"No tuve dios, no tuve patria, no tuve un amor; en mí sobrevivió solo una pasión, a la que no he renunciado jamás y por la que he sacrificado todo cuanto soy: ¡LA LIBERTAD!". La voz a ratos airada y a ratos apasionada de Vargas Vila planea por las páginas de la novela retratando ciudades como París, Roma, Madrid y Buenos Aires, ajustando cuentas con sus enemigos terrenales y sus fantasmas internos. "Esa faceta suya tan sarcástica y punzante le hace parecerse a nuestro Fernando Vallejo", comenta la escritora refiriéndose al polémico autor de El desbarrancadero (2001). "Él siempre ha querido escribir una novela sobre Vargas Vila, pero creo que no ha encontrado el tono. De hecho me intentó convencer de que había cometido un error escribiendo esta obra".
Aunque la novela sobre su vida la escribió Consuelo Triviño en solo un año, el bagaje documental se remonta tres décadas. En 1983, año en el que se instaló definitivamente en España, la autora hizo una tesis doctoral sobre el personaje: "Cuando acabé mi investigación, quise olvidarme de Vargas Vila, pero en 1987 Fidel Castro anunció que habían encontrado sus manuscritos en Cuba. Sin dudarlo, fui a La Habana a rescatar el texto. Esos diarios han sido mi principal fuente de documentación". La autora también bebió de su extensa obra novelística: Vargas Vila es autor de más de un centenar de libros, como Aura o las violetas, Flor de fango, Los divinos y los humanos, Los césares de la decandencia, El ritmo de la vida, motivos para pensar, Los parias,El huerto del silencio, Ibis y Lirio blanco. Delia.
Como ejercicio literario, la imitación de voces históricas ha dado frutos de todo tipo, desde la documentación exhaustiva de El farmer (1996) de Andrés Rivera, en la que el argentino se mete en la conciencia del caudillo Juan Manuel Rosas, hasta la versión surreal de El mundo alucinante, en la que Reinaldo Arenas mezcla la biografía del mexicano Fray Servando Teresa de Mier con la suya propia, basándose en su experiencia como exiliado y represaliado. "Yo también fusiono la visión de Vargas Vila con la mía propia", explica la autora de La semilla de la ira, "pero documentándome a través de lo diarios y la literatura de la época". De esta forma, el protagonista de la novela se siente desolado en un Madrid de principios del XX "provinciano, apolillado y conventual" tal y como lo describió Baroja en La lucha por la vida (1904). Pero en este caso, la opinión del Vargas Vila ficcional no coincide con la de Triviño: "Hoy es la ciudad que más me gusta de España, la única en la que me siento una ciudadana del mundo".
Consuelo Triviño es doctora en filología románica por la Universidad Complutense de Madrid. Reside en España, donde ha sido profesora de literatura hispanoamericana. Está vinculada al Instituto Cervantes. Colabora con la crítica de libros del suplemento Lunes de El Imparcial. Ha colaborado con la crítica de libros del suplemento cultural «ABCD las Artes y de las Letras», del diario ABC. Obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Libro de Cuentos de la Universidad del Tolima con Cuantos cuentos cuento (1977) y fue finalista del Premio Nacional de Novela Eduardo Caballero Calderón (1997). Ha publicado Siete relatos (cuentos), El ojo en la aguja (cuentos), Prohibido salir a la calle (novela) y La casa imposible (cuentos), La semilla de la ira (novela), Una isla en la luna (novela) además de libros de ensayo sobre autores como José María Vargas Vila, Germán Arciniegas, Pompeyo Gener y José Martí, entre otros.
Desde los años setenta, la novela histórica hispanoamericana ha experimentado una eclosión cualitativa y cuantitativa. Entre las decenas de obras destacables se encuentran la novela de dictador Yo, el supremo (1974), del paraguayo Augusto Roa Bastos, el drama bélico Noticias del imperio (1987), del mexicano Fernando del Paso, la surrealista visión del descubrimiento en Los perros del paraíso (1983), de Abel Posse, el viaje póstumo de Santa Evita (1995), de Tomás Eloy Martínez, y la aclamada y desgarradora La fiesta del chivo (2001), de Mario Vargas Llosa. Trivino asegura que su obra no ha bebido de la novela histórica sino del modernismo y la experiencia personal, pero no ahorra elogios a la hora de ensalzar la literatura hispanoamericana pasada y presente y reivindicar la autenticidad de los nuevos escritores: "Creo que la actual narrativa está en una búsqueda muy interesante tanto en España como en América. Ante la caída de la industria editorial no tiene sentido escribir para vender. No hay más remedio que ser auténticos".
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Vargas Vila o el insulto como una de las bellas artes enviado a Aurora Boreal® por Consuelo Triviño Anzola. Publicado originalmente en el diario El País el 3 de julio de 2013. Foto Consuelo Triviño por Samuel Sánchez. Tomada del artículo de El País el 3 de julio de 2013. http://cultura.elpais.com/cultura/2013/06/05/actualidad/1370431301_455325.html