El libro contiene doce poemas de la espada, algunos ya publicados en otros libros, pero cuya selección en este poemario permite tejer hechos que han sido dolorosos hitos en la historia más reciente de mi país. Temas sobre los cuales nunca me propuse escribir, pero que emergieron, con nombres y fechas, como si fueran las crónicas que en mi calidad de periodista y por estar dedicada a otros temas, no he escrito.
Los poemas de la pared son, como diría Joaquín Sabina, "la línea divisoria que va del tedio a la pasión". Allí están los afectos, la sorpresa del amor y su juego, el desamor, la rutina, los amigos y hasta mi gata con sus ojos azules...El material esencial para enfrentar el reto de vivir aquí.
El TAPIZ DE PENÉLOPE
Esta vez
no voy a esperarte
como entonces.
No voy a tejer
ni a destejer
el asombro posible
de encontrarte.
Mi vocación de Penélope
se agotó
en tus silencios.
Ni ovejas quedan
para cardar los hilos
que tejan
tu reiterado miedo
de volver a casa.
Nadie se ha preguntado
cuál era el dibujo
que trenzaba
Penélope
en su tela.
¿Tal vez el rostro
de otro hombre
diferente de Ulises?
DONDE TERMINAN LOS SEMÁFOROS
La ciudad parece tranquila
como si la lluvia hubiera borrado
los rostros del dolor
que ahora nos azotan
esquina tras esquina.
Los árboles se abrazan,
entrecruzan sus copas
nos transforman,
volviéndonos más hondos
un poco más eternos
El sol reviste el pavimento
de arco iris pequeños.
¿No pasa nada aquí?
Quién lo creyera...
¿No faltan aromas?
¿Están acaso completos los colores?
¿No hay un rumor de guerra
un poco más allá,
donde terminan los semáforos?
LOS PASOS DEL OLVIDO
"No sabe que estoy entrenada
para olvidar", Wendy Guerra.
La misma arboleda,
las mismas rayas blancas
de la esquina,
levemente borradas.
La montaña,
el ruido de los carros.
Podría decirse que aquí
no ha cambiado nada.
Sólo esta certeza infinita
de no poder cruzar la calle,
de saber
que la acera de enfrente
no es más
que un espejismo.
El semáforo
enciende la luz verde,
como un loto que abre
lentamente sus pétalos
sobre el agua del charco.
Como a un abismo
salto.
RESISTENCIA CIVIL
Coconuco, 31 diciembre 2001
Un muchacho
con una bandera blanca
-como una mariposa-
corre por la calle del pueblo
y canta.
Un rostro
como su propio rostro
lo advierte entre la sombra
y le dispara.
Los helicópteros
se enredan en los campanarios
¿Nadie puede hacer nada?
Sobre el cielo
de esta noche de año viejo
un pájaro de fuego
-el corazón del muchacho-
se lleva entre sus alas
nuestro último aliento.
RAÍZ DE AGUA
"La lucha es de igual a igual contra uno mismo,
y eso es ganar...".
Adrián Abonizio.
Este incendio
-del que nadie se percata-
calcina las estancias
de mi cuerpo
y como el loto
se prende
a la raíz del agua.
Nadie ve
su obstinado corazón
contra corriente;
nadie advierte
su lento cabalgar
hacia el abismo.
Es sólo una flor abierta,
un poco de hojas verdes,
mariposa inofensiva
del remanso.
LOS SIN NOMBRE
Puerto Berrío
Llegaron flotando por el río.
Eran los "NN" de la guerra,
de los que nadie quería hablar,
los que no reclamaba nadie.
En las orillas de los puertos
se repartieron los entierros.
Nadie quería incrementar
la tasa de homicidios.
Fueron bautizados
Juan, Roberto, Tomás...
Encontraron
una tumba blanca
en un cementerio pequeñito
con flores.
Y tuvieron visitas los domingos
y música en cada aniversario,
con mariachis.
Hoy cada uno tiene dos historias:
la que tejieron sus nuevos
deudos,
y la verdadera,
la que buscan sus parientes.
Un pájaro en vuelo
cruza el río,
atraviesa el cementerio
y canta sus nombres
para siempre...
La foto de Ana Mercedes Vivas es del fotógrafo Javier Narváez