Libro de conjuros

mario_camelo_005« A dónde vas muchacho ?
A ninguna parte.
Aquí estoy moviendo las montañas,
Y las estaré moviendo para siempre. »

Literatura Maya de Guatemala

1

Esto fue profetizado:

Dispersados serán por el mundo
Las mujeres que cantan, Y los hombres que cantan
Y todos los que cantan.


Canta el niño,
Canta la vieja,
Canta el viejo,
Canta el hombre
Y la mujer joven.

Será asesinado
El encantador del agua,
Devastada la ciudad
Donde vive el hombre,
En brea hirviente ahogarán
Al despertador de la estrella de la mañana.
Soga tendrán,
Tendrán fuego Para los Príncipes legítimos.

Sonará el atabal,
Sonará la sonaja,
Cuando lleguen,
Los malditos.

Mario Camelo, Colombia 1952. Estudios de Literatura. Ha publicado varios libros de poesía en Colombia y España. Traductor de varios poetas suizos, italianos y franceses. Vive en Suiza desde 1979. Ejerce como fotógrafo profesional y traductor.
De espanto
Y guerra
Será su sustento,
De guerra
Es su bebida,
De guerra
Es su andar,
De guerra
Su corazón
Y su voluntad.

El pensamiento,
De noche,
Será pecado de noche.
El pensamiento,
De día,
Será pecado de día.

De culpa
Es su palabra,
De culpa
Es su boca,
De culpa
Es su mirada,
Que caerá encima
Como aguijón
Contra los ojos.



Sus tratoss
erán tratos de discordia.
Su pan
Alimento envenenado.

Cambiarán entonces vuestras vendas
Con que los bravos se ciñen la cebeza,
Cambiará vuestra ropa,
Cambiará el blanco de las vendas
Con que las mujeres se ciñen la cintura,
Cambiarán los colores blancos de vuestras ropas,
Los malditos.

Usurpando
Gobernarán en las ciudades celestes,
En Chichén Itzá - a la orilla de los pozos -
Gobernarán disfrazados con piel de jaguar:
Codiciosos señores.

Entonces habrá muerte súbita
Y grandes montones de calaveras.
Extendido por todos los pueblos
Empezará el gobierno dañoso
Que hará llorar el cielo
Y llenar de pesadumbre
El pan de maíz del Katun.

Está dicho el CHILAM BALAMAM de Chumayel.

Para Verena Wieland

2

Detén la muerte que merodea por los baldíos,
Instrúyeme en iras sanguinarias
Que vengo dolido de miserias y pestes.

 

Mi diente conocerá sus entrañas,
Ah! toda la sed para abrevar en su sangre.

Detén la bestia que merodea por los baldíos,
Instrúyeme en iras sanguinarias
Que vengo dolido de miserias y pestes.

Mi diente conocerá sus entrañas,
Ah ! toda mi muerte para abrevar en su sangre.



3


Asesinan a los padres.
Nos arrancan la lengua.
Ya no tenemos memoria.

Pero el cielo es azul
Y la tierra negra.



4


Canto el cántico inicial,
Entono la fuerza,
Grabo el signo mágico
Contra el arrogante
Que rompe dientes.

Danzo la danza,
La noche y los cantos están conmigo.



5
« Oh, Dioses del quinto cielo, es que no logran escucharnos donde ustedes están ? »
Relación de Michoacán


A distancia de un grito
Hallaréis la bestia, flor de la noche.
Escondido trae el pensamiento,
Hambrienta es su carga.

A distancia de un grito
Tenéis la bestia, flor de la noche.
A una jornada de distancia,
Entre los tremedales.

Agonía,
La tierra sentirá su huella
De pie de extranjero.
Veremos
Cómo una repentina muerte
Nos lamerá el corazón,
Devorando el rostro
De los astros.



6


En la obscuridad esperamos.

Vengan todos los que oyen por el mundo
A acompañarnos en esta hora inamistosa
Que nos caza.

Nuestro grito abre camino
A los tambores y las maracas,
A los espíritus de fiesta.

Bajo el viento nocturno,
En la obscuridad esperamos.



7


Fueron apareciendo
Tras los presagios,
Desordenando la tierra
Y las aguas.

Introducen en las casas
El secreto
Maligno,
Toman rehenes,
Masacran los perros.

Es importante que yo los vea,
Que les escuche,
Si no
Moriré.



8


Es el desastre quien gana el centro de los caminos
Por donde se precipita el viento echando fuego.

Nos queda este campo despavorido.
Aquí, detrás de cada piedra, bajo cada insecto,
Entre cada flor, un cadáver blanquea inflamado.



9


Mi capa
Contiene todas las aves del cielo.
Mi maraca
Crea cinturones mágicos
Y late como un corazón.
A mi máscara
La reconocen los espíritus de mi raza.

No tengo nada
Y nada me hace falta.
Las estrellas
No me dejarán fuera esta noche.

Quieren mi piel.
Sedientos están de mi cabeza
Para empalarla.

Pertenezco a una raza despoblada.

Para Américo Ferrari



10


Has buscado aplastar mi frente,
Cortar mi cabeza,
Triturar mis ojos,
Reducir a podredumbre
Mi memoria.

Has buscado
Descuajar la lengua
Para privarme de la fuerte palabra
Que vive
En mi corazón.



11


Escúchame,
Yo te conjuro:
Mi palabra
Es palabra de poder.

He ido recogiendo una a una
Tus blasfemias
Sobre la tierra,
Las he tostado al fuego,
Sumergido la ceniza
Entre escorpiones.

Te dejé sin semilla:
Nada de ti arraiga en el suelo
Ni interviene en el agua.
Mi palabra es palabra de poder.



12


Te lo juro:
Hacha tenemos para tu alma.
Eres de raza abominable,
Buitre de los dioses malditos.

Pero he enterrado tu huella
Bajo la montaña.
Con guijarros negros
Y piedras muertas
Te he dibujado
Y con ceniza que come los nombres
He cubierto tu imagen.



13


Yo os prometo
Que padeceréis nuestros yataganes,
La atrocidad de los caballos,
El ofuscado colmillo de los perros
Y otros animales insaciables.

Despedazaremos los huesos
De vuestra nación
Que serán arrojados
En un mismo abismo.

Nadie
En la futuras generaciones
Conocerá de vuestra empresa.

Sobrevendrá el silencio.
Habremos hecho de vosotros
Un pueblo de fantasmas.



14


No te alimentarán mis huesos:
Mientras te padecí los fui llenando
De orines, de piedras malditas,
De escarabajos nauseabundos,
Me he penetrado de desiertos incontables,
De salitres sulfurosos.



15


La voz
Y la sombra
Son tierra útil
Desmesuradamente abierta.

Mi secreto
Invisible
Rayará la noche.

En cada sombra
Introduciré una cigarra,
A cada letra daré un tambor:

Nos apoderaremos
De su noche,
El carnaval y yo.



16


A usted se lo cuento:

Yo
Que me sumerjo D
esnudo en el río
He vuelto a creer
En el encuentro.

Ha sido preciso
Que me asesinara la bestia
Y esparciera.

Para Fabio, co-autor



17


Sé breve al hablar.
Alarga el oído hasta los arbustos cercanos,
Ayúdame a adivinar los que nos odian.
Los voraces vienen anunciando mi muerte,
Los hambreadores de mujeres.

En la abrazante llanura los riesgos de mi desafío.
Me rastrean con lanzas y animales finos,
He pasado a cuchillo sus emisarios.
Soy guerrero, soy mago, fuerte es mi visión
Y tengo tiempo, soy hombre joven
Y parto en guerra para batirme.

Mi suerte tiene prisa, deposito escrituras,
Destinos húmedos y carnavalitos
En el vientre de las criaturillas:
En el paladar de las niñas
Introduzco alas de color
Y sales y juegos de mar.

Aquí estoy, oh cazadores sin loa!
Ahora soy la fuente de las cigarras,
Mi conversación ayuda a rescatar milagros.

A Jorge y Adina Regueros



18


Por qué plegar mi cólera, el flanco,
La miseria de mis ojos?

Precaria mi voz y la carne rota...
Si nos acostumbramos al tiempo
Se envenenan las estancias de las mujeres.
Vacío mi corazón en el aire agrio
Que circula entre los árboles mutilados,
Libro mi sangre ensombrecida.

No queda de mí sino la antigua injuria,
La manera de vivir entre la lepra
Que abruptamente invadió la tierra, y mis recuerdos.

Para Eduardo Galeano



19


« Agarrando la náusea se destruye su poder...
Quitad la náusea y llevadla hasta su lugar
En la desembocadura del río. »

Canto Desana


Mi casa, donde no vivo,
Tiene los muros vacíos
De tiempo, de mi corazón que llamea.

En vano me asomo al viento.
Ya no vendrán mis hermanos
Y tú tampoco, mujer mía.

Desde que pasaron los demoledores
Aquí no hay sino un gran hueco.
Y esta alucinante fauna nocturna.

Para Jaime Ruíz



20


Desde los albañales se propaga
El perfume de las sangres anónimas,
Esa zona febril
Donde se levanta un dios enmascarado.

Al partir alguien dibujó
En la puerta de su casa demorada
Una nave de fragancias
Y un ancla muy ligera
Suspendida al canto de los pájaros.

A la memoria de Carlos Aguirre



21


« Ha vuelto el diluvio a anegar la tierra...»
Jehuda Ha Lévy


Por la misma tierra campean ejércitos incesantes,
Aparecen al alba y con helado tintineo
Introducen la acanallada cortesía de los verdugos,
La interminable ofensa de sus batallas diagonales.

Todo cae, ruge, se dispersa.
Es el viento quien ha ganado.
Contra mi frente dibuja su noche blanca,
La voluntad de sus mareas heladas.



22


Sólo claridades del fuego.
La gran quema!
Es la gran quema.
Miro
Y no hay nadie.
Como parturienta grito y vocifero,
No hay nadie.

Al resplandor deliran los magos del ultraje.

Se inflaman la arcilla,
El bronce, y nada interviene.
Los vigías,
Ciegos, M
udos...
Por aquí pasa el viento y arrebata.

No hay fuga porque no hay paisaje.
El nivel del vacío nos toca a todos en los labios,
Se introduce por lo invisible en el amor y la muerte.



23


Cuido que no se extravíe mi sombra.
La vigilo de cerca,
La acompaño en sus singulares correrías
Por predios sólo visitados de perros salvajes:

Yo cuido que no se extravíe mi sombra.
Mas por los resquicios del techo
Y las paredes de mi casa
Se desliza el país de jabalíes,
Derraman mieles y granos,
Destruyen mi plato y mi cuchara,
Recelan de mi pan,
Creen que podrían morir
Con la garganta y los riñones hinchados.

Más temible que la muerte
Es el espíritu de esa nación lejana
Que corteja los visitantes.



24


Vendrán a conocerme en la carne e impedir
Que aprenda los modos de vencimiento.
Danzo frente a su prodigiosa ciudad,
Conjuro las trompetas para que asciendan
Apoyando su poder contra los muros.
Unto sus puertas con hechizos y encargos.

Pero esos hombres del desierto
Traen consigo el aliento de amonita
De su país enfantasmado.
Sabemos que se recelan y brillan en la noche
Con refulgencia fanática,
He sentido en mi espalda su tacto de cal,
Las lujurias de su ira.

De qué dios desciende esta raza infame?
O es que los Dioses se retiraron
Dejando tras de sí aguas calamitosas?
Cuál es la secreta deuda que nos reclaman?

Ahora introducen en las plazas a los tañidores de laúd:
Les reaparezco el silencio que sopla y desgasta.

Como sé que vendrán, dejo coincidir lo ignorado
Con la cercanía de la muerte que levita en torno a mí.



25


I


Hasta la esperma de la noche
Llega la muchedumbre de cuchillos,
Roe los muros, desempiedra las calles.

Por la letra cruzan esquinas
A la boca de plazas de espanto.
La palabra quisiera ser bronce
En el mediodía de los guerreros.
Con ella reúno mis miembros dispersos,
Trazo el hilo que me une.



II


Mi palabra no cae en el lugar de las gracias.
La siento desplomarse
Perseguida por guerreros de rumbo incierto.

Las lluvias no están conmigo
Y van hambreándose las bocas fértiles.
Todo concluye en mi mano.
El viento frío, el viento de las águilas
Vendrá por mis hijos.
Todo desaparece en mi mano.

Mi palabra duerme contra un árbol caído,
En medio de la niebla tiene la cabeza blanca,
El corazón blanco.

A María Mercedes Carranza



26


Quién llega a mi casa
Donde fue la fiesta de los encuentros?
En mi casa blanquean los huesos,
Mi casa tomada por los asoladores.

Ya no espero a nadie, cada esquina libera emboscadas.
Cada quien a su turno teme encender una candela
Para acercarse a los textos en la noche de los sótanos.

Lo que gravita en torno
Deja prever la destrucción,
Los signos de lo intratable.

Para Jaime Echeverry y Rosita Jaramillo



27


Las casas vacías salen a la puerta,
Lanzan gritos a la humareda
Levantándose como flores sorprendentes.
Es lo único que en el país florece, y los muertos.

El tiempo brusco nos avecina
Urgido de preguntas.
Y el país invadido por animales ululantes!



28


Por el reino aún medran
Los guerreros envilecidos y su dios crapuloso.

Doblemente extranjeros, sobre sus tumbas
No puede leerse la mañana del mundo.

Fieles a la herida, acostumbramos el dolor
A vivir sin sorpresas ni desgarros,
A afrontar el hambre de hoy con la sed de mañana.



29


Alguien acerca la nada
Con la palabra nada.

Ardientes
Los muros de mi casa.

En el patio un árbol
Sostiene el mundo y al aire.



30


Cómo reconocerse en medio de tanto golpe súbito Proporcionado por ciegos inapelables?

Qué oponer a esta era fragmentaria
Cuando el signo que la rige
Huye lo perdurable, lo erotizado?



31


Yo sé por qué me persiguen,
Por qué aniquilan mi raza:

Les acosa como fuego
Nuestro canto.

A Friedrich Dürrenmatt



32


En este país los ojos están en vela
Desde hace multitud de años,
Bien antes de la libertad
Y sus tumultuosos dioses de poder.

Del vértigo de los siglos nos defendemos
Con armas naufragadas en las costas,
Dispuestos a resistir a esta atmósfera desdentada
De grandes gestos crepusculares.



33


Extranjero,
Cuando venga no meta las manos en los ojos del ciego
Ni en la torpeza sonámbula de los mendigos.
Cuídese de la risa de los niños,
De la mirada de piedra de las mujeres.
Su alegría de visitante mata pájaros en pleno vuelo, Derrumba casas, reseca sementeras.
Extranjero, cuando venga
No pregunte por nadie: no estamos.
No pregunte, o le saltará sangre hasta los ojos.

Libro de conjuros Barcelona. España. 1983. Ed. Libros de la Frontera.
Cortesía del autor Mario Camelo para Aurora Boreal

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