Tres descripciones de un poeta

ubaldo perez 060I. El carcelero (Primera descripción de un poeta)
Me preguntas adónde ir. ¿Y justamente de mí pretendes saberlo? No soy más que un carcelero ¿no comprendes? Claro, tu pregunta no carece de todo fundamento: no es poco lo que me debes. Aunque no recuerdo qua hayas reparado antes en mi existencia. He estado siempre ahí y cada vez que pasabas a mi lado parecías ignorarme. Ahora que quieres conocer tu camino me tomas en cuenta y te acercas para averiguarlo. Mas en ningún momento he dejado de ser un pobre carcelero. ¿Te resulta difícil de entender? ¿O estás intentando adularme? ¿Por qué hacerme precisamente a mí y no a otro esa pregunta? ¿De dónde podría yo obtener un saber menos estrecho que el tuyo? Por cierto: te he dado techo, pan y cobijo; pero sólo tengo cadenas en mis palabras. "¡Adónde ir!" ¡Menuda pregunta! Adonde quieras, hombre, adonde quieras. Nuestra cárcel no tiene límites.

II. Sobre la montaña (Segunda descripción de un poeta)
De pie en la cima de la montaña. La luna llena dibuja los contornos de tu sombra contra el horizonte, tu pelo y tu ropa ondulan con el cálido viento de primavera y desde la llanura nos parece adivinar tu amarga sonrisa. No hay quien no escuche tu silencio. A punto de arrojarte desde la altura al abismo, cuyo fondo, oscuro e insondable para todos nosotros, bien sabemos que sólo alberga peñascos y cadáveres. A lo lejos un órgano ha comenzado a tocar las notas de una fuga subyugante. Con un movimiento imprevisible te lanzas al aire. Nadie se atreve a gritar. Nuestro suspiro se ahonda en el aire contrapunteando brevemente la lejana melodía. Apretados los unos contra los otros, apenas si atinamos a inclinarnos un poco hacia atrás despavoridos, como queriendo huir de la horrorosa visión a la que asistimos. Pero he aquí que vuelas. A velocidad vertiginosa escalas la noche lunar y tu figura pronto se perderá en el horizonte infinito sobre el trasfondo crecientemente cercano y frenético de la música. Y una vez más nos miraremos a los ojos con perplejidad y nos preguntaremos en silencio: ¿En qué cumbres alcanzarás la plenitud de tus horas? ¿No nos ha desgarrado ya el desamparo al que cada vez nos condenas?

Ubaldo Pérez-Paoli. Argentino, Apl. Professor für Philosophie en la Universidad Técnica de Braunschweig, Lehrbeauftragte de Latín y Griego en la misma universidad y ex-docente de Latín, Griego, Filosofía y Español en la Christophorusschule de Braunschweig.

III. Los signos (Tercera descripción de un poeta)
Nos dices haber visto signos. Extraños, incomprensibles, inexplicables. No pretenderás que te creamos sin reservas. Si los has visto serás capaz de dárnoslos a conocer. Nos respondes que sí, que lo eres. Bien, ¿y quién los interpretará después? ¿En qué locura quieres internarnos? ¿Quién sabrá leer lo que sólo tú puedes entender? De una imposibilidad nos lanzas a otra. Todo lo dificultas. En cada caso haces nuestra carga más pesada de lo que ya era. ¡No interfieras entre los signos y nosotros, déjanos a solas con ellos! Te dices su intérprete y sólo sabes repetir lo que de todas maneras no entenderemos. ¡Quítate de en medio, por lo que más quieras, quítate de en medio! Ni tú necesitas de nosotros ni nosotros de ti. Una y otra vez dices lo mismo de múltiples formas diferentes. Todo lo recuerdas y extrañas, todo lo presientes y acoges. ¿De dónde vienes? ¿Adónde vas? ¿Dónde está tu presente? ¿No aquí? ¿No junto a nosotros? ¡Cuántas veces hemos querido deshacernos de ti! ¡Y cuántas veces hemos vuelto a rogarte que te quedes! Cuando desde la noche avanzas hacia la noche más noche, es entonces cuando crees ver signos. ¡Desdichado! ¿Y de nuevo te vas para allá? ¿Quién cuidará de ti en semejantes soledades? ¿No ves que el único vigía eres tú? Ninguno de nosotros sabrá acompañarte. ¡Maldito seas, no te vayas! ¿No comprendes qué perdidos estamos si tú no estás? ¿Nos dejarás a la merced de tus oscuros signos? Ellos se desplomarán sobre nosotros como sombras y ni siquiera nos daremos cuenta. Se disiparán sin hacernos daño ni dejar huella y nos quedaremos tan desconcertados como siempre. No nos abandones hermano, no nos abandones. Demasiado torpes somos para ti, pero mucho más lo somos sin ti; no nos abandones.

 

IV. El carcelero (Primera descripción de un poeta)
Me preguntas adónde ir...

 

Tres descripciones de un poeta enviado a Aurora Boreal® por Ubaldo Pérez-Paoli. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Ubaldo Pérez-Paoli. Foto Ubaldo Pérez-Paoli © Ubaldo Pérez-Paoli.

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones