Colombia vibra en la nueva novela de Fayad

luis_fayad-005Testamento de un hombre de negocios, la más reciente novela de Luis Fayad, constituye un
experimento narrativo novedoso en la literatura colombiana. Se trata de un largo relato, de casi trescientas páginas, exclusivamente basado en diálogos. Para apreciar la dificultad técnica de tal recurso estilístico, bástenos recordar que alguna vez García Márquez, explicando la casi ausencia de diálogos en Cien años de soledad, dijo que en lengua española el diálogo suena falso. Son diálogos que además evocan otras conversaciones, de personajes que no aparecen directamente en la novela, y a través de los que el lector se va enterando de los detalles de la narración. Como dirían los teóricos, dialógica de la dialógica, multifocalización y polifonía. Es así como, partiendo de unos pocos personajes centrales, todos conversan con Jacinto, el eje narrativo de la novela: su madre, que inocentemente lo envía a las primeras entregas de los paquetes del "negocio" ocultos en su morral del colegio; su padre, un comerciante de clase media que se va involucrando en el narcotráfico, fanático de las teleno-velas y dueño de una serie de negocios de fachada que van ampliandose a medida que avanza el relato; él mismo, Jacinto, que decide no estudiar en la universidad a pesar de haber sido un bachiller brillante, porque lo aturde el dinero fácil; sus amigos, que se integran al narcotráfico (Marcelo, el cuchillero; Régulo, el que finalmente resulta asesinado en su audacia vengativa, y Lucio, el casi hermano del alma). Ellos y sus espacios, como el Bar de la Tongolele o el Bar Selecto, o el Club exclusivo donde Fabiola (hermana de Lucio y futura esposa (le Jacinto) conocerá al senador, al aristócrata venido a menos y a sus hermanas y cuñadas y, a través de ellas, toda la corrupción y las intrigas de la burguesía criolla.Guillermo Alberto Arévalo ensayista y crítico colombiano, profesor en varias universidades de Colombia, de la Universidad Laval de Quebec, Canadá, y de Casa de las Américas de Cuba.
Cabe aquí una reflexión acerca de la historia narrativa de Fayad. Desde sus primeros cuentos se hace patente la concentración del núcleo de sus relatos en estructuras familiares. Y qué no decir de Los parientes de Ester, su primera novela, desde cuyo título está involucrada la parentela. Pero se encontrará lambién en La caída de los puntos cardinales, la novela de las familias inmi-grantes del Medio Oriente, en sus otras novelas y, magistralmente, en sus dos novelas cortas, La carta del futuro y El regreso de los ecos. Se trata de familias que involucran a los vecinos, al servicio doméstico, a todo lo que linde con ellas. En la novela que nos ocupa, Testamento de un hombre de negocios, aparecen el padre, la madre, la hermana Juana Inés, la abuelita Nicolasa y las tres primas, amén de la esposa, los hijos, y los cuñados.
Pero en esta novela el panorama se amplía, pues al negocio se arriman la CIA (siempre buscando los posibles beneficios para Estados Unidos y las pingües ganancias de cada uno de sus agentes), el clero, con su ingenuo cura y su rapaz obispo, los indígenas, representados por Anepo, quizá el único personaje íntegro y transparente de la novela, los desempleados, los desplazados, la embajadora de la potencia extranjera enredada en envíos de cocaína a su país por la vía de la valija diplomática, los corredores de apuestas hípicas, el industrial, el comerciante, el señor feudal que les niega un vasito de agua a los campesinos, jueces asesinados, concejales que espían a sueldo y, en fin, toda la fauna que nos pre-senta la realidad del país.
Aquí se describe cómo en el gran negocio se involucran las Fuerzas Armadas; la infiltración en los festivales de poesía, teatro y artes plásticas; las consecuentes desapariciones, los asesinatos de sindicalistas; los apagones debidos al mal manejo de los recursos, y las crueles muertes de los delatores. Esta característica hace que no nos encontremos con un narrador ajeno a la historia, sino con múltiples voces que cuentan lo que va aconteciendo -a menudo con saltos temporales que nos omiten ciertos sucesos-, voces que configuran una imagen panorámica de la Colombia de nuestros días, girando alrededor de un personaje cuya vida nos es descrita dialógicamente. Una visión apretada, si se quiere, pero que denota el deseo de su autor de decirlo todo de una buena vez, como si lo llevase contenido dentro de sí y lo liberase con fuerza en este texto, en el que hablan y gritan tantas voces.
Tal polifonía solamente encontraría antecedentes en la novela colombiana en buena parte de La casa grande, de Álvaro Cepeda Samudio, y a escala latinoamericana en algunos pasajes de las novelas de Manuel Puig.
Pero el manejo que le otorga Fayad al uso cotidiano de la conversación y de los monólogos -sermones en verdad- es todo un hallazgo narrativo. Alrededor de la historia de vida de Jacinto, se va revelando cómo su familia, las familias cercanas, aquellos que emigraron del país, los insurgentes, las "paratropas", las tropas, los senadores, los ministros, los embajadores, la CIA y los indígenas, van conformando un tejido social inexorablemente criminal, una red que a todos envuelve.
Y aparece un escritor, contratado por Jacinto ya en su vejez, al que se Ir impone la censura del relato. Escritor que indaga por razones, por hechos, por causas, y que no obtiene respuestas. Contrasta este escritor con los multifocales narradores de la novela.
Jacinto, finalmente, sólo estaba jugando con la vida a través del "negocio". Termina siendo un pelele infantil, que únicamente desea que su hermana Juana Inés, la aquitecta, le construya una casa con espacios adecuados para jugar pingpong, futbolín y pistas de carritos electrónicos; y no se da cuenta de que todo el ilusorio imperio que contruyó se está derrumbando cuando ya ha sido publicado el libro del escritor. Termina solitario, en su casa de campo, sin que ya lo vuelvan a visitar su mujer ni sus hijos, menos lo amigos muertos o presos, y bajo la sombría amenaza de una nueva tropa que lo va cercando. En esta ins-tancia la novela no aclara el cómo, el por qué ni el cuándo un nuevo gobierno restaura el orden y la equidad. Pero Jacinto sabe que ya no tiene nada material que legar en su testamento. Solamente puede testar la historia de su vida.Este artículo se publicará en el libro ContraCorriente, Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá.

Los lectores encontrarán en Testamento de un hombre de negocios no sólo una narración apasionante, sino también un motivo de reflexión, un aporte al análisis de nuestra situación histórica y un sentido de admiración por el diálogo. No en vano su autor dijo hace poco que la novela es, simplemente, un diálogo entre el lector y el escritor.

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