Libros
Dialogantes (Entrevistas)
Marcos Fabián Herrera
ISBN-13: 978-84-940067-4-6
Formato: EPUB (1 MB)
2014
El diálogo entraña una poética singular que ha obsesionado siempre a los hombres. El fecundo juego de las preguntas y las respuestas se ha tornado en estelar ejercicio del ingenio humano. Los escritores han sido por excelencia, –ya sea en su rol de entrevistados o
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- Por Ma. Ángeles Vázquez
El desmemoriado
Fabio Martínez
Novela
Editorial Mirada Malva
Páginas 178
ISBN-13: 978-84-940067-8-4
2014
La literatura de ciencia ficción no es nueva en Colombia, hay obras publicadas desde finales del siglo XIX donde se dieron atisbos, historias que apropiaban descubrimientos tecnológicos, resultados de la Revolución Industrial. Autores como José Feliz Fuenmayor que publicó en 1928 la novela Una triste aventura de catorce sabios y José Antonio Osorio Lizarazo, Barranquilla 2132, intuyeron que esa literatura que parecía alejada de la realidad, que podría remitir a meras fantasías cobrarían gran importancia en años posteriores e intentaría abrirse paso en el devenir de la literatura colombiana, que ha sido atravesada por muchos momentos y movimientos, estudiados desde la academia. En este caso, su dificultad de afirmación ha tenido que ver con el desarrollo intelectual del país que durante décadas prefirió aceptar como obras nacionales solo aquellas que daban cuenta del regionalismo, de la violencia, del realismo mágico, del sicariato, de ciudades en crecimiento, con personajes inmersos en conflictos sociales o interiores, que logran captar la atención de lectores y estudiosos. Quizás, René Rebetez y Antonio Mora Vélez son los autores colombianos que han incursionado en este atractivo género, siendo más reconocidos en el exterior que en el país.
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- Por Sonia Nadezhda Truque
El desmemoriado
Fabio Martínez
Novela
Editorial Mirada Malva
Páginas 178
ISBN-13: 978-84-940067-8-4
2014
A Ray Bradbury debemos que acuarelas de fantasía nos hayan hecho reflexionar sobre la deshumanización de la ciencia y el desvanecimiento de las fronteras éticas. El desenfreno en la experimentación científica y la hegemonía de la técnica, nos ha recordado vaticinios gestados en la fecundidad literaria: Un mundo panóptico controlado por un ojo ciclópeo que escudriña a los humanos sin empacho; urbes narcotizadas y sometidas al culto frívolo que imponen humanoides; y cuadrillas de hombres empecinados en incinerar todo vestigio libresco en la tierra, son apenas algunos de los atisbos que la literatura ha osado en dibujar sobre los inciertos días del futuro.
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- Por Marcos Fabián Herrera
Hace uno o dos meses Américo Ferrari me pidió que asumiera el más pavoroso rol que pueda dársele a persona alguna, el de crítico literario, actividad que nunca he ejercido. Acepté, como pueden ver, porque todo el mundo tiene derecho a cometer barbaridades alguna vez en su vida. Pero la escritura tiene sus ventajas, una de ellas, la de poder ser leída. Ocurrió que leyendo me di cuenta que no sé cómo hacer crítica literaria, y ese fue mi primer triunfo, es decir, una manera de venganza contra la amistad que me liga a Américo y a su poesía desde hace más de veinte años.
He venido entonces a compartir con ustedes mi victoria.
Ocurre que también escribo poesía, y como todo poeta soy caníbal y ladrón. Es imposible escribir poesía sin esas dos virtudes que perpetúan un antiguo acto de magia simpática : comer las entrañas del enemigo es apropiarse de su fuerza, de su inteligencia, de sus amores, de su coraje, en cierta medida robarle su esencia, camufladamente, como quien pinta una escena de cacería sobre una pared rocosa donde animales poderosos agonizan atravesados por nuestras lanzas para que en la sopa de la noche alguna chuletita nos venga como caída del cielo hasta nuestra hambre.
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- Por Mario Camelo
A veces he llegado a pensar que Ecuador no es un país, sino una línea imaginaria cuyo nombre abstracto se lo debemos a los geodésicos españoles y franceses del siglo XVIII. Más aún, es a partir de la misión geodésica que el conjunto del territorio donde se realizaban las investigaciones será conocido bajo la denominación de «tierras del ecuador».
Este sentimiento contradictorio y equívoco, con el que los ecuatorianos nos hemos habituado a vivir, curiosamente, posee su lado enigmático y luminoso, especialmente en el terreno de la literatura. ¿Cómo escribir sobre una línea imaginaria? Los geodésicos trazaron las coordenadas celestes, pero se olvidaron de los habitantes de las tierras del ecuador.
Como narrador creo en el poder absoluto de la ficción. Y no intento volver la espalda a ninguna realidad, al contrario, creo en el afán legítimo de todo escritor de inventar y soñar vidas como la de ese viajero osado, el doctor Kronz (protagonista de El viajero de Praga), quien un buen día llegó a una ciudad y acabó atrapado en un hospital aquejado por la peste. Debo decir que mi tarea ha sido fascinante por haber inventado un país tan ambiguo y personal a partir de la literatura, un país donde cualquier cosa es posible.
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- Por Javier Vásconez
Hombres Enlodados
Javier Stanziola
2012
En este país canalero de rascacielos y bohíos, de cazadores de fortuna y religiosos, de obreros y de sicarios postmodernos, aparece Hombres Enlodados de Javier Stanziola, Premio Novela Ricardo Miró (2012), cuya edición no le hace justicia al texto literario por la mala calidad del papel, la diagramación y la impresión, verdadero escándalo porque en Panamá se producen libros de muy buena calidad.
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- Por Luis Pulito Ritter
¿Cuáles serían, me pregunto, los trabajos del poeta en nuestro siglo digital? ¿Contaremos
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- Por Armando Romero
La semilla de la ira
Consuelo Triviño Anzola
Seix Barral, Biblioteca Breve
282 páginas
2008
La semilla de la ira presenta la estructura de un diario o cuaderno de viajes—en ella se recogen los distintos desplazamientos del autor tanto en el continente americano como en Europa—y se documenta con las pertinentes fechas e indicaciones cronológicas que reconstruyen paso a paso, día a día y año tras año, la vida de este escritor que se creía envidiado e imitado por muchos, a la vez que menospreciado y vilipendiado por otros. Se inicia en París, entre 1899 y 1990—una fecha idónea para evocar con delicadeza las emociones y sentimientos del conocido como espíritu decadentista de finales del siglo XIX y concluye con el capítulo titulado Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, fechado entre 1932 y 1933 en Barcelona, una suerte de acto de contrición en el que el yo autobiográfico—magníficamente recreado por la autora con sus diversos matices que oscilan entre la culpabilidad y el arrepentimiento más miserables al orgullo y la soberbia más descarados—plasma reflexiones que proyectan los sentimientos y emociones de Vargas Vila en relación a su vida privada, a su vida profesional como escritor en consonancia con su siglo y, más aún, a su vida como ciudadano comprometido con su momento y su país. Como muestra, las preferencias literarias de Vargas Vila en relación a sus coetáneos: admira a Gabriele D´Annunzio, Verlaine, Lugones, José Martí, Herrera y Reissig, Rubén Darío, Valle Inclán, Julián del Casal, entre otros, pero declara abiertamente que detesta a Santos Chocano, Guillermo Valencia o Baldonero Sanín Cano.
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- Por Concepción Bados Ciria
¿Acaso puede el pasado ser presente perpetuo? ¿Cómo se sobrevive a historias que, a pesar de ser devastadoras, te siguen rondando la existencia y violentan su condición de pasado (por aquello de que son historia)? ¿Cómo le hacen para lograr traspasar los límites que les imponen el tiempo y el devenir de nuevos eventos y personajes para seguir siendo LA HISTORIA?
Violeta, la nueva entrega de Yolanda Arroyo Pizarro plantea un serio y fascinante dilema entre tiempo, personajes, eventos, coincidencias y contradicciones sobre las que se construye LA HISTORIA (la pasada y la sin final) de Iolante, una mujer que desde su adolescencia ha decidido "dejar de decidir" para entregarse a Vita Santiago, una "bola de nieve" convertida en cometa a la que "le duele la sangre" en cada intento de separación/salvación. Es un contoneo de cuerpos jugando al amorodio sin fin.
En esta ficción contada en capítulos tan breves como intensos, se conectan los nombres y las promesas, se aparean las intermitencias y las inconsistencias, y la infidelidad parece ser la única escapatoria para seguir siendo fiel a LA HISTORIA. Es un junte de cometa y desechos astrales que, luego de marcar una órbita definida, pasan fugaces, pero regresan, aunque no siempre a tiempo. Se desarman ritos como bodas y juramentos para dar lugar al libre deseo. También es una novela de la búsqueda de la libertad, una lucha validada en distintos escenarios (el político-colonial) a través del desarrollo de la trama.
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- Por Jesús M. Santiago Rosado
Sostiene Pereira
Antonio Tabucchi
Editorial Anagrama
Barcelona
Páginas 184
1999 (1994)
Quizá los libros que más nos gustan deban ese lugar en nuestra escala personal al momento en el cual los leímos. Probablemente, las vivencias de la ocasión nos hicieron más proclives a disfrutar de esas obras. Y luego, cuando sospechamos aquella inestabilidad del criterio, nos procuramos correctivos, antídotos contra nuestra propia condescendencia; así que releemos. ¡Vano intento! Como un Heráclito lector tratamos de regresar a aquel río de palabras que ya es otro... "Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos", sentenciaba el poeta.
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- Por Alejandro José López Cáceres
La semilla de la ira
Consuelo Triviño Anzola
Seix Barral, Biblioteca Breve
282 páginas
2008
Hay una escena famosa en Murder by Death, aquella deliciosa película que reunió alrededor de un crimen a celebridades como Peter Sellers, Truman Capote, Alec Guiness, David Niven y Maggie Smith... Cuando se anuncia la llegada de la famosa detective miss Jessica Marbles, parodia de la miss Marple de Agatha Christie, aparece en una silla de ruedas una anciana dama de majestuoso porte, conducida por una vulgar y robusta doncella. Todos los presentes, que no la conocen más que de nombre, se dirigen con veneración a la anciana para constatar que se trata de la doncella enferma y que la que conduce la silla no es otra que la célebre miss Marbles. Análoga escena hubiera podido contemplar el paseante que en los años veinte se hubiera tropezado en la Plaza de Cataluña con un joven gigante lleno de vitalidad pero ciego, llevado de la mano por su lazarillo, un anciano enjuto y cadavérico. El joven era Ramón Palacio Viso, venezolano, ayudante, amanuense e hijo adoptivo del anciano, don José María Vargas Vila, un autor colombiano que vendía libros en todo el mundo como si fueran pan y que era el gran autor internacional de Colombia y de Latinoamérica, así como el preferido de las editoriales españolas. Truculento y blasfemo, derrochaba insultos a porfía en medio de culebrones que hoy serían telenovelas de éxito. Sus libros, o mejor panfletos, circulaban a hurtadillas en las escuelas; eran el equivalente a la pornografía de la época. Posaba en figura de víctima y de perseguido y se jactaba de tumbar gobiernos con una frase.
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- Por Luis H. Aristizábal
La semilla de la ira
Consuelo Triviño Anzola
Verbum
268 págs.
2013
Anarquista, romántico, existencialista, insultador como ningún otro, amigo de Martí y Darío y, antes que nadie, de sí mismo. Se llamaba José María Vargas Vila, nació en algún año desconocido de la mitad del siglo XIX en Colombia y murió en España en 1933. Fue, según esta biografía novelada que lleva por título La semilla de la ira, escrita por Consuelo Triviño Anzola (Bogotá, 1956), "el escritor más leído en lengua española".
Las máscaras de Vargas Vila es el subtítulo de este enigma en la portada española (en Colombia se editó en Seix Barral), porque esta novela representa para muchos la entrada en el mundo del autor de las pocas novelas eróticas que circulaban en Hispanoamérica a principios del siglo XX, el orgulloso excomulgado por el Vaticano, el viajero, el diplomático, el hombre de letras más rebelde y crítico con las instituciones, un dandy que, siendo popular para los lectores del momento, representa un olvidado por la Historia de la Literatura. El autor de Ibis y de El imperio romano, el atrevido y el que no calla jamás, es el que repite a lo largo de su vida su más profunda certeza: "Pasarán cien años, muchos más quizás, y mis palabras renacerán para poner el dedo en la llaga y evidenciar las mentiras de la historia".
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- Por Guillermo Roz
De la obra de ficción de Helena Araujo leí recientemente dos cuentos: 10, Chemin du Levin publicado en Ardores y furores. Relatos eróticos de escritoras colombianas (Bogotá: Planeta 2003) y El coloquio de Claudia en Cuentos colombianos del siglo XXI (París: Indigo & Côte-femmes èditions, 2005). Ambos muestran la solvencia de una pluma sensible e imaginativa que reflexiona sobre lo femenino desde lo erótico y desde el quehacer literario. En estos relatos la autora logra una poética narrativa en su pluma fluida y vital. En este epistolario detiene su mirada en las paradojas de una mujer capaz de examinar sus dramas y aventuras y de buscar la liberación en las revelaciones de su propio espejo. Las cartas que escribe Carlota a su prima Elisa Ayala se sienten frescas, se leen de un tirón. Sí, por qué no decirlo, uno prefiere que sea Zana, cálida, aguda y graciosa la que cuenta, y no una Carlota, con nombre demasiado tieso y majo para una mujer que sabe mirar con ojo crítico las convenciones de una época en la cual el destino femenino era una camisa de fuerza. Las cartas tejen una historia, la de una mujer que desde la adolescencia intuye que debía abrir ventanas a la vida almidonada y llena de polillas en la que había crecido. Una bitácora vital que registra tedios, temores y deseos.
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- Por Lina María Pérez Gaviria