Adoradísima Mira

 

mira_003Mira, la perrita de Martha Canfield

«Si recoges un perro hambriento de la calle y lo haces próspero, no te morderá; ésa es la principal diferencia entre un perro y un hombre». Mark Twain


«Los perros aman a sus amigos y muerden a sus enemigos, casi al contrario de las personas, que tienden a mezclar amor y odio». Sigmund Freud

 

Pablo Neruda

Oda al perro

mira_014El perro me pregunta
y no respondo.
Salta, corre en el campo y me pregunta
sin hablar
y sus ojos
son dos preguntas húmedas, dos llamas
líquidas que interrogan
y no respondo,
no respondo porque
no sé, no puedo nada.

A campo pleno vamos
hombre y perro.

Brillan las hojas como
si alguien
las hubiera besado
una por una,
suben del suelo
todas las naranjas
a establecer
pequeños planetarios
en árboles redondos
como la noche, y verdes,
mira_011y perro y hombre vamos
oliendo el mundo, sacudiendo el trébol,
por el campo de Chile,
entre los dedos claros de septiembre.
El perro se detiene,
persigue las abejas,
salta el agua intranquila,
escucha lejanísimos
ladridos,
orina en una piedra
y me trae la punta de su hocico,
a mí, como un regalo.
Es su frescura tierna,
la comunicación de su ternura,
y allí me preguntó
con sus dos ojos,
por qué es de día, por qué vendrá la noche,
por qué la primavera
no trajo en su canasta
nada
para perros errantes,
sino flores inútiles,
flores, flores y flores.
Y así pregunta
el perro
y no respondo.

neruda_001Vamos
hombre y perro reunidos
por la mañana verde,
por la incitante soledad vacía
en que sólo nosotros
existimos,
esta unidad de perro con rocío
y el poeta del bosque,
porque no existe el pájaro escondido,
ni la secreta flor,
sino trino y aroma
para dos compañeros,
para dos cazadores compañeros:
un mundo humedecido
por las destilaciones de la noche,
un túnel verde y luego
una pradera,
una ráfaga de aire anaranjado,
el susurro de las raíces,
la vida caminando,
respirando, creciendo,
y la antigua amistad,
la dicha
de ser perro y ser hombre
convertida
en un solo animal
que camina moviendo
seis patas
y una cola
con rocío.

Versione di Martha Canfield
Ode al cane

mira_012Il cane mi domanda
e non rispondo.
Salta, corre nei campi e mi domanda
senza parlare
e i suoi occhi
sono due domande umide, due fiamme
liquide che interrogano
e io non rispondo,
non rispondo perché
non so, non posso niente.

In pieno campo andiamo
uomo e cane.

Brillano le foglie come
se qualcuno
le avesse baciate
ad una ad una,
salgono da terra
tutte le arance
a stabilire
piccoli planetari
in alberi rotondi
come la notte, e verdi,
e cane e uomo andiamo
annusando il mondo, scuotendo il trifoglio,
attraverso i campi del Cile,
tra le chiara dita di settembre.
mira_007Il cane si ferma,
insegue le api,
salta nell'acqua irrequieta,
ascolta lontanissimi
latrati,
piscia su una pietra
e mi porta la punta del suo muso,
a me, come un regalo.
È la sua tenera freschezza,
la comunicazione della sua tenerezza,
ed è lì che mi domanda
con i suoi occhi,
perché è giorno, perché verrà la notte,
perché la primavera
non ha portato nel suo cesto
niente
per i cani randagi,
solo inutili fiori,
fiori e fiori e fiori.
Così domanda
il cane
e io non rispondo.

Andiamo
mira_008uomo e cane riuniti
nel verde mattino,
nell'eccitante vuota solitudine
in cui soltanto noi
esistiamo,
questa unione del cane bagnato di rugiada
e il poeta del bosco,
perché non esiste l'uccello nascosto,
né il fiore segreto,
ma gorgheggi e profumi
per i due compagni,
per i due cacciatori compagni:
un mondo inumidito
dai distillati della notte,
un tunnel verde e dopo
la prateria,
una raffica di colore arancio,
il mormorio delle radici,
la vita che cammina,
che respira, che cresce,
e l'antica amicizia,
la gioia
d'essere un cane e un uomo
divenuta
un unico animale
che cammina muovendo
sei gambe
e una coda
bagnata di rugiada.

 

Martha L. Canfield

Despertar


Al despertar la playa
aparece cubierta de cemento.
En lugar de los árboles
hay casas recientes y ya en ruinas
y el cielo gris de plomo
se cierne amenazante
sobre los transeúntes.
mira_004Un mito de hoy nos habla
del hombre solo entre la multitud.
Así estoy yo: sola en medio
de esta jungla de cemento.
Ya no hay más golondrinas,
muy pronto han emigrado.
Las flores cultivadas
que en busca de un incierto resplandor
se yerguen con un gesto
heroico casi cómico
se divisan apenas detrás de las ventanas.
Entre una rama y otra
de los pocos árboles que quedan
ya no se ven hojas
o pájaros
porque se han ido
o se han caído al suelo,
las hojas amarillas
pisadas trituradas
con un leve ruido que parece queja
por zapatos ignaros que ni cuenta se dan
de llevar corazones enturbiados
por el oscuro miedo de entregarse.

Las calles están sucias
y las voces que se oyen
anuncian precios de mercaderías.
No hay rostros luminosos
el sol ya no se ve.
Solamente los gatos parecen animados
por la curiosidad viva y alegre.

mira_010Al fin del callejón
un par de ojos
dulces
me miran
como si se esperaran
de mí una respuesta.
Me acerco.
Y con el pedacito de su cola amputada
el perro me saluda.
Le acaricio despacio la cabeza.
Después nos vamos juntos
entre los basureros ya repletos
por las calles desiertas o con gente
- da lo mismo -
ante puertas cerradas
ante caras anónimas
máscaras insensibles
completamente ignaras
de la proximidad del prójimo.

Firenze, ottobre 2006

Martha L. Canfield

Risveglio

mira_013el risveglio la spiaggia
è ricoperta di cemento.
Al posto degli alberi
ci sono case nuove e fatiscenti
e il cielo di colore grigio piombo
incombe sulle teste dei passanti.
Un mito d'oggi parla
dell'uomo solo in mezzo a tanti uomini
e così sono sola
in mezzo a questa giungla di cemento.
Dileguate le rondini.
I fiori coltivati si raddrizzano
con un piglio eroico quasi comico
nei vasi custoditi dietro i vetri.
Tra un ramo e l'altro
dei pochi alberi rimasti
non volteggiano più
passeri o foglie
ormai andati via
mira_019ormai cadute a terra
ingiallite pestate
sbriciolate con uno scricchiolio
che par gemito
da scarpe inconsapevoli
portate in giro da cuori ottenebrati
per la paura fosca di donarsi.

Le strade sono sudicie
e le voci che ascolti
annunciano le merci con i prezzi.
Non c'è un volto solare
il sole non si vede.
Soltanto i gatti sembrano animati
da una curiosità viva e leggiadra.

In fondo al vicolo
un paio di occhi
dolci
mi fissano
come aspettando da me
una risposta.
mira_009Mi avvicino
e con il mozzicone della coda
il cane mi saluta.
Gli accarezzo la testa.
E poi insieme ce ne andiamo
tra i cassonetti della spazzatura
per le strade deserte o popolate
- fa lo stesso -
davanti a porte chiuse
in mezzo a volti anonimi
a maschere insensibili
totalmente all'oscuro
della prossimità del loro prossimo.

 

Miguel de Unamuno

ELEGíA EN LA MUERTE DE UN PERRO

 

La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.
Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.
Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?
mira_002¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran...
¡el otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!
Pero allí ¿no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?
Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?
¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir los ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria!
Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!...
¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh, terrible pureza,
inanidad, vacío!
¿No volveré a encontrarte, manso amigo?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
mira_001Y este recuerdo
¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?
Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna?
Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?
Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.
¿Si supieras, mi perro,
qué triste está tu dios, porque te has muerto?
¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados,
tal vez buscando en éstos el misterio
que te envolvía.
Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿Adónde vamos, mi amo?
¿Adónde vamos?
El vivir con el hombre, pobre bestia,
te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce;
mira_018¡tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!
Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿adónde vamos?
¡Ser hombre, pobre perro!
Mira, tu hermano,
ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su dios, tendido,
aullando a los cielos,
¡llama a la muerte!
Tú has muerto en mansedumbre,
tú con dulzura,
entregándote a mí en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su dios, de su amo,
ni morir sabe.

mira_005Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.

Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.
Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿a dónde vamos?

[1905-1906]

Versione di Martha Canfield

Elegia in morte di un cane

mira_022La quiete soggiogò con dura mano
il caro cane inquieto,
che fedele si adagiò, ormai per sempre,
nella sua madre terra
impietosita.
Quegli occhi miti
non fisseranno i miei
con la tristezza di non saper parlare;
non leccherà il mio palmo
né la sua testa fine nel mio grembo
riposerà.
E, adesso, cosa sogni?
Dove è andato il tuo spirito devoto?
Non c'è un altro mondo
in cui tu rinasca, mio povero animale,
e al di sopra dei cieli
tu possa andare in giro saltando accanto a me?
Quell'altro mondo!
Altro... altro e non questo!
Un mondo senza il cane,
senza i morbidi monti,
senza i fiumi sereni
fiancheggiati da alberi sereni,
senza uccelli né fiori,
senza cani e cavalli,
senza buoi che arano...
Quell'altro mondo!
Il mondo degli spiriti!
Ma lassù, non avremo
attorno alla nostra anima
le anime delle cose di cui vive,
le anime dei campi,
le anime delle rocce,
le anime degli alberi e dei fiumi
e quelle delle bestie?
Lassù, nell'altro mondo,
la tua anima, povero cane,
mira_015non verrà ad appoggiare sul mio grembo
spirituale la sua testa spirituale?
La lingua del tuo spirito, povero amico mio,
non leccherà la mano del mio spirito?
Quell'altro mondo!
Altro... altro e non questo!
Ah, non tornerai più, povero cane,
a fissare i tuoi occhi
negli occhi che per te eran sovrani;
la terra già ti strappa
da chi per te fu dio, fu gloria, fu ideale.
Ma lui, il tuo triste padrone,
ti avrà nell'altra vita?
L'altro mondo!
mira_023L'altro mondo, quello del puro spirito!
Dello spirito puro!
Ah, terribile purezza,
inanità, mancanza!
Non potrò ritrovarti, dolce amico?
Sarai là un ricordo,
ricordo puro?
E questo ricordo
non correrà ai miei occhi?
Non salterà agitando allegramente
la coda dritta?
Non leccherà la mano del mio spirito?
Non guarderà i miei occhi?
Quel ricordo,
non sarai tu, tu stesso,
padrone di te, vivente vita eterna?
I tuoi sogni, dove sono finiti?
E dove la pietà con cui seguivi
fedele il mio comando?
Io ero la tua religione, la tua gloria;
in me sognavi Iddio;
i miei occhi erano per te finestra
dell'altro mondo.
mira_017Se tu sapessi, mio cane,
quant'è triste il tuo dio perché tu sei morto!
Anche il tuo dio un giorno morirà!
Sei morto coi tuoi occhi
che fissavano i miei:
forse per cercare in essi il mistero
che ti avvolgeva.
Le tue tristi pupille,
avvezzate a spiare il mio volere,
parevan domandare:
dove andiamo, padrone?
Dov'è che andiamo?
Povera bestia, vivere con l'uomo
ti ha forse dato un desiderio oscuro
che il lupo non conosce;
forse, quando adagiavi la testa
sul mio grembo,
vagamente sognavi d'esser uomo
dopo la morte!
Essere uomo, mia povera bestia!
Guarda, povero amico,
mio fedele credente;
quando vedo i tuoi occhi morenti che mi guardano,
il tuo sguardo così fluido
che ormai si cristallizza,
mira_020anch'io ti domando: dove andiamo?
Essere uomo, mio povero cane!
Guarda: tuo fratello,
l'altro povero cane,
presso la tomba del suo dio, disteso,
urlando verso i cieli,
chiama la morte!
Tu sei morto umilmente,
con tutta la dolcezza,
abbandonandoti a me nell'estrema
sottomissione della vita;
ma lui, quello che geme
presso la tomba del suo dio, del suo padrone,
non sa neanche morire.

Tu nel morire presentivi vagamente
di sopravvivere nel mio ricordo,
di non morire del tutto,
ma il tuo fratello misero
si vede ormai perduto,
già morto in vita,
e, urlando al cielo, supplica la morte.

mira_016Riposa in pace, mio povero compagno,
riposa in pace; più triste
della tua è la sorte del tuo dio.
Gli dèi piangono,
gli dèi piangono quando muore il cane
che leccò le loro mani,
che li guardò negli occhi,
con l'eterna domanda nello sguardo:
dov'è che andiamo?

[1905-1906]

 


 


 

 

 

 


Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones