Nadie es eterno - reseña

Nadie es eterno
Alejandro José López
Novela
Sílaba Editores
ISBN:978-958-57499-4-8
Agosto de 2012
Páginas: 178

La vida será, siempre, muy corta para leerlo todo. Y entonces..., no queda sino clasificar las lecturas de acuerdo a los gustos personales o a los personales de otros, pues de la manera como te vayan contando algún acontecer o novedad literaria – valga aclarar que las novedades lo serán toda vez que nunca personalmente se hayan leído, así éstas lleven años y años de publicación- el entusiasmo va creciendo y todos los caminos conducen a la comodidad de la lectura; pero allí entramos en otros terrenos como el de la comunicación, la comunicación con los buenos amigos quiero decir, ya que algunos intentarán seducirte con el último best seller de las mil y un maneras de morir. Otras vías, tal vez, conduzcan a involucrarse con tertulias literarias serias como alguna que me comentaron que hay en la ciudad de Cali y de cuyo nombre si quiero acordarme: Sábados Literarios, donde las recomendaciones son fantásticas.

De ese colectivo o mejor, de la tertulia literaria me llegó una novela seria, muy bien estructurada en la que se nota la complejidad del oficio y del oficiante por ser veraz y por querer transmitir ética y estéticamente todo el arte de escribir para el disfrute o el asombro del lector; de tal manera, que da gusto sentarse en la comodidad del silencio para dejarse seducir por inquietantes ciento setenta y un páginas editadas por Sílaba Editores y leer: Nadie es Eterno.

Nadie es Eterno, es la opera prima del escritor colombiano: Alejandro José López Cáceres y la manera de incursionar en el mundo de la novela es de tal altura que no queda más remedio que entregarse a ese mundo de ficción y de realidad y por los hechos, a ese mundo donde se confunde un poco la crónica con la literatura. Pero no es para pensar que el escritor López Cáceres no sabe del oficio y tal vez, en su novela se vean las costuras y sale entonces al desfile editorial con una novela remendada de la que no se sabe con qué telas está diseñada, No, es que la realidad es tan cruel y tan cercana que con sólo levantarnos y leer el periódico o la internet, al prender el televisor o simplemente al salir a la calle, la violencia humana nos aturde, y no sabemos a ciencia cierta si la realidad colombiana supera la ficción o lo contrario, pues acá vamos de pasmosidad en pasmosidad, de imposible en imposible, de locura en locura, de mezcla en mezcla, tanto, que finalmente no sabemos cuál es la realidad real. Pareciera que Nadie es eterno es una novela que ya ha sido contada, pero qué hacemos sí en la biblioteca universal de los colombianos este tipo de historias están a la orden del día; la diferencia estriba entonces, en el manejo narrativo, en la estructura, en la presentación de los hechos y...claro, en las influencias literarias del escritor, quiero decir, en qué hombros de cuál gigante andaba parado el escritor. Hoy, no hay duda que luego de leerle, uno se entera de que su terreno es firme y que ya empezó a bajarse del gigante para ser entonces uno de ellos y es allí donde empieza a ser Universal. Sí, Nadie es eterno es una novela de la violencia enquistada en nuestra sociedad y en nuestros genes pero que en las manos de López Cáceres es un gran vals clásico adornado con postales desconcertantes: una nueva estética de la violencia.

En virtud de alguna buena discusión que salga de la lectura de Nadie es Eterno, huelga decir que no a todos, la violencia y sus mil y un formas nos ha tocado, entonces, la novela se hace aún más grande ya que de manera veraz, estructurada (lo reitero), profesional y de entrega total como lo dije anteriormente, López Cáceres nos pone sus años y días de angustias para que nos recreemos en la vida y sus circunstancias de una familia que no pudo vencer el destino, porque tal vez, al destino no hay que perderle tiempo. Sólo se tiene una vida y ésta hay que vivirla como las circunstancias vengan.

 

nadie_eterno_001Y es que para inventar un mundo posible o recrear un mundo real se necesita de trabajo arduo, de ir tejiendo en filigrana todo el entramado para que la obra de arte surja. Y es que el amor, la venganza, las ganas de poder, las frustraciones y gritos ahogados en la garganta son los instrumentos de esa obra sinfónica que es: Nadie es Eterno. Se podría pensar incluso que inventar o recrear una realidad será un acto inconcluso porque existen maneras muchas de ir desarrollando las personalidades o caracterizando la de los personajes, de ahí que uno como lector desprovisto de angustia y amigo de la perfección, detalle con lupa las posibles fallas o incongruencias de los personajes, del tiempo y del espacio; pero es que "para ser un buen escritor se necesita ser un buen lector" y entonces López Cáceres hace uno de sus mejores esfuerzos con Nadie es Eterno y confirma esa inveterada premisa.

Pacho tiros, que así se le conoce a uno de los personajes principales, es hijo de Colombia y de las circunstancias que lo envuelven. Desde niño, se diría que desde siempre, ha tenido un carácter muy fuerte y determinado al que no hay buscarle muchas herencias, pasados o influencias; una sola situación desata su temible firmeza de carácter: ser testigo de la muerte a tiros de su padre. Este hecho deja una impronta que en otros sería de terror pero que en él, se incuba la venganza y para eso se vive en Tuluá, en la región, en un país donde puede prosperar, aun sin agua, la semilla de la ira y la venganza. En la mesa todo está servido: los traquetos, la corrupción del estado, la atemorización de la sociedad, el chamanismo, la superstición y el chisme. Y es allí de donde perviven unos personajes bastante rocambolescos: Rafico, un homosexual que derribará cualquier barrera social que se interponga y en ese sentido trasgresor, caricatura y victimario por conquistar a su hombre primero alardeando con una frase lapidaria sobre los destinos del amor furtivo:" Cualquier hombre con un par de aguardientes encima se vuelve cacorro" y luego tratando de mostrarle y venderle un par de pinturas hechas por él, pero lo que no sabe ni él ni el doctor Álvarez es que el amor tiene sus mañas y se las arregla para que el destino los una: son finalmente, la consumación del amor imposible y tal vez, verdadero en ese ambiente de matones, traquetos y poderosos, es decir, son la antítesis de lo establecido: la muerte que mata.
Hermelinda, vaya nombre, hace recordar a Hermes, ese Dios griego Heraldo de los dioses, mensajero entre ellos y los hombres; pero que en Hermelinda, la madre sufrida de Pacho tiros, es quien intenta sin fruto recomponer una familia caída en la fatalidad: Un hijo diagnosticado con meningitis, un esposo asesinado por no pagar las deudas de juego en un mundo tan serio y otro hijo, Pacho Tiros, que no acepta diminutivos y quien tiene un sistema de valores que va desde el silencio contenido porque a un hombre no se le pude tentar con la carne y no dársela, y deja entrever en silencio unos resquicios de sufrimiento, hasta asesinar por el sólo acto de cumplir con la palabra. ¡Vaya paradoja! Al padre lo asesinan por no cumplir con las deudas de juego y su hijo, Pacho Tiros, asesina entre otros motivos, por sólo cumplir con ella, con la palabra. De tal manera que no se rompe la cadena de desgracias, más bien, es una tara que se repite.

La trama de la novela es un asunto de hombres que es regido por un sistema económico del cual sólo somos sus marionetas. Si bien es cierto el sistema ha sacado algunas cosas buenas e importantes de los hombres: tal vez la tecnología, algo de bienestar y un escaso mejoramiento continuo en el deber de ser mejores intelectualmente y en ese sentido un poco mejor seres humanos, no es menos cierto que ese mismo sistema ha sacado hasta la tragedia, la saciedad y la ignominia lo peor de la especie que aun hoy, y por muchos años andará por las calles. Y apegados, tal vez a lo banal a no querer usar lentes para corregir la miopía en la que vivimos, Nadie Es Eterno da cuenta suficiente del universo aterrador en el que transcurren nuestros días: basta sino leer una de las postales: "Echale un ojo al borde del camino para que veás cómo los chiminangos soportan las alambradas y establecen el recorrido. Ya por la tarde es el viento el que hace de las suyas: zafa las hojas resecas y arma con ellas una lluvia parda, menuda. Los que sí se quedan ahí, como si nada, son los chamones. Llegan en parvadas a posarse en los guayabales silvestres. Y enlutan porque son pájaros negros, feos, porque ni siquiera cantan sino que chillan. Hacia abajo ni para que mirar: maleza, matojo, maraña." El yin y el yan conviven, pero el yan es el eterno supremo.

Feliz lectura.

 

Danilo Albán
danilo alban 008Colombia, Director desde hace siete años del Colectivo Literario Sábados Literarios. Además es reseñista y cuentista.

 

Reseña enviado a Aurora Boreal® por Danilo Albán. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Danilo Albán. Foto Danilo Albán  ©Danilo Albán.

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