El buscador de oro: un viaje a lo profundo de la isla de Rodrigues

le_clezio_003Por esas cosas absurdas pero divertidas de la vida estuve invitado al matrimonio de la hija de una colega italiana de mi esposa acá en Nueva Delhi a finales del mes de abril pasado. Inicialmente estaba un poco reacio a ir a la fiesta porque a duras penas conocía a la colega de mi mujer pero al fin y al cabo la vida se va pasando y últimamente he tenido que participar en más entierros que matrimonios. De tal forma que no lo pensamos mucho, nos vestimos para la ocasión y nos fuimos a la celebración. Debo confesar que la novia estaba preciosa, la fiesta fue entretenida y la comida maravillosa. Un día verdaderamente quimérico, lleno de alegría.

Como era de suponer, a un cierto punto de la fiesta, los novios abandonaron el lugar a toda carrera para tomar un avión rumbo a su luna de miel. Aparecieron de un momento a otro cambiados de trajes, -los dos impecablemente peinados y olorosos a perfume y colonia exquisita- dieron un último agradecimiento a los invitados y dijeron adiós. Un poco más avanzada la fiesta me acerqué al padre de la novia, que para aquel momento estaba algo más bebido de la cuenta, y con el ánimo de iniciar conversación le pregunté para dónde habían partido los recién casados de luna de miel.
- A una isla que está ubicada a 560 km al este de Mauricio, en medio del Océano Índico, me dijo antes de que un ataque de lágrimas le quitara el habla por el resto de la velada.

Manuel Cabrales periodista colombiano. Reside entre Roma y Nueva Dehli y es colaborador de Aurora Boreal desde el 2007.

islas_mascarenas_002Aquella noche después de la recepción, regresé a mi casa y hasta que no lo encontré no pude irme a la cama. Había leído El buscador de oro, no sé, veinticinco años atrás. Le había perdido el rastro a Jean-Marie-Gustave Le Clézio tal vez porque llegaron otros narradores que se robaron mi atención pero siempre recordé con nostalgia aquella historia de El buscador de oro, de ese viaje a Rodrigues, un viaje a lo profundo del alma de ese individuo al cual la intrépida búsqueda del tesoro de un corsario del siglo XVII se le convierte en la obsesión de su vida. Me metí en la cama y sólo pude dormirme cuando acabé de releer esta maravillosa aventura. Me dormí plácidamente con esa sensación única de satisfacción que se tiene después de haber releído un gran libro.

Jean-Marie-Gustave Le Clézio © AFP PHOTO/MARC LE CHELARD


manuel_002

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones