Jacques Gilard el mayor colombianista que jamás se haya conocido

Jacques Gilard nos ha convocado hoy 4 de noviembre de 2008, aquí en Launac, su pueblo natal y el de sus ancestros por muchas

generaciones, no para que lo celebremos o adulemos sino para que declaremos y se sepa que, desde su ocultamiento el pasado sábado primero de noviembre, de él no queda el recuerdo sino, por el contrario, su memoria viva en la fresca aljaba que reúne en sí la inteligencia, la humanidad y el amor que él encarna. Hoy aquí represento al grupo selecto de aquellos a quienes nos honrara con su amistad, su sabiduría, su magisterio y su ternura. Hablo a nombre de lo más granado de la comunidad científica internacional de hispanistas e hispanoamericanistas y la de los escritores, artistas y literatos. Pronuncio estas palabras a nombre de colombianistas y colombianos, de latinoamericanistas y latinoamericanos de los que él, desde hace muchos años, es uno entre los mejores que se conozcan en el mundo.
De Jacques Gilard, el ‘sabio occitano' -como lo bautizara afectuosamente alguno de nosotros- queda una obra inmensa que comenzó a realizar a edad temprana mientras realizaba simultáneamente estudios en Burgos y Toulouse y hacía su debut en el ciclismo y la tauromaquia. Poco tiempo fue necesario para verlo convertido en el estudioso de alto vuelo, de principios y valores inquebrantables, el lector agudo de las letras de nuestra América, el implacable y minucioso crítico de literaturas, ideologías y sociedades, el
entusiasta animador de proyectos culturales y revistas literarias.

Fabio Rodríguez Amaya. Colombiano naturalizado en Italia. Pintor y escritor. Profesor titular de Literaturas Iberoamericanas en la Universidad de Bergamo. Master en Bellas Artes, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Doctor en Filosofía y Letras, Universidad de Bologna. Premio Nacional de Arte en Colombia 1971. Es asesor de las mayores casas editoriales italianas en el sector Iberoamericano (Einaudi, Feltrinelli, Giunti, il Melangolo, Adelphi, Mondadori, etc.). Ha preparado la edición italiana de más de 45 autores latinoamericanos entre los que se destacan Gabriel García Márquez, Marvel Moreno, Alvaro Mutis, Pablo Armando Fernández, Elena Poniatowska, René Depestre, Macedonio Fernández, José Emilio Pacheco, Lezama Lima y Rosario Castellanos. Colaborador de El Tiempo de Bogotá y de periódicos y revistas literarias en Italia y Europa.

amaya_016La bibliografía de su obra ensayística es interminable: lo sabemos todos aquellos que bebemos de esa linfa que son sus estudios siempre densos y cada día más actuales, así como reconocemos que los nombres de los autores a cuyas obras dedicó lo mejor de su saber crítico son de la más alta alcurnia de las letras contemporáneas. Y no solo obras, en sus más variados géneros y modalidades, sino argumentos y temas neurálgicos para la comprensión del mundo americano, estimularon siempre su curiosidad y agudizaron su visión universal y a trescientos sesenta grados: el exilio, las revistas literarias, los nacionalismos culturales, el cancionero popular, la música vallenata, el bolero, la literatura escrita por mujeres, la literatura de pliego y de cordel, los sistemas coloniales, los espacios urbanos, las identidades nacionales, la guerrilla, cultura y contracultura, guapos y maleantes, movimientos artísticos y literarios, carnavales.
No obstante, su trabajo mayor, más compacto y amplio lo dedicó a Colombia y su aporte a la cultura colombiana es inconmensurable. El mayor legado que deja como obra consiste en los amplios trabajos dedicados al Grupo de Barranquilla, del que él, como pensador, y Marvel Moreno, como narradora, son sus últimos exponentes.
Baste recordar que Gilard realizó a comienzos de los ochentas el trabajo titánico de investigación, compilación, estudio, análisis y edición de la obra periodística y de los primeros cuentos que constituyen la génesis de las obras, respectivamente, del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, de Álvaro Cepeda Samudio y del sabio catalán Ramón Vynes. Obras que él ha colocado -estudiando, analizando, traduciendo, comentando, prologando- con exactitud como propulsoras del cambio más radical de la literatura colombiana y que ven el triunfo de la modernidad y la universalidad en el ámbito anquilosado y retrógrado de las letras de la república criolla.

