Literatura
Araceli Toledo Olivar, México, 1976. Su poesía propone un viaje hacia los espacios interiores que a veces llegamos a depositar en la sombra. Parte de la idea de que estos eventos han sido, intencionalmente, oxidados por la memoria, porque es hasta un determinado momento de nuestras vidas cuando se vuelven verdaderamente importantes, y es entonces cuando emergen del olvido con la ayuda de la palabra. A través de la poesía explora las puertas que se cierran y se abren con el transcurrir de los días. Asimismo, le cede la voz a aquellas mujeres que dejó de ser y a las que están próximas a nacer.
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- Por Araceli Toledo Olivar
La última niebla. La amortajada
María Luisa Bombal
Seix Barral
2005
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- Por Jaír Villano
Selección de materiales por Emiliana Toro
A mis perros
Inmóvil, ojos cerrados...
no sé si estoy muerta
no sé si estoy viva
no sé si es de noche o es de día
no reconozco la hora, tampoco el día...
Con lengüetazos me devuelves a la vida!
Tú perro... yo, humano!
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- Por Emiliana Toro
Ceniza
El cielo con cenizas cubrió como manto a Gabriela ¿Es esto lo que nos queda realmente de civilización? En su imaginación pudo observar el verde y el río, pudo encontrarse en aquellos años de inocencia, antes del primer día y el suceso que lo cambiaría todo. Por un momento volvió a sentirse niña, los aromas, la calidez, todo la empujaba lejos de aquel páramo desierto. En su palma se dibujaba una nueva herida ¿Podía sentirla? Ya no se acordaba del dolor. Una lágrima nació en su ojo izquierdo y cayó por su mejilla, al escuchar una voz en su espalda:
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- Por Daniel Vélez
Cada comienzo de año voy a ver a mi médico, que alinea mis centros de energía y me prepara para enfrentar el nuevo período. Como siempre, me saluda casi sin mirarme; sé que me ausculta con varios tipos de percepción y que como mujer le gusto, pero hemos llegado a un entendimiento tácito de no incluirnos en nuestras aspiraciones románticas, por el bien de ambos. A través de los años, entre los dos se ha establecido una cofradía que linda con lo secreto. Luego del saludo, se establece entre nosotros una vieja complicidad, que nos permite tratar asuntos inusuales: sabemos que no somos comunes.
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- Por Sara Harb
Selección de poemas por Marcela Arias Garzón
CUARENTENA
Tengo una ciudad adentro con amplios bulevares donde pasean los pudores
y callejones oscuros donde aguardan mis pecados
Tengo parques con columpios y subibajas donde se divierten inocencias
y desaciertos como edificios a cuya sombra crecen mis miedos
Y tengo también vidrieras a cuya luz se entretienen las risas
Y más allá
Tengo un palo de mango en el que guindo una hamaca para mecer mis recuerdos
Y un sendero en la playa como un amor sin destino
Un mar que se lleva mis culpas
Y una montaña en la que soplan vientos para elevar rebeldías
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- Por Marcela Arias Garzón
Los gatos existen para ser amados.
Los gatos no sirven para amar.
Los gatos sólo saben ser amados.
Darío Jaramillo Agudelo
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- Por Paloma Pérez Sastre
Henry David Thoreau (1817-1862) es ese hombre que a los diecinueve años, en la ceremonia de recepción de su diploma de bachillerato en letras, proclama en voz alta: « Este curioso mundo en el que vivimos es más maravilloso que útil. Ahí está, no tanto para que lo utilicemos, como para que lo gocemos y admiremos. El orden de las cosas debería ser invertido: el séptimo día debería ser para el hombre el del trabajo, en el que se gane el pan con el sudor de la frente, y los seis restantes su domingo consagrados a lo que le gusta, así como a su alma...» (Bazalgette, 31).
Y un año antes, en 1835, escribía: «Nuestro indio es mucho más hombre que el habitante de las grandes ciudades. Vive como hombre, piensa como hombre, muere como hombre... El segundo es instruido, sin duda. La instrucción es una invención del arte, pero no es esencial a la perfección: es incapaz de educar...» (Bazalgette, 30).
Esas dos citas nos revelan a Thoreau por entero. Su vida será una explicitación, una ramificación en profundidad de esas convicciones primigénias, juveniles. Resulta difícil encontrar un caso de integridad similar, una terquedad y obsesividad ética parecidas, y tan bien formuladas.
Thoreau es un ejemplo destacado de desadaptación lograda. Alguien que «vivirá la paradoja», tal como lo anota uno de sus biógrafos, «de pasar cuarenta años de aventuras en el reducido perímetro de un villorrio. Catorce volúmenes (1) de un Diario íntimo, cinco o seis libros inmortales demuestran el éxito de la opción.» (Regis Michaud, 108).
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- Por Freddy Téllez
La ciudad interior
Freddy Téllez
Novela
Pág.: 160
Sílaba Editores
ISBN: 978-958-5516-29-8
2020
La ciudad interior es un libro polifacético. Ya desde la forma se desdobla en dos partes: una novela y un ensayo, “La prosa de las ciudades”, que le sirve de epílogo. Ambas unidas por la misma inquietud: relatar la ciudad como escenario donde el ser humano explaya todas sus angustias, alegrías, perturbaciones, teniendo a la literatura de fondo, como oficio, obsesión y vocación. Dicha cualidad se lleva al extremo más vanguardista cuando el autor fragmenta su discurso en dos columnas que discurren paralelas en forma y contenido para expresar los dos grandes temas de esta obra: la escritura y la ciudad.
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- Por Freddy Téllez