Literatura
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- Por Marié Rojas Tamayo
Pero una cosa es lo que un autor dice, lo que opina sobre la escritura, sobre el arte y la literatura y otra es la forma como concreta su postura vital en la obra, lo que nos transmite a los lectores. En el caso de Lobo Antunes, es posible entender e incluso vivir en sus libros ese esfuerzo por "ir más allá" en busca de una verdad que nos redima del peso de una educación, de una historia, del pasado que limita nuestras ansias de existir tal como somos y no como los demás desean.
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- Por Consuelo Triviño Anzola
Capítulo 1
- Fue la noche la que mató a Ruperta -dijo Marroquín.
- Estás loco -repuso Samuel, el de la pata gorda.
- No, fue por esos ojos de guagua, de estar mirando para donde no se debe ver -aseveró Arsecio, mi tío, buscando decir la última palabra.
Yo los oía desde mi cuarto, mejor dicho, desde ese cuarto inmenso que era toda la casa de madera y donde dormía en un catre pequeño, al lado de la cama de mi otro tío, Segundo. Las camas estaban cubiertas por toldillos, blancos como fantasmas al viento. Mi tío roncaba pero yo me desperté apenas oí el ruido de algunos que corrían, hablando a medias, entre gritos. Traté de reconocerlos por sus voces, pero aunque no era fácil, algo familiar me hizo suponer que eran algunos de los trabajadores más cercanos a mis tíos Arsecio y Elodia, además de ellos.
¿Serían los ojos de la noche? Me pregunté descubriendo que aunque los oía clarito estaba semidormido, soñando con túneles, no importa que el aire húmedo cayera sobre la cama, junto a las palabras afuera, como susurros. La noche tiene muchos ojos, en verdad, les hubiera dicho. Por todas partes hay ojos aquí en Cajambre. Los ojos de los chinches, en el colchón, son pequeñitos, los de los murciélagos, en el techo, oscuros y directos. Son vampiros también, y los negros los llaman chimbilacos. Debajo de la casa, corrían entre las ratas, las culebras, que se las comían, todas ellas llenas de ojos, vibrantes, escurridizas. El suelo que se mueve, lo invisible. Y en el inodoro, al lado del mar, con el hueco sobre las olas rompientes, las ranas, y esos ojos grandes, que nunca se cierran.
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- Por Armando Romero
Por su amistad.
Seré ese grano de arena
Que viajará a transformarse en perla.
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- Por Marié Rojas Tamayo
Con la última novela Heridas Negras del narrador, poeta y ensayista haitiano Louis-Phillipe Dalembert (1962), leemos la historia de Mamad White, un joven africano, y de Laurent Kala, un parisino, un funcionario de una ONG,
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- Por Luis Pulido Ritter
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- Por Víctor Montoya
Olof Palme.
Me siento feliz que un libro de Artur Lundkvist aparezca en castellano. Yo me detengo en pleno camino de la selva para abrirle las puertas del idioma
Pablo Neruda.
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- Por Víctor Montoya
Lezama Lima o el azar concurrente
Confluencias, España, 2010,
529 páginas
ISBN: 849383459-9
El curso délfico impartido por José Lezama Lima en su Ágora de Trocadero 162 y la presencia de uno de sus discípulos, José Prats Sariol, no ha sido la causa pero si el azar que ha dado nacimiento a este libro de ensayos: Lezama Lima o el azar concurrente. La relación maestro-discípulo a través de la enseñanza mayéutica socrática ha creado al autor de estas páginas, es decir, al iniciado en una disciplina, que revela las claves del sistema poético de su maestro. Por eso, más que una apología de la obra lezamiana, este libro denota la devoción de un alumno por salvarnos de los equívocos interpretativos que atentan con desvirtuar la vida y obra de su maestro; acaso para confirmar las palabras del padre Varela: "La mayor gloria de un maestro es hablar por boca de sus alumnos". De ahí que una de las virtudes de estos ensayos sea precisamente la del rigor del exégeta que descifra códigos y signos, pero con la salvedad de que se trata de alguien que ha sido cómplice de un misterio y que ahora acude por puro albedrio a la misión de revelarlo.
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- Por Joaquín Gálvez