Clara Janés - Domingos de poesía

Clara Janés (España, 1940). Poeta, novelista, ensayista y traductora catalana. Entre otros galardones obtuvo el Premio Jaime Gil de Biedma en 2002, el Premio Francisco Pino de Poesía Experimental en 2011 y el Premio de Poesía de la Universidad de León en 2014. Su trabajo poético entremezcla elementos sensoriales, místicos, artísticos y científicos, expuestos de manera precisa con un lenguaje selecto, imágenes evocadoras y significados simbólicos. Puntos nucleares que conforman sus poemas son las dimensiones atemporales, la unicidad de lo inmanente con lo trascendente y el mundo de lo desconocido. El imaginario poético y la personal concepción del universo de esta autora configuran una obra de carácter único.

 

Columna del infinito

Levanta el índice, Brancusi,
y delimita el vuelo de los pájaros
ahora que anochece.
Con tu ecuación perfecta
que proyectada en alto
dará siempre infinito
—la concretes en cien, cincuenta o
veintisiete eslabones
más eslabón truncado—
distribuye
los espacios furiosos
que acechan
el ocaso.

               (En busca de Cordelia y poemas rumanos, 1975)

 

 

Gato compañero

No hay nada de ficción,
apenas un diálogo mudo,
no hay comunicación
ni comprensión siquiera del dolor,
no hay compasión.
Hay sin embargo un destino tenaz
de abandono impotente
a seguir siendo

en manos no de lo desconocido
sino de lo absolutamente incognoscible.

               (Libro de alienaciones, 1980)

 

 

Calcedonia

A María Victoria Atencia

La piedra que su forma se sacude,
emula el agua y lo fugaz dibuja,
es a su ser de grávida materia
como la voz
que rebasa de los labios el momento
para tornarse espacio en vibración sonora.
Sin límite ninguno a través del poeta
nace el poema en cuerpo deslumbrante
mientras aquel se calla pudoroso,
todo entrega del don que le hace humilde.

               (Vivir, 1983)

 

 

Amatista

Hurta al rojo su ardiente y noble vena
y al azul la devota condición
y con ambos ornatos constituye
el destello violeta.
Opuesta a la ebriedad es su hermosura
que a los lirios efímeros ofende,
perfecto poliedro que al juicio
el equilibrio presta.

               (Lapidario, 1988)

 

 

[Por el más alto punto…]

Por el más alto punto de la noche
bandadas de cigüeñas
como un alado río deslumbrante
cruzan la negra bóveda.

Y se desploman los espacios.

               (Rosas de fuego, 1996)

 

 

[Las nubes…]

Las nubes ceden a estrellas,
las estrellas forman fuegos,
los fuegos incendian nubes
y por los espacios giran
discos y planos y esferas
en espirales ascensos,
desapariciones súbitas,
caídas y retrocesos,
sonámbulas simetrías,
urentes círculos tensos
por un radio indetenible.
Los fuegos incendian nubes,
las nubes ceden a estrellas,
las estrellas forman fuegos.

               (La indetenible quietud, 1998)

 

 

22

No descubro la ecuación
que invierta
la desencadenada tormenta
que causó
el aleteo de aquella mariposa.
El algoritmo deseado
se esconde entre las nubes.
Y el rayo sonda
que partió a la zaga
de la aparente levedad
se pierde en el infinito
de los puntos suspensivos.

               (El libro de los pájaros, 1999)

 

 

ARCÁNGEL DE SOMBRA
(fragmentos)

[Desplegó…]

Desplegó una sábana azul
que abarcaba todos los ocho cielos
salpicados del oro de los astros
y me envolvió, y así mismo, en ella.
Y como el eterno firmamento
me abrazó.
Y se adentró en mi vida
y en aquella noche
la deshojó hasta la tersura del alba.
Con el tacto del más leve pétalo
se dobló su cabeza en mi cuello,
sus bucles negros
emitían un aroma de abismo.

[Vi los dos mundos…]

Vi los dos mundos
dibujados en su frente:
dos enigmas
que se abrían
en oscuros valles melodiosos.
Lo ignorado robó mi corazón.

               (Arcángel de sombra, 2000)

 

 

CAVERNA DEL ARCO IRIS
(fragmento)

[La serpiente…]

La serpiente era verde.
La vi cuan larga era
—ella y yo, de pronto, en el jardín—.
Todo en mí se detuvo
¡Qué hostil era la tierra!
¡Qué temerosa la verde hojarasca!
¡Qué denso el aire verde que me acristalaba!
Mi sangre verde
destellaba pánico y asombro
y me llenaba de aquel conocimiento…
La serpiente era parda, dice mamá
que me seguía.
Yo digo que era verde, verde esmeralda.
Tal vez en mí
era ya una serpiente dibujada.

 

 

PAISAJE VERTICAL
(fragmentos)

In memoriam Andréi Tarkovski

[Una estría…]

Una estría de luz
quiebra el silencio raso
y asciende el rubor
hacia las formas
ocultas en el aire.
Sigiloso, entre puntos de rocío,
se abre un aliento
en la flor de la roca.
Eres tú que murmuras
cruzando con el alba
el linde de lo oscuro:
No temas,
la muerte solo está en la vida,
aquí se alza
el perfecto equilibrio de la nada.

[La noche…]

La noche una vez más
y en la negrura despoblada
se abre una brecha
hacia abandonados paisajes.
Incierto, se esboza un horizonte.
Un jinete recorre la línea del olvido.
Un Jacinto resucita
entre las huellas enmuradas por la memoria
y el eco de un verso lejano
configura la palabra amor.
En la arrecida alcoba, su desnudo
posee los planos del espacio
y vivifica la hora,
mientras la hurraca duerme
y el centelleo del acecho nocturno
acompaña el canto vertical del ruiseñor.

               (Paralajes, 2002)

 

 

I

Cayó una estrella verde ante mis ojos
y sus chispas naranjas
señalaron el camino.
Los abedules se apartaron.
En mi vagar solitario por los bosques
acogí la señal.
Hubo sonidos furtivos,
un deslizarse entre las hierbas,
crujir de ramas…
Bajo el ala de la luna,
la maleza me guiaba.
Mi corazón, durante años dormido,
despertó.
Sentía una llamada.
Sentía el fuego más allá de la zarza.

 

 

3

               nigredo

Las fuentes
que de noche no duermen
musitaban el enigma.
No te detengas a su lado,
tú, cuyo objeto es vagar entre los pinos
cediendo lastre
hasta la desnudez.
El abandono de la materia
es tu meta,
pura disolución.
Acércate tan solo
a la hoja mojada por la lluvia,
al musgo
y a los limos del fondo del estanque;
busca la oscuridad más densa,
entrégate a su don,
que el ser ya no es pasado ni presente
ni futuro:
es ir hacia el no ser…

Mas ese errar por los bosques
se parece al infinito,
y mi andadura oscilante
dibuja su signo.

 

 

6

Vi un fulgor en la hierba.
La voz de un pájaro
clavó en mi pecho el sol postrero.
Descendió del azul
una música
y me retuvo con su lazada.
Quedó suspenso el tiempo.

 

 

59

               sublimatio

Un jardín ha surgido en el abismo
y ya el caballo asciende
y volamos por encima de las flores.
Pronto dejamos los frutales,
el heno amontonado,
las eruelas,
los silbos de los mirlos,
las perdices…
A nuestros pies,
nevadas cimas,
cráteres en llamas,
tenues lazos de humo,
parvas con fuegos bajos
que en vivas geometrías se definen,
ciudades silenciosas,
fuertes amurallados como insomnes gigantes
en medio del desierto,
y de nuevo las cumbres, extensiones de cedros,
las cálidas moradas de sus ramas,
montes labrados de estatuas de dioses,
doradas campanas,
y selvas, y manadas de cebras y jirafas,
las cascadas perpetuas,
aguas oscuras, altos acantilados,
oleajes de plata, la blanca y fina arena,
el mar que se endereza hasta ponerse en pie,
tan acerado,
los pantanos absortos,
los légamos extraños
y los bosques…
Y desciende el caballo hasta posarse
en la vecindad del lago.

               (Los secretos del bosque, 2002)

 

 

Escalantes

               Dos esculturas de Adriana Veyrat

I

La esquina me adelgazó
y la escalera
que entraba
en su ángulo recto
me condujo al punto
de la desaparición.
Pero ya en todo el espacio
me encontraba,
confundida con el aire.
Reconoce al dios del lugar
en el don
de la transparencia,
me dije.
Avanza hacia el misterio
de la negación de los bordes
donde nada arroja sombra.

II

Desciende
hacia el fondo de los fondos,
dejando atrás
la desbandada de ánsares,
el alimento estelar
y la sombra de una nube
llevaba por la corriente.
Avanza,
solo en descenso,
y más,
hasta cruzar el extremo,
hasta alcanzar
el sosiego
de la línea horizontal.

               (Fractales, 2005)

 

 

De las alas

Había un punto de luz, una vela encendida en la oscuridad. «Entra
en el misterio —dijo una voz—, coge las alas, ¡vuela!». Era el canto
de la sirena que emergía en las sombras y daba un doble salto en el
aire sin considerar mi estado: mis piernas quebradas, mis brazos
llenos de quemaduras. Entonces apareció la hoja finísima y afilada
de la luna. Esta es la hora de las cabezas cortadas, pensé. «¡Vuela!»,
repitió la voz. Y abrí el libro de Leonardo (Codex Atlanticus 70 b
rectus) y vi cómo en una retícula las cuatro varillas articuladas en
un punto podían describir el movimiento de plegarse y
desplegarse; vi las poleas y los hilos que hacían de intermediarios;
las fuerzas que podían contribuir al movimiento, los ángulos que
describían… Supe que ya no podría volar, no entendía las
ecuaciones.
              Me tendí en el suelo. Quizá la voz me elevaría con su aliento,
quizá me mecería en el aire antes de desaparecer.

 

 

Los números oscuros

Desde la primera noche hubo un mensaje oscilante, que se
mostraba y se ocultaba. Recogí su eco y lo guardé en un cofre: era
el primer número oscuro que llegaba a mis manos.
               Por entonces hubo también una respuesta: el segundo de
aquellos números. Igualmente lo guardé. Ambos, además, eran
candentes y no podían tocarse. No sumé ni resté, dejé que siguieran
su curso. Luego llegaron otros. De vez en cuando abría el cofre y
veía que habían aumentado y que se tranzaban y destrenzaban, de
tal modo que daba vértigo mirarlos.
               Fuera del cofre las ecuaciones eran distintas y algún día
pasaba todavía aquel pájaro que llevaba una flor en el pico y la
depositaba en mi pelo.
               Los números oscuros son cifra de lo incomunicable y a la
vez ensanchan la propia visión. Aún no han despejado todas las
incógnitas e incluso alguno se ha escapado del cofre, pero actúan
como espejos.
               Yo sigo sin tocarlos, respetando su orientación. Tampoco he
despejado mi incógnita: mis números, que son distintos, se
perdieron en el bosque de los secretos.

                                                  *

Cuando el cofre esté lleno no necesitaré hacer operación alguna:
sabré que el resultado es cero. Entonces lo lanzaré a las aguas y lo
veré alejarse como un barco cargado de amenazantes lanzas.
               No sé si ese cero que queda será blanco o negro, no sé si
algún día me permitirá volver a ver aquel sueño.

 

 

 

Del vacío

Me dije: el cero ocupa el lugar de una potencia sin contenido, y hay
en mí signos en espera que ocupan el de una o varias cifras por
venir.

              (Los números oscuros, 2006)

 

 

Los astros subterráneos
(fragmento)

               A Adonis

No está desnuda la piedra, alberga un signo, vestidura de lo sutil.
Por ello es ya dual. El espíritu de las palabras la llena de fuerza y la
impulsa al vuelo. E inmóvil gira por la soledad oscura, pero retiene
sus ecos.

               (Variables ocultas, 2010)

 

 

SAN GIMIGNANO
(fragmento)

26

Sobre el fondo de oro del ocaso,
vimos un cuervo
que conducía a un ángel
montado en su aureola.
En rosa y malva
ondeaban los pliegues de la túnica
y el pie ligero destellaba.
Desde el pico del ave
descendía un surtidor de letras.
Luego oímos un silbido leve:
la voz del mensajero
que al anunciar la vida
anunciaba la muerte.

               (Peregrinaje, 2011)

 

 

RELATIVIDAD
(fragmento)

[los muertos…]

los muertos
regresan al origen
de la música
al número
y antes del número
ese punto a un tiempo
par e impar
y antes
no era silencio
que era una vibración
¿y cuando no había aire
dónde percutía?

               (Orbes del sueño, 2013)

 

 

PASIÓN
(fragmentos)

1

Esta ha sido una semana
con dos hexágonos.
Cuando llegó la cifra siete
puse el pie en el infierno y su metamorfosis.
En la llama, que era ya una rosa,
te amé.
Entramos en el ser y no ser.
El felino acechaba.
En tus ojos
se fundió la esmeralda
de la visión.

4

Metros y metros
bajo el suelo de la luna.
Allí éramos transparentes
y sabíamos que al no tener fronteras
nos cruzábamos
pero no nos encontrábamos.
El ámbar oculto
engendró una melodía,
empezó a girar.
El maestro cogió el compás:
sus lágrimas cristalizaron
según la forma
de romboedros
de hematites.

 

 

CONOCIMIENTO
(fragmento)

9

Mi pie es el pie de la primavera
de Botticelli
en el prado de campánulas
cuando lo besas,
alabastro sagrado
para tu boca
ávida del cáliz,
licor candente,
ascua luminosa,
que no cuenta los pasos
enjoyados de rubíes,
fórmula secreta del árbol corporal
confundido por la luna
de lobos
que se acechan
heridos
mortalmente
de amor.

 

 

ALEGRÍA
(fragmentos)

5

Bosque o mar o río,
todas las plantas, los animales,
los montes todos,
y las arenas,
cristales concordes,
microscópicas cifras
de una integral única,
coalescencia invocada
por el soplo interior
de la materia.

7

Un exhalar del arpa
y el canto en tres colores
salta de las cuerdas a los vientos,
nubes en giro,
alientos creadores
que se mueven
en el difuso espejo del aire
al que todo asciende;
vórtice donde se mezclan
los caminos y los orbes;
y el lobo morador
y la jirafa blanca
custodian la rotación
y pasan las aves migratorias;
y somos las aves
y los árboles donde se posan
y el firmamento y la tierra que acoge
la dulce cornalina,
pluriexistencia sin lindes,
nimbos destramados
abriéndose
a cuanto sin cesar
amanece.

               (Ψ o el jardín de las delicias, 2014)

 

 

Y LA QUIETUD

DIJE a la fuente seca
que el recuerdo del agua
se hallaba en el plano de la nube.
Llegó un viento
y lo barrió.
La claridad descendía…

¡Persigue las líneas
de su movimiento,
aunque sólo movimiento
alcances!
Tu boca se llenará
de aliento de vida,
y de números y flores…

Pero, inasibles,
las cifras y las plantas
se fundían.

Dije a la fuente seca:
hay manantiales ocultos
incluso en campo baldío.

Y la quietud
es el punto microscópico
del movimiento
elevado al infinito.

               (Estructuras disipativas, 2017)

 

 

Luz, más allá

Y no por el hielo negro
y no por hielo
que sea muerte
por rabioso fuego
que prende ya en las raíces
del árbol
que desde el hondo desgarro
de la raíz de la tierra
me sostiene
eco que me vivifica
mientras entrego el aliento
voces en llamas
te llaman
desde mi fondo
de fuego lenguas
que no por hielo
que no por el hielo negro
tu acristalada blancura
cisne de amor
incandescente en mi canto
se aposenta
centellas voy hacia el aire
voy hacia ti llameando
que no por el hielo negro
cisne de aire
cisne de aire
y silencio

               (Kamasutra para dormir a un espectro, 2019)

 

clara janes foto 350Clara Janés (España, 1940). Poeta, novelista, ensayista y traductora catalana. Entre otros galardones obtuvo el Premio Jaime Gil de Biedma en 2002, el Premio Francisco Pino de Poesía Experimental en 2011 y el Premio de Poesía de la Universidad de León en 2014. Su trabajo poético entremezcla elementos sensoriales, místicos, artísticos y científicos, expuestos de manera precisa con un lenguaje selecto, imágenes evocadoras y significados simbólicos. Puntos nucleares que conforman sus poemas son las dimensiones atemporales, la unicidad de lo inmanente con lo trascendente y el mundo de lo desconocido. El imaginario poético y la personal concepción del universo de esta autora configuran una obra de carácter único.

 

 

Material de consulta
Acecho del alba. Madrid: Huerga & Fierro, 1999; Movimientos insomnes: antología poética 1965-2014. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2015; Huellas sobre una corteza / Ψ o el jardín de las delicias (Plaquette). Roquetas de Mar: Aula de Literatura, 2018; Estructuras disipativas. España: Tusquets, 2017; Kamasutra para dormir a un espectro. España: Siruela, 2019.

 

"Domingos de poesía" es una idea original del poeta Sergio Laignelet, colaborador de Aurora Boreal®. Se publica semanalmente. Toda la selección y cura de los materiales por Sergio Laignelet.

sergio laignelet 250Sobre Sergio Laignelet
Sergio Laignelet (Bogotá, 1969). Poeta colombiano residente en Madrid, editor, corrector de estilo y ortotipográfico de publicaciones educativas y culturales. Libros publicados: That's all Folks! (poemas animados). Madrid, 2017; Cuentos sin hadas. Canarias, 2010; Carnaval (plaquette). Bogotá, 2007; Malas Lenguas. Bogotá, 2005. Ediciones bilingües de CSH: Danés: Omvendte eventyr. H. Krarup trad. Copenhague, 2017; Francés: Contes á l’envers. R. Durand trad. Toulon, 2015, y Colomiers, 2017 (además, poemas suyos han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, sueco, finés, polaco y japonés). Antología editada: Gatimonio: poemas de gatos de autores hispanoamericanos. Madrid, 2013.

Poemas de Clara Janés. Selección de poemas: Sergio Laignelet. Material enviado a Aurora Boreal® por Sergio Laignelet. Publicado con autorización de Clara Janés y Sergio Laignelet. Fotografías Clara Janés  ©  Clara Janés. Fotografía Sergio Laignelet © Lorenzo Hernández.

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