Decisiones

danilo alban 001Sí. El encuentro fue inopinado. Ninguno de ellos quería vérselas con nadie. Gabriel se dirigía a la casa a descansar después de haber dictado por hora y media una magistral exposición sobre la teoría de la decisión ante diez alumnos entre economía e ingeniería en la universidad donde se desempeñaba como profesor hora cátedra. El otro, Ernesto, salía de su casa, pues también, de manera magistral, y a pesar de que su trabajo era totalmente nocturno (ya había experimentado durante muchos años trabajando de día), con el tiempo y con toda justificación ya actuaba con la paciencia y el regocijo de un gato satisfecho, además el calor, la vida agitada, los transeúntes y por qué no decirlo, la misma luz solar, le producían alergia. A su manera, también era un erudito en teoría de la decisión sin haber asistido a las magistrales clases del profesor Gabriel; de todas formas, casi a diario, y durante muchos años, los dos todavía, se sorprendían con las demostraciones de los axiomas, corolarios y teoremas que debían sustentar frente a su auditorio. Entonces, Gabriel llegó a su casa. Por su mente no pasaban muchas cosas excepto la actitud parsimoniosa de una de sus alumnas que no mostraba interés en la materia. Tomó un vaso de jugo con un pedazo de torta de naranja, luego se cepilló los dientes y se acostó. Quince minutos más tarde escuchó un ruido en el techo. Pensó en los gatos y Ernesto pensó en que no había porque temer. Gabriel observó el reloj. Eran las once de la noche. Ese gato parecían dos, minutos después era un tropel, hizo un aspaviento, un sshh, el gato se calmó, después sintió que volvía el tropel. De pronto vio un brazo que quería hacerse paso entre los ganchos de ropa que estaban colgando en los alambres del patio. No supo qué hacer, debía tomar una decisión, esconderse bajo la cobijas, volver a hacer sshh, marcar el 123 de la policía nacional, enfrentar a la mano, tirarle una chancla; Ernesto por su parte no sabía si correr, quedarse quieto, hacerse el dormido, el muerto, esfumarse sigiloso por los techos. Prefirió esperar, Gabriel decidió prender la radio y esconderse bajo las cobijas. Ernesto espero, sólo se pudo llevar dos pantalones, dos camisas y un par de calzoncillos que no se sabía si estaban decididamente limpios.

 

 

Danilo Albán
Colombia, Director desde hace siete años del Colectivo Literario Sábados Literarios. Además es reseñista y cuentista.

Decisión enviado a Aurora Boreal® por Danilo Albán. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Danilo Albán. Foto Danilo Albán ©Danilo Albán.

 

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