A él se debe que la obra de Marvel Moreno hoy ocupe el lugar que merece en la historia de la literatura y que escritores como Félix Fuenmayor, Héctor Rojas Herazo, Manuel Zapata Olivella y Julio Olaciregui y de periodistas como Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas -para citar solo pocos nombres - no hayan caído en los territorios del olvido. Con ese mismo ímpetu descubría talentos, promovía escritores, traducía obras hasta hacer del idioma español y del Caribe colombiano su verdadera patria.
No olvidemos que si hay alguien que haya conocido a fondo la música popular de la Costa y el vallenato (sin olvidar el tango y el bolero) es Jacques Gilard y si alguien ha contribuido con planteamientos y reflexiones originales a estimular el debate y despejar los horizontes de la cultura y la literatura colombianas del siglo más atormentado de su historia es él. Es Gilard quien asimila pronto las enseñanzas de esos príncipes de la intelectualidad del país, Jorge Zalamea y Eduardo Zalamea Borda y uno de los primeros a colocarlos, junto con las publicaciones que dirigían, Crítica y Sábado (suplemento literario de El Espectador de Bogotá) en el sitio del que son merecedores. Es Gilard quien ha recogido los certeros testimonios de Álvaro Mutis a este propósito para echar luces y despejar ambigüedades y mistificaciones oportunistas y falsas.
Toda la vida trabajó con la generosidad que lo contradistinguía en una obra que resulta estructurada con originalidad y rigor, indispensable para la comprensión y construcción de la cultura latinoamericana. Los últimos años lo han visto ocupado en sus pesquisas sobre la décima popular y, como albacea literario, en fijar los textos definitivos y en la preparación del proyecto de la edición de la Obra completa de Marvel Moreno.
No ha sido una aventura sin obstáculos: solo el primero de los tres libros, Cuentos completos, apareció por Norma de Bogotá en 2001, debido al veto puesto por las hijas de la escritora barranquillera, Carla y Camila Mendoza Moreno, y su ex marido, Plinio Apuleyo Mendoza, que en 2005 hizo publicar por el mismo editor una edición mutilada y arbitraria de En diciembre llegaban las brisas, de la que eliminó hasta el 'Epílogo de Lina'. Jacques se ha marchado seguro que, a pesar de la prevaricación y la violencia, esas páginas van a ser cada día leídas por miles y miles de personas y a rendir justicia a su autora. Sobre este asalto de piratas dejó un testimonio publicado en Caravelle, revista que dirigiera por más de veinte años.
La última fatiga que lo había motivado hace un año, mientras terminaba la reestructuración de su futuro estudio -acá, en las campiñas de la Alta Garonne- a tomar la decisión de iniciar la redacción del que se prospectaba como su gran libro, la dedicó a reescribir algunos de sus ensayos y a preparar otros nuevos e innovadores, con inéditos planteamientos, para el último de los proyectos de investigación conjuntos que realizó en los últimos veinticinco años con la cátedra de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Bérgamo. Resultados que están por ver la luz en la inminente publicación de los dos libros intitulados Plumas y Pinceles, enteramente dedicados a las expresiones artísticas y literarias del Grupo de Barranquilla y donde aparece, íntegramente revisado, su trascendental e imprescindible alegato ‘Para desmitificar a Mito'. En estas tareas y con varios proyectos ambiciosos lo sorprendió el implacable mal que hoy lo separa de nuestros ritos cotidianos. No hubo campo explorado en el que no vertiera toda energía y capacidad a disposición a costa de cualquier renuncia o sacrificio. No hubo idioma que dominara, género o argumento con que se midiera del cual no saliera bien librado. Moderado y conciliador, nunca fue hombre de odios mas sí de pasiones fuertes. Su timidez y su pudor no tenían límites y nunca quiso ponerse por delante de nadie y tampoco ser protagonista de nada. Valores sólidos y principios anclados en el conocimiento celaban el espíritu del poeta que conserva sus versos en la memoria. "Proletario" de la cultura se definía y como tal vivía.
En encuentros de amigos, pues era entrañable, fiel y sincero amigo de sus amigos, terminaba siempre cantando viejas canciones en occitano o catalán, mostrándonos a todos su memoria maravillosa. Y qué decir de su español, que hablaba y escribía como pocos: era de una delicia suculenta como un maravilloso festín dionisíaco. Si fuese necesario expresar en síntesis la personalidad de alto rango como es la de Jacques Gilard se podría intentar hacerlo así:
1. De su extensa obra y sus casi cuarenta años de actividad académica cinco aspectos resaltan: exactitud y precisión ejemplares en la investigación científica; curiosidad intelectual y amplia apertura de visión como demuestra la vastedad de sus intereses; capacidad enciclopédica y saber inmensurable; autonomía e independencia en su forma de pensar; perseverancia, disciplina y rigor ético. Elementos que confluyen todos en la metodología de trabajo siempre actualizada y jamás segmentada, ortodoxa o de parte.
2. Por sus rasgos personales Gilard ha sido un ser dotado de capacidades y valores de una humanidad inmejorable, de inteligencia natural insólita, de conversación brillante, y una melancolía acompañada de una rara ternura en el trato personal, siempre atento y delicado, prudente y agudo, severo y generoso, rasgos todos que confluyen en la gentileza de su persona y en la capacidad de indignarse ante componendas, traiciones, ofensas, prevaricaciones y, sobre todo, ante el ejercicio del poder sin distinción de bandera o color.
3. Mucho deja inconcluso o esbozado y en esto se centra lo que nos dona como herencia. Solía decir en los últimos tiempos que con la decantación que de sus ideas le concedía el paso de los años estaba en grado finalmente de apersonarse para escribir lo que sabía sobre el Caribe, sobre Colombia, sobre América Latina y sobre el mundo. Quedan en el tintero muchos proyectos algunos esbozados, otras escritos a medias y los más discutidos verbalmente. Su herencia mayor consiste quizás, en que a los colombianos nos enseñó cómo ser colombianos y a los latinoamericanos a ser mejores latinoamericanos aplicando el principio de valorar con mesura y justicia lo que había que valorar y a desechar con fuerza y sin desmedros lo que había que desechar. Jacques no está más en nuestra rutina diaria, mas su figura se yergue como un faro que indica, señala y guía. Jacques sostuvo desde siempre correspondencia con la vida aunque no pasara a diario el cartero a llevarle una respuesta. Y la sigue sosteniendo, con sus aciertos y sus límites, con sus cualidades y defectos, desde su condición de ser humano: imperfecto, simple pero perdurable. Por lo mismo no será un recuerdo, sino memoria fresca en una vieja aljaba.
Q.E.P.D.

 

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones