Al redor de la columna que habitaba el Estilita,
como un mar efervescente, muchedumbre ingente agita
los turbantes, los bastones y los brazos,
y demanda su sermón al solitario.
Pero eso va más allá. Entre la turba destaca una “linda pecadora” de “mirada tentandora”, que, irresistiblemente atrae la del “buen monje” (“la miraba / la miraba / la miraba”); personificación del amor, logra seducirle, abandona la columna, “y en coloquio con la bella / cortesana / se marchó por el desierto / despacito…”. Suceso y desenlace que se da, asimismo, en la película. Pero aquí terminan las coincidencias entre el bello poema, y el creador uso que hace Buñuel de esta posible fuente. Ah, sí, hay una concurrencia más, en la descripción que, en el poema, se nos da de la seductora belleza (“… amplia túnica de grana / dibujaba las esferas de sus senos… las orejas / se escondían bajo un pelo que temblaba / como oro derretido”…). Parece que se nos estaba describiendo ya a la hermosa Silvia Pinal, la co-protagonista del film. Y es, esta, con su papel la que enriquece tanto, en la película, el paralelo con el poema, en el cual a la seductora se la limitaba a la descripción de su hermoso cuerpo, la mirada tentadora y el marcharse con él monje por el desierto, tras haberle enamorado.
Mientras que en el film, Buñuel y Silvia Pinal, juegan con el erotismo seductor del cuerpo de la tentadora, en distintas imágenes, hasta acabar con la firme resistencia de Simón. ¿Alude, aquí, el cineasta a que, frente una tentación, así, el mismo Cristo hubiera claudicado ante el diablo?, encarnado, en el film, en el cuerpo de Silvia Pinal, en múltiples seductoras presentaciones: primero como una niña, cantando y jugando con un aro, para, de pronto, la niña-mujer, tan gustada, y tratada, por los surrealistas, ofrecer a la visión del eremita, los hermosos, desnudos, muslos d e Silvia Pinal, enfundados en un liguero y medias negras; después, aparece en figura andrógena del propio Cristo, de mujer barbuda, y con un corderito entre los brazos. Tras esto, vemos un ataúd arrastrándose por el desierto hasta llegar a la columna, y, al abrirse, surge Satán-Silvia, semidesnuda, para subirse a la columna. En lo alto, acerca al estilita Simón “la esfera de sus senos” 1. Y… de pronto, en el cielo, se ve… un supersónico jet, que llega a sobrevolar sobre Manhattan, y caer en picado… la acción del film, al interior de una atestada discoteca neoyorquina.
En un par de planos, hemos pasado del desierto sirio del siglo V a esta discoteca; de la columna a un orgiástico baile, al ritmo de la música electrónica del grupo “Carne Radiactiva”. Y vemos a la pareja sentados en una mesita, con ropa moderna, él con su vaso de vino y la pipa. Sentimos cierta desilusión, que también parece estar en el subtexto del filme, y nos recuerda a la que experimentamos con la final conversión de Don Quijote, al ver a Simón, quien viviera tanto sacrificio con su mirada clavada en el cielo esperando acercase a Dios, ahora, sumido en esta especie de sabbat de nuestro mundo, materialista, contemporáneo, donde lo sagrado ha desparecido tanto. Hablando del Simón en su columna, Buñuel, en conversación con los críticos mexicanos, José de la Colina y Tomás Pérez Turrret, decía: “Bueno, para mi es extraordinario. Es la máxima espiritualidad, es como un cirio, ¿verdad?, la llama del cirio, según Vorágine (Prohibido asomarse al exterior 490) 2. Y con esto sí se aleja del modelo del tan fino y original poeta colombiano que trata el tema más como un conflicto interno del individuo, con Palemón afirmándose en su decisión, por “el gusto / de los seres y la vida”, y en cuya “su guarida / de repente abandonaron / pensamientos tenebrosos / que en la mente / se asilaron del proscrito / que dejando su columna…”. Y san se acabó.
Notas
- Estas imágenes se pueden ver en un youtube del Internet, Simón del desierto (Luis Buñuel) entrevista con Silvia Pinal.
- Jacobino de Vorágine fue el dominico autor dela famosa Leyenda aurea (1275), donde incluye la vida de San Simeón, y que Buñuel consultó para hacer su película.
Víctor Fuentes
Salió prófugo de la España franquista en 1954, y se considera parte del segundo exilio español. Anduvo por varios países europeos, con una permanencia de dos años en Inglaterra y, posteriormente, varios meses en Venezuela. Vive en Estados Unidos desde el otoño de 1956. En la Universidad de Nueva York, retomó sus estudios y se doctoró en lenguas romances en 1964. Desde 1965 ha sido profesor en la Universidad de California, Santa Bárbara, donde continua como profesor emérito, desde el 2003. Ha publicado números estudios sobre literatura española del siglo XIX y XX y sobre cine, y cine y literatura. Entre sus libros destacan: La marcha al pueblo en las letras españolas 1917-1936 (1980 y 2006), Buñuel en México (1993) y La mirada de Buñuel: cine, literatura y vida (2005). Ha publicado ediciones críticas de La Regenta y Misericordia (Akal). Bajo el heterónimo Floreal Hernández es personaje la novela Morir en Isla Vista, parte de una trilogía memorialista, cuyos otros dos libros, ya bajo su nombre, son: Bio-Grafia americana (publicado en el 2008, por la Fundación Jorge Guillén) y Memorias del segundo exilio español (1954-2010) . Su última publicación es Buñuel, del surrealismo al terrorismo, (Editorial Renacimiento, Colección Los Cuatro Vientos, 2013). Acaba de publicar sus libros, California Hispano-Mexicana. Una nueva narración histórico-cultural, y la novela To Die in the USA. A fictional memories of a Spanish exile.
Ensayo envaido a Aurora Boreal® por Víctor Fuentes. Publicado en Aurora Boreal® cona utorización de Víctor Fuentes. Foto Víctor Fuentes © Issac Hernández. Fotos de Guillermo Valencia y de Luis Buñuel tomadas de internet.