Un monstruo no debe tener hermanos y otras indiscretas orgías de soledad y desarraigo de Edgardo Nieves-Mieles propone un viaje reflexivo a la tradición literaria y cultural del monstruo en los mitos, la literatura fantástica, la novela gótica inglesa, la literatura hispanoamericana y en los escritores puertorriqueños contemporáneos. Explora, además, los laberintos de la psiquis, la soledad y la marginación. Hay una conciencia del trabajo creativo, del escritor lector en su taller de escritura, rodeado de libros, consciente de su poder poético entroncado en una tradición con un constante guiño al lector. Al igual que en Mary Shelley, el libro establece una relación entre el genio creador y la criatura transformándolo en imagen de monstruosidad propensa a la descodificación. Centradas en la mirada y el uso de los sentidos, las narraciones obligan a mirar de otra manera lo que es la norma, lo correcto y lo cotidiano. El monstruo, aunque no lo veamos de inmediato, radica, como han visto los románticos, en la realidad impuesta, la convivencia, los valores aprendidos, la imposición de lo que sería la normalidad. Como texto literario manifiesta el poder del lenguaje, el robo a los dioses que el artista lleva a cabo con tal de crear la obra. El monstruo no proviene de la naturaleza, la escritura y el arte como expresión del yo creador revela los caprichos internos del artista. Su obra es el monstruo, se sale del orden impuesto por los géneros, dialoga con otras manifestaciones del arte. Queda en el lector encontrar la belleza de la monstruosidad, queda en él descubrir sus propios monstruos.
José A. Rosado
Universidad de Puerto Rico-Cayey
Reseña enviada a Aurora Boreal® por José A. Rosado. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de José A. Rosado. Carátula de Un monstruo no debe tener hermanos y otras indiscretas orgías de soledad y desarraigo cortesía de Egardo Nieves-Mieles