Costa de veraneo

anne marie berglind 250El relato pertenece al libro Staden vid gränsen (La ciudad junto a la frontera) de Anne-Marie Berglund.
Traducción del sueco al castellano por David Guijosa Aeberhard.

 

 

 

La arena era fina y blanca. Las gentes sencillas con sus bañadores oscuros comían bocadillos sentados bajo las sombrillas. Él se negaba a estar en la playa, quería quedarse en el balcón y traducir poemas bajo la sombra. ¡Meterse en el Mar Negro una vez al día ya era bastante! Tomar el sol, hacer el vago, llenarse de arena, ¡qué tonterías eran esas!

Ella también se sentía inquieta, unas veces escuchaba discos de la máquina de abajo, en el café de la playa, otras veces entraba en el mar y nadaba lo más lejos que podía. Ella tampoco era capaz de quedarse tumbada y descansar.

Aquella noche comieron en una mesa con un mantel blanco: carne dura y vino dulce. A él lo había atrapado un deseo ardiente por una de las propietarias del hotel. La verdad es que era una mujer muy expresiva, se dijo a sí misma.

Los días pasaban lentamente, ella había encontrado una pequeña playa nudista donde solía pasar el tiempo, y donde se untaba con un barro que afirmaban que tenía propiedades beneficiosas. En ese lugar fue en el que se encontraría con una mujer joven y delgada que venía a traerle puñados de conchas. Todos los días llegaba con las manos llenas y sonreía entre tímida y avergonzada. No era una chica guapa pero en sus ojos verdes se podía ver el sol y una tarde, antes del crepúsculo, las dos jóvenes mujeres se besaron.

Solo eran semanas de vacaciones en las que ninguno de los dos tenía ganas de contar nada. Y cuando paseaban por la noche y alguna vez se sentaban en algún café para escuchar a los románticos violines que tocaban, se decían ya solo aquello que se habían dicho antes; ni siquiera eso.

Eso es la melancolía, cuando un amor antes húmedo y saludable empieza a endurecerse y se convierte en una flor nueva, una flor de piedra. Y se siente entonces que todo lo que era ya no es, pero que también resulta imposible escapar de la piedra compartida. La ternura compartida que se volvió cada vez más como esas viejas pinturas descoloridas, auténticas, pero sin fuerza ni vitalidad.

Así que una noche él la acaricia de una manera distinta y de repente en esa habitación sencilla, sobre las sábanas limpias del hotel, tiemblan de nuevo uno en el abrazo del otro. Por última vez. Algunos años después él ya no soporta traducir poemas. Ella no le acompaña, solo deambula. Y a veces, la alcanza el recuerdo de aquella chica fea y delgada de las conchas, en aquella playa blanca, su beso secreto. Una unión, entre todas las uniones que se llevaron a cabo aquel verano.

 

anne marie berglund 375Anne-Marie Berglund
Suecia, 1952. Nace en Helsinki.  Es poeta, novelista, cuentista y artista pictórica. Hizo su debut literario en 1977 con el poemario Luftberusningen. Ha sido galardonada con el premio dobloug en 2002. Obras: Luftberusningen, 1977, Mellan extas och fångenskap, 1978 , En ödets gunstling, 1980, Flicklekar, 1983, Staden vid gränsen, 1987, Dansa min flicka, 1989, Kvinnorna klär sig till brudar i år, 1989, Dam med dåligt rykte på sin vanliga runda, 1991, Raserier, 1994, Jag vill stå träd nu, 2000, Dagen då jag tog ledigt från romanen, 2002, Breven till mamma, 2005.

 

 

 

Material enviado a Aurora Boreal® por David Guijosa Aeberhard. Traducción del sueco al castellano por David Guijosa Aeberhard. El relato pertenece al libro Staden vid gränsen (La ciudad junto a la frontera) de Anne-Marie Berglund. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de David Guijosa Aeberhard. Foto nr.1  Anne-Marie Berglund © cortesia de Torkel Edenborg, enviada por David Guijosa Aeberhard. Foto nr.2  Anne-Marie Berglund © cortesia de Viveka Tallgren.

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