Síntesis
La vida no necesariamente consiste de totalidades, de hechos que tienen un principio, un medio y un fin claros, mucho menos de una línea continua que corra en una sola dirección. La filosofía, la literatura, el cine, el teatro, el arte en general, han realizado en el último tiempo cuantiosos esfuerzos por exponer este fenómeno con toda contundencia, entrecruzando historias como por azar, multiplicando las perspectivas que ofrece una obra, subrayando la casualidad de sus inicios, la inconclusión de sus finales, desplazando su origen y su continuación a un espacio indeterminado, en el que el autor tiende a desaparecer para dar cabida al lector mismo o al espectador, al público, a la sociedad, o simplemente a la escritura. No se trata, en el fondo, de algo nuevo. Novedosa es más bien la toma de conciencia explícita y la insistencia sobre este hecho. Y sin embargo, sea cual sea el método al que se recurra, no hay forma posible de hacer o decir nada si no es realizando un corte, comenzando en algún punto y terminando en otro. Esto vale también, por supuesto, para el relato. Se proponga o no el autor contar una historia, no tendrá más remedio que empezar y concluir, aunque no se trate sino de una mera interrupción, del añadido de un fragmento o amontonamiento de fragmentos, jirones de palimpsestos sin conexión mutua, escritos y reescritos una y otra vez, a la cantidad indefinida de los ya existentes y aún por existir. El comienzo de la obra ya ha sido hecho con la sola decisión de escribir la primera letra (o, de manera general, al sacar la primera foto, encender las luces, dar la primera nota, la primera voz o la primera pincelada) y el fin llegará también, sea el deseado o no, cuando el autor abandone su obra a sí misma. Al reflexionar sobre la diferencia entre una consumación perfecta y una finalización fortuita por mera casualidad Aristóteles citaba el chiste de un poeta que jugaba con esta pluralidad de sentidos que tiene la palabra “fin” y los conceptos emparentados con ella. Refiriéndose a la muerte de un conocido este poeta habría dicho: “Ahí tiene la conclusión para cuyo fin había nacido.”
Las historias de Diez casos interruptos y otras perplejidades relatan esperanzas nunca dichas o nunca realizadas. Carecen de un comienzo o un final determinados. En el pensamiento, porque en su realidad material e incluso virtual bien que los tienen: una primera y una última letra. Es decir: son cosas. Pueden archivarse en una carpeta, amontonarse sobre el escritorio, en el cesto de papeles o directamente en el basurero. También pueden leerse. Entonces dejan de ser sólo cosas.

Ubaldo Pérez-Paoli

 

Ubaldo Pérez-Paoli
Argentino, oriundo de la ciudad de Santa Fe, licenciado en filosofía por la Universidad del Salvador de Buenos Aires, doctorado en filosofía en Alemania con una tesis sobre Hegel y habilitación en el mismo país con una tesis sobre Plotino y san Agustín. Fue profesor de filosofía medieval y metafísica en la Universidad Nacional del Sur de Argentina, y profesor de colegio secundario en un instituto de Brunswick, actualmente docente de filosofía, latín y griego en la Universidad Técnica de esa ciudad. Participación como cantante en diferentes proyectos de tango. Diversas publicaciones en castellano y alemán.

Foto Ubaldo Pérez-Paoli© Julia Roggero.