Ensayo
A inicios de 2017 un buen amigo y colaborador de Aurora Boereal® nos sugirió que abrieramos una encuesta sobre quién era el crítico literario vivo más relevante en 2017. Debemos confesar que en Aurora Boreal® la idea siempre nos ha fascinado. Sin pensarlo dos veces nos lanzamos a la tarea y convocamos la encuesta entre más de 130 autores, académicos y colaboradores. Recibimos sólo 32 respuestas directas a la pregunta y otras, cerca de unas 60 respuestas donde nadie quería mojarse. Finalmente hemos decidido publicar algunas de las respuestas tal y como nos llegaron, y abandonar el proyecto, dejarlo de lado, tal vez concluyendo que el gremio tiene demasiados intereses en juego y que con seguridad nos hemos equivocado en algo al formular la pregunta para tomar el pulso de tan relevante tema.
Autor
Harold Bloom. Me enseñó a leer a Shakespeare y a los poetas románticos ingleses. Gracias a él supe algo de dónde se encuentra la sabiduría. Pocos hoy escriben crítica literaria –en serio, quiero decir— sin su eficaz instrumental de análisis: canón, agón, clinamen, tessera, dislectura, interpretación desplazada, des-aprehensión... Los simpatizantes de la fenomenología no cesamos de admirar su sagacidad y audacia exegéticas al deslindar los escritos fuertes. Añado su valentía contra el multiculturalismo: versión intelectual del populismo político, canto de la demagogia y lloriqueo de la mediocridad. Y sus burlas a los deconstructivistas –la criptología francesa y afrancesada-- que aún infectan la Academia.
- Detalles
- Por Aurora Boreal®
Inédita
En exclusiva para Aurora Boreal®
Porque casi no se pagan. Porque pocos las leen. Porque las asociaciones de bombos mutuos las han desprestigiado. Porque las editoriales las han convertido en publicidad. Porque muchos diarios han perdido el mierdómetro y publican reseñas horrendas. Porque las universidades no privilegian textos valorativos tan breves. Porque Twitter, Facebook, chateos y textos electrónicos las han hecho obsoletas…
Un poco de cada causa anterior, quizás en otro orden. Lo cierto es que las reseñas –y en general la crítica— anda a la zaga de la creación literaria, sea o no de ficción: poemas, novelas, cuentos, crónicas, tragedias, ensayos… El crítico en 2017 no sólo puede ser el clásico aguafiestas del que se burlaban en el siglo XIX y en casi todo el siglo pasado; sino una rara ave, especie en extinción, bicho extraño a los actuales recintos de la literatura.
Escasas reseñas en cualquier lengua. De escasa calidad, por lo general, hasta en revistas y semanarios poderosos, de largo –más bien antiguo-- prestigio. Escasas firmas reconocidas. Escasez de alicientes para los creadores, que ven cómo sus libros pasan inadvertidos, instantáneamente olvidados tras la noche de su presentación, con el consuelo de convertirse en long sellers, por el aquello de que el futuro aguanta cualquier pegatina. Escaso circuito para que interactúe el clásico trío emisor-mensaje-receptor. Y para colmo: escasa protección del reseñador, que suele recibir bombones y caramelos deletéreos.
Al casi velorio de la reseña asisten diversos invitados, no siempre dolientes o plañideras. Los más cómicos –hasta cuando se vuelven patéticos— son aquellos autores cuyos respectivos egos tienen pedestales de granito. No resisten la más mínima objeción a sus textos. Ven detrás de ellas sórdidos complots contra sus personas. Cada objeción es sufrida como lanzada por una bruja transalpina, vampiresa de novela gótica. Exigen los calificativos más sublimes, entre los cuales dos o tres “genial”, dos o tres “imperecedero”, dos o tres “incomparable”, arman la melosa melodía que danza en sus oídos. No compararlos con los más sólidos valores del canon, no exaltar su sorprendente originalidad o no asegurar que perdurarán para siempre jamás, son ofensas capaces de engrifarlos. Confunden reseña con panegírico. Hasta lloran de emoción cuando escuchan o leen que son el cogollito de la élite. Darían más risa si no fueran tantos, si no fueran tan burdos, si no albergaran tanto resentimiento ante los que no reconocen su excepcionalidad.
Detrás de los simpáticos ególatras –donde se incluyen muchos académicos de la lengua española-- se mueve una variopinta comparsa. La forman multiculturalistas y multigenéricos y multiraciales y multigeneracionales y siempre multi de algo. De algo donde los valores artísticos y estéticos suelen aparecer subordinados a un credo o doctrina, a una condición o característica exógena a las literarias. Sólo aplauden, en consecuencia, reseñas lastradas por lo que pregonan. Y si no empiezan por exaltar tales “méritos”, sencillamente las consideran deficientes, imperfectas. Impropias de lo que aún llaman “intelectual orgánico”, entre otras premisas neohegelianas, provenientes de la desvencijada estética marxista y las otras filiales deterministas.
Me consta –he padecido en cuartilla propia— los malos humores con los que han reaccionado algunos autores que he tenido el mal tino de reseñar. Omito nombres, aunque no soy culpable de que algún avezado lector adivine de quiénes trato. Al parecer, ahora que busco los ejemplos, este fenómeno suele abundar más entre poetas. Quizás se deba a que la susceptibilidad es proporcional al atiborramiento de autores, que como se sabe ni siquiera suelen leerse entre ellos, porque de no ser así las ediciones –que no suelen pasar de los quinientos ejemplares-- se agotarían, no dormirían en los abochornados closets o sin que nadie las marcara en sus sitios webs.
Tres muestras para no caer en otro atiborramiento: Un cuaderno de poemas que al comentarlo dije que la exiliada newyorquina es una poetisa, femenino de poeta, como lo es actriz y no actor, heroína y no héroe; otro cuaderno cuyo autor mexicano es gay, pero no lo mencioné porque no creo que tal inclinación o actuación o predilección otorgue talento, y porque para aquellos poemas es una información irrelevante, lejana al mediano talento del conocido homosexual; y por último un cuaderno de poemas donde el cubano reside en Cuba y no se me ocurrió ofrecer ese dato periférico, poco significativo para la tranquila valoración sin virus político.
No me quejo, me gusta personificar al crítico literario. Pero hay que tener una fuerte vocación para no abandonar la escritura de reseñas, dejárselas al viento, como soñaba León Felipe para sus poemas.
“¿Serás masoquista?” –una vez me preguntó burlón un amigo colombiano, tras leer unos comentarios donde la rabiosa envidia al libro y al autor que yo valoraba competía con una ignorancia insondable, digna de una telenovela mexicana; con un odio hacia mí por recomendar su lectura que parecía sacado del pavoroso Gabinete del doctor Caligari; comentarios desde luego que escondidos en el anonimato, fea palabra no atajada por publicaciones temerosas de perder clientela y no estar a la altura de la tan falsa –por demagoga e inducida-- moda interactiva.
Tantas reticencias tal vez expliquen por qué muchos periodistas del sector cultural han abandonado la escritura de reseñas para devenir entrevistadores. La entrevista les ahorra trabajo y conflictos. Muchas veces salen del apuro hasta sin leerse la obra o conocer medianamente al autor. Un poeta cubano le sugirió a un crítico que preparaba todo un libro de conversaciones con él, que tenían que dividir los derechos de autor por lo menos a partes iguales. Y tenía razón, tacañerías aparte. La grabadora le ganaba a las horas-nalgas de la investigación y estudio, de la redacción.
No es común encontrar entrevistas donde se disfrute un diálogo crítico, una conversación chispeante donde el entrevistador pinche al autor con sus puntos de vista, productos de su lectura atenta y no de un prontuario que se repite con la misma haraganería que las malas reseñas. Mediocridad y prisa, junto a cicatera remuneración –y la subsecuente baja exigencia--, son los cómplices del bodrio. Un bodrio que indigesta las actuales publicaciones de habla hispana, casi sin excepción.
En 2017, cuando celebramos que La Casa Verde cumple cincuenta años de haber recibido el entonces prestigioso y primer Premio Rómulo Gallegos, he tenido el enojoso privilegio de empezar a leer varias reseñas que sencillamente indican que las informaciones y juicios son de tijera y goma de pegar, no de la lectura –y menos relectura-- de la que consideramos mejor novela de Mario Vargas Llosa. Diarios prestigiosos en otras secciones, resbalan aquí con reseñas indignas de su público, sea en Barcelona o Miami o Puebla.
De ahí la defensa contra lecturas fútiles, inanes. Por encima de que ahora lo “moderno” parece ser no tener convicciones, no defender opiniones argumentadas; a favor de un relativismo donde la masificación –con su aporte comercial— está determinando la solicitud de reseñas, las prioridades en las ferias del libro. La trivialización como forma evidente del analfabetismo funcional colorea hasta programas de literatura en la enseñanza media de muchos países, según puede constatarse en la relación de obras literarias que incluyen. Novelas sin substancia de la pretenciosa Isabel Allende o supuestos poemas cochinos de Pedro Juan Gutiérrez y sus jóvenes epígonos cubanos --que harían reír a Charles Bokowski y jamás conseguirían una Black Sparrow Press--; parecen nublar las entendederas de entusiastas articulistas.
¿Por qué apenas se escriben reseñas literarias?, es una pregunta que puede complementarse: ¿Por qué se escriben reseñas sin un mínimo de profesionalismo? Lo evidente es que son pocas y suelen ser malas, ásperos adjetivos que arman mi opinión. Una opinión tal vez provisional, aunque ya no entro a beber al Bar Esperanza.
Lo armo a partir del conocido chiste francés: Un famoso crítico parisino recibe la invitación de un poeta a cenar en el excepcional La Tour d’Argent, esquina opuesta al Pont de Sally, sobre el Sena. Por supuesto que acepta. En las dos semanas siguientes se suceden las invitaciones: L’Olympia, Opera Bastille, Moulin Rouge, Lido… A los postres en el exclusivo Epicure, mientras el camarero abría la oportuna botella de champán, el poeta le comenta que acababa de salir su último cuaderno de poemas. El crítico, tras un breve sorbo, le dice que enseguida lo había leído. El poeta se decide a lanzarse a fondo: “Pero usted no le ha escrito ninguna reseña”. El crítico apura la copa, la llena de nuevo. Responde: “Caramba, hay un equívoco. Yo pensaba que sus atenciones eran por mi silencio”.
¿Serán del silencio las mejores reseñas? ¿Existe alguna que por casualidad no responda a ritos sociales o compromisos amistosos? ¿Es que tal vez los avances electrónicos las han hecho obsoletas, aunque el pobre crítico tenga que apurar un café con un pastelito de guayaba, en alguna esquina de Madrid o Bogotá, de Ciudad de México; apenas un croissant en París con aguacero y sin euros?
Sin embargo, esta misma mañana empezaré a escribir –a gusto— unas tres o cuatro páginas para leer en la presentación de un libro de poemas. Tales textos de introducción, prólogos o notas de contracubierta, son las que a veces convierto en reseñas. ¿Seré masoquista? ¿Funciona como si fuera un vicio que por edulcorarlo disfrazo de vocación crítica? Quizás se deba a un refrán que dice: “Perro huevero, aunque le quemen el hocico”. O no. Más sencillo: son aquellas reseñas de Jorge Luis Borges y Octavio Paz las que me atan al oficio, con las que juego a lograr un pequeño desvío llamado clinamen, acentos y guiños, tributos que me proporcionan un placer inefable cuando los escribo.
Porque hay un placer cuando se trabaja en una reseña o recensión que parte de apuntes al texto, subrayados en el volumen o pantalla, colorines para destacar o denostar, búsquedas de referencias o de otros libros, verificaciones de citas y autores, redacción de la primera versión, tachaduras y añadidos, alertas para no confundir opiniones con evidencias, preguntas a la sintaxis, dudas sobre la amenidad, ocurrencias previas a la versión no definitiva porque esa no existe –los tips están en Google--, sino que se manda a la publicación correspondiente para salir de ella o porque se venció el plazo o llegó la fecha de la presentación, que en algunos países llaman bautizo y en otros lanzamiento.
Sin embargo –autores empecinados, contratados o fortuitos incluidos--, lo cierto es que apenas se escriben reseñas en proporción justa a los libros que se publican. Apuesto que ni una por cada diez libros de ficción y ensayo… De ahí también se deriva que encontrarse una polémica entre comentaristas de un autor o libro –tan beneficiosa para mover los mares literarios-- es tan insólito como enterarse de que un nuevo cuaderno de poemas se ha agotado; salvo cuando se trata del descubrimiento de un inédito perteneciente a un poeta canónico: Un Heberto Padilla que hubiera olvidado en su natal Puerta de Golpe una libreta con poemas manuscritos; un Juan Gelman que tradujo pero mandó a su nieta los últimos poemas de su heterónimo Sidney West…
El prefijo Re y el sustantivo Seña, exhiben varios significados. Cuando se juntan doblan la apuesta de identidad. Las señales repetidas –claro está— dependen del centro emisor y del objeto cuya independencia siempre está modulada, en crisis, investida de nuevas contingencias… La cierta provisionalidad, sin embargo, no debe amedrentarnos, apostamos siempre a que la re-seña acierte hoy y deje algo para mañana. Ahí radica el placer del juego valorativo, que paga la factura. Tal vez si insistiéramos en ese placer hallaríamos más reseñadores, aunque el horno de estos tiempos se empeña en romper cualquier calma, no está --¿cuándo lo ha estado?— para galleticas exegéticas de obras de arte literario.
En Aventura, otoño y 2017
José Prats Sariol
La Habana, 1946. Hizo estudios de literatura en la Universidad de La Habana con una tesis sobre José Lezama Lima. Es crítico literario, novelista, ensayista y catedrático universitario. Actualmente es profesor principal de literatura en la Arizona State University. De José Prats Sariol (La Habana, 1946) dijo José Lezama Lima: “Armado de un sentido crítico que colma en la balanza la trenza de la lechuza y el arcoíris del sunsún”, para caracterizar su internacionalmente reconocida obra. A sus novelas Mariel, Lila y Guanabo gay, se suman varios libros de cuentos, en el 2013 publica su libro de cuentos Por si o por no en Editorial Aurora Boreal®. Ha publicado también libros de crítica literaria: Por la poesía cubana, Criticar al crítico, Estudios de poesía cubana, Pellicer río de voces, No leas poesía y Lezama Lima o el azar concurrente; se enriquecieron en 2016 con dos nuevos títulos: Leer por gusto y Erritas agridulces. En el 2016 también apareció Sangre en Níjar (cuentos) y en 2017 publicará su nueva novela Pobre corazón.
Material enviado a Aurora Boreal® por José Prats Sariol. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de José Prats Sariol. Foto José Prats Sariol © José Prats Sariol. Carátula La Casa Verde © y foto de Ángel Rama tomados de internet.
- Detalles
- Por José Prats Sariol
22 de marzo, 2017. Cumpliendo 84 años.
RETRATO, DESDE EL LECHO
Cabeza y Rostro. Breve colina nevada, con picoteo de aves ligeras. Acantilado frontal, con inclinado pináculo narigudo, emitiendo sus soplos entrecortados, y separando orbitas de otrora lagunas negras, ahora, semi-secas y de orillas arenosas. Más abajo el marchito jardín de los labios, con el interior tatareo de una amarillenta sierra-lima, y asomada la mermada barbilla quijotesca.
Torax y bajo vientre. (colgantes). Páramo granulado, con el tic-tac en stacatto de la máquina-corazón. “¿Mi hora?”. No temas, todavía ofreces una blanca, oronda redondez sanchopanzesca. “Ah, sí, ¿pero no ves el caño de mi amor-sexo mudo?”.
Extremidades (al aire). En cruz los brazos, o con las manos entrecruzadas como férreas esposas. Bajo los sobacos ya no llevas los nidos de antaño. Pero tus rodillas, todavía son como rocas del Peñón de Gibraltar, y tu pies-peces nadan, saltando, en el Estrecho.
- Detalles
- Por Víctor Fuentes
Se ha desatado una epidemia de “intelectuales” (sic) creyentes en que cuando le encasquetan un prefijo a ciertos sustantivos al uso y cuando desprecian los estudios clásicos de filosofía, estética y crítica, se vuelven originales. Quisieran competir con aquellos poetas vanguardistas del siglo pasado.
Exégetas del último grito, practican la “pos-memoria” que sigue a la “de-construcción”. El fanguero crece, va de la perpetrada “pos-crítica” a la “hiper-media”, del “sub-texto” al “trans-género”, de lo “a-ficcional” al “supra-verso”… Y por ahí se pierde la serpiente de palabrejas traídas sin ton ni son bajo el aguacero “multi-culturalista”.
Con el permiso de los guiones --colocados aquí para resaltar los pre-fijos-- sugiero que la manía de pre-fijar es una forma de la novolatría cuyo origen se vincula a una peligrosa carencia: perdieron el reloj, creen que el tiempo no “fuga”, no es un delincuente famoso, inexorable.
Ese culto a lo nuevo nada más que por ser nuevo encharca universidades, centros de investigación, revistas, eventos culturales… Son penosamente famosos –dignos de sarcasmos-- los estudiosos de William Shakespeare que ya consideran anticuados los ensayos de Harold Bloom; los que privilegian una tesis universitaria del 2021 sobre las Soledades de don Luis de Góngora, respecto de las “viejas” indagaciones de Dámaso Alonso… Y así se la pasan, de novedad en novedad --de journal en journal-- entretenidos en un almanaque que termina dos o tres años atrás, como si los estudios humanísticos fueran de Física Espacial para el “amartizaje” del Perseverance.
- Detalles
- Por José Prats Sariol
Para Ivet Kamar. Por el sabor del café.
Las constelaciones y el aroma del mediterráneo.
De Ciudad de México a Cancún. El avión aterrizó a medio día.
Como tenía que esperar cuatro o cinco horas para hacer la conexión con Cubana de Aviación, deambulé por los alrededores; de modo que recordé imágenes de hacía 10 años, cuando siendo un adolescente, en un viaje de estudios, visité este espléndido lugar para los sedientos del sol, playa y safaris nocturnos. La más atractiva de ellas fue la noche que, caminando por el malecón, divisé las luces titilar desde la capital isleña. Quedé empapado.
Si la humedad era insoportable aquí, me dije, en este lugar tan concurrido por cardúmenes de turistas del mundo entero, no quise imaginarme lo que podría registrar el termómetro en La Habana, casi a finales del mes de marzo, el anticipo del verano más frankenstein de 1997, pleno de confusiones y asombros. Mi vuelo estaba programado para las 20:00 horas. Ni los sextantes, ni las gitanas quirománticas, tampoco las bolas de cristal habrían revelado que mi arribo coincidiría con la llegada de los restos mortales del Che Guevara. Eso, para empezar, ya era mucho.
- Detalles
- Por Antonio Moreno
Resumen de la presentación de Rafael Romero durante el Festival de Literatura de Copenhague de 2015
Rafael Romero:
Guatemala. Narrador y poeta. Creador de la revista literaria Te prometo anarquía. Ha publicado Distensión del ansia (2011), Génesis y encierro (2011), la trilogía El elegido, Chichicaste, Zánganos (2012-2014), Entelequias (2015), Nadie advirtió el rencor de las precipitaciones (2015), así como las plaquettes El convoy en el que habito se desplaza entre tinieblas (2013) y Orgánica palabra (2014). Actualmente reside en España.
- Detalles
- Por Rafael Romero
Resumen de la presentación de Roxana Crisólogo durante el Festival de Literatura de Copenhague 2015.
Roxana Crisólogo: Perú. Poeta y activista cultural peruana. Publicó Abajo sobre el cielo, Animal del camino, Ludy D y Trenes. Rompehielos es su último libro aun inédito. Roxana es una poeta que enfrenta el lenguaje escrito con el visual y el sonoro. Impulsora de proyectos culturales de arte comunitario, es una convencida de que otro mundo es posible si somos creativos. Coautora con la artista visual Karen Bernedo de los proyectos de video poesía Poéticas visuales de la resistencia (Lima, 2007) y Poéticas visuales del exilio (Lima, 2009). Como traductora es coautora con Johanna Suhonen de la antología de poesía joven finlandesa Los ratones de bolsillo terminan bien. Karu Kartonera,§ Poesia con C Malmö y Helsinki, 2010. Fundadora en el 2010 con Johanna Suhonen del proyecto editorial Karu Kartonera (Helsinki, 2010). El 2013 recibió una beca de la Fundación finlandesa Kone para coordinar el proyecto multicultural Sivuvalo.
- Detalles
- Por Aurora Boreal®
Resumen de la presentación de Julio Jensen durante el Festival de Literatura de Copenhague, 2015.
Julio Jensen: Dinamarca / España . Es profesor titular de literatura hispánica en la Universidad de Copenhague. Su interés está centrado en, por una parte, el Siglo de Oro y, por otra, en la producción literaria y cultural del siglo XX. Publicaciones sobre: Cervantes, Calderón, Inca Garcilaso de la Vega, Tirso de Molina, Juan Ramón Jiménez, Borges, García Márquez y Vargas Llosa entre otros.
- Detalles
- Por Julio Jensen
Resumen de la presentación de Martha Canfield durante el Festival de Literatura de Copenhague, 2015.
Martha Canfield: Uruguay, (Montevideo, 1949). Enseña Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Florencia, donde reside desde 1977. Ha publicado ensayos sobre Quiroga, Borges, Cortázar, Mutis, García Márquez. Ha traducido a Benedetti, Eielson, Vargas Llosa. Es autora de cuatro poemarios en italiano y seis en español. En 2006 fundó en Florencia el Centro Studi Jorge Eielson, dedicado a la cultura latinoamericana. En junio 2015 recibió en México el Premio Iberoamericano Ramón López Velarde
- Detalles
- Por Martha Canfield
Resumen de la presentación de Katrine Helene Andersen durante el Festival de Literatura de Copenhage 2015.
Katrine Helene Andersen: Dinamarca. Es profesora contratada del departamento de Inglés, Alemán y Lenguas Románicas (Área de español) en la Universidad de Copenhague. Es licenciada y doctora en filosofía y literatura por las Universidades de Aarhus y Complutense de Madrid. Ha publicado varios estudios sobre el pensamiento español, con especial atención a las dimensiones filosóficas de autores como Miguel de Unamuno, Baltasar Gracián y Juan Larrea.
- Detalles
- Por Katrine Helene Andersen
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, escrito por Miguel de Cervantes Saavedra, es una novela avant la lettre que simplemente no pudo haber sida escrita en otro tiempo. Esto se debe a que ella recoge su materia de la literatura leída en la época, es decir, las novelas de caballerías, a las cuales parodia. En El Quijote, Alonso Quijano, el personaje principal, decide armarse caballero andante y salir en busca de aventuras. Parece paradójico entonces que, tras seguir y respetar los ideales caballerescos por incontables páginas, éste muera después de haber “abominado con muchas y eficaces razones los libros de caballerías.” (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, II, LXXIV, 562) Esto verdaderamente se presenta como un non sequitur; en especial cuando consideramos que él permite que estos mismos ideales caballerescos sean los instrumentos de su destrucción: don Quijote es vencido por el Caballero de la Blanca Luna y es el mismo código caballeresco que lo obliga a regresar a la Mancha donde muere, presumiblemente, de melancolía. Pudo haber roto su palabra en cualquier momento y continuado con su “malandante caballería”. Sin embargo, sólo aborrece sus libros cuando esta acción no puede cambiar el curso de los hechos. En este ensayo utilizaré el topos del theatrum mundi como una posible explicación para el problema.
- Detalles
- Por Ian Iracheta
No hay otra senda.
Me resigno a pisar
las hojas secas.
Wasajo
Quizás el signo más visible para identificar la calidad de un poema sea la sugerencia. Entre los mejores ejemplos de la literatura mundial de cualquier época se hallan los haikus. El refinado arte japonés (3 versos de 5, 7 y 5 sílabas) casi puede considerarse un paradigma de cómo tratar las semillas para que florezcan.
El de Wasajo que reproduje como epígrafe ejemplifica el difícil encerrar para que el lector suelte, expanda. Apenas son once palabras, con las licencias poéticas suman 17 sílabas. De ellas sólo dos son sustantivos: senda y hojas, aunque el infinitivo –pisar— funciona también en calidad de nombre, sin perder su carácter verbal, junto a las dos formas conjugadas: hay y resigno. Si restamos la preposición y el artículo sólo queda un adjetivo –secas—y el pronombre: me. Supongo que el original en japonés exhiba un laconismo aún más intenso... Lo cierto es que el autor –bajo el respeto de suponerle al lector por lo menos su misma inteligencia y sensibilidad-- no necesitó nada más para estructurar su haz de sugerencias.
- Detalles
- Por José Prats Sariol
25 de octubre, 2015.
(4 tardes después de una cistoscopia en la vejiga que sigue limpia del tumor canceroso).
“En el espejo de un verso de Machado”
Aviva el sexo (perdón) seso y despierta, adormilado Diario y mírame, sin mancharlo mucho, en el espejo de este verso machadiano:
- Detalles
- Por Víctor Fuentes