La columna de Víctor Montoya
-Escribir un cuento breve es como grabar un verso de García Lorca en un anillo de bodas -dijo-. Así de fácil pero a la vez difícil.
Lo miré callado, pensando en que el Tío, a pesar de sus atributos de Satanás, jamás dice las cosas al tuntún. Es un tipo asaz inteligente, sabio en las ciencias ocultas y en las ciencias de ciencias. ¿Qué no sabe? ¿Qué no puede? ¿Qué no quiere? Es un modelo de constancia y rigor intelectual. Y, lo más deslumbrante, tiene una respuesta para cada pregunta. Así un día, mientras hablábamos de literatura y literatura, dijo: "Los hombres escriben cuentos violentos". ¿Y las mujeres?, le pregunté. "Ése es otro cuento", me contestó.
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Greta Louisa Gustafsson nació en un barrio sureño de Estocolmo, el 18 de septiembre de 1905, en el seno de una familia humilde. Era la tercera y última de los hijos de Anna Louisa Karlsson, una campesina de sangre lapona que ejercía como empleada doméstica, y Karl Alfred Gustafsson, un barrendero municipal que murió de tuberculosis a los 49 años de edad.
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