Dos textos de José Ben-Kotel

De Paradoxas

El infinito de un Carmen perfecto

El infinito es lo que buscaba encontrar desde que tuvo noción de que éste existe, después de leer el Carmen XXV de Optaciano Porfirio. El poeta romano –casi desconocido en la posteridad, traducido del Latín por el poeta salmantino González Iglesias– a partir de cuatro versos transformó la caducidad del ser, por medio, en su caso, de un poema que se generaba a sí mismo (de la mano de su creador) en otro poema y así sucesivamente, y por ende creó el infinito en su Carmen perfecto. Quiso él mismo, un ‘poeta’ contemporáneo, inventar el infinito por medio de la imitatio, tan manoseada por la academia, no la de ayer, la de ahora; pero no obtuvo el resultado que buscó toda su vida. Y a partir del poema antiguo, y para hacer justicia al ser humano, se puso a recrear la misma noción en lo más práctico, como por ejemplo la multiplicación de los panes. No le resultó, porque de mitos vivirá, en sentido figurado, el ser, pero no de falsedades. Y el pan sobre la mesa es lo que cuenta al final de todo, lo demás es mala poesía que la hay, y a raudales. No porque se imite se es lo imitado, le habrá dicho algún maese, experto en estas lides, a sus discípulos.

Más vale un pan en la mano que cien profetas volando. La verdad, la verdad (tartamudeando) el delirio intertextual nos puede llevar al ‘elogio de la locura’. Pues el adagio del pasado le cayó de perilla: Lo que natura non da… Usted, lector impío, finalice ese claro decir.

 

Si no ofrece vida, huya

Ningún cuento es pequeño o largo; si tuviera alguno en mente, no le importe la extensión que tenga. Bien lo saben los que aman sin necesidad de que el sujeto u objeto del amar fuere ‘pequeño’ o ‘grande’, o les sea como el Sueño de una noche de verano que se les haga realidad. Piense en la carnalidad de Carmina Burana y entenderá, a lo mejor. Tampoco, a los amorosos, les importa el medio; en estos casos o situaciones sustantivas o aleatorias, les es más importante el fin. Lea a Machiavelli al respecto, si quiere ser más preciso en la enseñanza o en su oficio de escriba a un paso –en falso, tal vez– de ser escribano si no pule excelso la palabra o la idea que hay en ellas, como la joya que es, que debiera ser. Entonces, cuando sienta que en su primera versión hay perfección en su historia… reflexione de nuevo. Porque solo un milagro ayudaría que así fuere, y de milagros no vivimos. Como le digo, reflexione y deje que macere con su propio ritmo y al tiempo vuelva a su manuscrito y si escucha el vacío de un suspiro ante sí, o los pasos del silencio, puede que le haya achuntado, al blanco, y/o ‘a la caza le dio alcance’. No se sienta satisfecho hasta que emprenda vuelo por sí mismo… su relato. ¿Entiende a lo que voy? Espero.

Más vale un cuento verdadero –breve o extenso, en compás de espera– en la mano, que cien volando.

 

 

jose ben botel 324José Ben-Kotel
Chile-EEUU-Israel. Profesor de Castellano; candidato a Doctor en Literatura Española e Hispanoamericana, Universidad de Salamanca, España. Publicaciones- Poesía: Autos de Fe (1983), La separación de los amantes (1990), Viaje a Ithaca (1993), Firmamento y olas (2008), Pasión de la memoria (2012), If (2013). Prosa: Roja tus bocas (1982), Para nunca olvidar (1985), Los elegidos (1990), El toro y otros cuentos del sur (2001), Sacrilegios (2006), Manifiesto de los justos (2014), Paradoxas (2016). Publicaciones de cuentos y poemas en algunas antologías y revistas chilenas y del extranjero.

Material enviado a Aurora Boreal® por José Ben-Kotel. Publicado en Aurora Boreal® por José Ben-Kotel. Fotografía José Ben-Kotel © archivo personal del autor.

Material enviado por José Ben-Kotel a Aurora Boreal®. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de José Ben-Kotel. Fotos nr. 1 José Ben-Kotel © Jacqueline Alencar. Foto nr. 2 José Ben-Kotel tomada de internet.

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