Literatura
Tal vez, no sea absolutamente necesario referirse a muchos apartados académicos de las humanidades o inmiscuirse en ladrilludas o floridas investigaciones para decir que el comportamiento humano ha ido refinándose un poco y que ahora o quizá más adelante seremos mejores personas que en el pasado. Eso denota algo de evolución por supuesto y de cambios dramáticos, pues esta raza humana ha pasado (y pasa) por muchos regímenes: desde los más anárquicos hasta los más castrantes y muy sufridos estados tiránicos. Pero lo que se mantiene en las culturas es la concepción de sociedad o de humanos que se quieren representar. Y en esto, grandes filósofos, políticos, escritores y pensadores de toda la humanidad han dado sus más inteligentes propuestas, propuestas que han cambiado el curso de la humanidad. Y esto de cierta manera encierra la universalidad, porque desde cualquier parte de este planeta donde se empiece un nuevo rumbo de la humanidad esto afectará quiérase o no al resto habitantes de la tierra; aunque, es preciso aclarar que para que esto sea así, este cambio lo deben proponer las grandes potencias por ahora, occidentales; porque ¿de qué valdría que haya un cambio social en una de las tribus de África, por ejemplo?
Todo este ladrillo anterior que no tiene nada de amenazante (no pretende descalabrar ni matar) es sólo para decir que la novela de Consuelo Triviño Anzola: Prohibido salir a la calle, tiene todo el carácter universal que hace que la novela sea imprescindible y tal vez, como los buenos vinos o bebidas que destilan alcohol, sólo con el pasar de los años sea entonces un clásico universal de la literatura, que en mi concepto, ya lo es.
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- Por Danilo Albán
La señora Sils, envuelta en llamas, atraviesa el patio oscuro y se sienta lentamente en la silla mecedora, cansada. El fuego, ciego, se mueve por encima de ella variando de coloraciones amarillas y un tanto azuladas. Está anocheciendo detrás de los árboles.
La casa se encuentra vacía ahora, y estropeada; cómo si la habitaran sombras. Sin embargo, alguna vez ha sido un lugar cálido y confortable; las luces encendidas, las habitaciones ocupadas; la cocina y la televisión funcionando. Pero ahora la señora Sils tampoco recuerda nada de aquello.
Sentada bajo el alero del porche, cubierta de fuego, parece la representación de una pesadilla de siesta del desierto.
Su esposo, el señor Sils, está en el mercado haciendo las compras para la cena. Es algo mayor que ella pero aún recuerda; todos los días recuerda con claridad el diagnóstico de la junta médica. La pérdida de la memoria, la depresión, la apatía, los trastornos del sueño, señor Sils, todos son síntomas de esta enfermedad neurodegenerativa.
Más temprano, por la tarde, estuvo trabajando en el patio. Emparejó el ligustro, quitó algunos yuyos de los canteros, y con esa conmovedora negligencia que tienen los hombres ancianos se dedicó a rastrillar las hojas desprendidas de los eucaliptos y el laurel. Pacientemente, encorvado y ensimismado, fue arrastrando el caos de hojas muertas hacia el centro del patio, amontonándolo todo hasta formar una pila. Luego buscó en el galpón querosene para echarle encima y le arrojó un fósforo. Se quedó un momento allí, frente al fuego, observándolo bailar y dejando que el calor le fuera tensando las manos y las mejillas. Varios estudios reportan resultados positivos del empleo de la droga señor Sils, si usted nos diera su firma a manera de consentimiento, pero me dicen que esa droga todavía no está permitida, no puedo consentir que experimenten con mi esposa, la droga incrementa el flujo sanguíneo cerebral y previene la muerte celular señor Sils, esto está comprobado, y el tiempo apremia, pero quisiera saber sobre los otros enfermos, los efectos secundarios doctor. Estuvo así, frente al fuego, hasta que un reflejo gástrico le trepó a la garganta y lo arrancó del ensueño.
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- Por Alejandro Belonne
Nos conocíamos de la universidad. De aquellos años agitados de esfuerzos multiplicados, de entregas, devociones, desencantos, humillaciones y finalmente de abrir los ojos y enterarnos. (Maravillosos, a pesar de todo, porque coincidieron con la juventud, y la inocencia). Creo recordar que nos conocimos durante el segundo año de la carrera. Cuando se supo que provenía de las aulas nocturnas -de los estudios dirigidos diseñados para obreros-, muchos entre nosotros encontraron una justificación para no tomarlo en serio, incluso para burlarse de él. A mí, sin embargo, el tipo me cayó bien enseguida. Su locuacidad emparentaba con la de cualquiera, pero se destacaba por un número de características propias. Tenía, naturalmente, el acento de los de su región -más bien esa cadencia al hablar que uno asocia, justificadamente o no, con los orientales-. (Cuando pasado el tiempo mi madre llegó a conocerlo, dijo que en efecto hablaba como uno de los Matamoros. Se refería al trío famoso, pero entonces yo no podía saber de quienes se trataba). Además, poseía, rasgo que le granjeó al cabo las simpatías de todos, el don único de saber infinidad de chistes y de contarlos como nadie.
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- Por Rolando Morelli
"Me quejo porque soy débil y porque soy artista, me entretengo tejiendo con musicalidad mis quejas y retocando mis sueños conforme el modo que encuentro de hacerlos más bellos. Sólo lamento no ser un niño, para poder creer en mis sueños, no ser un loco para
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- Por Araceli Otamendi
Magali Alabau. Escritora, poetisa, actriz y directora de teatro, nacida en Cienfuegos, Cuba, en 1945. Ofrece una obra lírica de sostenida calidad desde que publicó su primer poemario Electra y Clitemnestra, premio de poesía latina del Instituto de Escritores Latinoamericanos de Nueva York. Ha publicado también los poemarios La extremaunción diaria, Hermana, Hemos llegado a Ilion, y Liebe. La editorial Betania tiene en imprenta su libro Dos mujeres. Sus poemas han aparecido en diversas antologías, entre las que destaca Indómitas al sol. Cinco poetas cubanas de Nueva York (Betania, Madrid, 2011). Reside en Woodstock, New York y la presente selección de poemas ha sido elaborada especialmente por la autora para Aurora Boreal®. Los poemas pertenecen a un libro que se publicará a finales de 2012 por el Editorial Betania en España bajo el título Volver.
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- Por Magali Alabau
aquel que se ahogó
aprendiendo a nadar para no ahogarse
Vladimir Holan
a noi presso la culla
immoto siede, e sulla tomba, il nulla
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- Por Américo Ferrari
Américo Ferrari
Ediciones Malvario - Librería Albatros
Colección Extramares
2005
120 páginas
El poemario Visitas del otro lado de peruano Américo Ferrari se ocupa de tres espacios precisos: la muerte, la escritura, la esperanza, esta última de manera implícita. Si a simple vista son temas demasiado visitados por poetas, filósofos y escritores desde que la escritura existe, lo milagroso es que cada poeta al retomar el asunto adjunta una perspectiva, deja un ángel con pandereta parado frente a nuestra puerta, y es como si por vez primera una voz entonara los ritos fundacionales de la poesía.
Estos espacios: la muerte, la escritura, la esperanza, no se comportan en el poemario de manera independiente. El humor, tal un verbo los transita y funde: el particular humor de Américo Ferrari.
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- Por Mario Camelo
EL BESO
La princesa esperaba con impaciencia el beso prometido por su amado; llegó a pensar que así sellaría para siempre lo que suponía amor eterno. Mientras, el príncipe reflexionaba si estaba haciendo lo correcto. ¿Acaso podría olvidar la halitosis que por años
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- Por José Gregorio González Márquez