Selección de poemas - Magali Alabau

magali_alabau_003Magali Alabau. Escritora, poetisa, actriz y directora de teatro, nacida en Cienfuegos, Cuba, en 1945. Ofrece una obra lírica de sostenida calidad desde que publicó su primer poemario Electra y Clitemnestra, premio de poesía latina del Instituto de Escritores Latinoamericanos de Nueva York. Ha publicado también los poemarios La extremaunción diaria, Hermana, Hemos llegado a Ilion, y Liebe. La editorial Betania tiene en imprenta su libro Dos mujeres. Sus poemas han aparecido en diversas antologías, entre las que destaca Indómitas al sol. Cinco poetas cubanas de Nueva York (Betania, Madrid, 2011). Reside en Woodstock, New York y la presente selección de poemas ha sido elaborada especialmente por la autora para Aurora Boreal®. Los poemas pertenecen a un libro que se publicará a finales de 2012 por el Editorial Betania en España bajo el título Volver.

 

 

 

 

 

LUGARES PERDIDOS

Cuántos lugares he perdido
cuánto tiempo merecedor de algún recuerdo,
cuántos trapos
pegados a palabras,
disolviendo
la confesión exacta,
el malestar, el miedo.
Para qué merodear
los escondrijos donde quedaron
los papeles en blanco.
No tuve miedo en los montes
cuando ordenaron darles lustre
a las legumbres
sentada
sobre el trozo de los troncos
contando los castigos
lavando el tubérculo carnoso
que todos comeríamos.

Escapadas en el mundo
de secuelas prohibidas,
las calles de la Habana
cercándome en la cita,
llegando cada una por su lado,
respiración sobrecogida,
espasmódica,
te quiero así, temblando.
Tieso el deseo de aprehensión,
tantos ojos mirando,
acosando el espacio,
mis labios temblando
por la incisión de
no poder amarnos.
La Habana sabe a guagua sudorosa
cuando pierdes las cuerdas y caminas
resignada a la obediencia
entre pasando monumentos a los héroes
que están siempre al acecho.
Me senté en ese mármol frio
a pasar la noche desafiando
la fiebre y el ácido del cuerpo.
El uniforme
de patético verde,
botas desgastadas
y medias con sus huecos
tirantes que aguantan y sostienen
un alma que perdió sus partes
entre el Malecón y las calles de la Rampa.
¿Y qué vino después
de los silencios
de las resignaciones
de las admoniciones
después de los suicidios,
los fusilamientos
y desapariciones?
Amigos y fantasmas,
recuerdos del vacío
donde conocí los
rostros hervidos por el fanatismo
y esos otros liberales
alojados en las habitaciones
privilegios de un Country Club cualquiera.
Un maestro, con su cuadrilla de nosotros
nos debe al sobresalto a la poesía
La Poesía Pura la llamaba
dedicada a la
privilegiada inteligencia,
promesa
de una generación perdida
entre el ómnibus y los aeropuertos
entre las estacas y las factorías
Ausente
del alma que mueve
y nos gobierna
oficio de magos y virtudes vagabundas
¿A dónde fuiste en esa pesadilla
multiplicada por blancas piedrecitas de las noches
que te hicieron correr por calles medievales
antes del tiempo asignado para ti?
Acorralar el tiempo
sus sarcasmos
tus ojos negros
de ironía y pesar
regalo del ardid y la locura.
Sonámbulo y en sombras
apareces engañado
con la imaginación de los vecinos
del sepulturero que seguías
o que buscabas
en esas tardes
de nada cotidiana
bastiones de ideales
que astutamente me perseguirían.
Soy inútil dijiste
para toda la actividad del día y de la tarde;
lenguas aparecen
y mi mapa es el cuerpo
la retina
las ganas de oírte
los presagios
la afinidad y el borde
la sonrisa
la sorpresa
el domicilio
un regalo
una oda a la perfidia
al testimonio
a la anémona.

Discernir
volver
al insomnio pasado
volver atrás para entender
el desafío
la luz pura
la destreza de lo eterno.
Apagado el aliento
convulso al final
rodeado de enemigos
resuelves tu sentencia
tomando el agua
donde se diluyó el veneno
repartido como en copos de nieve.
¿Dónde dejaste el lustre de tu piel de vivo?
¿Cuándo cambiaste tu foto de ahora
por el color morado
de tantas convulsiones?
¿En qué radica la esencia
de lo patético?
¿En qué encargo?
Me haces presenciar
la corrupción de tu paisaje
¿por qué tengo que usar las negras ropas
de alguna escena de teatro?
¿Por qué me haces asistir
a esa capilla donde en la caja
insinúas una tranquilidad que yo no creo?
Te quedas solo,
panorama de velas encendidas
con basura
deshecha sobre sillas
y en el piso.

Lo irracional
y el lenguaje que no hablamos
acaso ¿podrías descifrarlo?
El método
de uñas que se pintan
en esas conversaciones
de la mano inclinada
incinerada
Señora Mano con uñas
deme un dedo pintado,
quítese pellejo,
hazme fina y endeble
manos llenas de venas azules como ríos,
anchas, uñas desvencijadas
carcomidas por los pensamientos
mientras te veo trajinar
con las cutículas
persisto en el remoto origen
de ese laberinto en que me pierdo.

Iluminada
con la piel blancuzca
los ojos fijos en el metal
del horizonte
Brújula y compás
describiendo
ocasiones y objetos.
Descubre tu corazón
olvídate del resto
de las inoportunas arrugas avanzadas,
las venas de las piernas,
las fortificaciones y dobleces.
Absorbe lo poético, el minuto
que te ha sobresaltado
la angustia
en la palabra,
en ese arañazo del destino.
Descubre tu corazón,
el riesgo,
el paso a lo infinito,
a los términos
donde se abandona toda regla
y el contrato.
Merodea la lámpara apagada
lo temporal con sus definiciones
y demonios que anuncian
el orden siempre el orden.
No hay clarividencia en esos días
de batallas en guerras cotidianas
¿Por qué usar la pluma
cuando sólo bastaría imaginarla?
En trance a todas horas
donde estoy.
Allá voy al agónico
deber que me empuja
a mirar el espejo que es un lago
que es un rio
que hay que atravesar
que me propone llegar hasta el final de la escalera
al destino indomable
a ese portarme bien
ser placentera y tenaz
dócil, abnegada
sensible y desprendida
a las necesidades.

 

 

 

IMÁGENES

Cuando creí que ya me había olvidado
de las imágenes del ghetto de Varsovia,
de macilentos cuerpos
maltratados,
cuando creí me había olvidado
de cómo ataron los tobillos
y las manos,
y desnudos
fueron arrojados en las fosas
turbulentas
de lodo,
llegaron las fotos
de esos infelices
que murieron de frío.
Cuando me disponía a tomar el
avión para encontrar
el territorio del futuro
me han puesto al frente estas imágenes
de estrujados cartuchos
que pudieron ser tú o yo
o uno de ellos
con quienes yo jugaba a las muecas en Mazorra.
Cuando apenas me olvidaba del olor a gas
o de las filas de seres indefensos que rezaban en cuclillas
o de sus cuerpos sin vida
inermes en la sala
adonde entraron aterrados
descubro tu cara revirada y sin rasgos.
Apenas colocando mi maleta de viaje,
en la extrañeza de esas aportaciones
de la imaginación,
llegaron las imágenes.
Me prometieron que
las maletas llegarían
que seguirían mi rumbo
detrás de las asignaciones
y las líneas o colas como en Cuba se llaman.
Entramos dócilmente al camión
y fue ahí donde nos dejaron.
Reconozco tu foto.
¿Cuántos años
para hacer de tu rostro
una máscara de cal
pidiendo auxilio?
¿A qué nivel de una tarde cualquiera
me has traído
cuando ya me había olvidado
del orden impuesto en Birkenau
o en Auschwitz?
¿Tendrá alguien la imaginación
de descartar el orden
y ver el caos en ese planeamiento
de la infamia?
Yo conocí el cadáver
con blancas sogas en las manos
reposaba ya quieto
con su tarjeta de identificación,
desnudo, tapándose la pelvis
un noble gesto de pudor
ante la muerte.
Yo lo conocí, hablábamos.
Me enseñó su encía protuberante
los dientes amarillos que le ardían.
Viendo pasar esas maletas
por la rampa pienso
en aquellos judíos que hicieron
lo inimaginable.
¿Qué harías tú si un día
llegaran a tu puerta y te dijeran recoja la maleta?
¿Tendrías tiempo de tragar el veneno
que escondiste por si el momento llega?
Debe existir alguien
que no pudo aguantar la pesadumbre
diaria de estos seres.
Sí, alguien que existe en Sobibor
o en las afueras del Cotorro o de Treblinka
que haya derramado una lágrima cuando Carlos
fue tirado del camión al hueco
sin apenas un trapo cubriéndole los ojos.
Y tú, ese otro sin nombre,
¿qué gritos diste que aún
reverberas en mis sueños?
¿Qué gesto de entrega me has confiado
para yo recordarte en un poema?

 

 

 

LA CASA ESTA CERRADA

La casa está cerrada,
oye a la lluvia
respirar contra el piso.
Espero como siempre
sin esperar a nadie.
Espero mis latidos
con ganas que vislumbren
a las apariciones.
La lluvia contiene mi insistencia,
mis agravios persisten en la queja.
Espero al enemigo agazapada,
jugando a quién
se rendirá primero.
Siento el ruido de los pasos
en mis huesos,
en la dificultad de cada uno,
en ese movimiento equivocado
que traiciona.
Ahora voy hacia afuera
deseando estar adentro.
Espero como esos animales
que no saben hablar de sentimientos
que buscan un pedazo de algo
que no saben
mitigar el dolor en el abdomen.
La noche se abalanza
hacia la lluvia
monótona, severa, injusta.
¿Qué soy en esta bruma?,
¿semilla enterrada que se hincha?,
¿larva que el agua no soporta?
¿Soy sonido o temblor?
Un ente separado
que araña la cal
de las paredes
con su ruido.
Estoy en estos filamentos
de las gotas,
percatada de que en cualquier
momento mis fantasmas podrían
concretarse.
Hoy es Trotski,
su perra Maya,
la aurora,
el agua empantanada,
la carta que llega
y no respondo,
un sinnúmero de sueños,
el amor a los perros,
ese agarrarlos contra el pecho
y cuando mueren
encargarse una
hasta el último
detalle
y destello.
Parto
y pérdida,
la reducida piel, los otros ojos,
inevitable calvario de la espera.
Por más que quiera olvidar
las horas, la monotonía del día,
me despierta el ruido de la lluvia,
el movimiento de las hojas,
la caída del papel al piso,
la posible llamarada
prendiéndose en un fuego,
la falta de voluntad
que informa lo imposible.
Como un árbol marcado
esperando la herida
estoy ya sin moverme.
La herida que no cierra
que circula en el cuerpo
que demarca viajes,
peripecias y olvidos.
No me acuerdo de tu nombre.
¿Dónde has ido?
¿Hacia el paraje donde el bosque
termina, escapando
mis tormentos?
El alba te cura cuando muere,
el sol te aliviará cuando aparezca,
el canto de las ramas
apuntará la herida
en que me escondo.

 

 

 

IRME

Esta idea de irme
se la debo a George Gershwin,
a Billie Holiday,
a Janis Joplin.
Esta idea de quemar las naves
se la debo a John Updike,
a William Faulkner,
a Fitzgerald
y a Dos Passos.
Cuando me faltaban las raciones
y eran de baking soda las frituras
y llena de pobreza
llevaba compradores de muebles
a llevarse los vestuarios
y las joyas a escondidas,
me elevaba
esa música de un país
lleno de nostalgia.
Cuando esperaba
esa noticia milagrosa
telegráfica y telegrafiada.
dando el sello a mi destierro
era Gershwin con sus
acordes victoriosos,
quien me animaba
a pensar
en el futuro.
Sentada en el sofá
en uno de esos muebles
que nunca fue intercambio
de unas libras de arroz
o de unos huevos
esperaba que Billie
entrara
en la sala sin luz.
En cualquier momento
cantando alucinada,
me despertaría
avisándome de un fuego
que uno de sus cigarrillos
dejara en el colchón.
Y aquel fuego
provocado
por eso de no saber
dónde, vida, me mandabas,
a qué cuarto
a qué antro
aquel fuego
reforzaba la idea
de esa grandeza innata
del lamento.

Summertime en mi maleta
escasa,
con ese monedero
tan vacío
en ese registrar en vano
de qué es lo que permiten
que una lleve.
Me quitaron
lo irremplazable.
Todo lo que yo quería
lo dejé en esos
días de verano
días calurosos de plazas
y bosques en La Habana,
esa gloria del mar
y el malecón entero.
Dejé todo en esas casas,
dejé rostros
que no extraño
pero que quise o aún quiero.
Dejé esas noches
de paseos sin rumbos
tocando las ceibas
del camino,
dejé la risa en esas
piscinas del Hotel
Havana Hilton
que Janis
me hacía recorrer
de arriba abajo
sin pensar siquiera
que el hambre me asediaba.
La espera,
aún el tocadiscos toca
y aún la presidenta del comité
pregunta:
Anoche ¿no hubo un fuego
en el apartamento?
Y le miento a todas anchas
porque en esa fecha
y en esas omisiones
estaban todas las mentiras
perdidas de mi vida.
Era un ensayo -le decía
de una obra teatral,
no, no era fuego real
de esos prendidos
por el ocio
y por la angustia.
Y cada vez que concurría el miedo
a que me encierren
en esos calabozos de la Habana,
específicamente del Morro de La Habana
o en la Villa Marista
me decía confesaré enseguida
que ni me enseñen
los instrumentos
que ni tres perros
confesaré enseguida.
Miento.
Me escapé.
No soy hermana de esa
ni de la otra.
No tengo a nadie que me reclame.
He inventado un drama,
un buenísimo drama,
que soy hija adoptiva
de alguien inexistente
que soy la hija de Isis,
de la metrópoli,
del sol,
del siglo de las luces,
del quiero irme a otro planeta,
que estoy al vuelo
con esas notas
altaneras
que me dictan
los triunfos
que me esperan,
que me dicen que cabalgue
a Waterloo,
que me sumerja
en el mar,
que vea los peces
de colores,
que haga como ellos
y escape a las pirañas.
Que sí, que si puedo escapar
por ese invento
invento, invento.

Cuando me fui de Cuba
subí a ese avión
casi borracha,
sin vino
y sin licores.
Recuerdo que rezaba
run, rabbit, run.
Me fui de la prisión
que más quería
para hacerme, al fin,
ciudadana del mundo.
En esa caminata
entre la pecera
y las alas del falcón libertario
donde abandoné todos los amarres
porque me halaban
los zapatos
oí a Gershwin
oí a Faulkner.
Para romper con esos ligamentos
de mi infancia
y dejar crecer la culpa
me puse en los oídos
algodones del Norte.
Atrás dejé los taconcitos,
las falditas,
los ajustadores,
las risitas,
los disimulos
y las condescendencias,
y Janis, riéndose
y haciendo señas me gritaba
obscenamente, muérete
andrajosa, muérete
y olvida.
Vive este círculo
de música
de cigarrillos
de libertad restregada que hasta
los negros tienen.
Desvístete,
quítate el colcrín
y el maquillaje,
rómpete en dolor
y acompáñame
en este desafío
a mi hotel
donde te enseñaré cómo se muere.

La forma desaparece.
La música dispara más que algún
revólver.
Devuelve a ese ángel,
esa otra llave
que nos da la salvación.

En el avión,
cuando sirvieron Coca-Cola
creí que era champán.
En ese momento tan triste,
tan desgarrador,
en que mis conciudadanos
pasajeros
guardaban cartuchitos
de la tierra en que nacieron,
me dije,
al fin el mar.
Mar azul
mar de Gershwin
mar de mis sollozos
mar de la historia
mar azul de libertad
mar de amor
mar donde puedo
ser lo que soy,
mar de Janis,
mar de Faulkner,
mar de Sylvia Plath
mar de Anne Sexton
y de todos los muertos,
mar al fin,
mar.


 

Selección de poemas de Magala Alabau realizada por Magali Alabau para Aurora Boreal®. Publicados en Aurora Boreal® Digital con autorización de Magali Alabau. Foto Magali Alabau con Trixie su chin-chin japonés © Magali Alabau.

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones