Su relato es una prueba de ello. Su prosa poética acompaña todos los relatos. Las voces de los protagonistas van apareciendo como el correr de un riachuelo sobre su lecho de piedras y peñascos – hablan las brujas que ya están muertas sobre sus correrías por los bosques, sobre sus burlas o sus llantos y hablan los elementos - el viento, la lluvia, el agua, los rayos, los truenos; ellos tienen el poder de dar vida, alegría o traer muerte y desolación. Y el humano habitante de los Pirineos es personaje muy importante porque es el que nace, vive, sufre, goza y muere, pero se eterniza en sus descendientes que continúan la historia de las familias. Es la rueda de la vida. En estos relatos hay un hilo conductor casi invisible de la historia de la familia de Domènec y Siò, de sus ancestros y de sus descendientes.
En cada relato fluctúan las voces de la naturaleza, de los animales y de los humanos, hombres y mujeres que hablan de sus experiencias de una manera muy personal que permite al lector entender los sentimientos de cada uno ante la misma situación. De esta manera la autora hace un homenaje a la cultura y a la región de los Pirineos cercanos a la frontera con Francia. Habla de la crueldad de la guerra y de la fuerza de los humanos que luchan por sobrevivir a pesar de las grandes tragedias.
La escritora nos encanta con su prosa y nos regala muchos bellos poemas intercalados que hacen honor a la familia de los protagonistas. Este hermoso libro, logra combinar lo duro y trágico de la vida con la dulzura y alegría que forman parte de la condición humana manifestada en la historia de cada personaje. El libro es una joya. Lectura muy estimulante y placentera.
Reseña enviada a Aurora Boreal® por Edimca. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Edimca. Carátula Canto yo y la montaña baila © Anagrama.