'Otras esquinas' (Relatos) - Reseña

camilo castillo 001Otras esquinas (Relatos)
Jairo Restrepo Galeano
Caza de Libros – Club de Lectores
2011
85 págs.

 

 

Al vagabundear por Otras Esquinas el lector se siente avanzar entre parpadeos: cada vez que sus ojos se abren y cierran, una poderosa imagen se desliza. A veces esa imagen es fantasmagórica, tenebrosa; a veces real, bella, erótica; a veces analítica y crítica de la sociedad. Sin embargo cada parpadeo es un largo abrir, observar-detallar el mundo, para luego dejar venir la oscuridad del final del parpadeo.

Tal vez la estructura de relatos cortos, algunos mínimos, otros mucho más extensos y descriptivos, hace tener la sensación de movilidad continua, de vagabundeo. No obstante, el ritmo, la cadencia del lenguaje, mantiene al lector allí intentando descubrir y entender el arte de observar que Restrepo Galeano propone. Porque Otras Esquinas es una observación detenida que insiste en descubrir fragmentos en el mundo. A veces esta mirada pretende entender dicho mundo, lo que sucede en él; a veces simplemente se conforma con mostrarlo para que así el lector complemente con su propia imaginación, su experiencia y sus sensaciones de dicho universo aún en construcción.

Camilo Castillorojo es escritor. Nació en Bogotá. Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional. Fue participante del Taller de Escritores de la Universidad Central. Hizo una Maestría en Creación Literaria en la Universidad de Texas, en El Paso. Actualmente es profesor del Pregrado de Creación Literaria de la Universidad Central. Le gusta leer, escuchar música, ir a cine, comer y pasar tiempo con su familia. Sobre todo le gusta escribir.

camilo castillo 001La mirada de Restrepo Galeano, por otro lado, varía con frecuencia en estos relatos. No es una mirada extática y plana, sino que tiene diversos matices. Y así como cambia de relato a relato, en la obra algunos relatos guardan elementos en común y que, por lo tanto, el lector puede entender un grupo de relatos como un todo, o como momentos específicos dentro de la obra.

En primera instancia, se percibe un primer grupo de relatos, sobre todo al inicio del texto, que son muy cercanos a lo rural y a lo oral. En relatos como “La Patasola”, “El cielo y su virilidad”, “Los espacios del hambre” “El qué de la señora Raña”, “Tropel de inquisidores”, entre otros, se descubre un tono que tiene que ver con la leyenda, con la identificación de un misterio que puede ser inexplicable pero que se enraíza en la cultura, en la visión del mundo de una región. Dicha región puede ser el Tolima colombiano, que en diversas ocasiones se nombra como escenario de los acontecimientos, y que enfatiza la particular relación de los individuos con sus lugares y en la comprensión del mundo desde el espacio no urbano.

En estos primeros relatos también hay una marca sólida de la oralidad. Se hace evidente en algunos de los ya nombrados relatos, y también en otros que presentan personajes cotidianos, soñadores que intentan comprender la vida misma. Particularmente, los relatos de José Mercedes son historias en las que un narrador, o mejor, relator, se sorprende con la mirada sencilla de un campesino que con breves pensamientos, acaso ingenuos, traspone la realidad y elabora una imagen poética del sol y la luna. Las palabras del campesino, asimismo, contrastan con la mirada analítica de este relator que se sorprende y conceptualiza la belleza sencilla de las ideas de José Mercedes.

En esta primera parte del libro, igualmente, están un segundo grupo al que se le podría denominar relatos de amistad. "Divertimento", "Encuentro", "Quique y su enfermedad de querer" son relatos en los que predomina el sentimiento de camaradería, de confianza, de compartir los silencios, los deseos con aquellos amigos que se hacen fundamentales en la presencia del narrador. Se siente en este grupo de textos una especie de nostalgia por aquellos primeros amigos de juventud con quienes se apuesta la atención de una mujer y que el que pierda dicha apuesta pone en riesgo la posibilidad de fumar y de leer. O, en otros, esos amigos ya mayores, no tan jóvenes como los de “Divertimento”, sufren sus dilemas maritales, sus confusiones, sus contradicciones y que buscan un oído y un hombro para que éste les ayude a comprender y comprenderse, como en el caso del relato “Quique y su enfermedad en el querer”. En estos relatos hay una cálida cercanía del narrador-relator quien con sutileza declara el afecto por esos amigos, amigos tal vez perdidos en el pasado.

En esta absurda clasificación propuesta en esta reseña, están esos relatos en los que la observación se convierte en imaginación y acaso fantasma que va invadiendo la mirada del observador. Es el caso de "Cuerpo del deseo" y "Alguien anda por ahí". En el primero la sombra de una hamaca parece anteceder a la transformación de una mujer; en el segundo parece haber un misterio, un silencio que parece desdoblar algo en el aire, algo que el relator percibe con sus sentidos pero que no quisiera explicar.

 Varios de estos textos que componen la primera parte del libro comprenden ante todo una intención poética, la creación de una imagen que se sostiene y queda grabada en breve. Estos relatos recuerdan postales. También hacen rememorar a Kawabata con sus Historias en la palma de la mano, breves estampas en los que, en principio, lo escrito debe caber apenas en la palma de la propia mano y, entonces, la poesía se amalgama con la prosa, sin llegar a un desarrollo extenso ni a un conflicto, como bien se definiría la idea del relato.

Un segundo momento de la obra sucede cuando la presencia humana, con su hostilidad, con sus enojos y sus absurdos se hace más contundente. Entonces los relatos presentan extrañas escenas que amenazan con lo absurdo desbordante ("Desocuparse" y "El señor de las moscas"), la ensoñación ("Sin nombre"), en donde aquel primer tono cálido y rural casi va desapareciendo para irnos llevando hacia otro destino, que no es necesariamente la ciudad aunque surja la urbe como escenario en algunas ocasiones, y a otro estado anímico.

Es entonces cuando los relatos se hacen más extensos, densos, inquietantes. Tenemos textos que se acercan casi al ensayo como "De la risa y otras dignidades" en las que el observador se ríe de un borracho que intenta ponerse en pie y que sus constantes caídas hacen reflexionar al observador sobre su subjetividad, sobre qué lo hace humano y sobre la misma risa; o el inquietante texto "Propuestas que quitan la luz", en el que hay un diálogo entre un médico y su paciente sobre cómo mejorar la sociedad a través del control natal de los pobres, un texto que recuerda al descarado Gog de Papini, y que termina con una reflexión sociológica.

En esta parte final también aparecen ecos Kafkianos en "El condenado" y tal vez un recuerdo de Italo Calvino en "Funebria", historia de aquel lector que si deja de leer viviría entre tumbas. Estos episodios tan cercanos a la metaliteratura se cierran con "Ficción más que realidad" en donde ya vemos una preocupación por la literatura, el escritor y el fenómeno de la ficción. Aunque, es propicio mencionar, esta reflexión no es exclusiva de esta segunda parte del libro: en diversos relatos anteriores la literatura y la historia aparecen con frecuencia como referentes, se hablan del lector, de sus lecturas y de lo que aportan a la propia experiencia de los personajes. Sin embargo, en estos cuentos la presencia y reflexión sobre la creación y la ficción se hacen elocuentes, se vuelven el tema central.

Un cuerpo diferente crean los dos textos "Pliegues de soledad" y "Príapica", escritos que parecen ser dos vértices de la misma esquina. En el primero tenemos a una vieja vouyerista que se esconde tras una cortina a ver una pareja tener relaciones sexuales mientras su deseo se reprime por una historia familiar y personal agobiante; mientras que en "Príapica" (como referencia a Príapo, dios de la fertilidad) un hombre, quien parece ser el mismo hombre que está allá en la otra ventana que ve la vieja del relato anterior, cuenta detalladamente una escena sexual apasionada: mientras desnuda a Mirna y cópula con ella, ve cómo aquella vieja los observa, escondida tras las cortinas, y él intenta explicar por qué aquella mujer no puede parar de verlos. La correspondencia entre los dos relatos, en los que el lenguaje crea atmósferas densas y excitantes, permite ver desde dos miradas un hecho y cómo se podría percibir una acción desde diferentes puntos de vista. Esta correspondencia también ayuda a sustentar que en Otras esquinas a Restrepo Galeano le interesa hablar de aquella mirada que permite entender el mundo y tal vez entendernos, al observar somos observados, al observar nos comprendemos un poco.

Un comentario aparte merece el cuento, "Memoria de la casa". El texto consiste en cómo un hombre ve a su padre llegar a visitarlo a su casa, en una zona rural, y allí el narrador personaje, el hijo que aguarda junto a su esposa Carmiña a que el padre se adentre, ve a ese hombre mayor quien le resulta extraño en el recuerdo por sus complejas relaciones del pasado. Desde la voz del narrador, parece que el padre intenta reconstruir con su mirada una casa que no existe pues se la llevó la avalancha de Armero. Este cuento es uno de los más contundentes de todo el libro, se percibe el dolor de los dos hombres, el hijo que se siente desdeñado por el padre; el viejo que no tiene su casa. Y mucho más interesante es cómo esa distancia y dolores, de alguna manera, les permite a los dos hombres acercarse. El tono, la delicada elaboración de los diálogos y el concepto de la historia se apartan de las otras narrativas, y por eso se puede considerar un punto aparte en el conjunto de la obra.

Finalmente, no se puede pasar por alto que en la obra de Restrepo Galeano hay un trabajo constante con el lenguaje: hay búsquedas, hay elaboración de frases de manera artesanal, trabajo que ahora se encuentra casi perdido en mucha de la narrativa colombiana. De otro lado, la presencia de la naturaleza (el mar, los árboles, el otoño, lagartos, flores, ríos, aves, el calor, el sol, la luna) es un componente determinante en la obra de Restrepo Galeano, genera no solo una atmósfera y un ambiente sino que permite que la contemplación descrita sea mucho más elaborada.

La obra de Jairo Restrepo Galeano permite acercarse por breves instantes a mundos poderosos, intensos a veces, leves y efímeros en otras, pero en donde la observación y la provocación a los sentidos juegan un papel primordial. Otras esquinas es la posibilidad de la contemplación.

 

Para leer un relato de Jairo Restrepo Galeano pulse aquí.

 

Otras esquinas (Relatos)  -  Reseña  enviado a Aurora Boreal® por Camilo Castillorojo. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Camilo Castillorojo. Foto Camilo Castillorojo © Camilo Castillorojo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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