Artista cuyos cuadros nos llevan más allá de una característica, intención, movimiento, escuela, o cualquier otro concepto que intente describir y ubicar una obra arte. Yo diría mas bien que sus cuadros rebasan la palabra, la idea preconcebida, lo estático; por eso se me antoja mejor decir de su obra que es un viaje, y como todo viaje no acaba nunca, porque cada una de sus pinturas es inacabable, inagotable.
Viaje a través de sueños, de encuentros y adioses, de sus amores, de su memoria. Viaje que inicia al recorrer las superficies de sus cuadros, subiendo, escalando, descendiendo por texturas; rodando, registrando grietas, huecos, rotos, pliegues, piedras, erupciones, incendios, superposiciones; respirando entre colores, rasguños, manchas, huellas, peladuras... Materia y color, cuya piel es arrancada por esta artista, quien nos muestra un mundo insospechado. Mundo mineral, desnudo, franco, bondadoso, sin fingimientos infames ni posturas; de formas sencillas y por lo tanto, eficaces en su simplicidad. Pinturas que son un viaje de regreso, regreso a lo simple, al corazón, a la tierra, a la memoria. "Hundirse en la tierra para crecer, enterrar el cuadro y dejar luego que brote de la tierra y saberse simplemente su labradora, labradora de la Madre Tierra."
Viaje también a través de superficies de variados tamaños y elementos de la Tierra plasmados en su obra, o a veces diluidos en el agua: así sus acuarelas, marca profunda de la vida interior vista a través de un mundo de claroscuros, donde lo turbio o la transparencia son una sola evocación de lo íntimo, que pasa de líneas que casi se quiebran de frágiles, al otro extremo de la mancha, de la pasión -en ese "paso" del claro-oscuro-, como una sacudida que nos obliga a despertar
SILVIA RUIZ, de quien "cualquiera podrá advertir resonancias de sus obras con muchas variantes de la pintura universal, cuya fascinación radica en las tramas, texturas y pieles de Altamira a Tapies, a pesar de no proceder de la Academia" como escribió Gabriel Restrepo sobre la universalidad de esta artista en su artículo "La pintura como Poética de la Danza".
Medina (2005).
Y concluye diciendo "Visión es lo que puede hallarse en cada uno de los cuadros de Silvia Ruiz... Danza flamenca con motivos de Tierra y Fuego en muchos de los cuadros. Danza de las nubes, del aire y de las aguas en otros. Conjugación de los cuatro elementos en un versar de la Tierra y del humus en todos. Prodigio de los colores en su conjugación de tramas. Embeleso en las pieles y en las texturas. Imaginación movediza en ese amor que, confinado en los pequeños linderos de un lienzo, se expande hasta figurarse como el cosmos". Porque el suyo es un trabajo que nos invita a la búsqueda desbordada de la libertad, directa, ciega, dolorosa y decidida, casi sin frenos, (dentro de lo que la crítica rotula como Expresionismo Abstracto), cuyos tonos sordos permiten un recogimiento interior logrando que el colectivo se reconozca en ello, penetrando y compartiendo ese misterio del que jamás quisiéramos salir. Cuadros sin respuestas claras, como amenazas, más allá de las estructuras, como un desafío que propone a través de una fuerza que los habita una conexión con el inconsciente. Cuadros como capas profundas donde, la materia y el tiempo, como el inconsciente individual y colectivo, dibuja las mismas formas y produce las mismas voces, cara a cara, con el instante primitivo y la primitiva mirada en que las cosas no tienen mas sentido que serlo; recónditas fuerzas represadas que salen a través de símbolos y que nos ofrecen (y se ofrecen) plenas de generosidad en su propia lectura de la realidad.
Silvia Ruiz
Colombia, 1952. Realiza cursos libres de fotografía, teatro y pintura en la Universidad Jorge Tadeo Lozano (1973 - 1975). Trabaja en diversos talleres de expresión corporal y danza de Carlos Jaramillo (1978 - 1984). Talleres de restauración y trabajo en madera en el Taller El Picacho (1990 - 1996). Taller de arte creativo Rita Miranda (1996 - 2003). Taller de pintura León Trujillo (2004). Taller de creación artística Álvaro Medina.
