Receta para amar a Bogotá

oscar dominguez 001Amar a Bogotá en sus 475 años es haber convertido en sueño bogotano el insomnio
americano o europeo Amarla es haberla escogido como Ítaca para pegar
en ella el grito de independencia doméstico

Amar a Bogotá es estar muy agradecidos con don Gonzalo
Jiménez de Quesada por haberse levantado con vena de fundador aquel día de
agosto, un mes con piel de viento Es trepar a Monserrate, pie en tierra y promesa en mano.

Es quererla con ropita y sin ella, o sea, con sus virtudes, pero sobre todo con sus defectos. Como si fuera una novia difícil.

Es caer en
la tentación de darse un septimazo.

Es tutearse
con la historia taconeando en la
Casa del Florero donde arrancó la independencia gracias al
mal genio del chapetón González Llorente.

Es haberse
acostumbrado a su clima anárquico y a su frío soportable.

Amar a
Bogotá es llevarse su clima a tierra caliente para que no nos haga falta.

Es creer
los pronósticos meteorológicos con un paraguas debajo del brazo.

Óscar Domínguez. Colombiano de 68 años. Es casado, tiene dos hijos. Es abuelo irresponsable de repetidos (mellizos) australianitos y de una nena nacida en Rio de Janeiro. Ha trabajado como reportero en prensa, radio y televisión. Cuelga cosas en su blog www.oscardominguezgiraldo.com y en @kikirikioscar. Actualmente, el pensionado Domínguez colabora con algunas publicaciones.

Es mantener
virgen, a 2.600 metros
menos lejos de las estrellas, la saudade
por el corral nativo.

Es llegar a
hacer visita de médico a la capital por unos días y quedarse para siempre

Es visitar "nuestras raíces" en el Museo del Oro.

Es
redistribuir a la brava el ingreso con raponeros de la Carrera Décima, o con
atracadores – plusmarquistas de los cien metros planos- en la Décima o en San Victorino.

Es respetar
la cebra que nos legó el alcalde Mockus para que aprendiéramos a respetar las
señales de tránsito.

En caso de trancones
o tacos, es hacer cursillo para santo Job.

Es sacarle
la piedra a la burocracia de FENALCO
comprando contrabando en los sanandresitos.

Es derramar
una furtiva al pasar por sitios donde
fueron sacrificados Uribe Uribe, Gaitán, Luis Carlos Galán, Lara Bonilla, Gómez
Hurtado.

Es conocer
al vecino, saber cómo se llama, adivinarle el grupo sanguíneo, saludarlo en la
incómoda claustrofobia del ascensor, darle una mano.

Es repetir
el viejo estribillo para desembarazarse pronto de alguien, incómodo: "Déjate
ver para atenderte" o: "¿Cuándo almorzamos?".

Es haber
sido arrollados alguna vez por los escoltas presidenciales y/o de otros
funcionarios de media petaca que disfrutan de su cuarto de hora en la nómina.

Es
demorarse para entender que, en la jerga bogotana, un chino es un niño, no un bípedo ojirrasgado
venido del punto cardinal donde despierta el sol con los ojos empiyamados.

Es tener a
la mano la vieja e hipócrita muletilla: "¡Qué rico verte!"

Es recordar
que – en caso de citas- las doce del día es a la una, y las cinco de la tarde,
a las seis.

Haberse
tomado miles de fotos con sus parientes y amigos frente al Palacio de Nariño.

Es haber
estado cerca alguna vez de los zapatos rojos, chéveres, de camaján, del Cardenal de turno.

Es saber dónde
sigue la rumba pagana, prohibida, cuando se acaba la mockusiana hora zanahoria.

Es haber
adoptado como fugaz hotel de cinco estrellas la banca de algún parque.

Es
"levantar el Corazón a Dios y pedirle mercedes" enla Iglesia deLa Porciúncula,La Pórciun, para sus íntimos.

Amar a
Bogotá es haberse puesto citas de amor en la Jiménez con Séptima, o en el Edificio Avianca al
que una mañana le dio por arder, o en la esquina de El Tiempo.

Es haber
almorzado corrientazo o ejecutivo en el centro o Chapinero.

Es haber
conseguido chanfa bajo el sol en esta plaza.

Es no
quedarle mal a la ciudad que nos dio casa, carro y beca.

Amar a
Bogotá es tener hijos rolos pero bautizados rapidito en la parroquia de origen
de sus mayores.

Es llevar el honroso título de "vecino" otorgado por el
tendero de la esquina.

Es no haber
aprendido nunca a tutear ni a ustedear a la bogotana.

Es haber
escuchado la voz de los poetas en la
Casa de Poesía Silva bajo la mirada cómplice del suicida José Asunción y de su hermana Elvira, "bella
solo de perfil".

Es haberle
colaborado a un gamín para el almuerzo, no para el pegante.

Es haber
tenido embolatadas la comida y la dormida.

Es haber
tintiado en "El Automático" o en cualquier otro tertuliadero.

Amar la
ciudad de Don Gonzalo es escuchar la canción "Los cucaracheros" y de inmediato ordenarle a los pelos que se pongan de punta.

Es no
rebajarles madrazo a los ladrones de tapas de alcantarilla.

Es comer
pescado en el sur, carne en el norte y
piquete en cualquier parte.

Es evitar
que la varias veces centenaria capital se tenga que agachar para recoger
basura.

Es ir a un
clásico entre Santa Fe y Millos a hacer fuerza por el que gane. O a sufrir, a
través de la radio, por el equipo de
nuestra tierra.

Amar la
metrópoli chibchombiana es pecar
gastronómicamente devorando las jijuemil variedades de empanadas que
ofrece el Wall Street callejero.

Es haberle
oído decir a un clásico cachaco o rolo bogotano: "Ala, mi rey".

Es deberle
más de una felicidad dominical a la
Media Torta, destino obligado – y gratuito- de los artistas
que nos visitan.

Es haberse
mirado en los bellos y repetidos ojos de una rola.

Es no coger
el bus en mitad de la cuadra, ni bajarse en cualquier parte con la alegre complicidad
del conductor.

Es haber
hecho el cursillo para "racimo" humano
en bus o transmilenio.

Es haberle
escurrido el bulto a los derechos de autor comprando libros, música y yerbas
afines en el mercado pirata.

Es darse el
caché de toparse en la calle con algún artista de la televisora.

Es haber
comprado esmeraldas en la calle 14, y
más recientemente, enla Avenida Jiménez.

Es grabar
una Citycápsula.

Es añorar a
la Loca Margarita,
al troley, al bobo del tranvía, y haberle echado plata al sombrero del Artista
Nacional y a su secretario perpetuos en sus presentaciones en el Parque
Santander.

Es tocar
madera para que al alcalde de turno le vaya bien en su año.

Es tener
memorizados en el disco duro los restaurantes de la comida regional, por aquello de que la nostalgia
entra por el estómago y "al marrano, con lo que lo crían".

Es haber
votado en algunas presidenciales por las
"tesis" del profesor Gabriel Antonio Goyeneche.

Es no
pitarle en la nuca al automovilista que está delante de nosotros, una centésima
de segundo después de que cambie el
semáforo.

Es haber
hecho parte de la familia Miranda, o comprado, en las librerías "agáchese" o en
los mercados de las pulgas.

Es comerle
cuento, cada cuatro años, a los politiqueros de todos los pelambres.
Es haberle
perdonado a la ciudad todos los aguaceros que nos ha echado encima.

Es habernos
hecho tomar inevitables fotos de ponchera con "el marco" de las palomas dela Plaza de Bolívar al fondo.

Es
despotricar de cualquier gobierno a
cualquier hora en cualquier parte.

Es tener en
la hoja de vida gastronómica muchos ajiacos dominicales y uno que otro puchero
santafereño.

Es hacerle una
venia de admiración al transmilenio, ya
que la burocracia tarda en meterse la mano al dril para que le platica alcance
para el urgente metro.

Es devolver
a la alcaldía los libros de la campaña "Libro al viento" que uno puede retirar
en alguna estación de transmilenio como si fuera un condón.

Es haber
comido tamal con chocolate en "La puerta falsa" a un costado dela Catedral.

Es haber
curado tusas de amor contratando o escuchando serenateros enla Caracas.

Es haber bebido
chicha en La
Perseverancia y pola (cerveza) en cualquier parte.

Es haber
espantado un guayabo a punta de refajos y cuchuco con espinazo en algún
desayunadero de esos que funcionan 24 horas.

Es haber
comido pescado en el sur.

Es recitar
frente al espejo: "Allá en la Nueva Granda,
viajero, tienes posada muy segura, la del cura".

Es haberle
dado de comer al ojo viendo femeninos cuartos traseros de exportación en el
Parque de la 93 e intermedias, Vaticano del ego criollo..

Es saber
que aquí para todos hay.

Amar a
Bogotá es quererla "más que ayer pero menos que mañana"

 

Receta para amar a Bogotá enviado a Aurora Boreal® por Óscar Domínguez Giraldo. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Óscar Domínguez Giraldo. Foto de Óscar Domínguez Giraldo © Óscar Domínguez Giraldo. Este contenido ha sido publicado originalmente en www.oscardominguezgiraldo.com  . Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido.  Gracias por respetar los derechos de autor y la propiedad intelectual. www.auroraboreal.net

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