La larga búsqueda de la función y los valores de las expresiones y prácticas culturales, así como de los monumentos y sitios, llevada a cabo por la UNESCO, ha abierto la puerta a nuevos enfoques para el entendimiento, la protección y el respeto de nuestro patrimonio cultural. Estos enfoques, que suponen el reconocimiento de las comunidades y grupos como aquellos que identifican, ejecutan, recrean y transmiten el patrimonio inmaterial o vivo, culminaron en la adopción de la Convención para la Salvaguardi del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
Es un Carnaval que vive cuatro días de locura colectiva - antes del religioso miércoles de ceniza - durante los cuales desaparecen las diferencias sociales y las preocupaciones. Son cuatro días de frenesí acompasado por ritmos y bailes que muestran las diversas manifestaciones culturales de sus habitantes, acompañados de instrumentos musicales típicos como maracas, flautas de millo, tamboras que interpretan la música carnavalesca - los bailes de origen africano como el congo y el sensual mapalé. La cumbia, el porro y la puya que son fusiones afroindígenas, el bambuco, el pasillo y el joropo de origen español.
El pueblo barranquillero vive todo el año en función del carnaval. Está creando continuamente una marea de objetos, disfraces, máscaras y demás para que los actores y cantantes espontáneos o de las comparsas, representen satíricamente en el siguiente año, en el apoteósico gran desfile del primer día (La Batalla de Flores) personajes de la vida pública y acontecimientos de la política mundial además de todo tipo de fantasías. Los tres días restantes son expresión de rica creatividad y capacidad de catarsis.
Hoy en día el Carnaval de Barranquilla goza de una reputación internacional que ha ayudado a fomentar el turismo en la región. Esperemos que a pesar de eso, no pierda su esencia que es la magia de mantener vivas las tradiciones de la pluralidad de sus habitantes.