Invitado Especial
Poetas del crepúsculo
Se le podía ver todos los días, volviendo a Barranco desde el Centro de Lima. No lo hacía en coche, como todos los demás, sino a pie. Cuentan que se trataba de una vieja costumbre, que de esa manera se inspiraba. También dicen que no tenía los medios materiales para hacerlo de otro modo. Cuántas tonterías se pueden afirmar cuando se trata de un poeta. Sin embargo, José María Eguren apenas escucha lo que se rumorea, antes bien sigue caminando, sigue dejando atrás las casas derruidas, los edificios anónimos, toda esa nube negra que es Lima. Poco a poco, llega al balneario de Barranco, donde vive con sus hermanas, enfermizo y cada vez más achacoso. Saluda con un gesto discreto a los pocos vecinos que lo reconocen por la calle. Los demás, jóvenes oficinistas, señoras aderezadas, niños impertinentes pasan sin verlo. No es raro, con el tiempo se ha convertido en un fantasma que levita por la ciudad. Apenas abre la puerta, siente un resplandor posándose sobre su piel. Voltea hacia el mar, tiene tiempo de ver al sol ponerse; arder en medio de trinos, reyes rojas, libélulas, candiles y tantos otros habitantes de un reino eterno de tan pasajero.
Pero es un instante, ya el sol se ha apagado, Lima es de nuevo Lima.
- Detalles
- Por Félix Terrones
Hoy les presento algunos de mis diseños favoritos de la nueva colección de otoño de Emerson Fry.
Geniales, ¿cierto?
- Detalles
- Por Catalina Stack
El trío perfecto. Tanto si para regalar como para recibir. Uno o los tres, estos son el regalo perfecto que dará lugar a un invierno chic y clásico en el 2013.
Estos tres modelos son una inversión, y lo mejor de todo, ¡ no pasan de moda!
- Detalles
- Por Catalina Stack
Después del corazón de las tinieblas
A Emmanuelle Terrones
"!El horror! ¡El horror", gritó Kurtz antes de morir en medio de la tupida selva africana. De esa manera, aquel monstruo delirante, convencido de que la mejor solución era exterminar a todos los africanos, rindió el alma. Nada se había salvado del joven educado y sensible europeo que llegara una mañana cualquiera al continente. Sentado en esta mesa de café, rodeado de hombres de perfil respetuoso, mujeres delicadas, la clientela de cualquier café europeo, cierro la novela y recuerdo el viaje de Marlow, los días consagrados a navegar por el río Congo, penetrando en lo más obscuro de África para encontrar al temible y, sin embargo, fascinante Kurtz, reyezuelo de opereta, asesino sanguinario. En el camino se encuentran con algo más que el crimen, algo más que la locura. Aquellas manos y orejas regadas en las orillas del río, esas cabezas clavadas en picotas, esos cuerpos mutilados, sin dedos, manos, ni ojos, son la prueba de lo que puede llegar a hacer el hombre cansado de ser humano. Entonces, miro de nuevo alrededor de mí, esos dedos que sostienen cigarrillos, esas manos que ya levantan sus copas, esos ojos que se miran risueños, agradables, incluso amorosos; en suma, toda esa humanidad extremadamente civilizada, dentro de la cual, sin embargo, dormita, abyecto e indomable, el fulgurante corazón de la tiniebla.
- Detalles
- Por Félix Terrones
En exclusiva para Aurora Boreal®
Caracterizo al editor Pío E. Serrano por su riesgo órfico e icárico, cuando su hispano-cubana Editorial Verbum cumple un cuarto de siglo de fundada. Cifra que haría temblar a cualquiera sin afán de riesgo, aventura, trance en progreso. Iniciado en 1990, desde un apartamentico tan humilde como el de Jorge Herralde, cuando en 1969 fundó Anagrama.
Hay consenso en que el oficio de editor demanda curiosidad intelectual, entusiasmo humanista, sensibilidad y paciencia ante el otro, eclecticismo flexible...; empalmados con mayor o menor suerte dentro de una irrefrenable vocación por los libros. El grupo español que surge a fines de los años sesenta –aún bajo el franquismo— participa de estos rasgos. También Pío E. Serrano exhibe similares dotes, como evidencia el catálogo de volúmenes publicados por Verbum; velas al viento donde sin tales dones ni un folleto hubiera olido a tinta de imprenta.
- Detalles
- Por José Prats Sariol
La generosidad era su sello y lo que recibimos de su amistad y compañía durante el breve periodo que compartimos con él cuando se desempeñaba como "instructor o maestrillo" de español en Vassar College, la universidad donde estudiábamos todas. Ningún infortunio, ni la Guerra Civil española, ni los horrores que presenció y vivió en aquella Barcelona destrozada y paupérrima de los años cuarenta, ni las persecuciones que el dictador español y su camarilla habían emprendido contra sus padre, Herminio Almendros, un pedagogo de avanzada cuya presencia incomodaba a quienes gobernaban, protegidos por el aparato represivo que habían moldeado a punta de torturas y sangre, ni las humillaciones habidas contra su madre, María Cuyás, degradándola dentro del escalafón del magisterio de la secretaría de Educación española, ni su propio exilio forzado a La Habana, en 1948, para evitar su incorporación al Ejército, nada, en fin, absolutamente nada, fue capaz de cambiarle la naturaleza a Néstor Almendros, ni tampoco quebrarle su ambición de convertirse en uno de los cameramen más sobresalientes del mundo. Así era él, un hombre con una mirada observadora y chispeante, con una visión incomparable para transformar la luz del cine moderno, con un temple de hierro, con un sentido del humor contagioso y abierto, con un deseo de compartir sus conocimientos sobre arte y la historia del cine, con una suma de rasgos innatos que dejarían una impronta imborrable en nosotras: aquel "Grupito" de muchachas que tuvimos la ocasión de conocerlo y amarlo, de manera entrañable, hasta la fecha misma de su fallecimiento a los 62 años.
- Detalles
- Por Gloria Guardia
Me tropecé con estos zapatos en el sitio web de Fry Emerson.
¡I Love Pink!
Y me gustaría invertir en estos botines de gamuza de color rosa. Me parecen hermosos. Ya sea para usarlos con un vestido maxi floral en verano o con un abrigo de estampados en el invierno. Estos zapatos son una necesidad en cualquier armario de mujer.
- Detalles
- Por Catalina Stack
Godot por fin llega
Cuando Godot llegó no encontró ni a Didi ni a Gogo. Ya se habían ido mucho tiempo antes. Lo mismo habían hecho Pozzo y Lucky, quienes no lo esperaban, es cierto, pero de quienes había escuchado hablar. Miró alrededor y vio que las luces se habían apagado y que en las butacas no quedaba un solo espectador. Nadie. Entonces se sentó a orillas del camino, al lado de un árbol. No sabía dónde podría encontrarlos. Se molestó consigo mismo por haber llegado tan tarde. "Maldita sea, se dijo, al tiempo que se rascaba la cabeza, ahora cómo podré hacerles saber que Godot no soy yo".
- Detalles
- Por Félix Terrones
Las nieves del Kilimanjaro
Ese hombre inmenso que recorría, bajo la granizada de cohetes, el frente español era el mismo que descerrajaba balazos a elefantes y rinocerontes, también aquel que se internaba en el Pacífico para pescar merlines y ballenas. Lo recordaba Manolo, el niño vasco que limpiaba zapatos; también Pedro, el viejo pescador de Tumbes, en Perú; sin contar a Jomo el joven keniata que le sirvió de guía. Pese a que ninguno hablaba su idioma, todos entendieron que ese hombrazo no era un tipo cualquiera, había en él una pasión, cierta forma de vehemencia, una pena muy honda y secreta. Muy pocos hombres sintieron la intensidad de existir, en cada instante y cada gesto, como si fuese algo más que un asunto vital, algo propio al honor y el terror. Por eso, una vez en Idaho, viejo y cansado aunque nunca derrotado, Ernest Hemingway levanta la escopeta y la dirige hacia la bestia negra, aquella que desde niño había buscado, sin saberlo aunque con sorda rabia. Antes de cerrar los ojos pudo verla, en el fondo del desierto o de la estepa, mirándolo fijo, asustada de tenerlo a él como enemigo. Resuena el disparo.
- Detalles
- Por Félix Terrones
En exclusiva para Aurora Boreal®
El panorama generalmente aceptado de la poesía española actual parece dejar de lado aquello que no responda a una poética de la sentimentalidad cotidiana y olvida lo que ha sido una importante búsqueda lingüística, que cuestiona la poesía española desde los sesenta. La descalificación con la posmodernidad de las urgencias políticas, en general, fijó un canon que ignoró la nueva vanguardia marcada por los posestructuralismos, que supo recuperar el concepto de poesía representada en la Generación del Cincuenta por José Ángel Valente: un compromiso ideológico que se plasma en una postura ética de ruptura estética y una nueva mirada sobre la tradición, con poetas de la dimensión de José Miguel Ullán, Jenaro Talens, Jorge Urrutia, Aníbal Núñez, Clara Janés, Antonio Carvajal y Olvido García Valdés, entre otros.
Jorge Urrutia publicó en 1968 La fuente como un pájaro escondido, un libro considerado experimental por Francisco Umbral, quien en el momento de su aparición señaló, eso sí, la "provisionalidad" e "inmadurez" de las formas utilizadas, así como su "urgencia", debidas a la juventud de un poeta con escasos 23 años. El libro se plantea como "ejercicios", es decir, no se concibe como un producto acabado ni definitivo. Da cuenta del paso del poeta por distintos lugares, en su búsqueda de la poesía. Uno de los poemas señala el encuentro con la mujer como fuente de inspiración y representación del universo. El último, titulado "Fonética naumática", se cierra anunciando la renovación del verbo en los versos finales: "las canciones cantadas se perderán al fin. / Y será ya el momento de prepararnos todos, / de afinar cada voz y entonarlas a tiempo / para empezar de un brío el himno nuevo". El término naumática, procede del latín naumachia, del griego antiguo ναυμαχία/naumajía, literalmente "combate naval", que designaba simultáneamente en época romana, tanto al espectáculo en el que se representaba una batalla naval, como al edificio donde ésta se escenificaba, lo que nos sugiere la lucha que ha de emprender el poeta en su intento por renovar las formas.
- Detalles
- Por Consuelo Triviño Anzola
Convivencia aparece como una revista de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la Universidad de Panamá y del Doctorado en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Panamá, cuyo interés es el fortalecimiento de la investigación en la casa de Octavio Méndez Pereira. Para ello se ha creado esta revista, anual, arbitrada y académica, en el marco de la celebración de los cien años de la construcción del Canal de Panamá, porque interesa que la investigación disciplinaria y transdisciplinaria sea parte esencial del espíritu de nuestra universidad y de un país cuya importancia global es cada día más visible.
Es, en este sentido, que en el momento de plantear la creación de esta revista hace un año ya, sabíamos los retos por venir, porque queríamos y queremos hacer una revista académica, cuyo potencial de llamado cruzara fronteras, es decir, que fuera atractiva tanto para investigadores panameños como extranjeros, pues la investigación y la ciencia trasciende fronteras culturales y nacionales, es un bien universal cuyo objetivo – desde la Ilustración – es mejorar la vida de los seres humanos sobre esta tierra y que los saberes sean accesibles y circulen para todos.
- Detalles
- Por Luis Pulido Ritter
Montecristo
Una vez Morcerf suicidado, enloquecido Villefort, arruinado Danglars, la venganza se ha cumplido. Entonces, todo adquiere un nuevo significado, como si se cubriera de un velo que solo el honor y la justicia pudieran entregar. Así, los catorce años de encierro en la fortaleza de If; la muerte del Abate Faría, su único amigo, aquel que le entregó su ciencia y cariño; el sufrimiento de Haydée; incluso, la promesa de amor de Mercedes, quien terminó casándose con Morcerf, se hacen livianos, ya se pueden acercar al olvido. Solo, agotado, aunque redimido, el conde de Montecristo mira a lo lejos el mar, aquel Mediterráneo que lo encerró en una isla pero que también lo liberó en otra. Nadie lo reconoce en la ya ajena Marsella, tantos años han pasado desde que la dejara, su padre murió y Morrel también. Aquel hombre, quien también se llamó Sinbad el Marino, el Abate Bussoni y Lord Wilmore – todos los nombres que el rencor inspira en su deseo de reparación – puede, finalmente, volver a ser Edmond Dantès, ese pobre adolescente a quien el amor y la inocencia hicieron culpable.
Con todo, el conde de Montecristo suspira, una lágrima corre por su mejilla. Con Morcerf, Villefort y Danglars se fueron sus enemigos, sí, pero también ha muerto él mismo.
- Detalles
- Por Félix Terrones
Otra metamorfosis
Al despertar, una mañana, tras un sueño agitado, se encontró transformado en un monstruoso lector. Hallábase echado sobre el duro caparazón de sus prejuicios, también de sus alienaciones; y, al erguir un poco la cabeza, vio la silueta delgada del libro que sus múltiples patas se empeñaban en sujetar. Innumerables, lamentablemente escuálidas, si se les compara con el grosor habitual de sus piernas, ofrecían a sus ojos la tenebrosa certeza de que esta vez le sería imposible escapar, correr como antaño y regresar a la vida apacible de un negociante cualquiera. Hizo un esfuerzo sobrehumano para cerrar el libro, abandonar su lectura, pero en lugar de ello, sus patitas se empeñaron en cambiar la página.
Entonces sus cientos, miles de ojos creyeron leer la historia. Había un hombre joven que vivía con sus padres y una hermana a la que adoraba. Una hermana tierna como una manzana redonda y roja. Un momento, se olvidó de su metamorfosis y sintió, él también, que nada le había ocurrido, nada de nada.
- Detalles
- Por Félix Terrones