el «ayu», se intercambia al saludar para compartir la palabra, entender al otro y saber hablar sin ofender. Puente que extiende lazos con el universo, con los otros y con el interior del ser, es la fuente de inspiración como la musa al poeta. «Ayu» es mujer, sabiduría, madre. El calabazo tiene la forma de vientre, la madera desciende al encuentro de la concha marina en polvo para macerar la espiritualidad que retorna, en tejidos invisibles, alrededor de él. La hoja de coca, para el indígena, es un integrador social. Para los traficantes, un atomizador de violencia y destrucción.

Las palabras toman vida al nombrar las cosas y las personas en una cosmovisión de tiempos en espiral, y la dimensión territorial nutre la existencia. Los pueblos originarios guardan su memoria en el pensamiento de los sabios. Rituales, pagamentos, armonización para el no olvido. Los ancestros siempre están presentes, sus espíritus habitan en los territorios y en las personas.

La defensa de los sitios sagrados y el territorio, no ha cesado. Tampoco la violencia y los confinamientos causados por actores armados. Ocupan escuelas, malocas y templos. En medio del fuego cruzado, arrojan a sus habitantes como escudos humanos. Toman a niños, jóvenes y mujeres como informantes, abando¬nan artefactos militares que los hieren o matan.

Desabastecimiento, incomunicación. Controles sobre la movilidad de las personas, alimentos, medi¬camentos, plantas y animales. Los sabios dominan los sueños, las lanzas son símbolo de resistencia.

El Mamo, antes de hablar, pide permiso a los ancestros de ese territorio en su lengua materna. Los espectadores no lo entienden. Mientras habla, sus manos lo siguen en movimientos armónicos como si acariciara motas de algodón.

tercer crimen 300Después de un breve espacio, habla en español. «El indio es sucio, el indio huele mal, el indio es bruto», eso es lo que ustedes piensan. Después de la masacre, bajé al pueblo para conversar con las autoridades, les hablé en mi lengua. No me entendían, entonces les dije en su idioma: «Si el indio es bruto ¿por qué yo les entiendo y ustedes no me comprenden?».

Antes de salir el sol, una niña de la comunidad ve a su mamá levantada, ha oído golpes en las casas vecinas. Afuera, la guerrilla pasa esquina por esquina con una lista en la mano. Esa niña desea que la pesadilla desaparezca con la niebla. Vienen por su padre.

El olor metálico de los fusiles invade su maloca, por la ventana ingresan los vientos de la fatalidad. Afuera, se escucha su nombre. Le gritan que salga, sino, quemarán su casa con todos adentro. Al salir lo toman de los brazos, le gritan «sapo», lo amarran a otras personas que han llamado de esa lista. Antes del alba, los llevan en fila a un lugar donde su destino se topará con las balas asesinas.

Antes de finalizar agosto, seis indígenas incluidos dos ancianos y tres menores, son brutalmente ase¬sinados por paramilitares, quienes cuentan con la colaboración del ejército. El dolor del hijo que alza entre sus manos la cabellera de sus seres amados, desprendida de sus cráneos, se incrusta en el grito del águila que emprende su vuelo en busca de la ayuda de los pueblos hermanos.
Antes de cumplir quince años, una adolescente es secuestrada por hombres del ejército en una tarde que estaba alejada de su maloca. Dos soldados la llevan al batallón, allí la encierran durante varios días. Cada mañana abusan de ella y el domingo la dejan desnuda en la carretera.

Las cicatrices causadas por los violentos cortan las redes de la vida. Los padres espirituales de los Mamo, desde el origen de todo, en el cuidado y conservación del corazón de la humanidad, claman justicia en la íntima relación de hombre-naturaleza.

La ley de origen rige el destino de los pueblos indígenas, hijos de la tierra. Cuando hay una infracción a ella, repercute directamente en ese orden natural, y es necesario repararlo.

La generosidad de la naturaleza da todo: el agua, el aire, la vida. En respuesta a esta bondad natural, nace y existe el principio cultural de agradecimiento a la Madre. La ley de la reciprocidad, el pagamento.

 

Gloria Bernal Acevedo
Colombia, 1961. Escritora, abogada penalista y criminóloga. En su obra literaria expone poéticamente casos en los que ha estado involucrada como jurista. A partir de hechos concretos construye secuencias narrativas en torno a la violencia acaecida en Colombia por los distintos grupos armados legales e ilegales, visibilizando a víctimas y a victimarios. Con un lenguaje directo y crudo, y desde una aguda perspectiva, da forma a textos cuyas temáticas abarcan desapariciones forzadas, secuestros, violaciones y otros crímenes atroces. La habilidad con la que fusiona su carrera profesional y la escritura ofrece una intensa exploración del lado más oscuro de la condición humana. Libros publicados: Del amor al pecado (2005), Navegar en la incertidumbre (2006), La plenitud del pecado (2008), Los cuatro círculos (2016), El círculo perverso de Eric (2016), Las lenguas cortadas (2017), Sinfonía para un ser anclado en un sofá (2018), La muerte y los perros (2019) y la antología El tercer crimen (2020). Además ha escrito varios libros de derecho penal, procesal penal y justicia transicional.

 

Material enviado a Aurora Boreal® por Sergio Laignelet. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Gloria Bernal Acevedo y Sergio Laignelet. El relato "Redes de vida" está incluido en el libro antológico El tercer crimen. Carátula cortesía ® Uniediciones, Bogotá. Fotografías de Gloria Bernal © archivo particular de la autora.

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones