Cartas a la prole; papás de las tiras cómicas

oscar dominguez 002Hace años, un día del padre, cuando mis hijos Andrea y Juan tenían 8 y 5 años,
respectivamente, les dirigí esta carta:

Queridos "locos bajitos":

Qué rollo este de ser papá. Sobre todo porque un papá no es una mamá y allí empieza Cristo
a padecer.

Los papás somos menos taquilleros que las madres. Somos prescindibles
como los politólogos y las hamburguesas.
Pero al menos (¿¡) no somos envidiosos y les dejamos a ellas el
complicado protagonismo doméstico.

Uno se acuesta aliviado cualquier día y se despierta papá, sin ningún
entrenamiento previo.

Debería existir una Universidad en donde los padres saquen algún título
en su paternidad responsable, de la misma forma como a los abogados los
adiestran en los intríngulis de los códigos y a los médicos en las intimidades
del bisturí.

Tampoco hay dudas: al momento de casarse, el hombre debería presentar
diploma de buen catre y de papá. Muchos matrimonios se descuadernan por falta
de estos títulos. O por alguno de ellos.

Óscar Domínguez. Colombiano de 68 años. Es casado, tiene dos hijos. Es abuelo irresponsable de repetidos (mellizos) australianitos y de una nena nacida en Rio de Janeiro. Ha trabajado como reportero en prensa, radio y televisión. Cuelga cosas en su blog www.oscardominguezgiraldo.com y en @kikirikioscar. Actualmente, el pensionado Domínguez colabora con algunas publicaciones.

Mientras se llena este vacío, críos, seguiremos haciendo camino al
andar, leyendo, por ejemplo, a Zig Ziglar, quien no es ningún cantante de rock,
sino un experto en tratamiento de los adolescentes.

Me muero de la envidia de la buena de su condición de niños. Siempre
cambiando una ilusión por otra, no repitiendo sueños ni asombros, descubriendo
el mundo en cada mirada, faltando al colegio, soportando las primeras
emboscadas del amor, hablando eternidades por teléfono, mientras los "cuchos"
esperamos nuestro turno al bate.

Una autorización que de pronto
sobra: si no les dejo ejercer a fondo su condición de "locos bajitos" mándenme
al lugar adecuado, o sea, a la quinta porra.

Estoy agradecido con ustedes. Me hacen sentir más vivo a medida que sus
cabezas se van alejando de la tierra para subir algunos centímetros más cerca
del cielo.

Estar con ustedes, aparte de una delicia, es una forma exquisita de
volver a ser niños. Cuando a los padres nos tocó hacer ese oficio de pequeños,
estábamos tan chiquitos que ni nos dimos cuenta.

Con ustedes he vuelto a ser amigo personal de los parques, le he vuelto
a tomar cariño a la tienda de la esquina, los helados, las primeras lecturas de
Verne, Salgari. He vuelto a ser Tom Sawyer.

¿Me permiten una frase de exquisito cajón? No aspiro a ser su padre,
sino su cómplice o amigo. Aunque uno no es amigo del que quiere sino del que
puede. Estoy tratando de poder.

También cuando me vuelva demasiado "filósofo" o "consejero espiritual",
me pueden mandar a freír espárragos. Eso sí, ojalá con una cierta sonrisa.

En síntesis, como decía don Pedro Vargas –quien tampoco es un cantante
de rock- muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido.

 

CONFESION A LA PROLE (25 años después)

osacr dominguez 004Críos, nunca creí que llegaría el día en que les haría una confesión de
esta naturaleza a través de mi columna en el periódico. Espero que me perdonarán, que no se avergonzarán de su padre. Es casi un
secreto de confesión, para decirlo con la religión de mis mayores.

Me lleva a confesarles esta circunstancia la confianza que les he
tenido. De pronto alguna vez me hicieron alguna confidencia. Ahora me toca
hacérselas a mí. Quizás algo aprendieron de mí en la vida, por ejemplo, a
amarrarse los cordones o hacerse el nudo de la corbata. Ahora soy yo quien
desde hace un buen rato he empezado a aprender de ustedes.

Bueno, mucha cháchara y nada que suelto la confesión, el rollo, que
ojalá no los lleve a retirarme el saludo ni la mirada.

Simplemente, querido míos...han
empezado a cederme el puesto en el Metro, cuando estoy en Medellín, y en el
Transmilenio bogotano.

Al principio creí que lo hacían por equivocación,
porque algún pasajero estaba próximo a bajarse. Entonces no lo tomé a mal. Ni
siquiera agradecía el gesto porque lo asumía como un accidente de tránsito
dentro del vehículo.
Al principio, creí que la cosa no era conmigo. Miraba para otro lado.
Pero la historia ha vuelto a repetirse como dice una letra de ese "corruptor de
mayores" que es el bolero.

Y empecé a preocuparme: eso quiere decir, ni más ni menos, que la gente
me tiene como un viejito más, que hago parte de las estadísticas del Dane sobre la tercera edad, que me cobija la Ley que favorece a los mayores
de 62 años que promovió el ex alcalde y representante Omar Flórez, que ya mis
médicos son el proctólogo, el urólogo, en fin, esos bisturíes
humanos que nos dicen si somos o no "proustáticos",
si el riñón acusa fatiga de metal.

Me da culillo subirme al transporte público porque de pronto se repite
la historia. Antes creía que los que envejecen son los demás. De niño, también
creía que sólo los demás se morían. Ya no estoy tan seguro de ello.

No les pido solidaridad en esta hora, no tienen que llamarme o
escribirme para decirme: No cucho,
tú estás muy joven, mira que todavía fumas, tomas trago, eres fiel – y nadie
sabe si infiel-, no importa que te duermas parado, que chorrees la baba. Así no
me lo digan, gracias mil.

Una confesión adicional: Creo que hay algo peor que me cedan el puesto,
y es que ya empecé a aceptarlo, con estoicismo, con cierta alegría. Es más,
me enojo
cuando no me lo dan. Al que se queda sentado, impávido, le aplico la mirada 38,
le canto el Himno Nacional, para hacerlo parar. De pronto tengo éxito.

Espero no haberles bajado la moral con estas líneas que llegan a su fin.
Como dicen que decía Napoleón, perdonen que les haya escrito largo, pero no
tuve tiempo de escribirles corto. El taita que los ama.

 

RECETARIO DE VIDA

(Chicos
en el orden que se me iban ocurriendo)

Ser
agradecido

Vivir
con lo que tengo.

No
juzgar

Ser
tolerante

No
hablar mal de nadie

No
estresarse

Vivir
a la penúltima moda

Compartir
lo que tengo

Perdonar
y encimar el olvido

Llegar
media hora antes a las citas

 

PAPAS EN POCAS PALABRAS


Con estos viejos perfiles
me doy la licencia de felicitar a los taitas de familia que el domingo
sacaremos a pasear nuestros egos:

Homero
Simpson: En lugar de ser el papá de sus hijos, Homero parece el hijo de sus
propios hijos. En la historieta, los padres parecen clonados de sus ruidosos
muchachos. Los Simpson cambian el respeto a la autoridad por una partida de
bolos. Homero es un lapsus en su propia
casa. Podría no existir. Es más importante el pasajero de cualquier bus
de Springfield que el pobre hombre. Homero desacreditó el oficio de padre. El
gritón Simpson es él y su voz (por lo menos la que lo dobla al español). Para
un "lector" en español, no se concibe Homero sin su vozarrón y sin sus
quejumbres. Se le reconoce que le haya dado estatus al llanto. Él y su esposa
tienen cara, caminado, hablado, angustias de quienes jamás hicieron el amor.
Tuvieron sus hijos por correspondencia. La que se cruzaban de novios. El día
del padre Homero maneja el control a distancia del televisor cinco segundos
seguidos. Después vuelve a su anonimato.

Don Quijote de la Mancha: Habría sido el
mejor abuelo del mundo si hubiera recuperado la razón de su sinrazón. No sé
cómo le habría ido como marido de la sin par Dulcinea del Toboso, su dulce
enemiga, destinataria de la más bella carta de amor que nunca llegó a su
destino. El cartero – Sancho- nunca llamó ni una sola vez. Claro que a la
primera canita de amor al aire con su amada, este "invito vencedor, jamás
vencido", habría quedado liquidado.

Pancho, el marido de
Ramona: como don Fulgencio, nunca tuvo infancia. Pancho y Ramona no se casaron:
se fueron a vivir con sus propias monotonías. El hombre diminuto recibió la
mujer por cárcel. Su mujer también. Lo único rescatable de su matrimonio son su tabaco y sus fugas al Café
de Perico. Y Benjazmín, el cuñado que duerme al amparo de su quincena. Si a
Pancho nunca le alcanzó para la fidelidad, mucho menos para la infidelidad.
Rosita, hija única, puede ser del matrimonio de algún lechero madrugador. Lo
cierto es que Rosita no se parece ni a papá ni a mamá. Pancho y Ramona forman
la típica pareja que se casa para no caerse de la cama.

Lorenzo Parachoques,
esposo de Pepita: siempre serán felices
aunque nunca sabrán el porqué. Lorenzo fue flechado por Pepita en una
escasez que 'hubimos' de machos. En matrimonios como éste la mujer saca al
marido del anonimato. Como en el caso de María y José, padre de Jesús.
Parachoques es de esos maridos que nunca tendrán plata, ni estrés, ni úlcera,
ni nada. Si fuera por él se quedaría vivo toda la vida. Una mañana, al
despertarse, Pepita le dijo: "Mi amor, soñé que me comprabas un abrigo de
visón". Su respuesta fue contundente, como una muerte repentina: "Sigue soñando
a ver si conseguimos con qué pagar ese abrigo". Y adiós sueños.

Supermán: le faltó
criptonita sexual para hacer mamá a su novia, la reportera Luisa Lane, quien nunca escribió una noticia. Con
Supermán nació aquello de que si se maneja bien, la mujer tendrá novio para
toda la vida. Mister Clark Kent es el típico macho que prefiere trabajar a
hacer el amor. Si los ejecutivos de Internet siempre andan en junta, Supermán
anda desfaciendo entuertos, cual Quijote volador. La pareja se quedó soltera
durante mucho tiempo porque el hombre de acero, una mezcla de Jekill y Mr.
Hyde, nunca habría soportado que su Luisa hiciera el amor con su parte
perversa. Es la ética de las tiras cómicas. Finalmente decidieron acabar con el
amor y se casaron.

Eneas Flores de
Apodaca, simplemente Eneas: es el prototipo de esos mariditos oprimidos que no
salen de debajo de la cama "porque aquí se hace lo que yo obedezco".
Nunca sonríe y un hombre que no sonríe es capaz de matar a la mamá, dicen que
decía San Isidoro de Sevilla. Eneas es
de esos que no nació, sino que lo fundaron. Es sospechoso de todo un hombre que
conoció el mar, no en compañía de su esposa, sino de Benitín, su íntimo amigo.
Cuando vio el mar por primera vez, sólo se le ocurrió decir: y eso que no se ve
sino el agua de encima.

Jim (papá-mamá del gato
Garfield). Gracias a su gato, no
vive, sobrevive en los ratos de ocio que le deja el felino. Dicho de otra
forma, Jim es la mascota de Garfield, no al revés. Debería solicitar ayuda dela Sociedad Protectora de Bípedos.

El Fantasma (por
duende que camina): es lo que pudiera llamarse un buen tipo, que es de lo
peorcito que le pueden decir a uno. Para acabar con la sospecha de que se
extrovertía sexualmente con los enanos de la selva profunda, se dedicó a tener
hijos con Diana. Es el precursor de los maridos que ayudan a tender cama, lavan
los platos, aspiran, traen la leche, votan, sacan el perro a hacer pipí al
parque, recogen la caca, cambian de
pañales. Nunca aparecería en una lista de los que se beben a un traqueto.

Don Abundio: Si el voyerismo embarazara
sería de esos padres modelo que quieren tanto a sus hijos que a cada uno le
tiene mamá distinta. Don Abundio, se dedicó a ver pasar muchachas con el mismo
deleite que los filósofos ven pasar entierros, salvo el de ellos.

Olafo El Amargado: Nunca será carne de los
A.A. (Alcohólicos Anónimos). Es mejor marido Tarzán y mejor papá Homero
Simpson. El sueco Olafo no se casó con, sino contra Helga. Toda la quincena se
le va en cerveza, lo que no tiene nada de original, como el famoso pecado ídem.
Lo raro es que nunca se ha sabido un carajo sobre la educación sexual que le
dieron a su hija Astrid. Y que esto
suceda entre suecos es extraño. Bebe cerveza con tanto deleite que su
historieta cómica debería tener esta leyenda: el alcohol y Olafo son
perjudiciales para la salud.

Tarzán de los monos:
Es un papá ecológico que se niega a hacer el tránsito del bejuco al avión.
O siquiera al Transmilenio. Es un
privilegiado que a toda hora respira aire sin usar. Se tutea con los pájaros, como el hijo de un nobel japonés de
Literatura. No conoce la ciudad pero tampoco piensa volver a ella. Con Jane, su
mujer, comparte hasta la caída de una hoja. Sus hijos podían ser ministros del
Medio Ambiente. Familia como la de Tarzán que no tiene que pasar la calle ni
hacer fila nunca, permanece unida para siempre.

Adán: en graciosa
reciprocidad divina por haber sido el
primer papá nunca tuvo suegra. En cambio, tampoco tuvo novia, sino mujer de una
vez. Lo que no deja de ser un inconveniente porque de ciertos matrimonios lo
único rescatable es el noviazgo. Pero como el hombre mata lo que más ama, las
parejas terminan casándose. Adán fue el Luis XIV de Eva. "El amor soy
yo", le dijo, y poblaron la tierra. Compartían todo, hasta una puesta de
sol. O la caída de la hoja de parra, hecho que le abrió el apetito a papá Adán.
En reciprocidad por haberlo convertido en primer papá, Adán le regaló
este epitafio a Eva, según Mark Twain: "Donde quiera que ella
estuviera, allí estaba el Edén".

 

Cartas a la prole; papás de las tiras cómicas enviado a Aurora Boreal® por Óscar Domínguez Giraldo. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Óscar Domínguez Giraldo. Foto de Óscar Domínguez Giraldo © Óscar Domínguez Giraldo. Este contenido ha sido publicado originalmente en www.oscardominguezgiraldo.com  . Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido.  Gracias por respetar los derechos de autor y la propiedad intelectual. www.auroraboreal.net

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