Literatura
Jorge Luis "Coco" Serrano, Perú (1974). Vive en España desde el 2004, donde trabaja en todo y mucho. Es comunicador social, guionista, poeta y fotógrafo. En Madrid trajo al mundo a su primer poemario: Cotidianidades esquizofrénicas con la editorial Amargord. Ha expuesto en distintas oportunidades: "Fotopoesía" en donde mezcla poesía, fotografía, música y teatro. Forma parte de Lavarca ebria, colectivo itinerante de poesía. Piensa que la fotográfica es el medio instantáneo para capturar poesía, ya sea, en la cotidianidad absurda de la vida, en la sensualidad femenina o en la singularidad de la muerte. Prepara su primer largometraje: Lima, ciudad purgatorio y la historia del pescado furioso y su segundo poemario: Le mouvement o la honda del alma en el cual incluye fotografías y extraños dibujos de personas raras, malvadas y buenas. Aún no ha muerto, pero está en eso, mientras tanto sigue rodando cortos.
- Detalles
- Por Jorge Luis "Coco" Serrano
El blocao
Novela de la guerra marroquí
José Díaz-Fernández
116p.
Edición Crítica, Notas y Comentarios:
Victor Fuentes
El blocao, Novela de la guerra marroquí, de José Díaz Fernández, constituye uno de los más felices ejemplos de la estética modernista-vanguardista en la literatura hispánica peninsular.
De una manera hábil y elegante el autor logra su meta explícita de «sobre una falsilla de recuerdos [...] interesar al lector de modo distinto al conocido; es decir, metiéndolo en un mundo opaco y trágico, sin héroes, sin grandes individualidades, tal como yo sentí el Marruecos de entonces».
Para algunos críticos novela corta, colección de cuentos o narraciones para otros, esta obra cumple con la expresa intención del autor de «hacer una novela sin otra unidad que la atmósfera que sostiene a los episodios». El resultado es una verdadera joya literaria, una de las novelas españolas de los años 20 que logró el mayor éxito de público y de crítica en su tiempo, para ser luego injustamente olvidada durante años.
Claramente dentro de la tendencia de la novela pacifista, en auge tras la primera guerra mundial, con El blocao José Díaz Fernández, fuertemente comprometido con la estética Modernista-Vanguardista, destaca del futurismo su ímpetu destructor y revela cómo la ausencia de los elementos constitutivos de la novela convencional -detalladas descripciones, argumentos, desarrollo cronológico y caracterización psicológica de los personajes- no impide involucrar al lector en una originalidad vivencial a lo largo de los siete fragmentos que constituyen la unidad de la obra.
El resultado es una literatura de avanzada de altísima calidad, que combina los logros de las vanguardias artística y la política.
- Detalles
- Por José Díaz Fernández
Buero Vallejo-Sastre-Arrabal
Historia de una escalera - Antonio Buero Vallejo
Escuadra hacia la muerte - Alfonso Sastre
El cementerio de automóviles - Fernando Arrabal
340p.
Edición Crítica, Notas y Comentarios:
Victor Fuentes
Pese a la censura durante el Régimen de Franco, y tras una purga casi total, con exilio a la mayoría de los artistas e intelectuales destacados, el proceso evolutivo en el plano del arte y la cultura no se detuvo en España.
En los años '40 y '50 se fue dando una renovación en la cual son fundamentales los tres dramaturgos y sus obras que incluimos en este volumen. El caso de Arrabal, estrenando fuera de España y en francés, aunque casi todas sus obras fueran escritas y concebidas en español, es todo un ejemplo de que la literatura española mantuvo una continua vigencia en el exilio.
Vincula a estas tres obras, además, el hecho de ser tragedias, algo nada común en el teatro español, y menos en esos años en los que dominaba la comedia, tan apropiada para evadir la dramática realidad político-social.
- Detalles
- Por Ana María Matute
Cada verano la misma vaina. Dormir en el sofá de madera y mimbre sin colchón, observar el vaivén de los enormes senos de la tía Carmelina, y de vez en cuando, jugar en el alcantarillado con los niños del vecindario cuando ella me lo permitía. Papá siempre me acompañaba cabizbajo a la estación de ferrocarril para tomar el tren que me llevaría a Minas-Pueblo Nuevo. Nada era nuevo, solo calles de tierra y casas con portales de madera para que la gente no se enlodara durante la temporada de lluvia. Papá me arrastraba con la mano colocada sobre mi cuello evitando los vendedores ambulantes que proponían empanadas de carne y pirulís, hasta que llegábamos al vagón de segunda que me llevaría a pasar el verano con la tía Carmelina. Papá nunca se despedía, me colocaba enfrente del vagón y desaparecía.
El viaje a Minas lo definía mamá como tiempo de vacaciones.
-Es para que engordes y tomes mucho sol.
Mi interpretación era diferente, que los tiempos eran precarios y que una boca menos en casa era mejor que una boca más. "Tiempo muerto" es lo que llamaban al desempleo.
La tía Carmelina y el tío Armando eran propietarios de una Bodega; el antiguo salón de la casa transformado en lugar de negocios. No había mucha mercancía para vender, un gran saco de arroz y otro de frijol negro dominaba el reducido espacio. Varios racimos de plátanos verdes colgaban enganchados del techo. Sobre una gran nevera había colocado en fila una serie de botellones de boca ancha repletos de caramelos de diferentes colores. Dos carteles anunciaban ¡Cerveza Polar. Bien fría! Todavía Carmelina no había inventado el durofrío. Carmelina era gorda y alta. Tenia una personalidad fuerte, y sólo se le notaba el lado sensible cuando lloraba, lo cual era frecuente cuando se creía sola en la cocina. La historia de su vida nunca fue ni clara ni transparente. Característico de mi familia, mucho misterio y pocas explicaciones. Claro ejemplo fue cuando mi hermano menor anunció que había descubierto que era el primogénito. Cuando pedí explicaciones ante tal evento me respondieron que no había nada que comentar.
