Para Gioconda Beatriz Figueroa Acosta
Gioco
En la flor de los vientos
En las trecientas sesenta maneras de comenzar la estrella a distinguir
los caminos del ir y del venir
En esas rayas imaginarias de los rumbos hacia donde llegar
desde donde partir y unir tantos distantes puntos donde siempre ajguien está
Alguien espera
Alguien se va
Alguien llega
Alguien regresa
Siempre es igual para ti
Tu permaneces intacta en el zaguán por donde siempre entró el mago de los sueños y era un rio que inauguraba sus fuerzas con sus pasos por el camellón bordeado de la mata de enredadera rosas blancas y rojos corazones con trinitarias fucsias y "el carácter del hombre" ayudado de estacas se encaramaba y se enredaba en las mangas del mago quien sutilmente dejaba el alimento y la volvía
Luego al entrar colocaba las bolsas de alimentos en el primer mosaico amarillo con verde entrecruzado con una borla roja casi chispa en los bordes cuartel de gules y sinoples recipiente holgado del diminuto pie cansado de mi Tía que asistida de verle tomaba el sustento del color de las bolsas
Y
En el anafe el peltre
amarillo de la miel del plátano y volteado en casi caramelo
el fuego adusto
la brasa colorada
la ceniza de blanca hacia el tono grisaceo
y el olor del mediodíaa reinante
en el palacio de la gente hermosa
......
En el palacio de los ciegos había dentro de él una casa de barro donde nació el lucero
Dentro de ese lucero habitaba la abeja y en su panal
en vez de miel fabricaban hecilas, una especie de pájaras que al volar
daban luz a la hondura y se tornaba en bosque la mañana
y la mañana crecía hacia la aurora
Nunca había tarde en la casa lucero
Ni nunca hubo de noche.
Decía Emiro
Un jorobado que vivía pasando la calle y se sentaba a contarnos
mientras la noche
pulía su modestia en una tenue temperatura que sosegaba a Maracaibo
La mañana era un sólido estandarte
Un sonido de escolaridad
Y los rostros serenos de la casa
En el piso las boronas de las migas de aserrín desde los techos las termitas
En las paredes el tuqueque
En el patio
La fuerza mas que temer blandida por el aclaraván
Quien presagiaba aquello
que jamás llegaría
a vuelta de pañuelos
Horchata y a la dentellada del sol fuerte y grosero blanco por pulular y por acero pasaban las verduras
las sonajas del gas
los plataneros
y en la choza de Adán los cocos en montañas para la bullaranga de los niños
Y trompos y petacas y alfandocas, calabazates, y bizcochitos de almidón , aceite petrolato y pan.
Lo demás hija
Es una embuste acuestas
Si es verdad que hubo un palacio donde habitaba el ciego
Y al igual que el verso de Caupolicán:
"Madre, halcones nunca ví"
Los palacios donde vive el ciego, existen
Son habitados por los que no ven.
Yo te ví y te veo a cada instante
Te encontré alguna vez hija mía, estás en mí.
Gioco enviado a Aurora Boreal® por Hugo Figueroa Brett. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Hugo Figueroa Brett. Foto Hugo Figueroa Brett ©Hugo Figueroa Brett.