Una voz interior
La feminidad, quiero decir María Inés, que recuerda es la misma que calla y silencia. Y su silencio es fruto directo de la muerte: "enmudecí por más de un año, cuando mi madre murió" (p.31). Pero también lo es de la educación heredada de su padre quien "era introvertido y amaba el silencio, realmente me educó para amar el silencio también". (p.66). Consecuencia de la muerte y de la educación, por lo demás María Inés es de ascendencia oriental, su relato será el testimonio secreto de los ritos, anécdotas, hazañas, manías y vergüenzas en el corazón mismo de su familia, una familia condenada a la diáspora.
Por eso, la narradora pareciera pasearse por la casa con el objetivo de impregnarse de aquel pasado repentinamente de vuelta con la frescura azul de los filmes vistos en el cine de su abuelo. El ejercicio del recuerdo le alcanzará, fragmentaria pero a la vez una, la fábula de los suyos. Sin embargo, al mismo tiempo la distancia física y cronológica se impondrá como una verdad irrefutable. Aquello que recuerda es pasado y, por lo tanto, se encuentra condenado al extravío: "Yo soy una manchada de ausencias" (p.55).
Palabra y silencio, memoria y olvido son las coordenadas que determinarán el derrotero de María Inés. En principio, parecieran ser instancias irreconciliables, como si solo pudiesen ser evocadas sin posibilidad de ser trascendidas. Pero ahí está el ejercicio de la escritura como medio para alcanzar una unidad y, en ella, una identidad. En ese sentido no es casual el nombre de la última sección del libro: "Más allá del silencio". Detrás del silencio, ahí adonde la narradora anhela llegar, le espera la promesa de una unidad en la cual reunir aquello que pareciera fatalmente disgregado.
Una vez alcanzado el cielo con los pies siempre sobre la tierra, nuestra narradora habrá hecho del ejercicio del recuerdo la posibilidad de bocetar – y contarnos – la fábula de la trascendencia. Si la muerte de su tío Armando la obligó a regresar, es con este regreso que ella retorna al pasado. Y el regreso al pasado, pautado, le permitirá empezar a escribir y pintar. Trazado, de este modo, el círculo que conecta el inicio con el fin de la escritura, el título del libro adquiere nuevas resonancias.
La narrativa del esbozo
Bocetos para un cuadro de familia es un libro que avanza por ecos, resonancias y voces que se enhebran en ese tejido que es el recuerdo. Como el recuerdo, la narración adquiere unidad y coherencia conforme se va cargando de significados, anécdotas, rostros, sensaciones y colores. Al final de la lectura, tras cerrar el libro, descubrimos no solo el misterio alrededor de la muerte del tío Armando – cada familia guarda un secreto, cada familia esconde una vergüenza – sino que asistimos, por sobre todo, a una revelación en la figura de la narradora. Una vez escrito el pasado es que se deseará entregarle otra materia: "He soñado que lograré pintar un hermoso cuadro" (p.89). Mientras tanto, nos quedan los apuntes o trazos de una pulida sensualidad.
Félix Terrones.
Lima, 1980. Escritor y crítico peruano. Ha publicado las novelas cortas A media luz (PUCP, 2003), la novela El silencio de la memoria (Mundo Ajeno, 2008) y, en formato electrónico, el libro de cuentos Cenizas y ciudades (SUB-urbano, 2014). Este año, publicó su primera colección de microrrelatos titulada El viento en tu cara (Nazarí). Doctor en literatura por la Université Michel de Montaigne Bordeaux III, ha editado la antología de la obra del escritor peruano Sebastián Salazar Bondy para la Biblioteca Ayacucho de Venezuela. Actualmente, traduce la novela Conquistadors del novelista francés Eric Vuillard. También trabaja en su nuevo libro de microrrelatos, dedicado a libros y escritores, titulado: Pequeño tratado de escritores que fueron, son y están por venir. Los avances de éste pueden leerse en la bitácora del autor http://resenasfelixterrones.wordpress.com/
Reseña de la novela familiar de Julia Wong Kcomt enviado a Aurora Boreal® por Félix Terrones. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Félix Terrones. Foto Félix Terrones. © Félix Terrones. Foto Julia Wong Kcomt ©Julia Wong Kcomt.