- Detalles
- Por Emilio Mozo
Inédito
Soñé que me había marchado. El cielo está nublado. Papá ha desaparecido en el aeropuerto. "Seguro que se ha perdido", dijo mamá sin convicción. El único recuerdo que me queda de ella es su adiós ondeando el antiguo pañuelo de encaje heredado de la tía Carmelina.
Anuncian el descenso.
Soy Humberto. Dieciocho años. Destino: Canadá. Sólo hablo español y desconozco la historia del país. Algo había leído sobre un tal Padre Llorente, quien había tratado de evangelizar a los esquimales en otro siglo. Desde entonces quise ser como él, emularlo y propagar la palabra de Cristo.
Me veo pasando por aduana e anmigración; camino por pasillos interminables. Llevo unos carteles de cine bajo la axila y con el otro brazo arrastro la incómoda maleta que tiene una rueda de plástico rota. Desde la pasarela rodante observo en dirección contraria a esa gente tan diferente a la que estoy acostumbrado a ver: dos esquimales sin rostro, enfundados en sus parcas. Los jugadores exageradamente altos de un equipo de básquet se me adelantan apresurados. Un tipo vestido al estilo hip-hop se vuelve y me mira sin demostrar ninguna emoción.
- Detalles
- Por Emilio Mozo
Toma demasiado tempo saber onde a dor guarda seus ossos.
Recortar os verbos, reconhecer as vozes melhor identificadas com cada conflito, sussurrar pequenas mudanças de comportamento.
Os rostos foram se resignando a uma expressão teatral.
Eu não te via senão como fatias de sombras, resquícios, pormenores da memória, onde eu ia rabiscando a minha dor.
Quando avistei o primeiro sinal de tua vida, eu já havia desistido de ser humana.
Fui reconhecendo teu ser aos bagaços.
Muito do que me chegava se confundia com o que eu passei a imaginar como sendo meu filho.
Não creio que tenhamos deixado nada um para o outro em manuscritos.
Por vezes o que recuperamos na vida tem a ver com seu sentido abissal de imitação.
Nunca saberei se és meu filho perdido ou a imagem idealizada do mesmo que acabo de encontrar em um lote de réplicas.
Imitamos o futuro.
Como acreditar no passado?
Não importa.
Tu estás aqui em algum lugar.
Eu já não estou em parte alguma.
- Detalles
- Por Floriano Martins
A noite estava acesa em nossos corpos e o frio com seu violino convincente
me punha a pedir que pousasses em meu peito o que houvesse de melhor no século
que acabara de nascer em tuas mãos. Em uma noite dessas em bem poderia
roubar um verso de Jim Morrison: I can't live thru each slow century of her moving.
A leveza de tua pele atiçava em mim um estranho desejo de retornar ao local
do crime, onde o teu olhar aguçava as horas mais inesperadas para me excitar.
- Quantos pecados nós podemos cometer de uma só vez estando aqui?
O chá bem quente desperta as sombras bailarinas a caminho do abajur.
Recordo que os teus lábios improvisavam um abrigo para meus beijos.
Porém tudo passava tão lentamente que sequer parecia haver começado.
E quando a tua boca sussurrou o meu nome foi como se jamais o houvesse escutado.
Aquela noite tinha um truque que encerrava um mistério dentro de outro.
E dentro de cada um deles um outro lentamente se instalava e ali em seu íntimo
nos víamos com tanta nitidez como um improviso de seres dentro da noite.
Então puseste em minhas mãos um colar de sementes que trazias ao pescoço.
Eu sei que não posso acompanhar o século que desatas com teu movimento.
Porém aquela noite foi como uma antecipação de tudo quando um dia eu vivi,
e ainda hoje sinto o mesmo desejo de roubar aquele verso de Jim Morrison.
- Detalles
- Por Floriano Martins
Reúno os espelhos necessários aos vislumbres intensos do desejo.
Esta noite saberei onde aquecer o estoque de gretas que trago consigo.
Há muito venho catando em bastidores os tons mais secretos, as cores mascadas com a aurora, pequenas silhuetas que indagam por prismas esquecidos.
Ela me desnudará como um repertório de enigmas.
Seus cabelos ruivos ondulam o horizonte: uma música rara tecida enquanto os espelhos ajustam seu entendimento da vertigem.
Santuário de vultos extraviados, oratório de pernas, sermões da volúpia, a tudo ela se antecipa e palmilha os ossos da noite como se fosse um pomar de suas antevisões.
Recolho as vinhetas, o estranho relicário de balbucios, e seu corpo inunda o meu de atrações.
Cada uma das fases lunares tatuadas em sua pele.
Tempo e espaço refeitos como labirintos famintos.
Ao beijar seu espinhaço descubro entre vértebras ninhos de janelas que são como pássaros nascidos dentro do vôo.
Ela me abraça e é como se pela primeira vez eu tocasse o centro do que me é inevitável.
O abismo, a fagulha, a memória, em cada oásis ela reconhece a metade precisa de tudo quanto necessito.
E brinca com o sol como uma criança com seu peão repleto de luzes.
Eu a beijo e os deuses sorriem, tornando a crer no mito.
- Detalles
- Por Floriano Martins