Literatura
Pero, ¿es que hay alguien que todavía no conozca a Álvaro Cunqueiro? ¿Es posible que haya lectores avezados que aún no formen parte de la secreta pero ingente cofradía de admiradores de Cunqueiro, encabezada por otro Álvaro, Mutis?
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- Por Diego Valverde Villena
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- Por Víctor Montoya
Quiero recordar Kokoro esta novela de Natsume Sōseki porque la tengo más presente y porque "Kokoro", según aclara el traductor Carlos Rubio, es un término cargado de significados que abarcan desde corazón, mente, interior, espíritu, alma, etc. Nacido en Tokio en 1868, Soseki nos acerca al dolor de exisistir con el peso de la culpa y con la tentación del suicidio, que se apodera de las seres humanos, atrapados entre el deber y el instinto. Kokoro subraya el valor del silencio que se impone en las relaciones íntimas, dando sentido al relato en primera persona en la que se nos presenta la figura del maestro.
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- Por Consuelo Triviño Anzola
La república de los sueños
Nélida Piñon
Editorial Alfaguara
1999
G.G.Marquez
La idea del eterno retorno, del levar anclas, del constante devenir, de la quimera, encuentra su mejor arcano en la metáfora del viajero. Además, del viajero que se hace cómplice del mar y encanta a las estrellas con el solo poder de la imaginación.
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- Por Carlos G.Torres-Rodríguez
El personaje Coleman Silk es un individuo que destaca en su entorno, una comunidad negra que padece la segregación en los años cincuenta y sesenta. De piel clara, se incribe como blanco en el ejército y al regresar a su país se mezcla con la intelectualidad blanca. Al ser rechazado por su novia, cuándo le presenta a la familia, decide dejar atrás su pasado, abandonar a los suyos y construirse una nueva identidad como "blanco". Pasando por judío, se casa con una americana de familia judía, pero de ideas anarquistas, lo que le da verosimilitad a la trama, al hecho de que la esposa no indague en el pasado de su marido, porque, a su manera, ella también reniega de la cultura a la que pertenece.
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- Por Consuelo Triviño Anzola
La semilla de la ira
Consuelo Triviño Anzola
Seix Barral, Biblioteca Breve
282 páginas
2008
Tenemos que creer que es el personaje quien nos habla, no el autor de la novela disfrazado con la ropa del personaje, ni un conjunto de datos históricos amontonados y cubiertos finalmente por una máscara. Ese desafío es mucho mayor si el personaje es un escritor, porque el novelista corre el riesgo de creer que el tono en que escribimos es el que da la plenitud de nuestro ser y de nuestro destino. Ese error puede hacer que le demos a Víctor Hugo la voz de trueno que tienen sus versos, que impongamos a la vida de Flaubert la extenuante precisión que gastaba en sus obras, que soñemos que Borges se agotaba en fantasías enciclopédicas e ignoremos las minucias increíbles de su vida cotidiana.
Pero la verdad es que hay una diferencia entre la voz pública de un escritor y su voz íntima. José Asunción Silva, que era patético y melancólico en sus versos, muy posiblemente era festivo, ingenioso y artificioso en su vida diaria. Gabriel García Márquez es mucho más contenido y austero, menos desenfadado, cuando habla directamente de sí mismo que cuando nos narra sus imaginaciones.
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- Por William Ospina
Pero con todo esto, gran persona es el nombre de primero.
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- Por Robinson Quintero Ossa
UNA HISTORIA
Y aprendimos del yolofo, el pájaro azul turquí que canta sólo cuando vuela, nunca posado en los árboles.
Del pájaro ubus-ubus, de una sola ala, que para volar necesita del ala de su pareja.
Del pájaro septicolor, de tramadas transparencias en el viento de un poema.
Del pájaro Gipaeto, cuyos ojos son escarapelas.
Y sentados, le oíamos largamente, mientras de su boca volaban más pájaros extraordinarios. Y entre más maravillosos parecían, más felices escuchábamos...
Y aprendimos que si alguien dice algo según su sueño, alguien otro lo oye desde el suyo.
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- Por Robinson Quintero Ossa
Querido Platón
Celima Bernal García
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- Por Marié Rojas Tamayo